Capítulo 6

Me sentía mal por haberle mentido de esa manera a Eileen. Pude ver en sus ojos el dolor que sintió cuando le mentí tan descaradamente en la cara, también  pude ver como mordía su labio inferior con tanta fuerza para no llorar, Eileen era tan orgullosa que no me iba a permitir verla en ese estado.

Quería pensar que lo que hice fue por una buena causa, ella me importa tanto que no sería capaz de verla triste, aunque sabía que la había lastimado de la peor forma posible. 

Cuando te gusta alguien no mides lo que haces y crees que tus acciones sólo la protegen cuando en realidad la lastiman. Si, Eileen me gustaba desde el inicio del año y quería mantenerlo en secreto para no dañar nuestra amistad, al menos por ahora porque para la tristeza de muchos cuando en una amistad uno de los dos se enamora y se confiesa abiertamente, la amistad se destruye por completo y no quería el mismo destino para nosotros.

—Por favor firme aquí. —Me indica la señora que se encuentra detrás del mostrador.

 Después de la discusión con Eileen decidí venir a la embajada para terminar los trámites de mi VISA. Para mi suerte había sido aceptada y  me llegaría en tres semanas. Estaba a unos meses de poder cumplir mis sueños para poder ser un ingeniero aeronáutico.

Firmo el papel, le agradezco a la señora y salgo del lugar con el papel en la mano. Estaba tan feliz que quería llamar a los chicos para celebrar, pero sé que probablemente no me contestarían porque estarían estudiando para los exámenes, cosa que yo debería estar haciendo, pero tenía mi cabeza demasiado ocupada en otras cosas.

— ¡Mamá ya llegué! —Exclamo para ser escuchado por mi mamá. Ella sale de la cocina con un delantal puesto y con sus manos llenas de restos de chocolate. Al verme sonríe ampliamente.

— ¿Cómo te fue? —pregunta mientras sacude sus manos y se sienta en una de las sillas del pequeño comedor, yo repito su acción y pongo mis codos encima de la mesa para luego apoyar mi barbilla en una de mis manos.

—Dentro de poco tendremos que hacer video llamadas. —La miro y ella chilla de emoción, su alegría es contagiosa, tanto como su entusiasmo.

—Sabía que iba a ser así, esto tiene que ser celebrado. Hice un postre de chocolate para la cena y tengo una pequeña sorpresa para ti —dice y se levanta de la silla para volver a la cocina, evitando así que pueda ser interrogada por mí. Me quedo unos minutos más sentado en la misma posición y luego me levanto para ir a mi cuarto.

Al llegar meneo la cabeza al ver el desorden que hay esparcido en toda la habitación. Mañana es sábado así que tendré tiempo para arreglarla, pero por ahora debo intentar estudiar para los exámenes que se vienen o de lo contrario el curso en Greenwich será anulado. Me lanzo en la cama y miro el techo por unos segundos para después sacar mis apuntes y empezar a estudiar.

— ¡Emmanuel Jhasil García Dávalos a comer! —Me levanto sobresaltado de la cama, miro la hora, las ocho de la noche. No sé en qué momento me quedé dormido, lo último que recuerdo antes de dormirme es que estaba estudiando álgebra. Si estuviera estudiando con Calwell sería más fácil entender el tema, pero para mi mala suerte ella está molesta conmigo. 

Me paso la mano por la cara, acomodo las cosas encima de la casa y salgo de la habitación aun un poco adormilado.

—Ya estoy aquí —anuncio  en medio de un bostezo. Me voy al comedor,  me siento en una de las sillas y luego recuesto mi cabeza en la mesa. Estoy agotado y no sé por qué.

—Te dije que tenía una sorpresa y no tardará en llegar. —Mi mamá sale de la habitación y empieza a poner la mesa. Yo solo asiento como puedo con la cabeza y cierro mis ojos en repetidas ocasiones.

Escucho el timbre y mi mamá se apresura a darme órdenes mientras ella abre la puerta y recibe a mí “sorpresa”. 

