1.- Lo que ella desee
Contratos, papeles, firmas, el mundo corporativo definitivamente no está hecho para mí. Estoy harto de pasarme todo el día detrás de este maldito escritorio, todo el día solucionado problemas financieros, problemas con proveedores, problemas con el personal y al llegar a casa también tengo que solucionar mis problemas maritales.
Marisela me está volviendo loco, ya no soporto sus contantes reclamos por el maldito trabajo, pero no puedo hacer nada para cambiarlo, después de todo ella sabía en lo que se metía al casarse conmigo, ella sabía que nuestro matrimonio era un pactó entre dos grandes empresas y nada más.
No puedo negar que con los años la he llegado a querer, después de todo ella me dio la gran alegría de mi vida, mi hija Alexandra es lo único que amo sinceramente, es lo único que no está sujeto a un contrato, ella es la luz de mis ojos y la brújula que me guía.
—Señor Quintana, ya es hora la hora de salida, ¿necesita algo más? —es mi secretaria, ella se ve agotada y es que fue un día terrible, mi suegro no está conforme con los nuevos proveedores y yo como siempre tengo que ceder, no puedo arriesgarme a perder el legado de mi padre, no puedo si ya perdí lo que más quería, tengo que aferrarme a esto, al maldito dinero y al jodido prestigio— ¿Señor Quintana?
—Si Lucia, puedes irte, mañana será un día igual así que descansa por favor, te necesito en la mejor condición —asiente desanimada, tendré que darle unas buenas vacaciones y pagarle horas extras para que no me deje, la verdad es que ya resistió, la mayoría de mis secretarias se renuncia antes de un año de servicio y ella ya lleva casi tres de los cuales solo descansa los días de ley.
—La señora Marisela, llamo para decir que su hija lo esperaría para cenar, le dije que tal vez llegará muy tarde pero insistió en que la señorita Alexandra no se irá a la cama hasta que usted llegué —esa niña es igual de terca y testaruda que su madre, ninguna de las dos me da descanso.
—Esta bien es hora de irnos entonces —apago la computadora al mismo tiempo que Lucia sale de mi oficina, es hora de ir a mi jaula de oro.
Bajo hasta el estacionamiento del edificio, ya solo quedan unos pocos autos y por lo que veo solo quedan los autos de los ejecutivos, es mi culpa que todos tengan trabajo de más, si hubiera hecho lo que mi suegro deseaba tal vez y solo tal vez me hubiera evitado todo este lío, pero ya debería confiar en mi criterio, llevo quince malditos años en la industria y desde que era un niño tenía pleno conocimiento del negocio.
Años y años me he matado para que la empresa funcione, ahora que busco expandir nuestro mercado probando con materiales mucho más baratos y con la misma calidad me reprimen y censuran, como si mis ideas no tuvieran ningún valor, lo cual es ridículo ya que mi padre siempre tuvo la intención de lanzar el proyecto de accesorios a bajo costo, él quería que sus productos llegarán a todo el mundo, pero mi suegro insiste en quedarnos solo en las tiendas de más prestigio y las más caras, en donde uno solo de los accesorios cuesta mucho más de lo que una persona de clase media gana en una semana. Me parece ridículo que no considere un pequeño cambio, un en donde podríamos generar muchas ganancias, solo se trata de hacer una línea de accesorios con materiales mucho más económicos.
Estoy harto de esta maldita sociedad, harto de la realidad en la que me tocó nacer, estoy encadenado a una vida que no deseó, no me importaría no tener nada, porque así no tendría nada que demostrar, no tendría ningún legado que mantener.
Pude tenerlo y lo perdí por idiota, por cobarde, debí irme cuando aún estaba a tiempo, debí seguir a Vanessa y no casarme, debí...
¿Y entonces después qué?
Entonces, papá hubiera muerto de un infarto, mamá se hubiera vuelto loca de dolor, mi hermana jamás hubiera salido adelante y yo nunca hubiera podido ser feliz, no con la destrucción de mi familia a mis espaldas.
