40.- Por su eterna felicidad
Me imagino que quieren el siguiente capítulo así que seré breve.
Esta notita solo es para pedirles disculpas, sólo unas cuantas personas leyeron el primer borrador de este capítulo porque me equivoqué y en lugar de guardarlo lo publique y me di cuenta en las mañana, una disculpa y también por no estar actualizando con regularidad, es que el trabajo me trae un poco agitada. Para compensarlos un poquito este capítulo es más largo.
Espero les guste.
Hoy es veinticuatro de Diciembre, amo este mes, no importa en que lugar del mundo este siempre me va a gustar. Es cierto que estando en España no era lo mismo, pase cinco con algunos amigos pero no es lo mismo, un bar nunca se va a comparar con el calor que un hogar te proporciona, pero aunque estés en una casa, con una familia que te ama también llegas a sentirte sola. Tuve la oportunidad de pasar ocho navidades con Antonio en la hacienda y aunque estuviera divirtiéndome y pasándola bien siempre tenía a mi familia rondándome por la cabeza. Entonces regrese a México y fue como un regalo que la vida me hizo, mis padres se encargaron de darme una Navidad de ensueño. En una sola noche mi familia se encargó de llenarme el corazón, desvanecieron la soledad, esa misma noche deje de sentirme una extraña en mi propio hogar.
Pero no puedo olvidar a quiénes me recibieron e intentaron hacerme feliz. Hace una semana que los padres de mi esposo llegaron para instalarse en mi nueva casa, les encantó y su presencia me cayó de maravilla porque así Antonio dejo de ir a tiendas para bebés. La habitación de nuestro hijo está totalmente lista, con cosas para niña porque Antonio no mueve el dedo del renglón, por ahora está cerrada con llave y yo tengo que fingir demencia, mis suegros piensan que por distraída perdí las llaves.
Hoy por fin se acabará el misterio, en la cena por fin les diré que estoy embarazada y podré usar la ropa de maternidad que mi esposo me regaló, desea que mi bebé y yo estemos cómodos.
Será una cena muy especial, es nuestra primera Navidad como marido y mujer, estoy esperando a mi bebé, estará toda mi familia y lo único que me desanima un poco es que Fernando y Camila no vendrán, los invito papá pero Fernando le explicó que su familia lo necesita. Hace una semana se cumplió el primer mes desde la muerte de don Jerónimo, la herida aún está muy reciente, ese día llame a Alina pero aún sigue un recelosa y será mejor esperar a que se haga a la idea. Terminará por darse cuenta de que mi bebé es inocente y si no lo hace pues me dolerá perder su amistad pero mi hijo es lo primero, no voy a dejar que nadie lo haga menos.
Me apresuró a maquillarme, es tarde y en cualquier momento llegará mi familia, además tengo que asegurarme de que la cena este completamente lista, quiero que todo sea perfecto y mientras mi Antonio termina de bañarse para ponerse mucho más guapo de lo que ya es, me veo por última vez en el espejo y gracias al suéter, el cinturón y la incómoda faja ocultó a la perfección mi vientre.
Bajo las escaleras y en la cocina ya está mi suegra, se atrevió a sacar mi pavo del horno y también destapó la olla de sopa, sólo espero que mi Vichyssoise este bien hecho, esa crema de puerros fue lo único fácil de hacer y fue en lo único que mi mamá no me ayudó. Toda la mañana estuve aquí metida con Antonio, insistí mucho en hacer yo misma toda la cena.
—Isabel —llego a su lado y me percató de que está cocinando— te dije que yo quería hacer toda la cena.
—Solo hago tu postre favorito —y con eso se me baja el coraje, no por mucho porque ahora soy consciente de que el único que se comerá mi strudel de manzana será papá—. Sé cuánto adoras el pan de Cádiz.
