13.- Ojalá
Me siento cada vez mejor, con más vida, con más ánimos y todo se ve brillante, más hermoso de lo que había estado en años.
Hoy al hablar con Alina, Paola y el colado de Fernando me siento más ligera, más en paz y así ha sido desde aquel día con Alberto.
En la comida no quise decirles mucho, no quería lastimar más a su hermana, ella sufre con él y en mis manos estuvo evitar un poco de dolor, pero ella tenía derecho a saber que por nuestro bien dejamos todo atrás, debí contárselo de inmediato pero no quería que más cosas se rompieran, estoy segura que destruí muchas cosas en Alberto, y una parte de mi corazón también se agrietó, todos los sentimientos que estaban ocultos al fin decidieron salir, me dolió mucho tener que reprocharle pero era lo que tenía que hacer, a eso fui. Era nuestra oportunidad para soltar todo nuestro dolor, terminar con todo —como él dijo— lo que contamina nuestras heridas, con eso di paso al perdón más sincero, por ahora él quizá no lo vea pero más adelante una vez que todo este en calma descubrirá que en mi ya no hay un ningún resentimiento, nada que aún pueda despertar algún sentimiento negativo.
Justo por eso decidí presentarle a Antonio, no quiero que de alguna manera Alberto pueda llegar a odiarlo, yo quiero que todos estemos libres de resentimientos, pensé que si Alberto sabía gracias a quien me recupere lo asimilaría mejor, es mucho mejor que de una vez se haga a la idea de mi con otro. La verdad fue algo que me saque de la manga, llevé a mi marido solo para no sentir que de alguna manera lo estaba traicionando, sin embargo a él tampoco le gustó lo qué hice, me regaño por hacerlo, dice que me comporte muy inmadura pero no podía quedarme más tiempo sentada frente a él, ya que en cualquier momento alguno de los dos íbamos dar paso completo a las lágrimas, sólo una se hizo presente y eso fue porque mis intentos de reprimirlas no podían funcionar al cien por ciento, llegó el momento en el que me vi acorralada, no podía permitir que Antonio viera tal espectáculo, mi marido es en extremo comprensivo pero ninguna gracia le haría viéndome llorar en brazos de otro, porque eso era lo que en realidad quería hacer, abrazar a Alberto y que los dos pudiéramos unir los pedazos de nuestros corazones, eso quizá nos hubiera atado de nuevo y esa posibilidad a nadie le conviene.
Yo solo deseo que pueda poco a poco salir del estado de ánimo en el que se encuentra, espero que encuentre un motivo para ser feliz.
Mientras tanto yo sigo teniendo un compromiso con Alexandra y Camila, que no llegaron a comer con nosotros, ahora estoy en casa de Alina esperándolas. Eso me da tiempo para que ella me facilite la historia que les tendré que contar, ahora sé que es exactamente lo que tengo que decir para justificar mi ausencia y también el desmayo que tuve al ver a Alberto; es tan buena y ahora está en mi que la crea, por lo menos hasta que sus padres sean capaces de contar la verdad, yo por mi parte me quedo tranquila al saber que no voy a alterar nada en sus vidas. En la comida Fernando me dejó ver qué nadie está feliz con la idea de mentir, sabemos que no es lo correcto pero si es muy necesario ya que Marisela no sabe nada de mi, nadie le ha puesto sobre aviso y nadie desea hacerlo.
No tendrían porque, Marisela y yo no tenemos que vernos las caras nunca. De solo imaginarme lo que hará al verme y saber que ya tuve una plática con su marido estallaría y solo Dios sabe cómo va a responder. A ella no puedo perdonarla —no creo que me pida una disculpa tampoco—. Ella no tenía motivo alguno para herirme, eso es lo que precisamente nunca he podido entender, ¿Si sabía que Alberto se casaría con ella para que interponerse en lo que teníamos? ¿Por qué no simplemente esperar? ¿Qué de malo tenía darle un respiro a Alberto? Con los años me ha tocado asimilar que Marisela ganó la guerra incluso antes de iniciarla.
Mis sentimientos me gobiernan y por eso siempre supe que a Alberto le perdonaría todo, absolutamente todo. Sin embargo Marisela era mala conmigo porque tal vez le divertía serlo, o de plano sus celos la dominaban, ¿era tan difícil entender que yo no tuve la culpa de que él se fijara en mí? Ese fue mi único delito, que él me amara, y por ese amor yo fui una estúpida, nunca hice nada para defenderme, nunca le conteste ninguno de sus insultos y afrentas, soporte cada uno de sus desplantes para encajar en su círculo social, cada humillación valía la pena; y todo para que al final no sirviera de nada.
Ya no quiero ni pensar en ella, no quiero que destroce la paz que he adquirido, la que me hace sonreír como tonta.
—¿Cuánto tiempo le das a tu hermana para que caiga en las redes de Fernando? —ya se había tardado en sacar este tema y que bueno que lo hizo porque yo también quiero discutirlo— Yo un par de semanas.