El timbre de mi teléfono suena sacándome de mis ensoñaciones, haciéndome recordar que es tarde y que mi hija me espera, al mirar la pantalla veo que es Marisela, mi hermosa, flamante y perfecta esposa, devota, fiel y buena madre. Lo que cualquier hombre querría y yo no puedo amarla como me lo pide, como lo pide mi hija, como lo pide todo el mundo.
No le contesto, no tiene caso en unos cuarenta minutos me encontraré frente a ella, le diré que la quiero, porque si lo hago, la quiero como se quiere a la mejor de las amigas.
Salgo del edificio y me va bien en esta ocasión, casi no hay tráfico, espero llegar en menos de media hora a mi casa, mi jaula de oro la llama mi hermana Alina, en una de las zonas más exclusivas de la ciudad de México, esa casa es el monumento a la vanidad de Marisela, no entiendo cómo es que siendo una arquitecta tan talentosa prefiere quedarse encerrada en esa casa, yo sería el primero en apoyarla si quisiera trabajar, me gustaría que ella ejerciera, que no solo se preocupara por lo que dicen o cuál es el próximo gran evento.
En ocasiones me preguntó si se siente igual que yo de insatisfecha con lo que hemos hecho —o lo que no hemos hecho—, ya que si bien a los ojos de las personas somos el ejemplo de lo que la familia perfecta debería ser, por detrás, tras bambalinas, solo se encuentran personas huecas, somos cascarones vacíos, por mucho tiempo he comparado mi vida a la de un hámster, el cuál solo sube a su rueda y da vueltas en círculos, siempre siguiendo una rutina. También me puedo comparar a un actor, siempre interpretando un guion que inicio el día de mi boda.
Llegó a la casa que se ha convertido en mi hogar por los últimos diez años, desde que cruzó la verja puedo ver a mi hija sentada en la escalinata principal que da a la entrada de la casa, ya tiene puesta una pijama y tiene un libro abierto sobre las piernas, su cabello es igual de negro que el de su madre y los ojos son igual de verdes que los de Alina, por todo lo demás se parece a mi madre, su carita ovalada de muñeca de porcelana, es hermosa y crece tan rápido, no estoy preparado para que alguien me diga suegro, no de ninguna manera, por eso me alegro tanto de que se enfoque en sus estudios y en sus libros, cada que veo tiene uno distinto.
Al verme bajar del auto viene corriendo hacia mi, la recibo con los brazos abiertos, por unos segundos me aferró a ella, a lo único que me hace levantarme por las mañanas.
—Papá deberías llegar más temprano a casa —me reclama una vez que la dejo ir—. Camila vino el día de hoy y queríamos hablarte de algo.
Camila es mi sobrina, la hija de mi mejor amigo, Fernando Escalante, que es también primo de Marisela; él es la única persona que conoce cada uno de mis errores y que a pesar de ser el primo de mi esposa jamás se atrevería a decirle nada, me es más incondicional a mi que a ella y eso no le gusta para nada.
—Ya me imagino que cosas si vienen conmigo en lugar de tu madre —me regala un sonrisita traviesa, la última vez que se les ocurrió alguna idea terminaron solas en Valle de Bravo, estás niñas tienen tal poder de convencimiento que hicieron que uno de sus choferes las llevarán sin decirnos nada, nos enteramos hasta días después cuando Fernando revisaba sus estados de cuenta, eso pasa cuando le das a una niña una tarjeta de crédito sin límites, eso pasa cuando todos te dicen que con dinero y tú apellido puedes tener cosa.
—En realidad no papá, en esta ocasión no es nada malo pero mamá esta ocupada con el evento de beneficencia y no quiero distraerla —bueno cuando a su madre se le da por organizar esos eventos se olvida que tiene una familia—, además mi tía Alina dijo que tú nos podrías ayudar mejor que mamá, dijo que si podíamos evitar decirle a ella era mucho mejor.