—Gracias —me siento en un taburete y recargo los brazos en la barra de la cocina, está poniendo la última capa de cabello de ángel y sobre esta el mazapán, ya casi está listo para el horno—. En ningún lugar lo preparan como tú, una vez lo intente pero no me supo igual.
No voy a negar que ese pan de Cádiz que prepare era horrible, el mazapán no tenía la textura adecuada, lo rellene en exceso y después la dejé tiempo de más en el horno, se me quemó un poquito, mi marido me dijo que parecía una piedra. Los postres no son lo mío y por eso compré el strudel ya hecho.
—Pura práctica —ni ella se cree esa falsa modestia—. Ya aprenderás a hacerlo —la sigo mirando y después ella a mi, no reímos y después de poner el pan el horno se sienta conmigo—. Vanessa, últimamente siento que nos ocultan algo, ¿todo bien?
No somos buenos para mentir, o decimos la verdad o hacemos algo para que se sepa. Cada que se me quedan viendo por mucho tiempo Antonio se pone nervioso, me abraza y la última vez me aventó un cojín en la cara —por eso deben creer que estamos mal—. Ya quiero que termine todo esto, deseo poder abrir la habitación y acabar con el misterio, ocultar cosas es agotador.
—Todo va de maravilla —sí hemos tenido nuestras pequeñas discusiones pero son porque no entiende que no puede decidir cada cosa acerca del bebé solo, está bien que le compré regalos de vez en cuando pero llegar con un todo para su recamara en un solo día no estuvo bien, yo también quería escoger algunas cosas y no tuve oportunidad—. Estamos mejor que nunca.
—¿Segura? —siempre fue un poco desconfiada.
—Claro —de nuevo me mira detenidamente—. Si quieres ve a ponerte guapa y yo checo que no se queme, también aprovecho para estar atenta a que mis padres y mi hermana lleguen.
—Vanessa, eres como mi hija y cualquier cosa que necesites solo dímelo —no debería decirme esas cosas ahora que estoy tan sensible—, yo regañare a mi hijo si es necesario.
—Sale y vale —ella nunca va a regañar a su hijo, lo ama demasiado para siquiera intentar levantarle la voz, en ocasiones me siento mal por haberle arrebatado a su hijo; siempre lo tuvo lejos, lo recupera y llegó yo para arrastrarlo al otro lado del mundo—. Anda que es tarde.
Me abraza y me apartó rápido, no quiero que me apriete más de la cuenta. Antes de irse me indica cuánto tiempo debo dejar el pan en el horno, también tiene miedo de que se me queme. Espero los veinte minutos indicados y al sacarlo está perfecto, se ve tan bonito que no quiero cortarlo nunca pero que se vea bonito también hace que quiera comérmelo de un bocado, alejó de esta idea de mis pensamientos y sólo lo coloco en un plato de cristal.
Voy con la demás comida, el pavo se ve hermoso está bien cocido, me emociona mucho que sea así, sacó el plato que mamá me prestó, lo coloco con sus guarniciones y lo paso a la mesa, regreso a la cocina para ver mi sopa y la caliento un poco, se puede servir fría también pero no me gusta tanto así, cuando está lista la paso a la sopera que alguien nos regaló en nuestra boda. Todo está quedando hermoso y huele tan bien que no creo soportar mucho tiempo sin meterle mano a la comida. Por último preparo la tabla de embutidos y quesos, según mi suegro es algo indispensable en cualquier comida, él trajo desde Andalucía sus quesos favoritos y ya sé cómo le gusta cada cosa así que espero no fallarle.
Una vez que termino, me siento y veo la chimenea, me pierdo y cuando estoy a punto de quedarme dormida tocan el timbre, me levantó con pesar y me dirijo a la puerta. Paola tiene una llave y se la di precisamente para alguna emergencia o para cuando quisiera usarla, me gustaría que lo hiciera, que un día entrara y decidiera contarme cada detalle de su relación con Fernando, que me mirará a los ojos y me dijera que lo ama. Aunque tampoco es muy difícil llegar a esa conclusión, hay tanta intensidad en sus miradas que ya no me queda duda, se aman y muy pronto tendrán que decirlo, él tendrá que convencerla y hacer que pierda por completo el miedo. Tengo claro que hoy no será el día, llegó a la puerta y después de una respiración profunda la abro y ahí está mi familia, la mejor del mundo.
