18.- Ojo por ojo


—Romina, ¿que haces aquí? —la veo entrar a mi jardín, está mañana después de desayunar Alberto se fue y Alexandra se retiró a su habitación para hacer alguna cosa, no me quiso decir ya lleva algunos meses demasiado misteriosa con Camila.

Todo ha estado misterioso en los últimos meses, algo cambio y solo Alberto parce saber que, no quiero preguntar, sólo quiero que todo siga su curso, las cosas como están son perfectas, incluso ya tengo en qué ocupar mi tiempo libre.

Un día en una de las campañas de voluntariado en el orfanato me puse a criticar todo lo que veía y Alexandra termino por decirme que si no me gustaba que imaginara como sería y si yo fuera quien lo remodelara y así me entretuve una semana, a la siguiente ya tenía varias propuestas y después de pulirlas las lleve con la doctora Joanna Carrasco, ella dijo que no estaba en sus planes remodelar, que aún era demasiado pronto —solo para no decirme que no cuentan con el presupuesto— y fue entonces que le propuse también organizar un evento de beneficencia con ese objetivo, por ahora solo los principales miembros del patronato lo saben, mi momento llegará muy pronto, sólo que ahora no podré dirigir yo sola la remodelación, le pediré ayuda a unos cuantos amigos, no quiero desgastarme y que eso dañe a mi bebé.   

—Marisela, hoy tengo un evento... es la una presentación de un libro —se queda parada y está balbuceando, ella nunca lo hace, es una periodista no puede hacer eso.

—¿Y eso a mí que? —la verdad tampoco sé qué haga ella en una presentación de libros, su área son los espectáculos, presiento que se va a quedar dormida a la mitad del evento. 

—Se va a llevar a cabo en una librería en el centro, según la información que tengo estará la prensa y... —saca su teléfono lo desbloquea y se le queda mirando unos cuantos segundos— algunos escritores, uno que otro famoso, pero cuando cheque la lista de invitados especiales me encontré con... toma mira por ti misma —me da su teléfono debo admitir que si me tomo un poco por sorpresa.  

*Alina Quintana Ruiz
*Fernando Escalante Corona
*Alexandra Quintana Escalante
*Camila Escalante Montoya

—Bueno a mi hija y a mi sobrina les encantan este tipo de eventos, últimamente Fernando y Alina las acompañan —esos dos se traen algo, además mi cuñadita no se mostró para nada feliz cuando le di la noticia de mi embarazo, así que algo debe estar planeando con mi hija.

—Júrame por favor que no te vas a alterar —asiento con una repentina angustia, soy amiga de Romina desde los quince años y nunca me había hablado de esta manera, está muy nerviosa y preocupada—. El nombre de la autora es... me prometes que no te vas a alterar te puede hacer daño, por tu bebé por favor conserva la calma.

—Está bien Romina, me mantendré tranquila —inhala profundamente y abre la boca. 

—Es... Va... Vanessa Rocha Marín —mi pulso aumenta de una manera violenta, me levanto y me voy corriendo al baño, no me detengo a espera a Romina pero oigo el repiqueteo de sus tacones el piso.

Entró al primer baño que encuentro y me dejó caer de rodillas frente a la taza, vómito todo lo que desayuné, hace una semana que no lo hacía y creí que había terminado pero está maldita noticia me descolocó, tengo mucho frío y estoy muy mareada, lo más seguro es que tuve una baja en mi presión arterial, esto me pasa muy seguido, tuve los mismos problemas con Alexandra, a partir de ahora tendré que cuidarme el triple, ya no tengo veintidós años, por ningún motivo puedo perder a este bebé, eso me mataría además mientras esté embarazada Alberto no puede dejarme, necesito saber que hace esa mujer invitando a mi hija a una presentación de libros, de dónde la conoce y que tanto le ha dicho. Solo espero que no la ponga en mi contra o ahora sí sabrá quién soy yo, si antes no me tente el corazón para destruirla ahora mucho menos, mucho trabajo me ha costado que está familia no se venga abajo, la poca colaboración de Alberto no me sirve de nada y si por algún motivo ella lo seduce de nuevo tengo que estar preparada para todo. Vanessa no sabe en dónde se metió, ahora soy mucho más peligrosa, ahora no sólo peleó por mi marido, sino también por mis hijos. 

—Ya sabía que te ibas a poner así, no debí decirte nada —Romina llega hasta donde me encuentro y me ayuda a ponerme en pie, después va a abrir la ventana para que el aire entre y pueda respirar mejor.