La única persona que me emocionaría ver en este momento es a Eileen, pero estoy seguro que me está odiando. Me levanto de la mesa con pereza y voy a la cocina a traer lo que me había ordenado mi mamá. El olor a pescado frito inunda mis fosas nasales y jadeo al verlo perfectamente acomodado en un plato. Ya me dio hambre.

—Estoy segura que todo va a estar bien. Confía en mí, ahora toma asiento, no tarda en salir con la comida. —Escucho lo que dice mi mamá e inmediatamente salgo de la cocina con el plato en la mano, lo acomodo en el centro de la mesa y levanto mi mirada para encontrarme con la persona que menos hubiera esperado en este momento.

—Hola. —Me saluda tímidamente y yo aprieto los puños a mis costados. Miro a mi mamá con mis ojos emanando rabia hacia ella y luego hacia la persona que tengo al frente.

—Vino aquí para celebrar que te hayan aceptado en Greenwich. —Indica mi mamá y yo sigo sin decir alguna palabra.

 Vaya sorpresa.

—Hola —saludo de manera cortante y me siento en una de las sillas del comedor.

—Lo siento hijo, no era mi intención llegar de esa manera. Tu mamá dijo que te gustaría —habla tan rápido que casi no se le entiende. Me estremezco por la última oración, como siempre mi querido padre culpando a mi mamá de todo.

Decido ignorarlo y espero a que se sienten para empezar a comer y así yo pueda acabar con esto lo más rápido posible. 

Mi mamá  sirve la comida y yo empiezo a comer en total silencio mientras los dos conversan animadamente. No puedo evitar sentir repulsión al escuchar a mi papá hablar de cómo le ha estado yendo en su estúpida recuperación y como está de feliz ahora.

— ¿Cómo te ha ido en el instituto hijo? —pregunta una vez más la persona que se hace llamar papá. Decido ignorarlo nuevamente, pero esta vez mi mamá interviene.

—Te está hablando Emmanuel. —Me regaña y yo suelto mi cubierto con brusquedad haciendo que los dos se sobresalten.

— ¿Qué quieres que le responda? Si, papito lindo, todo va de maravilla en el instituto. —Escupo con brusquedad y ella abre la boca para hablar, pero la interrumpo—. Escucha mamá, el hecho de que tú  hayas decidido perdonarlo no quiere decir que yo tenga que hacer lo mismo ¿Va? ¡Por favor no me pidas que finja que todo está perfecto y que somos una maldita familia feliz porque no es así! —Elevo la voz y mi padre intenta interrumpir, pero lo detengo antes de que empiece a hablar.

—Y tú… —Lo señalo con mi dedo índice y continuo—. Ve hablar de tu vida perfecta a otro lado a ver si te lo creen porque sinceramente la lástima no va conmigo. —Río cínicamente y él habla.

—Hijo yo… —Lo interrumpo antes de que pueda terminar de decir la oración.

—No, no me llames hijo porque en lo que a mi concierne, tu dejaste de ser mi padre el día que decidiste salir por esa puerta para ir a meterte tus mierdas.  ¡Preferiste esa vida que a tu esposa y a tu hijo y ahora me alegro por eso porque no tendré que vivir con un padre de mierda nunca más! —Grito la última oración y segundos después la mano de mi mamá impacta mi mejilla.

—No le hables así Emmanuel, es tu padre. —Su mano sigue elevada y yo solo la miro con dolor. Es increíble que a pesar de todo lo  siga defendiendo por encima de mi.

—No mamá, esa palabra no tiene sentido con alguien como él. —Niego con la cabeza y salgo de la sala para encerrarme en mi habitación. Minutos después escucho la puerta principal cerrarse y suspiro con frustración.

Te amo mamá, pero eres muy ingenua al creer que todo está de maravilla. 

Tengo ganas de llamar al señor Calwell y comentarle lo sucedido, pero cambio de opinión al instante, esto debo solucionarlo solo. Aunque él es lo más cercano a una figura paterna que tengo, no puedo seguir dependiendo de él para solucionar mis problemas.