—Mírate estás hermosa —me dice mamá después de abrazarme, no entiendo porque insisten en querer apretarme tanto.
—Llevas un mes diciéndome eso mamá —cada que la veo es lo mismo, siempre insiste en que algo cambió y como siempre, nunca se equivoca—Papá, controla a tu mujer hará llorar a todo el mundo.
La abraza y después escucho a mis suegros bajar las escaleras seguidos de Antonio. Somos una hermosa familia, todo parece tan perfecto y bonito que siento unas ganas inmensas de llorar. Tengo en este instante la felicidad completa y me llena el corazón de todas las maneras posibles, no hay cosa en mi vida que cambie o que quisiera cambiar porque todo me ha llevado aquí, cada lágrima de dolor la vida me la ha ido compensando con creces y pienso que si algún día vuelvo a caer ya sé que es lo que necesito para levantarme y son ellos; son ellos quienes me traerán de vuelta del abismo.
Pasamos a la mesa y parece que todo está bien hecho porque nadie tiene ninguna queja, mi suegro me felicita y ojalá que no me estén mintiendo, si no tengo aptitudes para la cocina es mejor que empiece a tomar clases.
—Así que Paola, no te vemos por unos meses y la vida ya te cambio por completo —le dice mi suegra y mi hermana asiente y sonríe, se ve tan bonita así de feliz—. Cómo tanto te lo decía tu hermana, el amor te llegó de sorpresa.
—Algo así Isabel —le responde mi hermana, no creo que quiera hablar abiertamente con mi suegra de ese tema, no quiere hacerlo con absolutamente nadie, cree que si algún día termina le será más fácil olvidarlo y está equivocada, el dolor es más difícil de llevar en solitario—. Aún trato de averiguar que va a pasar.
—Pues Fernando parece ya saberlo hija —papa definitivamente está mucho más tranquilo desde aquel día, dice que vio en los ojos de Fernando la sinceridad y además (lo cito textualmente), si Luisana llegó a amarlo tanto, es porque es una persona que vale la pena.
—¿Nos contarás de que hablaron? —desde ese día intenta averiguarlo y papá no da su brazo a torcer, a mí me lo dijo sólo porque quiere que esté atenta, no desea que le pase lo mismo que a mí.
—Claro que no —mi hermana no logrará sacarle nada y creo que es mejor, le daría un paro cardíaco de saber que los planes de su novio son mucho más serios de lo que imagina.
—Es serio si ya hablo contigo Julio —se veía venir, ninguno de los dos son niños y no serían novios si solo quisieran una aventura—, ¿para cuando la boda? —mi hermana comienza a toser, se atragantó con el vino que estaba tomando.
—Eso significa que no será pronto —le dice marido, a él le cae muy bien Fernando y a simple vista se ve que podrían ser amigos, claro que para eso tenemos que olvidar la familia a la que pertenece—. No la presionen, solita va a caer.
—¿Servimos el postre Vanessa? —se levanta y yo tras de ella pero en lugar de ir a la cocina me dirijo directamente al árbol de navidad en donde hay cuatro bolsas muy especiales.
—Antes de servir el postre les tenemos un regalito —mi esposo también se levanta y va por su cámara, quiere tener este momento grabado para poder recordarlo toda la vida. Les doy su regalo a cada uno y se miran entré ellos intentando entender de que va todo esto.
—¿Y para tu hermana nada? —me dice mamá mientras agita la bolsa.
—A ella se lo damos después —ella me dijo que el único regalo que quería era ser la madrina de mi bebé y eso ni siquiera está a discusión. Mamá empieza a abrir la bolsa y la detengo—. Espera mamá, quiero que lo abran los cuatro al mismo tiempo.
