59.- Recuerda quién eres
Mi recuperación va lenta pero ahí va, pero por lo menos ya tengo la certeza de que nada más me pasara, el riesgo de muerte ya pasó y parece que ninguna secuela grave quedará de todo, eso en cuanto a mi estado físico pero en mi estado emocional sigue igual que siempre, no mejoró y parece que cada día muero un poco más.
Vanessa cumplió su promesa y desde el día que vino a verme por última vez no volvió a pararse aquí, se quedó en el hospital porque su hija estaba aún necesitaba atención pero una vez que salió fue para no regresar. Por mi hermana me enterado que toda su mudanza está lista, hoy regresa a España, todo está siendo demasiado rápido pero no creo que le haga falta nada de aquí, supongo que va ligera de equipaje, ella ya tiene un hogar allá así que no hay cosa que pueda detenerla.
Dice que va a buscar su felicidad y ya sé que no puedo ir tras de ella, no estoy en condiciones y además seguirla significa delatar su posición.
En este gran rompecabezas de intrigas, traiciones y muerte todavía falta una pieza más grande que Octavio Escalante y ese Heriberto Félix, estoy seguro de que ese hombre va a buscar venganza en contra de nosotros, incluso algunos dicen que tiene la capacidad de planear algún movimiento o estrategia para sacar a Octavio de la cárcel y no debemos descartar ninguna advertencia, tenemos que estar alertas, si es posible tenemos que seguir como hasta ahorita, respirándoles en la nuca para que ellos no se nos adelanten y nos hagan algo, por eso no puedo ir por Vanessa, por eso me voy a conformar con lo que me dijo.
Se despidió de mi pero eso no quita que siga la amando como un maldito loco, que la deje marchar sin más sólo significa que no voy a permitir que una vez más se encuentre cara a cara con la muerte, porque no puedo tener la certeza de que de nueva cuenta voy a llegar para salvarla, tuve suerte una vez pero una segunda es casi imposible.
Con la que tampoco tengo suerte es con mi madre, no para de volverme loco con cada comentario inapropiado y de mal gusto, no se cansa de intentar dejar mal a Vanessa y nada más no le contesto porque es mi madre, le debo respeto pero ya no la soporto, menos su sonrisa burlona.
—Al fin va a salir de nuestras vidas y espero que está vez si sea para siempre —gracias a Paola se enteró, mejor dicho estaba escuchando tras las puertas y cuando vino con Fernando para verme me dijo que me dejaba a su prometido un rato para ver a su hermana.
—Mamá ya párale, sabemos que tú eres muy feliz por esa noticia pero a nosotros nos duele —mi mamá la ve con cara de querer vomitar, es cierto que ya no pelean tanto como antes pero Vanessa siempre será la manzana de la discordia en mi familia—, ella es mi amiga, de las cinco que tengo es la que más quiero.
Alina está igual de triste que yo, pobre de mi hermana ha perdido otra vez a su mejor amiga, en su lugar se queda Paola pero nunca será lo mismo, nadie puede reemplazar a Vanessa.
—Hija ve las cosas por el lado bueno —aquí no hay lado bueno o malo, sólo hay lugares menos peligrosos que otros—. Tu amiguita está mejor allá y tú estás mejor sin ella en tu camino, sin nadie que te meta ideas tontas en la cabeza. Los dos están mejor alejados de ella.
—Si está mejor lejos de mi —le respondo para que deje de atormentar a Alina—, tan sólo hay que pensar en lo que le hice, secuestraron a su hija por mi culpa, casi muere y eso por no hablar del pasado, de todo lo que le hicimos, como sufrió por nuestros asuntos.
Ella no ve eso, a mi madre solo le importa lo que pase con nosotros y está bien es nuestra madre pero después de todo lo que pasó ya debería entender que debe ser más empática y solidaria, no entiendo que pasa por su cabeza, sé que puede llegar a ser buena tiene que poder serlo, papá lo decía a menudo, hay algo con ella y no necesariamente algo malo, simplemente le tiene resentimiento a Vanessa porque ella me hacía feliz de una manera que mi familia no podía, mi mamá vio esa felicidad como una amenaza, creía que terminaría por alejarme de ella e iba ser así, no estaba tan perdida después de todo.
—Es que para ustedes ella es una santa, la mejor de las mujeres, un ángel incapaz de cometer algún mal —porque es así, nunca nos haría daño intencionalmente—. Ambos tienen cosas mejores en las que enfocarse, Alina ahora que eres directora general deberías estar en la empresa y tú Alberto, enfócate en recuperar tu matrimonio, Marisela te necesita.
