56.- Al otro lado del mundo
Es un brillante día, me cuesta creer que de esa carnicería salimos todos vivos. Siento que está no es la realidad, que en cualquier momento voy a despertar y me dirán que alguien no está aquí con nosotros, aunque mi sentir también podrían atribuirlo a una alucinación por el golpe en la cabeza que me dieron, después de la exhaustiva revisión y las tomografías me dejaron al igual que Vanessa en una habitación para dormir, siento que solo nos aislaron a ambos para que no demandáramos al hospital pero obviamente lo vamos a hacer, deberían tener más seguridad, con el dineral que les pague para que no le faltará nada a mi hija tuvieron que tener mucho más cuidado.
Cuando por fin me dejan salir, después de checarme por última vez los vendajes voy directo a ver a mi hija, ya pasó mucho tiempo sin que la vea y dada la situación no es bueno dejarla sola, por eso también mi cuñada se ofreció a contratar seguridad privada, ellos se van a encargar de custodiar los cuneros hasta que salgamos de aquí y también me van traer a mis padres, ahora le doy gracias a Dios que su vuelo se cancelara la vez pasada o mamá también hubiera tenido un ataque, eso sí no les hacían nada.
Yo no quería pero una vez que lleguen y vean el hospital completamente rodeado de policías voy a tener que contarles todo, y no sé cómo explicarles que nos secuestraron por culpa del ex novio de Vanessa, es bastante duro pero es lo mejor, necesito que estén alertas para evitar otra desgracia.
Llegó a los cuneros y quién ya se encuentra ahí está mi esposa, se le ve más tranquila, ayer tuvo una crisis nerviosa de la cual tengo que hablar más tarde con el doctor Salvatierra, sólo es por precaución que le pedí que le hiciera una evaluación psicológica.
—¿Cómo está? —voltea a verme y me da solo una pequeña sonrisa para después solo mirar al cristal.
A simple vista todo está tal cual lo dejamos ayer, sólo que ahora tenemos un tema que es urgente. Sabía que iba a llegar el momento de hablar iba a evitarlo algún tiempo más pero con lo que pasó ayer yo no puedo aplazarlo, creo que merezco una explicación.
Ayer el miedo hizo que dijéramos un montón de cosas, todos parecíamos impacientes por morir, todos queríamos morir en el lugar de mi hija pero ahora que las cosas se han enfriado y que estamos pensando racionalmente es preciso que tengamos una plática acerca de lo que vamos a hacer en el futuro, tanto cercano como lejano. No puedo esperar nada, si me deja yo no puedo oponerme, ella ya sufrió demasiado para que yo haga un escándalo de esto pero tiene que recordar que ahora somos padres y después de lo que pasó nunca voy a dejar que mi hija este en compañía de ese hombre, si por mi fuera Vanessa tampoco lo haría pero yo no mando sobre ella, es su decisión porque para mí ya quedaron bastantes claras las cosas, solo falta que ella me diga que es lo que quiere.
—Se la van a llevar para hacerle otros estudios, tiene una infección pulmonar leve pero va a estar bien —eso es lo único que me faltaba, que mi hija empeorará—. ¿Tu como estás? Después de que me desmaye ya no me dejaron salir de la habitación para ir a verte.
—Solo fue una herida superficial, nada grave —no puedo decir lo mismo de los demás, yo tuve mucha suerte de no salir herido de gravedad—. Tenemos que hablar antes de que lleguen mis padres.
—Cuando se lleven a la niña, yo también necesito saber porque me mandaste a valorar psicológicamente —lo dice tranquila pero sé que en el fondo está hirviendo.
Sólo lo hice para descartar alguna enfermedad, después de su ataque solo quiero asegurarme de que va a estar bien, eso el único que siempre he querido pero ya que siempre me dice que no está loca no me queda de otra más que recurrir aún profesionales que me traicionó porque creí que lo diría nada.
Ya veré como manejo todo esto, por lo mientras nos quedamos en silencio mirando como se llevan a nuestra hija, nos dicen que podemos quedarnos en una sala privada para esperar noticias, se están esforzando para mantenernos tranquilos pero ya es demasiado tarde, Paola ya se está encargando de la demanda.
—Para empezar Vanessa si te mandé al doctor Salvatierra fue solo para descartar una enfermedad —se sienta frente a mi solo con la expresión pérdida—, sólo deseo tu bien y eso ya deberías saberlo.
—Pero fue demasiado, te lo he dicho muchas veces, no estoy loca —pero eso no me deja tranquilo, son sólo sus palabras y que mejor que tener la opinión de un profesional.
—Esta bien, no lo estás y cómo estás lo suficientemente bien para reprocharme también lo estarás para tomar una decisión sobre nuestro futuro —porque la vida sigue, y sí, hay dos hombres heridos de gravedad pero nosotros estamos perfectamente y no puedo detenerme a pensar en ellos cuando mi hija también está enferma.