Alina, no me extraña que ella este detrás de todo esto, siempre solapando a mi hija en todas sus travesuras, más si tienen que ver con hacer enojar a Marisela, yo sé que nunca le gustó la idea de que me casará con ella, pero los dos sabíamos que no teníamos opción, que era eso o la ruina de nuestra familia.
—¿De que se trata entonces? —se lanza de nuevo a mis brazos y después de unas cuantos saltitos de emoción se pone sería para hacerme su petición.
—Necesito que me ayudes a encontrar a la autora de este libro —me lo entrego y lo que mi hija dijera después no lo escuché, no después de ver la portada.
El título no me sobresalto, a simple vista es una novela de las que Alina solía leer hasta altas horas de la madrugada, aunque debo admitir que el título llama la atención.
"Cenizas de un corazón destrozado"
Sin embargo, más abajo el nombre de la autora me deja sin aliento y casi me tira de rodillas al suelo y al darle vuelta ahí está, su foto es como la llave de un baúl, en dónde están los mejores recuerdos de mi vida, un torrente de emociones hace que olvide a mi hija y salga corriendo hacia mi despacho.
Entró y levanto el teléfono fijo, inhaló y exhaló repetidamente y poco a poco logro controlarme un poco para poder marcarle a mi hermana, me llevo el auricular al oído y me contesta de inmediato, ha estado esperando mi llamada.
—¡¿Que mierda es el libro que le diste a mi hija?! —solo espero que mis gritos no atraigan la atención de mi esposa— ¡Carajo! ¡Estoy esperando una jodida respuesta!
—Esa es justo la reacción que esperaba —contesta mi hermana, se le escucha muy relajada, lo que solo me hace pensar que esto lo tenía planeado—. Vamos Alberto, dime qué no fue una bonita sorpresa, ella si realizó sus sueños, por lo menos uno de los dos si está viviendo.
—¿Por qué Alina? —trato de que el nudo de mi garganta me siga permitiendo hablar— Sabes que es algo que me cala en lo más profundo del alma, estoy feliz por ella, pero sabes que no puedo, no soy capaz de...
—Dilo, di que te carcome el alma, todo lo que está escrito ahí es la única verdad de lo que en realidad paso, en esas páginas Vanessa relata su dolor y también tu puta cobardía —así que escribió nuestra historia y ahora mi hija la conoce, ¿que va a pensar de mi?—. Solo quiero que sepas que ella volvió de España, me enteré hace poco y fue cuando encontré el libro, no tienes idea de cómo me partió el corazón saber que lo que le hiciste la destrozó.
—Alina —apenas y puedo respirar y muy pronto caeré desmayado si ella me sigue recriminando por mis acciones—, ¿que dice exactamente? No he podido leerlo, por favor dime, si Alexandra sabe...
—No te preocupes, tu nombre no sale ahí y solo una persona que los conozca podrá saber que es una historia real —me habla en el mismo tono frío que solo escuché el día que le anuncie mi compromiso—. Alberto tienes que leerlo, quiero que te hagas una idea del daño que le hiciste.
Me cuelga, me siento en el sillón más próximo que tengo y dejo que las lágrimas fluyan como una cascada.
«Relata su dolor y también tu puta cobardía»
Ella razón fui un puto cobarde, nunca fui capaz de mirarla a los ojos y decirle que me casaría con otra, nunca le he visto desde el último día que fui feliz.
Vanessa Rocha, mi único gran y verdadero amor, cuánto la amo aún y cuánto extraño que me cuente sus historias locas, cuánto extraño su voz y su tacto.
Unos cuantos toques en la puerta me asustan y secando mis lágrimas voy a abrir la puerta, es mi hija de nuevo, está asustada y no es para menos, nunca la había dejado sola hablando, siempre escucho todo lo que me tiene que decir, trató de ser el mejor padre posible pero está noche me transforme solo con ver el nombre de la persona que mi hija quiere conocer.
—¿Papá? ¿Está todo bien? —se queda en el marco de la puerta y se le ve avergonzada, quizá piense que estoy molesto con ella.