Quería recordar a mi padre por cosas buenas, quería pensar que a pesar de todo él era bueno, pero era imposible hacerlo si desde que tengo uso de conciencia las cosas malas no paraban de suceder cuando él estaba presente. Sé que no es bueno guardar rencor, pero cuando tu corazón está lleno de heridas, el rencor y el odio son tu único mecanismo de defensa para que las heridas no se hagan mas profundas. 

No odiaba a mi padre porque eso es un sentimiento bastante fuerte, si le guardaba rencor, pero no odio. No niego que muchas veces tuve ganas de golpearlo de la misma manera que él hacía conmigo o con mi madre.

Para suerte de nosotros un día decidió irse y aunque la depresión estuvo presente por mucho tiempo un día entendimos que él ya no estaba y  la paz por fin se sintió en nuestro hogar. Años después volvió pidiendo perdón, pero mi mamá no lo aceptó y yo me alegre por eso; hasta el día de hoy todo iba de maravilla.

Había pasado seis años de mi vida sin ese hombre presente y había logrado sobrevivir, no lo necesitaba de nuevo en mi vida y mi mamá menos.

—Lo siento, lo arruiné. Solo quería que lo perdonaras al igual que yo lo hice, él cambió Emmanuel ya no es el mismo. —Escucho sollozando a mi mamá al otro lado de la puerta  y me entran las ganas de abrirle, abrazarla y decirle que todo estará bien, que no lo arruinó, pero mi orgullo es mas fuerte y solo me quedo sentado en la cama como lo he estado en los últimos minutos. El  tiempo transcurre y la puerta de la habitación contigua se cierra indicándome que mi mamá se fue a dormir.

Me recuesto en mi cama mirando al techo y cierro los ojos con mucha fuerza intentando borrar gran parte de los sucesos de hoy. Me había encargado de arruinar cada cosa que había construido y solo con palabras en solo segundos, definitivamente daba asco como persona.

—Todo estará bien. —Me repetía continuamente intentando mentalizarme de que así sería. Tenía que solucionar el caos que había causado, pero no sabía cómo comenzar, o tal vez si.

Tomo mi celular de mi mesa de estudio y antes de que pueda pensarlo más empiezo a buscar el número de Eileen en mi libreta telefónica, cuando lo encuentro le doy marcar y espero a que conteste.

Un pitido, dos, tres, nada no hay respuesta del otro lado. ¿Dónde diablos estás metida Calwell?

Miro la hora, diez de la noche. Hay dos opciones del por qué no me contesta y una es que está dormida o la otra es que me esté ignorando, las dos son totalmente probables viniendo de Eileen.

Repito el procedimiento anterior, solo que esta vez no espero su contestación si no la del buzón de voz, cuando esta llega me dedico a hablar.

—Mmm hola Calwell, sé que no quieres saber nada de mi en este momento y créeme si fuera yo actuaría igual que tu. El punto es que lo arruiné todo y no sé cómo disculparme. Te mentí, pero creo que eso ya lo sabes, aunque en mi defensa lo hice por una buena causa. Te mentí porque me gustas y quería que recibieras la noticia de manera especial, como tu. Oye por favor no me odies solo quiero que me perdones, por favor dame otra oportunidad y te prometo que esta vez si  la tomaré y la cuidaré como un tesoro. Te quiero Calwell, perdóname. —Termino de hablar y le doy enviar sin llegar a pensar en lo que sucederá después de que Eileen escuche el mensaje.

Sé que todo está del asco, pero solo por esta noche quiero pensar que todo estará bien, solo por esta noche creeré que es así aunque me esté mintiendo a mi mismo.

Nota de autora:

Jay. Primer capítulo narrado por esta preciosura de hombre, ya conocemos un poco más de él.

Sin mas que decir les recuerdo que puden seguirme en mis redes sociales las cuales están en la nota del principio de este libro. Por cierto, hagan caso omiso a Twitter
Se me olvidó la clave de mi cuenta, (F por mi).

Los quiero.

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