—¿Que es lo que quieres exactamente? —suena estresada y lamento tener que causarle una preocupación más pero es totalmente necesario.
—Lo que ví ayer, Vanessa yo siempre te he dado tu espacio y la confianza para que arreglarás tus problemas como mejor te pareciera —no es una niña como para que tenga que estar detrás de ella todo el tiempo pero debí poner mas atención—, pero ya no me puedo mantener al margen, no cuando tus problemas afectan a mi hija. Si quieres irte con él...
—Para, detente, ¿que es esto? A mi tienes que hablarme claramente y sin rodeos —a mi parecer no le estoy dando ninguna vuelta al asunto, la estoy liberando antes de que termine peleado a muerte con otra persona.
—Tu lo sigues amando, ¿no es así Vanessa? —y el silencio es lo más odió de ella.
Siempre es así cuándo no sabe que responder, sólo sabe quedarse callada para no lidiar con la verdad pero esta vez no puede, yo necesito una respuesta y la necesito antes de que mis padres lleguen, sólo así podré ver cómo me voy a acomodar y que es lo que les voy a decir para que no la odien, porque no estarán para nada tranquilos y ellos son capaces de todo, inclusive querrían quitarle a la niña y eso tampoco está bien, ellos deben entender que Vanessa es la madre de Roxanne y mi hija ahora la necesita más que nunca.
—Ya no lo amo pero estuvo a punto de dar la vida por mi, ¿cómo crees que voy a vivir con eso ni conciencia? —y eso se lo agradezco, de verdad nunca lo voy a olvidar pero es que aquí hay algo que ella está omitiendo—. Nos ayudo a salvar a nuestra hija y eso nunca lo voy a olvidar.
—Te recuerdo que gracias a él es que estuvimos en esa situación, gracias a que nunca te dejó en paz secuestraron a nuestra hija —porque sus cinco minutos de héroe no van a cambiar el hecho de que siempre supo que esto podría pasar y no hizo nada por advertirme, él solo se preocupo por sus hijos y a los demás que nos cargará la chingada—. Todo esto es por su culpa.
—También mía —se levanta de su asiento y viene a arrodillarse frente a mi—. Recuerda que yo soy quien te obligo a venir aquí.
Entonces en ese caso yo también tengo la culpa por dejarme arrastrar hasta aquí, por no imponerme y así puedo seguir un buen rato pero no sé trata de eso, yo sólo quiero la verdad y la quiero cuánto antes.
—De eso no me vas a convencer —hago que se levanté y se vuelva a sentar, no tolero que esté de rodillas frente a mi, no tiene porque humillarse de esa manera—. Solo quiero que me digas que hacer con esto, si esto no va a funcionar porque no me quieres no pienso poner ningún pero, solo necesito que sepas que la niña se queda conmigo.
Ahora sí se ve como si quisiera matarme pero no importa, sólo tiene que estar consiente que cada acto tiene sus consecuencias.
—No me puedes hacer eso, ya me la han arrebatado una vez no pienso permitirlo una segunda vez —por eso la niña estará bien conmigo, yo no voy a dejar que nada le pase, inhala y exhala para controlarse—. Mira vamos a calmarnos y pensar que es lo más sensato.
—Divorciarnos —eso es lo más sensato, a diferencia de Marisela yo no estoy dispuesto a vivir en una mentira solo para no sentirme solo.
—Es que yo no quiero eso, yo te amo a ti, entiendo que no me creas y que para ti yo ya no valga nada pero no por eso tienes el derecho de quitarme a la niña —lo que pasa es que no quiero quitársela, es su madre y tiene todo los derechos que conlleva pero para mí la seguridad de mi hija es primordial y sé que puedo proporcionársela mientras ella resuelve sus sentimientos—. Es mi hija Antonio, la amo e inclusive más que a ti.
—Yo también la amo más que a ti —se sobresalta y ahí es cuando me doy cuenta de la gravedad de nuestras palabras y si seguimos pelando de esta manera solo vamos a terminar por herirnos más daño, tenemos que detenernos.
—Está bien, sólo déjame proponerte un trato y ya decidirás que es lo que más nos conviene a ambos —eso es lo que quiero, llegar a un acuerdo sin necesidad de peleas legales porque esa guerra me parece que la voy a perder—. Dame dos meses, deja que la niña crezca lo suficiente para irnos de aquí y también que Alberto despierte —puta madre ya me caía de raro que no saliera—. No te preocupes sólo quiero saber que no morirá y después seré lo que querías, me voy a encerrar en tu finca, voy a ser una esposa obediente y ya ni siquiera voy a trabajar, sólo me dedicaré a compensar el daño que te hice. Solo me voy a dedicar a mi hija.