No me contesta, hable con Alexandra hace dos días, se enojo mucho cuando se entero de la gravedad de mi estado pero eso ya no importa, estoy vivo y no tengo intenciones de morir pronto. Estoy muy preocupado por mi familia, no tengo la menor idea de que pasara una vez que regresen a la ciudad de México, no sé si quieran regresar en primer lugar, por lo que me ha dicho Fernando que se dio una escapada a la hacienda, sólo fue para hablar con Marisela del proceso que se está llevando en contra de su padre pero —al igual que casi todo lo relacionado conmigo— no quiere saber nada, dice que hagamos lo que sea necesario, que no reparemos en gastos y energías para lograr nuestro cometido.
A ella también tengo que darle tiempo para procesar todo lo que está pasando, iré a la hacienda pero solo será de entrada por salida, mientras me tengan como objetivo no los buscaran a ellos.
—Yo a ella pero no ahora —no le voy a avisar de mis planes porque se le soltará la lengua y cuando vaya ahí no habrá nadie—, si decido ir con ella será porque yo quiero y no porque tú me lo digas, ya basta de querer controlar mi vida, cuando te deje hacerlo solo hice daño, lastime a Marisela porque no la amaba y eso no puedo olvidarlo.
—Pero Alberto tus hijos... —si, también los herí a ellos, a mi hija que hasta dejo de confiar en mí.
—Exactamente mamá, mis hijos y los de Marisela —le agradezco que los haya cuidado con su vida pero ahora estamos nosotros para eso, ya podemos ocuparnos adecuadamente de su seguridad—, sólo nosotros decidiremos que es lo que tenemos que hacer por ellos.
—Mamá mejor vete a tomar un café y un poco de aire —Alina se acerca a ella solo para encaminarla a la puerta—, este tipo de peleas no le hacen bien a mi hermano.
Con mucha dificultad pero logra sacarla y sólo unos segundos después me doy cuánta del porque quería con tanta insistencia que se fuera, Fernando quería entrar pero no deseaba enfrentarse mi madre, detesta escuchar los comentarios malintencionados de mi madre, más ahora que le tocará consolar a Paola.
Me siento muy mal por ella, ama con toda el alma a su hermana y perderla una vez más le va a afectar muchísimo, de por últimamente la veo muy decaída, es fuerte cuando tiene que serlo pero ayer mientras checábamos unos documentos se puso a llorar, Fernando y yo creemos que es por todo lo que está pasando.
—¿Ya salió su vuelo? —le pregunto a mi hermano una vez que entra a mi habitación.
—En veinte minutos según lo que tengo entendido pero no es seguro —pedimos muchos favores para que así fuera, ya no nos tomamos a la ligera su seguridad—. Recuerda que hasta el plan de vuelo es confidencial.
Para mí sorpresa el gachupín consiguió un vuelo privado, nos demostró que él también tiene contactos y me alegra porque así no hay ningún riesgo, debo decir que tienen mucha suerte, si Paola no fuera tan buena en su trabajo hubieran tenido que quedarse hasta que los procedimientos por el secuestro de su hija concluyeran pero su hermana convenció al juez para que todo se solucionara, Vanessa sólo tuvo que firmar unos poderes notariales y todo quedó listo, sería muy raro que los llamarán a declarar una vez más, así que puede irse con la certeza de que nosotros no vamos a molestarla.
—Espero que llegué con bien, ya tuvo suficiente con todo lo que pasó —dice mi hermana sentándose a mi lado.
—Tienes razón, nadie puede más con esto —le responde Fernando y después me mira, está esperando que rompa a llorar—, ¿cómo estás Alberto?
—¿Cómo te parece? —todos aquí estamos abatidos, no hay nada que nos pueda hacer sentir mejor— Siento que debería salir de aquí y aunque sea solo una vez seguirla para ver qué pasa, si todo lo que me dijo era cierto.
—Lo es Alberto, no tengas ninguna duda de ello —asevera Alina con la expresión muy seria—. Nosotros no podemos hacer más que desearle suerte y sé que lo harás porque eres una gran persona y eso te va ayudar, con el tiempo vas a aprender que esto es lo mejor. Tú la amas y aunque nos duela ella ama a Antonio pero tenemos que aceptarlo, tenemos que aceptarlo —se detiene para suspirar—. No podemos ser tan egoístas para exigir algo que no es nuestro, que quizá nunca nos perteneció o en tu caso el tiempo se te fue y no tuviste oportunidad de luchar, no por ella pero por lo que si tienes que luchar es por salir adelante, seguir con tu vida como ella está continuando con la suya. Vamos a sanar tu corazón y si en el hay espacio para volver a amar inténtalo.
Las palabras de mi hermana me sorprenden por lo sinceras que son, estando ella aquí todo es más fácil y le agradezco que intente animarme cuando está igual de triste que yo, ahora por más bromas o chistes que hagamos no vamos a sentirnos mejor y tampoco vamos a poder continuar con nuestras vidas, por lo menos no hoy.