Solo estoy esperando a que mi marido llegué con su cámara para poder darles la noticia, todo para poder irme a quitar está faja que está matando. Antonio entra de nuevo y coloca el tripié con la cámara, mi suegro nos mira y no se le ve muy feliz, espero eso cambie.
—¿Por qué nos vas a grabar? —le pregunta a su hijo— Por tu bien Antonio espero que esto no sea una broma.
En su juventud mi marido era bastante inquieto le gustaba jugar bromas por todos lados: que haya ido a tantos colegios en tantos países no fue algo que Manuel o Isabel hayan decidido, como se la pasaba de travieso, siempre le ponían un ultimátum y según mi suegro nadie le pone condiciones a los Márquez. Son muy orgullosos y más porque Antonio es brillante, era el mejor alumno de todos y eso fue lo único que le ayudo para que lo siguieran aceptando en esos colegios de tanto prestigio. Por suerte para mí cambio, un día una broma pudo lastimar a alguien y se detuvo, se convirtió en una persona totalmente distinta, se entregó a su trabajo, a sus estudios y a mí; pero aunque pasen mil años su padre aún tiene miedo de sus bromas.
—Te prometo que no es así Manuel, yo estoy detrás de todo esto y jamás jugaría con ustedes —me gane su cariño casi desde la primera vez que entre a su hacienda y él fue quién me pidió que me quedara a dar clases a sus trabajadores, si me pidió eso es porque debe confiar en mí—. Pueden abrirlos ya.
Es muy simple y también fue idea de Kate —bueno de su prima—, es de las pocas cosas que pude comprar sola y sin supervisión de Antonio. En cada bolsa hay una juego de playera y pantalón hechos a mano, los vi y simplemente tuve que comprarlos, son tan bonitos. Quiero que mi mamá me enseñe a tejer, recuerdo que mi abuela sabía hacerlo e incluso tengo un chaleco rojo que me hizo, es muy pequeño y está en mi habitación en casa de mis padres, iré por el y también se lo daré a mi bebé, será una manera de recordarla.
—Vanessa, ¿estás…? —es lo primero que dice mamá al ver el contenido de la bolsa— ¿Es real? —asiento y le sonrío—, ¿desde hace cuanto?
—Tengo casi doce semanas —le digo yendo a dónde está para que me vea a los ojos y termine de creerme—. Tendrás un nieto muy pronto.
Se levanta a abrazarme, después papá y mis suegros, por último llegó a los brazos de mi esposo, le doy un beso y mi hermana nos toma una foto. Ni siquiera en las fotos de nuestra boda nos vemos así de felices.
—Yo propongo un brindis —dice mi suegro levantando su copa de vino—. Por nuestro nieto, para llegué sano, fuerte y hermoso como sus padres. Por más navidades así y por su eterna felicidad.
Que así sea, quizá no sea eterna pero me gustaría que fuera muy larga, que la vida nos conceda más momentos de esta felicidad, tan pura y tan irreal que en ocasiones creo que es un sueño.
Creo que es la navidad más deprimente que tenido en mi vida.
Cuando era niño todo era muy lindo dado que teníamos mucho dinero podíamos darnos todos los lujos que quisiéramos, lo teníamos todo incluida la felicidad, más tarde al crecer todo seguía su curso, tuve a mi hija y todo seguía igual, si un poco más empañado por mi amargura y eso tampoco importaba porque al final del día mi familia siempre me hacía feliz. Ahora mi familia está incompleta y está vez no veo la solución para darles una noche feliz.
—Mamá deja eso —sigue moviendo los cubiertos de la mesa de un lado a otro, ya quitó dos veces la vajilla y la reemplazó por otra, no sé por cree que la mantelería nos hará sentir mejor.