No sé, yo no soy un hombre que quiera a una mujer para que le sea obediente, yo sólo la quiero a ella tal cual es, no necesito ponerle reglas porque confío en que Vanessa siempre sabe que es lo correcto y si cree que lo mejor es quedarse conmigo pues no me voy a oponer porque la amo y no quiero dejarla a menos que sea completamente necesario, porque no sería sano quedarnos juntos si ella está enamorada de otro, no sería justo para mí y tampoco para mi hija, ¿qué clase de familia le estaríamos dando? Seguramente una solo podríamos ofrecerle una farsa como la de otros que conocemos.
—Esta bien, pero lo único que quiero es que no me menciones su nombre nunca más —no quiero saber absolutamente nada de él—. Con eso sería más que suficiente.
—Te lo agradezco, no te voy a volver a fallar pero es... Sabemos que si nos quedamos aquí vamos a terminar por matar todo y al final él habrá ganado —si no es que ya lo hizo—, y yo no quiero eso porque no soy un trofeo, mi corazón es el tuyo, amo estar aquí pero lamentablemente todo lo que amo tiende a morir aquí y no voy a permitir que tu amor por mi parezca.
Eso no pasará, eso no pasará ni aunque la luz del sol se apague, ni aunque yo muera voy a dejar de amar a Vanessa, es mi amor por ella es lo que compone mi ser, porque antes de conocerla yo no tenía un propósito en esta vida no tenía, ni siquiera tenía una vaga expectativa de lo que quería largo plazo, lo único que tenía claro era que quería ser el mejor pero cuando la conocí supe que lo que en realidad quería era lo que la hiciera feliz, ahora quiere irse y lo haremos para intentar recuperarnos y eso solo pasará el día que ella sepa que es lo que quiere.
—Entonces, ¿lo has decidido, nos vamos de aquí? —me mira de nuevo con los ojos llenos de lágrimas.
—Eso te lo dejo a ti, tu decides por mi de ahora en adelante —se levanta y sale de la habitación, seguro para ir a ver qué está pasando con Alberto.
La enfermera llega con noticias de mi hija dice que va a estar un rato más en observación, están haciéndole no sé cuántos estudios y que será mejor que me vaya a comer algo porque no voy a aguantar mucho más tiempo así, a eso iba cuando recordé que Fernando y Alberto no fueron los únicos heridos, voy a la recepción y pregunto por Marisela, me indican el número de su habitación y tal como lo creí está sola y mirando fijamente la venda en su brazo.
—Hola —se sobresalta y después se sienta recta en la cama, supongo que no esperaba ninguna visita—, ¿cómo te sientes?
—A decir verdad me siento terrible —pues no se le ve tanto—, traicione a mi padre, casi matan a Alberto, sigo sin tener a mis hijos y siento que me voy a ir al infierno que es en donde merezco estar por lo que hice.
Mientras estábamos ahí pensé lo peor de ella, me sentía como un estúpido porque todos me habían advertido que ella era una maldita y verla apuntándole a mi esposa me confirmaba esas sospechas pero con lo que hizo después volvió a darme una imagen buena de ella pero como Vanessa dice, estar aquí y cerca de estas personas nos hace daño.
Vine aquí a dos cosas y una es terminar con todo lo que parece que nos hace daño.
—Hiciste lo prudente para salvarnos y vine a agradecerte —esa es la segunda cosa.
—Si, tenía que hacerlo pero fue solo por ti y por mi, no iba dejar morir a una niña inocente —una sonrisa escapa de sus labios—. Hay una cosa que solo te lo voy a confesar a ti, no podía dejar que Alberto, que es una de las personas que más amo esta vida muriera, pese a todo lo sigo amando y lo quiero ver vivo, aunque sea con... ya sabes.
Claro que lo sé, porque me siento exactamente lo mismo, es empatía recíproca y por eso surgió una amistad tan sincera, ambos necesitábamos a alguien para hablar de estas penas en completa confianza.
—¿Cómo estás haciéndole para resignarte a que perdiste a Alberto? —es que yo no lo puedo entender.
—Es que nunca me perteneció Antonio, esa más que la verdad pero es no significa que sea tu caso —pues eso está y estará siempre en tela de juicio—. Conozco mucho a Vanessa, tenía que saber cada cosa de ella para enfrentármele y ahora que ya no quiero nada de Alberto, más que a mis hijos por supuesto, tengo que decirte que no hay ninguna guerra que ganar, porque ya ganaste Antonio —suena sincera y quiero creerle pero hasta que el bello durmiente no despierte no tengo nada seguro—. Pero aunque no sea una guerra recuerda que siempre hay que luchar, siempre tienes que hacerlo.
—Eres una persona bastante sabía —de nuevo se pone a reír—, ¿sabes? Tus hijos tiene una madre estupenda, espero que pronto puedas verlos.