Todo lleva un proceso y por ahora necesito que el tiempo pase un poco para que sane mis heridas y las de los demás, aunque quizá ni siquiera están cicatrizando porque para mí esto todavía no acaba. Dentro de mí aún siento que nos faltan cosas por decir pero aún no sé qué cuales son; no sé cómo explicar lo que siento, no encuentro palabras para explicar que la amo con todas mis fuerzas y que tengo que dejarla ir porque es lo que le hace mejor a ella, tampoco tengo la menor idea de cómo explicar que quizá debo ir con Marisela, ya que alguien me dijo algún día que el amor no necesariamente está con la persona que más amamos si no con la que más nos ama nosotros y creo que a eso me voy a aferrar pero no en un futuro cercano, como ya dije va a llevar algún tiempo.
—Definitivamente esas no son palabras tuyas —le dice Fernando sonriente, por lo menos él controla su estado de ánimo—. Voy a llamar a Mauricio para que me diga que es lo que te hicieron en esa hacienda.
—Me enamoré —ambos la miramos sin dar crédito, es que nunca nos había dicho que estaba enamorada, o por lo menos no con esa convicción.
—¿Y el estúpido se enamoró de ti? —cuestiona Fernando, me siento como si de nuevo tuviéramos quince años.
—No lo sé me vine para acá y no le pregunté —muy mal hecho, supuestamente lo correcto es que él de el primer paso pero Alina no es una mujer que siga las reglas establecidas por esta sociedad tan arcaica.
—¡¿Qué esperas para averiguarlo Alina?! —salta de miedo al escucharme— Aquí sentada con nosotros no lo vas a averiguar.
—Pero él no me necesita y tú si —no me va a poner excusas a mi.
—¿Cómo lo sabes? —agacha la mirada, la estamos regañando pero es por su bien, ya tiene que empezar a vivir sin importar si nosotros lo hacemos.
—Él me dijo que esta o estaba enamorado —ni él mismo debe saberlo— de otra y yo después de verlos sufrir por estos temas casi la mitad de mi vida no tengo muchas ganas de aventarme a amar —es que esas cosas no se piensan—, no soy lo suficientemente valiente para eso.
De eso tampoco me va a convencer porque yo sé que mi hermana es capaz de todo y que puede con todo, entre Fernando y yo tenemos que hacerle ver que no puede quedarse para siempre al lado nuestro, no porque nos molesté sino porque no queremos que más adelante se arrepienta de no haber vivido como debía de ser.
—Pues estás mal Alina —le dice Fernando cómo si estuviera hablando con su hija—. Vive ese amor aunque eso te parta la madre, por lo menos te quedarás con la experiencia y no con las ganas.
—Pero es que él y yo... Es un capataz, un hombre de campo y yo soy una diseñadora de modas, una empresaria que no sabría vivir como él y no voy a obligarlo a vivir como yo, ¿qué va a hacer aquí? —eso se arregla, tienen que llegar a un acuerdo si es que realmente se quieren— Además fue solo una aventura de fin de semana como las miles que has tenido Fernando.
—Pero no me enamore de ninguna de esas aventuras —porque no quería hacerlo, estaba esperando a una mujer que le hiciera sentir amor y no solo placer.
—Porque tú ya amabas a alguien —golpe bajo.
—Basta Alina, sólo quieres desviarnos del tema, déjame aquí y vete por él y si no regresas yo veré qué hacer por ti desde donde decidas quedarte pero si no te quedas y él te lastima —que Dios se apiade del alma del pobre desgraciado—, aunque esté en esta cama le voy a partir la madre.
—Vamos a hacer esto —se ríe de mí porque no me cree capaz de golpear a nadie—, no me voy a ir de tu lado en estos momentos, me necesitas para superar la perdida pero Fernando puede llamar a Mauricio y decirle que me lo traiga, si viene es porque le interesó y si no pues... no vale la pena partirse la madre.
—Vente para acá mi princesa —extiendo los brazos y se acomoda conmigo—, Nandito tu también —él solo se sienta al lado de mi hermana, apenas cabemos en esta pequeña cama—. Gracias por no dejarme solo nunca, los quiero muchísimo.
—Seguimos siendo niños —murmura mi hermana—, grandotes pero al fin y cabo seguimos siendo niños.
—Ahora huérfanos —ese comentario no era para nada necesario—, ustedes de padre y yo de madre.
Aún está demasiado trastornado por lo de su madre, cuando Octavio confesó sus crímenes fue con la intención de romper todo lo que quedará de Fernando, casi lo logra, casi lo mata en todas las maneras posibles pero por suerte Paola no lo dejo morir y ahora, poco a poco intenta regresarlo a la realidad, ella es la red que lo sostiene para no caer.