—Ella no va a caer —creo que mi hermana tiene más fuerza de voluntad que dos semanas, en secreto tengo que admitir que la idea de mi hermana con Fernando me gusta, el es un buen hombre, inteligente, guapo, sin duda le podría ofrecer algo bueno. Claro si tan solo Fernando estuviera buscando sentar cabeza, sigue atado al amor de Luisana y eso no le dejará amar a otra—, ya verás que más rápido se rinde él cuando no logré nada.
—Bueno si nadie lo atrapa pronto yo me voy a casar con él —ladeó la cabeza esperando que me explique porqué no entiendo nada, para que casarse con él si no lo ama—. Sé que Luisana desde el cielo preferiría que este conmigo a que siga como hasta ahora, de bar en bar, acostándose con la primera que se pasa por enfrente, esa no es vida para él y tampoco para Camila, ambos necesitan a alguien para acompañarlos y siendo sincera yo también, en fin yo he hecho lo que puedo, pero Marisela en los últimos años ha insistido que las dos estén tras de ella todo el tiempo y eso no me gusta. Luisana no querría esto, ellas merecen algo mejor.
—Eso es cierto, pero no puedes atarte a Fernando por eso, podemos buscar otra manera para que ellas tengan algo mejor, no necesariamente te tienes que hacer su madrastra —mi amiga no hará lo mismo que su hermano, no si yo estoy aquí para impedirlo.
Las dos sonreímos y nos quedamos pensando de que manera podemos ayudar para que la hija de nuestra gran amiga cuente con el amor que su madre no pudo darle y con el amor que su padre por el momento no sabe entregarle, así pasa otra media hora, y cuando estaba a punto de llamarle a mi marido para que viniera por mi por fin aparecen estás niñas.
—Señorita Rocha, tía Alina lo sentimos mucho pero tuvimos algunos problemas con las invitaciones —dice Camila mientras que Alexandra se ocupa de dejar algunas cajas sobre una mesa—, afortunadamente Cassandra nos pudo ayudar.
—Ella siempre sabe cómo resolver problemas —murmura Alexandra por lo bajo—. Siempre la perfecta Cassandra Linares.
—Alex, sabes perfectamente que ella nos ayudó porque es nuestra amiga, la conocemos desde hace años y ella no tuvo la culpa de lo que pasó —igual que Luisana, siempre buscando el lado bueno de las personas.
—No la tuvo pero tampoco me lo advirtió —y bueno aquí un poco de Marisela.
—¿Qué querías? Sabes perfectamente que ella tiene estrictamente prohibido hablar de los pacientes de su tío y dudo mucho que quisiera darte el historial de Santiago, fue tu culpa no ser prudente —ya me imagino los problemitas que han de tener, típicas inquietudes acerca del primer amor.
—¡¿Prudente?! —grita Alexandra— ¡¿De que lado estas?!
—Ya basta, las dos —les grita Alina, me parece que después de todo ella también se parece a su madre—, no entiendo de que están hablando, pero les recuerdo que pidieron una entrevista con Vanessa y ella lleva horas esperándolas, incluso tu padre Camila quería darte la sorpresa y fue conmigo para acompañarnos a comer y tú ni tus luces.
—¿Papá fue con ustedes? —miro tan feo a Alexandra que hasta a mí me dolió, en eso no se parece a su madre ella era mucho más reservada con sus emociones, no las reprimía pero tampoco las externaba tan directamente.
—Lo siento Camila —dijo Alexandra después de reponerse del golpe—, fue mi culpa el problema que tuvimos y también una disculpa señorita Rocha, no es educado dejarla esperando.
—Dime Vanessa, ya no soy una señorita y menos una desconocida, no quiero serlo —me acerque a Camila para tomarle una mano—. Quiero ser una amiga para ustedes.
—Gracias, ahora tenemos algunas preguntas —me susurra Camila apretando ligeramente mi mano.
Las cuatro nos sentamos y comenzaron el interrogatorio.
—¿Es una historia real? —es la primera pregunta y es la obligatoria por supuesto.
—Claro —se miran entre si, comparten sus secretos con la mirada, igual que Alina y yo—, la historia de muchas mujeres, ahora tal vez no tanto, pero es una realidad que hemos visto en cine, televisión, libros etcétera, es algo incluso demasiado trillado, demasiado cliché pero es una realidad, el tema del clasismo en México es totalmente real, se podría creer que en la actualidad no existe pero hay cada caso que les sorprendería.
—Yo de hecho si lo creo —me responde Alexandra tomándome por sorpresa—, es… yo hace unos meses discrimine a alguien por su familia, ahora estoy pagando las consecuencias pero me arrepiento mucho.
—Cometiste un error y el tiempo solucionará las cosas, todo lleva un proceso, perdonar no es fácil pero si es muy necesario —me duele escucharlo de ella, muchas veces tendemos a repetir las historias de nuestros padres, cuando no las han superado, ojalá cambié ya que estoy segura de que ninguno de los padres de Alexandra quiere vivir lo mismo una vez más.