—Alina, ¿Qué traes puesto? —no es que se vea mal pero no me gusta que vaya y tome la ropa del armario de papá, de nuevo trae una de sus camisas.
—Solo déjame ser —me responde va a sentarse al lado de Fernando que le ofrece un vaso de whisky, ya van por media botella y ni siquiera hemos comenzado a cenar, estamos esperando a que Marisela baje.
El vestido que compro para el día de hoy no le cerró y termino por destrozarlo, al final tuvo que mandar a Casilda a la para que le trajera algo, esto definitivamente empeoró su humor, antes del incidente con el vestido ya estaba molesta porque su padre le dijo que tendría una cena de negocios y no podría estar con nosotros, ella y mi hija son las únicas que están tristes por esa noticia, mi esposa odia que su padre falte a las cenas familiares ya que convivimos muy poco y si Octavio no se presenta no podemos fingir que somos una familia feliz o por lo menos una familia que intenta ser feliz.
A mí sí me alegro, no tengo ganas de verlo, Alina no tiene ganas de soportar su presencia y Fernando tiene sentimientos encontrados. Puede que no tengamos muchas pruebas de sus actividades ilícitas pero sí tenemos acceso a las empresas Escalante y encontramos algo que no nos gustó, en la mayoría de papeles importantes está la firma de Marisela, eso nos trae muchos problemas porque tenemos que deslindar a Marisela de toda culpabilidad, yo no voy a permitir que la madre de mis hijos pise la cárcel y si yo no estoy dispuesto menos Fernando. Él tiene miedo, ahora que está reabierta la investigación de la muerte de Luisana solo espero que de verdad fuera un accidente, de otra manera Octavio Escalante estará más que muerto, su sobrino no dejará que vuelva a ver la luz del sol.
—Deja de amargarnos el momento Alberto, nos estamos divirtiendo —ve a mi espalda y sonríe levantando su vaso en dirección de mi esposa que por fin está lista—. Se acabó la diversión.
Alina hace un ruido de impaciencia y se levanta del lado de mi hermano para ir junto a mamá, desde hace semanas que está así de molesta con el mundo y por más que trato no me quiere decir que es lo que le pasa, está noche inclusive estuve considerando retirarle a los escoltas pero según el agente Smith no es prudente y él es un experto así que no me queda de otra, ellos seguirán al cuidado de mi hermana hasta que sea necesario.
—Lamento no poder beber contigo —mi esposa aprovecha el vacío en el sillón que dejó Alina y va al lado de su primo—, sólo así te caigo bien.
Aún si no estuviera embarazada no la dejaría tomar con Fernando, es de largo aguante y Marisela a lo mucho con dos copas de vino tiene para estar feliz, si intentará llevarle el paso a mi hermano seguro terminaría en el hospital.
—Ya Marisela —se mueve hasta estar completamente pegado a ella y le da un beso en la mejilla—, yo te quiero mucho, es solo que a veces no me caes bien.
—Fernando deja a tu prima —le ordena mi tío Fernando a su hijo.
Salió al jardín para darle un regalo a Camila, le regaló un perrito que Fernando no puede ver, no le gustan las mascotas pero a su padre poco le importa, el quisiera que intercambiara el regalo con Alexandra, ella le dio —para no perder la costumbre— una gargantilla de plata, una réplica de uno los primeros diseños de mi padre.
De un tiempo acá ha intentado recuperar los originales pero nadie quiere soltarlos y menos ahora que mi padre está muerto, aseguran que valen más. La única que me lo devolvería —si supiera que un diseño único— es Vanessa pero jamás seria capaz de pedirle que me devuelva aquel medallón que le regale en su cumpleaños, fue hecho especialmente para ella y por más que mi tío lo quiera de regreso jamás lo tendrá.
—Si papá —se levanta y yo ayudó a Marisela a ponerse en pie, va directo con Alexandra que le muestra su regalo y ella le sonríe.