—Los extraño mucho, papá... él seguro sabría que hacer, me diría que es lo correcto —si, seguro estaría de acuerdo en hacer que su princesa tenga el amor que se merece—. En cuanto tu madre, sólo tenía cinco años cuando murió pero hay algo que no puedo olvidar, cuando a ustedes se los llevaban a la oficina y me quedaba con ellas, mamá siempre decía que debía aprender a Marisela, pero mi tía Esperanza decía: Recuerda siempre quien eres, así nadie podrá hacer su voluntad sobre ti. Si sabes quién eres nunca podrás perderte —creo que eso ni Fernando lo sabía, Esperanza era muy cariñosa y adoraba a mi hermana, también a Marisela pero ella siempre fue más afín a mi madre—. Cuando ella se fue olvidamos muchas cosas, éramos muy pequeños quizá ni siquiera las habíamos aprendido, los años pasaron, crecimos pero la perdida regreso y tras la muerte de Luisana nos olvidamos otra parte de nosotros y eso paso porque querían que lo hiciéramos, siempre buscaron doblegar nuestras voluntades y lo lograron, terminamos aquí pero no podemos volver a hacerlo, somos dueños de nuestras vidas, las hemos recuperado, hay que hacer algo que realmente valga la pena para que todo el terror que vivieron no sea en vano.
—Vas a ver que si —Fernando alcanza la mano de mi hermana y después de darle un beso nos abraza—, haremos cosas buenas empezando por hablarle a Mauricio.
Alina se aparta de nosotros para quitarle el teléfono a Fernando, no entiendo porque tiene tanto miedo, estoy seguro de que ese hombre, quién quiera que sea también está loco por ella, debe estarlo, si no pues él se lo pierde, una mujer como mi hermana no va a volver a encontrar jamás.
—Fernando Escalante dame ese teléfono —lo sigue persiguiendo pero cuando mi hermano recuerda su dolor en el pecho se detiene—. Mauricio me va a hacer burla por lo que nos reste de vida, nunca me va a dejar olvidar que le llamé para que me pusiera en contacto con su capataz.
No creo que Mauricio haga eso, no después de lo que él ha tenido que luchar para que respeten a su esposa. Victoria es una mujer ejemplar, fuerte que ha pasado por mucho y que aún así no permite que la hagan menos, no se deja de nadie y mucho menos se avergüenza del lugar de donde viene; si él hombre del que está enamorado mi hermana es aunque sea un poco como ella lleva las de ganar.
—¿Prefieres que sea a Victoria quien nos lo comunique? Según tenía entendido eran buenas amigas —quizá con ella tanta más confianza.
—Prefiero que sea Helena, ella me puede... me entiende y será más discreta —hay algo más detrás de todo esto, por una razón no desea que llame a Victoria.
Cuando Helena Caballero —hermana de Victoria— llegó a la ciudad de México fue porque quería hacer una carrera de diseño, Mauricio la contacto con Alina y mi hermana se encargo de hacerla de su guía espiritual, se hicieron muy buenas amigas a tal punto de que hace poco más de un año cuando terminó sus estudios yo tenía la firme intención de emplearla de manera permanente pero ella decidió regresar a la hacienda de su hermana, a la fecha no entiendo porque pero quiero suponer que es más feliz allá.
En la región, los Caballero son de las familias más importantes, conocidos por su carácter fuerte e impredecible, además de su reservada vida privada; en un inicio creí que solo era que no había mucho que contar, ya que Helena no es para nada reservada pero cuando Victoria vino de visita me di cuenta de que no son muy comunicativos con lo que pasa en esa hacienda, algo esconden y no creo que sea buena idea intentar averiguarlo; además Mauricio es de armas tomar y no pienso traicionar nuestra amistad con sospechas infundadas, si lo descubre quizá hasta quiera tomar represalias en mi contra y ya estoy harto de eso. No deseo otra venganza que consuma nuestras vidas.
—Cómo quieras Alina, nosotros solo queremos que seas feliz —eso es cierto.
Tanto Fernando cómo yo hemos hecho nuestras vidas en base a lo que creíamos correcto, hemos fallado lo reconozco pero ahora estamos rumbo a corregir nuestros esas fallas, no nos queda más que confiar y tener fe en que algún día no le deberemos nada a la vida.
—Llámale a Mauricio, él me entenderá —todos esperamos que sea así.
En lo que respecta a este asunto solo nos queda esperar y recordar. Hoy solo me queda asumir que soy Alberto Quintana, hijo de Jerónimo Quintana y Priscila Ruiz. Hoy día he dejado de ser un títere. Hoy día he cambiado para bien. El día de hoy soy consiente de mi libertad, de que para bien o para mal esta es mi vida. Hoy día sólo me queda la enseñanza de mi tía Esperanza.
Ella decía: Recuerda quién eres.
Soy Alberto Quintana y nadie podrá arrebatarme eso.
Gracias por seguir leyendo.
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