Porque yo sólo estuve lejos de mi hija menos de un par de horas y sentía que el mundo se me venía abajo, quería matar a todo aquel que estuviera involucrado y no me imagino cómo la está pasando ella, por lo menos tiene la certeza de que están seguros y juntos, eso ya es ganancia.
—Eso ya lo tengo arreglado, Paola vino hace veinte minutos para decirme que en la noche me dan el alta y me van a llevar con ellos —mi cuñada está haciendo lo justo, me alegra mucho que lejos de los encontronazos que han tenido sepa que es lo justo—. No me quiso decir a dónde voy, no lo dice porque aún tiene dudas de mi.
Así es desconfiada Paola y además es necesario por seguridad. Todos estamos corriendo un peligro tremendo, tan sólo hay que asomarse por la ventana para saber que algo malo pasó aquí, el hospital está rodeado de seguridad privada y pública. Esto va a generar un gran impacto una vez que la noticia se filtre a los medios.
—Creí que te quedarías hasta que Alberto despertara —era lo más lógico, si bien ya firmaron el divorcio ese trámite lleva un tiempo y ante la ley o lo que conozco de ella sigue siendo su esposa.
—No puedo ni verlo —ahora si se ve muy decaída—, si llega a morir no podría... simplemente es... no lo resistiría, no sola como me encuentro ahora, no tengo ni siquiera el apoyo de Fernando o el de mi tío, lo único que me queda son mis hijos y tengo que enfocarme en Alexandra, decirle que tal vez si padre no despierte, se va a venir abajo y con eso todo lo demás. Nos viene una época todavía más dura pero la voy vivir lejos de todo.
—Entonces, ¿esto es una despedida? —mejor ahora, antes de que algo más malo pase.
—Sí, creo que sí pero siempre que me necesites llámame y te juro que te voy a contestar —lo más quiero es no necesitarlo—. Quiero conservar tu amistad, sólo eso no creas que estoy intentando algo más como la mayoría de las personas están llegando a creer.
Y el beso que me dio mientras estábamos en peligro no va ayudar mucho, sé que fue un beso inocente, o eso quiero creer porque no tengo la menor idea de lo que pasaba en ese instante por la mente de Marisela, bueno el caso fue que lo hizo y no pienso hablarlo con nadie nunca, fue un beso sin relevancia, ni siquiera Vanessa lo ha de recordar y más me vale que sea así para siempre.
—No te preocupes, mientras que sepamos que no hicimos nada malo estaremos bien —tengo la conciencia completamente limpia y espero Vanessa también—. Ahora antes de que me saquen de aquí, voy a pedirte un último consejo.
—Dime —lo hace porque también le gusta saber todo lo que pasa a su alrededor.
—Vanessa quiere que regresemos Andalucía, se quiere establecer permanente ahí —a mi no me parece tan buena idea pero en parte tiene razón, todos se están escondiendo pero nosotros no vamos a hacer eso, ella quiere irse para no regresar—. No sé qué hacer, venimos aquí con la esperanza de una vida feliz, la tuve unos meses y después todo empezó a caer en picada.
—Mira que vienes al lugar correcto, mi vida es una montaña rusa de la cual estoy a punto de bajarme pero yo no importo Antonio, te acabo de decir que ella te quiere a ti, porque créeme que si se hubiera querido ir con Alberto ya lo hubiera hecho, pero ella no se aleja de aquí por él si no por la niña, yo soy madre, entiendo quiere lo mejor para su hija y no está aquí —es que yo también he encontrado estabilidad aquí y no quiero moverme por miedo a perderlo todo, al final si algo sale mal ella regresaría aquí y yo me quedaría al otro lado del mundo—. Antonio ustedes van a correr mucho más peligro que yo, no sé si mi papá sea capaz de hacerme algo pero no pienso quedarme sentada esperando, me voy a esconder con mis hijos, nos tocará vivir con miedo porque nos metimos con criminales bastante peligrosos, nada más y nada menos que narcotraficantes y los más poderosos de México así que desde mi perspectiva y como amiga te digo que si estarán mejor al otro lado del mundo.
Iré con la esperanza que he tenido desde el día en que la conocí, iré con fe esperando que cuando nos establezcamos podamos recuperar la pasión y todo el amor que hoy día está fracturado. Espero tener la fortaleza y las armas para reparar su corazón una vez más.
—Entonces esta sí es una despedida —es lo más sensato, está amistad nos hace mucho bien pero hace mucho mal a otras personas—. Gracias por todo Marisela a nombre de Vanessa también porque aunque nunca será capaz de decirlo, siquiera pensarlo también te agradece.
—Estamos a mano —no lo creo pero dejaré que ella lo haga.
Espero ella también encuentre la felicidad que ha buscado toda la vida.
Gracias por seguir leyendo.
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