Mi hija, mi preciosa hija, cuánto daño le haré cuando tenga que decirle que me voy a divorciar de su madre, necesito explicarle todo, desde mi relación con Vanessa, pasando por el trato que hice con su abuelo y por último las condiciones en las que nos encontramos ahora. Es demasiado y también hay que decirle que tendrá que apartarse de nosotros un tiempo.
Fernando ya hablo con Camila, ya sabe todo acerca de su tío y ella ya accedió a ir a la casa de seguridad, me prometió que cuidaría de Alexandra y de mi bebé. Espero si algo sale mal al explicarle la situación a mi hija, mi sobrina sea capaz de explicarle y hacerle entender que es lo mejor. Odió la simple idea de que sea Camila quien tenga que hacerse cargo de otra niña y un bebé pero Alina prefiere hundirse con el barco, tengo que convencerla de irse y también a mamá, no me perdonaría que algo malo les pasará.
—Siéntense —ordena mi madre y cada quien ocupa el lugar que acostumbra, cada quien sabe que lugar ocupar y después de ayudar a mi esposa e hija, mi madre me impide sentarme—. Alberto sabes que ese ya no es tu lugar, ocupa el que te corresponde por favor.
Veo la mesa y el único lugar sobrante es el de mi padre, justo en la cabecera de la mesa.
—Pero mamá… —yo no estoy capacitado para tomar el lugar de mí padre, me hace falta mucho para ser capaz de eso.
—Hazlo hijo —dice mi tío Fernando poniéndose de pie—. Tu madre tiene razón, es el lugar que te corresponde.
El lugar que me corresponde no es el de mi padre, no lo merezco, él fue un hombre inigualable y pese a que toda la vida supe que algún día yo tendría que ocupar esa silla no me siento con la capacidad de hacerlo, el niño que algún día creyó que podría se quedó siendo un niño y está persona que está parada mirando a todos no sabe ni quién es, este Alberto no sabe que lugar tomar en la vida, no tiene la menor idea de a dónde pertenece y la única persona que puede decírmelo no quiere verme. Vanessa es la única que antes de conocerme por completo me amo, tenía mucha fe en mí y siempre fue la única que podía conectar con el Alberto que tenía sueños y una vida propia, fue la única que hubiera podido conectar a mi niño interior y no con este títere.
Solo espero que dónde quiera que se encuentre este mejor que yo. Le pido a Dios que ella si pueda disfrutar con su familia.
—No, está noche no —tampoco creo que pase en un tiempo, no hasta que le cumpla la promesa que le hice.
—Él tiene razón tía —dice mi hermano levantando la voz—, aunque Alberto ocupará ese lugar nos sentiríamos de la misma manera, quién mejor que yo para entender lo que es una perdida como la tuya —la voz se le quiebra por un segundo, carraspea para recuperar la compostura—. Por años me aferré a una idea y no saben cuánto me arrepiento de mi comportamiento, de las tonterías que constantemente hacia, ya le pedí perdón a mi hija y por eso está noche me siento una persona nueva —eso es de las pocas cosas buenas de este año, mi hermano cambio para bien gracias a Paola y me hubiera gustado tenerla aquí esta noche pero sé que es algo por demás imposible, ella no se sentará en la misma mesa que mi madre y Marisela—. Está noche será triste, no puedo cambiarlo pero si quiero prometerles a todos que estarán bien, yo me encargaré de eso. Esa fue mi promesa para mí tío Jerónimo y la voy a cumplir.
Cada uno de nosotros tiene sus razones para hacerlo y así como yo me llevo el peso de los Quintana, Fernando hace lo mismo con los Escalante, él se siente en la responsabilidad de sacar a su familia del hoyo en el que van a caer, sobre todo Marisela, quiere ayudarla como hace años ella lo hizo con él.
—Todos cumpliremos las promesas que hicimos Fernando —mi tío se levanta y viene a tomar el lugar de mi padre, es el único digno en este momento, es como una manera simbólica de tomar las riendas de esta familia—. Somos una familia fuerte y siempre lo seremos, pase lo que pase.