—Si mi princesa, es solo que la autora es una vieja amiga mía, solo es que hace muchos años que no sabía nada de ella, ver el libro me sobresalto mucho, tu tía Alina me dijo que era una sorpresa muy grande y vaya que lo fue —hay mucha confusión en su rostro y aunque me gustaría resolver sus dudas no puedo, no quiero que sepa que soy un patán que no fue capaz ni de decirle adiós—. Princesa crees que... —carraspeo, ella no puede notar el gran nudo que hay en mi garganta— ¿me dices que trata? —asiente emocionada, a ella le encanta hablar de sus libros, yo casi no tengo tiempo y por me alegra que Camila siempre este a su lado para ser su paño de lágrimas, su psicóloga y su mejor amiga. La hago entrar en el despacho y se acomoda en el suelo delante de la chimenea.
—Pues es un romance que no acaba bien, la protagonista se llama Katherine, ella es una chica pobre que se enamora del hijo de unas personas muy importantes, pero no los dejan estar juntos, ella lucha con uñas y dientes para encajar en su mundo y cuando cree que lo logra, Cristóbal que es el protagonista, la deja para irse tras la rica heredera de una gran fortuna —me mira esperando un comentario que no le daré y al notarlo continúa—. No solo trata de eso, es más acerca de Katherine saliendo adelante, se trata más de aprender a llevar la desilusión, de cómo usar nuestro dolor para convertirlo en fuerza, me gusta que no necesita de otro hombre, ella solo se enfoca en otras cosas que la hacen feliz, dice que a las cenizas de un corazón destrozado se las lleva el tiempo y que tarde o temprano alguien llegará para darnos un pedacito de su corazón y así poder reemplazar el que ya no existe.
—Sé escucha como una historia desgarradora —pobre de mi Vanessa, teniendo que escribir eso para superar su dolor, teniéndolo que enfrentarlo sola y en otro país, lejos de lo que amaba y todo por mi culpa—, ¿que pasa con Cristóbal?
—Él, bueno ella relata que él vive feliz, me pareció entender que Cristóbal nunca supo cómo amarla y por eso la decisión de separarse fue la mejor, Katherine se alegra por su felicidad y creo que ella es muy valiente, yo no me creo capaz de alegrarme por la felicidad de un cobarde como él, la dejo sin contemplaciones, sin ninguna explicación, desde mi punto de vista la humilló, a mis ojos que te dejen de esa manera como sino tuvieras ningún valor se me hace lo más horrible, yo nunca lo perdonaría.
No sé que me duele más, si el sufrimiento de Vanessa o el desprecio en la voz de mi hija.
—¿De verdad quieres conocerla? —le pregunto esperando que el rencor en sus ojos desaparezca.
—Si papá —el rencor desaparece pero tampoco me gusta la emoción con la que me responde—, quiero conocerla y Camila también.
—Esta bien, el fin de semana la vas a conocer, dame unos días para localizarla, vivió mucho tiempo fuera de México, necesito encontrar su nueva dirección y eso me será un poco difícil —además de que necesito tiempo para asimilar que la veré.
—¿Difícil? —mi princesa tiene la creencia de que no hay nada imposible para mí.
—Si princesa, digamos que tuvimos algunos problemas y por eso también te voy a pedir que no le digas ni una palabra a tu madre de esto —solo me faltaría eso para hacer la situación todavía peor—. Sabes que tu madre es un poco rencorosa y no quiero que ninguno de nosotros tenga problemas por esto, pídele lo mismo a Camila.
—Gracias papá —viene a darme un abrazo, lo que necesito para no venirme abajo.
—Lo que mi princesa desee —por lo menos puedo asegurarme de que ella no viva de la misma manera que yo, en mis manos está que ella no tenga que renunciar a lo que ama.
Mientras yo viva ella siempre tendrá lo que desee.
Gracias por darle una oportunidad, espero disfruten de la lectura y que sea de su agrado.
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