—¿Desde cuando está aquí? —susurro con la voz entrecortada,

—En primer lugar ya sabes que yo no hago este tipo de notas pero mi compañera se rompió el brazo, trataba de conseguir una exclusiva —se detiene cuando ve que no me interesa en lo más mínimo la aventura de sus compañera—. Perdón ya sabes que tiendo a divagar, en fin. Lo que encontré en la investigación es lo siguiente: regresó hace dos años a la ciudad de México, ya sabes de después de trece años en España, mientras estuvo ahí dio clases en un colegio de mucho prestigio, un año antes de regresar se mudo a Andalucía con su esposo —eso si me interesa—. Antonio Márquez del Real, llevan casi tres meses de casados, ya sabíamos que tenía un gusto por los hombres guapos y ricos pero con el lo reafirmó —de nuevo me da su teléfono y supongo que es una de las fotos de su boda, ella ha cambiado muy poco, le dio por teñirse el cabello castaño, ahora se parece más a la bruja de su hermana, en cuanto a su esposo mi amiga tiene razón, es muy guapo, con el cabello rubio oscuro y esos ojos cafés están muy bonitos, pero lo que más me gusta es el porte y la gallardía que posee, por la mirada que tiene se ve que la ama, ya quisiera que me mirarán así—. Ahora los dos trabajan en uno de los mejores colegios de la ciudad, pero quiero que veas bien el vestido —debo admitir que es precioso, aunque no entiendo qué tiene de especial—, ya sé que a simple vista no tiene nada de extraordinario pero es un diseño único de Alina, eso lo descubrí yo cuando lo compare con el catálogo de diseños que actualizo hace un mes y el cinturón es parte de la nueva colección.  

Pensé que Alina tendría un poco más de respeto por mi matrimonio pero ya me doy cuenta de que no es así, sé que nunca me ha querido y nunca he hecho nada para ganarme su cariño y tampoco voy empezar a hacerlo, no soy ninguna hipócrita, pero esta vez llegue a un límite, una cosa es que le diseñe el vestido eso hasta me da gusto porque así se casó con el español ese, pero meterla en la vida de mi hija es algo que no le voy a permitir, sobre mí cadáver.

Tomo una profunda respiración y salgo del baño, Romina viene tras de mí, contrarió a lo que piensa me da mucho gusto que me lo dijera, así podré prepararme y estar por completo lista por si llega el golpe, por si esa mujer con la ayuda de Alina está preparando algo en mi contra, por lo menos podré asumir una actitud fría frente a la situación. Subo las escaleras y voy directo al cuarto de mi hija, ella me dará las piezas que faltan en este maldito rompecabezas. 

—Alexandra —entro a su habitación sin tocar, ya tuvo suficiente privacidad, está sentada en uno de sus sillones, el que da a la ventana, me da mucho gusto que este cómoda aquí—. Necesito que me digas que harás está tarde. 

—No lo sé —me contesta sin quitar la vista de la ventana—, Camila y yo aún no hacemos planes. 

—Entonces no confirmaste la asistencia para la presentación del libro de Vanessa —ahora si que me mira, ella siempre me anda subestimando, todos en realidad pero cuando llega el momento se arrepienten profundamente. 

—¿Cómo lo...? ¿Quién te lo dijo? —abro por completo la puerta y dejo que vea a Romina— Hola Romi, mamá yo no sé qué decirte, no te lo dije porque mi tía Alina me dijo que no eran amigas, que tuvieron algunos problemas, no es que yo lo quisiera ocultar pero con lo de mi hermanito no vi necesidad de que lo supieras.     

Por lo menos a mi hija, mi esposo son inmensamente felices con mi embarazo. Para mí fue increíble, me sentí soñada, más feliz que nunca; por muchos me negué a tener otro hijo, no quería traer más niños al mundo porque Alberto y yo nunca estamos bien, siempre sale alguna pelea o sino estamos peleando estamos a una distancia abismal el uno del otro, pero desde hace unos meses tres meses para ser exactos ha estado diferente y empiezo a creer que es porque se entera de la boda de Vanessa, si es por eso me da gusto que se haya casado pero también me lastima un poco, ya que eso significa que sólo está intentándolo conmigo porque sabe que con ella ya no tiene ninguna jodida oportunidad pero es que en realidad nunca la tuvo porque yo no lo voy a dejar, de ninguna manera voy a permitir que estén juntos, ella nunca tendrá lo que me pertenece. 

—No molesta, aturdida quizá —voy a sentarme frente a ella—, ¿cuando la conociste? Según yo hace años de mudo a España.

—Mi tía nos regaló su libro y nos contó que papá la conocía y le pedí que nos llevará a conocerla —trato de mantener la calma pero las ganas de vomitar regresan y me cuesta mucho contenerlas—, la vimos el día de su boda por eso no pudimos hacerle las preguntas que queríamos, hasta hace poco que regreso.

—¿Cuántas veces la ha visto tu padre? —mi hija frunce el ceño al ver mi sonrisa, lo más seguro es que la máscara de despreocupación que tengo es de lo más falsa.

—Solo una que yo sepa —perfecto, por lo menos así me puedo quedar mucho más tranquila—, en las demás ocasiones hemos ido con mi tía Alina y mi tío Fernando.

Fernando me las va a pagar, es mi familia y debería ponerme sobre aviso, por lo menos darme una advertencia o una simple pista, yo nunca le he fallado; debo admitir que la difunta Luisana no era santa de mi devoción pero aún así me dolió su muerte y verlo tan roto por su causa, y por eso me he hecho cargo de Camila a la que quiero como si fuera de mi propia hija, la he cuidado como tal y así me agradece, que poca lealtad hay en él, papá siempre lo ha dicho, siempre estará del lado que cree es el correcto, mientras que nosotros preferimos estar del lado ganador. 