—Ya verás que muy pronto todo mejorará —le dice Alina que tratando de consolarla un poco, restándole un poco de importancia—, sólo has que el sepa que te arrepientes. No es la primera vez que se los digo, nunca callen; el silencio es lo peor que existe ya que tendemos a creer que es algo bueno, un espacio para reflexionar, pero cuando excede un límite da lugar para pensar que no te interesa.
—En eso tiene razón, les voy a contar… —mi historia, una que ya conocen— Sé que prefieren la verdad y yo no puedo dárselas, el libro está basado por lo menos en su gran mayoría en la historia de una amiga que conocí en España, no daré ningún nombre solo sepan que hay precedente real. Vamos a llamarles por los nombres que con los que yo los bautice, Katherine y Cristóbal, Katherine como bien saben después de perderlo se va lejos, se marcha para olvidar, se aleja con la justificación del dolor, pasan los años y no se encuentra, ¿y entonces que pasa?
—Escucha la historia de una persona de la tercera edad que se quedó esperando y esperando, hasta que la vida se le fue —comenta Camila, me siento como si les estuviera dando una clase.
—Se da cuenta de que esperar no sirve de nada, ya que nada aparece de la nada y tampoco desaparece solo porque si. Por unos años estuvo esperando hasta que un día alguien le abre los ojos y le pide que por favor intente perdonar, fue una petición rara, muchos otros hubieran sugerido una venganza pero él le pide que perdone, que se perdone, que vuelva a tener confianza en ella, que recupere su orgullo y su dignidad.
—Saca fuerza de tu dolor —esta vez fue Alina la que habló.
—Exactamente, precisamente, eso dice —le sonrió para quitar un poco de tensión—. Está historia tiene un final feliz más concreto, Katherine saben en el libro se queda muy contenta sin compañía, y eso también está bien, no necesitamos de nadie para ser felices, sin embargo hay algo en la naturaleza humana nos hace buscar el amor —o es simplemente que tenemos un destino ya escrito—. En la realidad Katherine tiene una vida muy feliz, ella encuentra el amor y hace unos días me llamo, me ha dado la conclusión de su historia con Cristóbal, se vieron, hablaron y ella lo perdonó.
—¿Así nada más? —pregunta Alexandra.
—Así nada más, se oye fácil pero fue demasiado complicado. Ella tiene un viaje, cambia su vida, modifica su modo de pensar todo para lograr comprenderlo, al final aprende que a nadie le hace bien tanto resentimiento. Corroe el alma y envenena el corazón —están un poquito confundidas, para comprenderlo hay que vivirlo y mi deseó para ellas es que nadie las dañe de esa manera.
Siguen haciendo preguntas un poco más fáciles de contestar. Lo que hago hoy con ellas me da tiempo de practicar para cuando tenga que hablar con reporteros; Catalina ya tiene todo listo para la presentación de mi libro en México y estoy muy nerviosa, definitivamente las preguntas que hagan los reporteros serán mucho más precisas acerca de la inspiración que me llevó a todo esto, no dudo que ya vengan con algún tipo de investigación acerca de mi vida, pero las preguntas acerca de mi trabajo y de mi familia las contestaré muy superficialmente, quiero dejar fuera de esto a mi marido, es más por mi paranoia, aún sigo esperando a que alguien de con la verdadera historia.
Si se llega a saber estoy dispuesta a afrontar las consecuencias del infierno que se desatará una vez que todos nos tengan en la mira; ahora empiezo a creer que debo tener una plática de esto con Alberto. No podemos ocultarlo, muchas personas conocen nuestra historia, que aunque nunca tuvo una etiqueta bien definida todo el mundo sabía que no éramos amigos, teníamos una relación, me quería y yo a él, ¿cuál era el problema? Bueno principalmente que yo no era la elegida, que Alberto fue parte de un trato que lo asfixia; yo solo era una pieza inservible en un tablero de juego mucho más grande, era un estorbo para que la gran y bella historia de amor entre Alberto y Marisela se diera, fui un inconveniente, una piedra en el camino que cuando llegó el momento preciso Marisela hizo a un lado, ¿qué necesitó para hacerlo? Una revista, por años se ha encargado de documentar su perfecta vida, inicio por su compromiso y boda, pasando por el bautizo de su hija, sus fiestas de cumpleaños y sus aniversarios.
En cambio de mi historia de amor con Alberto sólo existe en mi libro, en el que ni siquiera se ve reflejado la mitad de lo que en realidad pasó y en el cual tampoco está muy claro que es lo que pasa conmigo después de superar todo esto; es como si no existiera solo está mi palabra y algunos murmullos de las personas que nos conocieron.
«Todo se desvanecía en la niebla. El pasado estaba borrado. Se había olvidado el acto mismo de borrar, y la mentira se convertía en verdad»
Ojalá igual que en 1984 de George Orwell se pudiera borrar la verdad, ojalá pudiera cambiar nuestra vida, ojalá yo tuviera la pluma que escribe nuestro destino.
Gracias por seguir leyendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top