—Tío, ¿todo está bien? —le pregunta mi esposa preocupada— Estos discursos me ponen de nervios, es evidente que algo va mal y no me lo han dicho.
—Mi niña no te preocupes por nada, tú solo debes ver por tu bebé —mi esposa siempre fue muy apegada a su padre y a su tío, así que sabe perfectamente cuando quieren ocultarle algo—. Nosotros veremos lo demás.
—Les exijo que me digan que está pasando —no debimos sacar el tema, no debería tener ninguna preocupación—. Tío por favor, si están metidos en algún problema puedo buscar la manera de ayudarlos.
—No puedo contarte todos los detalles ahora Marisela —le responde mi hermano cuando cree que su padre va a romper a llorar, aún no asimila por completo que su hermano sea una persona horrible y no lo hará hasta que las pruebas sean contundentes—. Solo te adelanto que tome un caso, seguro será el más importante de mi carrera y ya sabes que en ocasiones se puede salir de control, por eso de ahora en adelante las niñas serán custodiadas, cada una contara con un escolta personal, Alberto y yo creemos que tú también deberías tener a alguien que te cuide, sólo por precaución.
—No puedo creer que nos metieras en asuntos de criminales, ¿te volviste loco? —si algo le molesta es que pongan a nuestra hija en peligro y la comprendo, su vida se ha volcado en ser la mejor madre posible, nunca permitiría que nadie le haga daño a su razón para vivir— Desde que empezaste a ejercer se te dijo que casos no debías tomar, llevas años negándote a tratar con criminales peligrosos, ¿qué cambió?
Lo que seguro está rondando por su cabecita es Paola pero está equivocada, antes de ella Fernando ya había aceptado el caso, es cierto que ella fue un detonante para un cambio completo pero también se hubiera hecho sin ella.
—Que está vez es personal —responde firmemente—, se metieron con el despacho y no voy a dejar que se salgan con la suya.
—Vas dejar que nos maten a todos —eso no pasará, si algo quiere Octavio en esta vida es a Marisela.
—No les pasará nada —la mira directo a los ojos y si esa mirada no la convence no sé qué lo hará—, yo me encargaré, confía en mí y en tu marido, estamos haciendo lo posible por protegerlas. Te juro que antes de que te dañen o alguno de tus hijos primero pasarán sobre mi cadáver.
—Papá… —por fin una Camila habla, pobre de mi niña todo lo que ha tenido que vivir y lo que seguirá viviendo. Sólo quiero que se acabe esta pesadilla para que ellas puedan ser felices.
—Lo siento mi amor, es solo que es… —la verdad es mucho más dolorosa de lo que puede llegar a imaginar— Marisela no hay nada que temer, confía en mí.
—Sabes que siempre lo he hecho —murmura mi esposa—. Siempre, lo vas a resolver porque eres Fernando Escalante, no por nada eres el abogado más brillante de México.
—Marisela deja de subirle el ego —dice Alina, estuvo callada y lo seguirá estando mientras esté sobria, discretamente tendré que ordenarle a Casilda que la aleje del whisky.
—Tiene razón, no hay de que preocuparse —ella no debe encargarse de otra cosa más que de nuestro hijo, cuando tenga al niño en sus brazos entonces le diremos la verdad—. Te lo prometo.
—Voy a confiar en ti —dice fríamente, lleva unos días así, desde el momento en el que le pedí que se alejará del gachupín, está vez Vanessa se equivoco, no creo que tenga ningún plan y si llegara a tenerlo no actuará pronto, esperará hasta estar por completo repuesta del parto—. Casilda por favor que sirvan la cena.