—En una hora te quiero lista —me levanto y voy al lado de mi amiga que está muy entretenida viendo la recamara de mi hija.

—¿A dónde vamos? —yo no pretendo arruinar los planes de nadie, no pienso hacer ningún espectáculo, me basta con saber que arruine su día, así como ella lo hizo conmigo. Ojo por ojo.

—Hace muchos años que no coincido con Vanessa, quiero saber cómo está —porque no también comprobar lo que vi en aquella foto, quiero saber si de verdad ama a su esposo. 

—Pero el acceso al evento es con invitación y son muy limitadas —la tratan como si fuera la mismísima J. K Rowling.

—Alexandra, soy Marisela Escalante, nadie me niega nada —además tengo mi arma secreta. 

—Camila dice lo mismo, siempre —yo se lo enseñe, su madre nunca hacía uso de su apellido y los Montoya eran muy importantes, lastima que la única que queda es mi sobrina.

—Y tú también deberías —para muchos es lamentable que aún nos manejemos por este sistema en el que tú nombre te da acceso a muchos lugares y oportunidades, yo tengo un gran apellido y además una gran fortuna, debo aprovecharla, la uso en muchas cosas buenas así siento que compenso de alguna manera los privilegios que gozo desde el día en que nací.

Le doy unas últimas explicaciones a mi hija tal parece que no tiene la menor idea de quién es esa mujer en nuestras vidas y me alegra que por lo menos en eso Alina fuera prudente. Cuando quede embarazada por primera vez Alberto hablo conmigo y quedamos de acuerdo en que nuestros hijos no sabrían la realidad de nuestro matrimonio, que los acuerdos que hicieron no llegarían jamás a oídos de mi hija. Es lo mejor, no quiero que sepa que su padre en realidad nunca me ha amado, ella cree que las cosas se dañaron en años recientes pero no es así. El amor —por parte suya— nunca ha existido.

—¿De dónde pretendes sacar una invitación? —me pregunta mi curiosa amiga de camino a mi habitación.

—Tienes un pase de prensa, ¿no? —asiente sin entender mucho—. Ambas entraremos así, y si no funciona no creo que la persona que se encuentre en la puerta se resista a una generosa compensación. 

—Esta bien, ahora iré con Casilda para que te dé algo de comer, no puedes sentirte mal cuando la veas —en eso tiene razón no puedo llegar sin energía—. Te recomiendo que regreses al jardín para que te dé el aire.

—No, voy a directo a mi habitación, necesito usar algo adecuado —ella niega repetidamente con la cabeza. 

—Aún luces muy bien casi ni se te nota el embarazo —siempre he sido muy delgada de complexión y pues eso a mis tres meses y medio de embarazo hace que no se me note nada, muchas otras estarían saltando de emoción.

—Por eso, quiero que esa mujer vea que estoy esperando otro bebé —ya que dudo mucho que lo sepa.

—Está bien —esta preocupada por mi, por mi bebé pero no haré nada que lo pueda ponerlo en peligro y tampoco dejaré que nadie lo haga—. ¿que le dirás a tu marido?

—Con el me arreglaré más al rato —para el ya estoy organizando una sorpresa, una que le recuerde como son las cosas.

Y las cosas están así yo soy Marisela Escalante de Quintana, su esposa desde hace quince años tenemos una hija y estamos en espera de otro, por si Alberto se le llega a olvidar tiene un compromiso conmigo, de mi se puede librar pero no de mis hijos y pase lo que pase de ellos no se puede ni quiere deshacer.

Todo eso no lo contempló en los acuerdos que tiene con mi padre para recuperar su empresa y eso me molesta mucho, no pensó más que en él y en recuperar su honor, en recuperar su vida. Quizá hace tres meses me hubiera resignado a la idea de perderlo pero ahora no, quiero que se quede conmigo, sus seamos la familia que se supone, ya que aunque esté intentándolo solo porque ya no tienes más opciones yo lo amo, lo amo desde que era una niña de doce años que no sabía nada de contratos, ya lo amaba, y cuando papá me dijo que tenía que casarme con él para asegurar que un trato yo acepte saltando de gusto y desde ese día he intentado que el vea que hay más en mi de lo que todos piensan, le he demostrado que lo amo quedándome a su lado todos estos años, porque yo lo hubiera podido dejar en cualquier momento y él hubiera perdido todo en ese instante, en cambio lo deje crecer hasta el punto en el que ya no necesita de mi, también amo a mi hija y procuro que tenga todo, yo misma diseñe está casa y puse especial interés en su habitación, ella nunca se va de aquí sin que yo lo sepa, nunca se va a la cama sin las buenas noches de mi parte, soy la mejor madre que puedo y eso debería contar.

Yo no quiero ser mala con él, no quiero aceptar la propuesta de mi padre, que es poner todo a mi nombre y entonces no podrá quitarle nada, nunca, no quiero quitarle la oportunidad de que recuperé lo suyo, pero si el día de hoy descubro algo que no me gusta, Alberto se puede despedir de absolutamente de todo.

Gracias por seguir leyendo. 

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