—Apuesto cien dólares a que la besa —dice Aiala hacia la pantalla, nos encontrábamos viendo la serie "Baby" y aunque no era muy conocida era bastante interesante y a la vez poco predecible. Aiala había apostado mas de mil dólares intentando predecir lo que sucedería en la serie y en todas las veces que lo había hecho había perdido.
—No tienes remedio Aiala —Niego repetidas veces con la cabeza y río. Ella pausa el capitulo y yo protesto, pero de inmediato comienza a hablar dejando a medias la petición que le estaba haciendo de deja el capitulo pasar.
—Así que... Alessandro —dice con picardía y me señala con su dedo índice.
Evidentemente le había contado a Aiala lo sucedido los últimos días, se estuvo burlando de mí por varios minutos cuando le confesé que tuve ganas de besar a Alessandro y afirmó que terminaría enamorada de él a lo que yo negué repetidas veces. También le conté lo sucedido con Emmanuel y de la decisión de mi padre a lo que ella se disculpó por lo primero y puedo jurar que me miro con lastima por lo segundo, pero lo deje pasar.
—Sabes que no estaría con él. Tuvimos momentos si, pero no es mi tipo, a demás sabes que mi corazoncito de pollo ya le pertenece a un idiota. —Niego con la cabeza y muerdo el interior de mi mejilla.
—Un grandísimo idiota. —Se burla y yo le enseño mi dedo medio. Me alegra saber que las cosas entre las dos seguían siendo iguales, su confesión fue una manera de reforzar nuestra amistad y de hacernos mas unidas.
—Por otro lado sabes que debes decirle a tus padres Aiala. —Le propongo pero, solo obtengo silencio de su parte.
Aiala ya había hablado con los chicos y como yo, la apoyaron. Sin embargo se negó rotundamente cuando le dije que debía decirle a sus padres, eran duros pero la aceptarían ¿No? Debían hacerlo, nos encontramos en otro siglo donde la homosexualidad no es delito, ni enfermedad.
—Dejemos el tema ¿Si? —responde con irritación y nuevamente pone play a la serie dejándome con la palabra en la boca.
Era inútil intentar convencer a Aiala, siempre era pesimista y temía por lo peor en todo lo que le sucedía, "Ser realista" le llamaba ella, pero no era mas que miedo. Sabía que estaba aterrada, incluso yo lo estaría, pero sus acciones no ayudaban mucho a superar sus miedos y tampoco se esmeraba en intentarlo.
Estaba comenzando a irritarme hasta que una idea me iluminó la cabeza y no pude evitar sonreír con malicia.
—Si le cuentas a tus padres, le confesaré mis sentimientos al chico que me gusta. —Solté sin mas y la boca de Aiala formó una "o" y su cara quedó como la del meme de "picachú". La sonrisa no desaparecía de mi cara y Aiala me miraba como intentando buscar alguna señal de broma en mi expresión pero cuando no la halló decidió hablar.
—Estas burlándote de mi y déjame decirte que no me gusta para nada Eileen —menciona seria y yo la miro con cara de "¿De verdad crees que bromearía con esto?" Noto como vacila un poco y se pierde en sus pensamientos.
Sabia que no podía negarse, porque mi secreto había sido guardado por meses y ella siempre insistió en que dijera mis sentimientos, pero siempre me negué, sabía que su sueño frustrado era ese así que no había manera de que se negara.
—Trato hecho. —Extiende su mano hacia mi y yo la estrecho, me dispongo para hablar pero ella continua—. Pero, hay una condición. Tendrás que decirle a penas yo les diga a mis padres. —Determina y yo asiento con la cabeza para luego sonreír.
Me acaba de meter en la boca del lobo y me temía que sería comida sin piedad.
La tarde terminó rápido, sin quererlo mi tiempo con Aiala se había agotado y en este momento ella se encontraba despidiéndose de mi mamá para luego irse a su casa y hablar con sus padres. Si, había decidido contarles esta misma noche, lo que significaba que yo debía hacer lo mismo aunque no quisiera.
Estúpida Eileen y tus planes absurdos.
—Me cuentas como te va, te quiero. —La abrazo e intento pasarle toda mi buena energía para que le fuera o mejor posible. Aiala me da un beso en la mejilla y sale por la puerta con seguridad.
Cuando entro nuevamente me topo con mi medio hermana en el pasillo y maldigo internamente. Evidentemente ya estaba viviendo con nosotros, la tensión entre las dos era palpable y el odio que emanaban sus ojos era imposible de evitar.
Maldito sea el día en que todo esto comenzó a suceder.
—Tu mamá te necesita en la cocina. Mandó a llamarte. —Me dice fingiendo amabilidad y con una sonrisa hipócrita en su cara. Paso por su lado ignorando su comentario y voy en busca de mi mamá, cuando la encuentro sonrío ampliamente por la cosa que sostiene en sus manos.