A diferencia mía Marisela si ocupa el lugar de mi madre, es ella quién lleva la casa, aunque no esté presente todos los días es quien le ordena a los sirvientes que hacer, que no hacer y cuando hacerlo, no lo hace por molestar pero Alina suele tomarlo de esa manera, quiere ser ella quien tome el control pero no puede hacerlo ahora, apenas está aprendiendo a llevar una casa como ésta y cuando aprenda Marisela se va a retirar.
Ya muy pronto yo vendré a vivir aquí y veré la manera de que mamá consiga algo que la haga feliz, que no ande llorando por los rincones. Si pudiera evitaría darle la noticia de mi divorció, estoy seguro de le dolerá mucho. Marisela —para la desgracia de mi hermana— es la hija que soñaba y no aceptará de ninguna manera que yo quiera separarme de ella.
Cómo le haré para que ella algún día acepte que Vanessa es la mujer que amo es un misterio para mí, ya no estoy dispuesto a dejar que siga influyendo en lo que quiero. Es mi madre pero ya basta de querer controlar mi vida, ya basta de permitir que hagan su voluntad.
Mi deseo esta noche, para todos los presentes es que algún día cuándo miran atrás solo tengan está noche como un recuerdo, uno sombrío entre mucha felicidad. Porque no me queda duda de que una vez que esto termine todos serán felices, lo menos que merecen es la felicidad completa.
—¿Cómo va tu noche? —me escape un momento para llamar a Fernando, solo quiero asegurarme de que esté bien.
Hace dos días hablamos con Camila, por un momento creí que no entendería que es lo que pasaba, porque debía alejarse de su padre pero como siempre me equivoqué, esa niña es mas madura que yo en ocasiones, es muy fuerte y cuando esto acabe espero poder convivir más con ella, me hace bien y es una manera de compensar a su madre.
—Ya hicieron llorar a mi tía Priscila, Marisela está haciendo muchas preguntas acerca de los escoltas para nuestras hijas y para acabarla de chingar mi padre le regaló un costal de pelos a mi hija —Camila ya me había contado que Fernando odia a las mascotas y en eso se parece a mi papá, nunca nos dejó tener un perro, a lo mucho que llegamos fue a un pez dorado y se murió a los dos días—. De pura casualidad, ¿te interesa un pomerania?
En mi departamento no me dejan tener ni perros ni niños así que no me podré quedar con su saco de pelos, además Camí debe estar encantada con el, puede que ahora Fernando lo vea con malos ojos pero al final va a terminar por aceptarlo y quererlo, he visto a muchas personas que cambian su opinión de las mascotas una vez que ya las tienen en casa.
—No licenciado Escalante, no adopto a perros de otras personas y menos uno que va a hacer muy feliz a su hija —lo escuchó sonreír al otro lado de la línea y también lo hago, las sonrisas se me están escapando más de lo normal—. Feliz Navidad Fernando.
Quizá algún día pueda felicitarlo de frente, aunque lo veo casi imposible, sería como una traición hacía mi hermana que algún día yo me sentará en la mesa de los Escalante, que cenará y riera con ellos como si no le hubiesen hecho tanto daño a mi familia. Esa es una barrera más difícil de superar, mi odió hacía ellos, el profundo resentimiento que les tengo y si de verdad quiero estar junto a Fernando tengo que pasar página, sería un gran sacrificio y espero lo valore porque no va a ser fácil.
—Feliz Navidad Paola, te amo —eso me llegó hasta el alma, en mi vida me lo habían dicho y escucharlo de sus labios me derrite de felicidad.
—Yo… —carraspeo para que no escuché el nudo en mi garganta— también te amo.
—Eso hace que mi noche no sea tan mala —un rayito de luz a nadie le hace mal—. Te veo mañana.
Le cuelgo antes de que me vuelva a decir que me ama, sé que lo veré mañana y me obligará a repetir lo que está noche le dije, sólo espero tener el valor de mirarlo a los ojos y decírselo. Deseo con todas mis fuerzas que cuando él me lo vuelva a decir sea sincero, espero ver en sus ojos la verdad.
Gracias por seguir leyendo.
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