—Eres la mejor mamá del mundo. —Tomo las galletas "Chockis" de sus manos y le lanzo un beso al aire, me dispongo a abrirlas pero de inmediato me rapa el paquete de las manos y yo protesto.
—Son para tu hermana, tú no me tienes muy contenta. —Alega y le pasa el paquete de galletas a mi media hermana. Noto como sonríe con suficiencia, mientras yo la asesino con la mirada. Maldita odiosa de mierda.
— ¿Ahora que se supone que hice? —Rechisto y me cruzo de brazos. Mi mamá le da una mirada a mi media hermana y esta sale de la cocina literalmente restregándome las galletas en la cara.
Acomodo mi cabello poniéndolo en uno de mis hombros y bajo completamente las mangas de mi saco para luego apoyar mis codos en la pequeña isla de la cocina. Mi mamá suspira y luego se cruza de brazos mirándome con una expresión seria.
—Me enteré que llegaste tarde el día de los exámenes. ¿Por qué no me dijiste nada? —Menciona con molestia y tristeza a la vez. Inmediatamente me sentí culpable por no haberle contado y a la vez sentí molestia por como se había enterado.
Me quedo en silencio unos segundos porque sinceramente no sabia que decirle. Ella se quita el delantal de cocina permitiéndome ver su vestido negro entallado al cuerpo y su figura casi perfecta. Ella mantiene su expresión y yo finalmente hablo.
—Lo siento, fue algo idiota de mi parte. —Mantengo mi mirada gacha y muerdo mi labio inferior con nerviosismo. Sabía que ella había tenido un día largo de trabajo, su cara de cansancio la delataba y sin embargo yo estaba aquí frente a ella, agotándola más.
—Que no se repita —Soltó son mas y me dio la espalda dándome a entender que la conversación estaba terminada.
Salgo de la cocina achantada y emprendo camino hacia mi habitación, sabía que la tranquilidad que me trasmitía mi casa estaba terminada por la presencia de mi media hermana, no tenia pruebas pero tampoco dudas.
Lo único que me reconfortaba era saber que el enojo de mi mamá se desvanecería dentro de poco, así que solo tenía que limitarme a no caer en las garras de mi media hermana alias "maléfica" y todo estaría bien.
Me acuesto boca arriba en mi cama y me dedico a observar el techo, se había convertido en un hábito hacerlo. Cierro los ojos para dormir pero unos golpes en la puerta de mi habitación me interrumpen, cuando la abro no me sorprendo al ver a maléfica detrás de ella.
—Te buscan —dice sin expresión alguna en su cara y yo asiento con la cabeza. Que bien se le daba el papel de niña buena en casa. Cierro la puerta de mi habitación y paso por su lado para bajar a la puerta principal.
Sin quererlo mí sonrisa se ensancha al ver a la persona que se encuentra a fuera de mi casa, este sostiene un paquete de galletas "Chockis" en sus manos y una sonrisa ladeada en su cara.
—Lo siento —Pronuncia Emmanuel despacio. Me dedico a observarlo por unos segundos, lleva puesto un saco color negro, un jean oscuro y sus típicas zapatillas Adidas blancas. Noto con me mira con impaciencia como esperando mi respuesta y sin dudarlo dos veces lo abrazo.
Siento como me estrecha y suelta el aire que al parecer estaba conteniendo, su olor y el de la loción masculina se hacen presentes en mis fosas nasales, no pude evitar sentir tranquilidad y alegría cuando hundió su cabeza en mi cuello y apretó su agarre. Lo había extrañado demasiado y el haber estado peleada con él por mas de tres días había sido una tortura.
Era consiente del dolor que me había causado, pero decidí dejarlo a un lado; Emmanuel se iría dentro de poco y no podía permitir que una pelea no me dejara disfrutar los mejores momentos a su lado. Cierro los ojos permitiéndome ser acogida por los brazos fuertes de Emmanuel y a la vez buscando consuelo y protección en ellos.
Pasamos varios minutos así abrazados y en silencio como si hubiéramos pasado una eternidad sin vernos, aunque solo habían sido días. Cada uno perdido en sus pensamientos pero, compartiendo la emoción de la alegría.
Suspiro y luego me suelto de su agarre con lentitud intentando guardar cada detalle del pequeño momento en mi cabeza, luego me alejo un poco levanto un poco mi cara para poder ver con detalle la de Emmanuel y sonrío nuevamente al verlo sonreír ampliamente igual que yo. Me quedo viéndolo unos segundos más hasta que sin quererlo un pensamiento inunda mi cabeza.
¿Cómo diablos le diría que me gusta?
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