Capítulo 39


—Sigo sin creer que la prima de tu media hermana sea la novia de Aiala, sí que será un gran golpe para Jasmine, dado que humilló a nuestra amiga por ello. No veo la hora de que lo sepa —Alessandro frota sus manos con maldad y luego toma asiento en uno de los sofás de mi casa.

Hace unos minutos habíamos llegado a casa y en mi aún estaba la sorpresa por lo que había visto. Alessandro se había dado cuenta de ello y se preocupó al instante, pensando que tenía algo por mi enfermedad, alarmando así a mis papás, pero en cuanto estos vieron la misma escena que mi novio y yo habíamos visto, su reacción fue igual a la mía: Total sorpresa.

—No seremos nosotros quien se lo digamos —Señalo al moreno de manera acusatoria. Sabía que su maldad podía llegar a niveles monumentales y aunque quería que Jasmine pagara por lo que había hecho con Aiala, no debía hacer sufrir a alguien más esa acción.

—¡Oh vamos! Ella lo merece. Es malvada y por qué no darle un poco de su propia medicina. —El moreno mueve sus cejas de arriba para abajo y en su rostro se forma una sonrisa malvada.

Estuve a punto de reír por lo estúpido que lucía, pero tenía que mantenerme firme si quería que mi palabra tuviera valor frente a lo que decía y si me reía, obviamente lograría todo lo contrario.

—No así. En su momento la tendrá —reflexiono y tomo asiento en el sofá más grande, para luego encender la televisión.

—¿Quién eres tú y qué has hecho con la Eileen que detesta a su media hermana? —Comenta burlón y luego toma asiento junto a mí.

—Quizá ya no la odio tanto como antes —Me encojo de hombros y al instante siento como Alessandro gira su cabeza en mi dirección casi como la niña de la película del exorcista y siento su mirada, quizás como si le hubiera dicho lo más extraño del mundo. Me giro hacia él y noto sus ojos extremadamente abiertos y casi saliéndose de su órbita. sonrío inocente y vuelvo mi vista a la televisión, en donde no logro encontrar un programa que llame mi atención.

—¡Sal de este cuerpo, alma pura y devuélveme a mi pequeña y malvada novia! —Exclama y luego toma mis hombros para zarandearme por un corto tiempo, provocando que de mí brote, una carcajada estruendosa.

Se veía extremadamente tierno y ridículo haciendo eso, sus manos ya no sostenían mis hombros, ahora estaban puestas como para hacer una oración y su mirada se elevaba al cielo. Era como si estuviera pidiéndole al todopoderoso que lo ayudara con la situación y conmigo.

—¡Basta ya! Me vas a matar de risa —comenté entre carcajadas, mientras sostenía mi estómago. Segundos después Alessandro bajó sus manos y por fin me pude calmar. Aunque de inmediato algo me alarmó.

La mirada de Alessandro estaba perdida y todo signo de diversión había desaparecido de su rostro, provocando que también desapareciera del mío. ¿Había dicho algo malo? ¿Era por la palabra matar? No creo que Alessandro fuera tan sensible como para afectarle un pequeño comentario.

Quise preguntar, pero de inmediato la mirada del moreno se posó en mí, haciendo que tuviéramos contacto visual y provocando en mi una pequeña descarga eléctrica por la sensación de tener su mirada en mí.

Noté que quería decirme algo con la mirada, pero no sabía cómo interpretarlo. Intenté ver más allá, pero era inútil. No era buena descifrando lo que querían decirme de forma encriptada y al parecer con Alessandro tendría que aprenderlo y eso que él solía ser fácil de leer, salvo en ocasiones como esta. A pesar de ello quise seguir intentándolo, pero Alessandro notó mi esfuerzo y me facilitó las cosas:

—No logro explicarme cómo en tan poco tiempo llegas a gustarme tanto —confiesa en un susurro y yo suspiro aliviada.

—Lo inexplicable llega a ser lo que le da sentido a nuestra vida —reflexiono y pego mi frente a la suya, sintiendo su respiración calmada, siendo acompañada por la mía.

—Entonces, te estás convirtiendo en lo inexplicable de mi vida, pequeña.

No estaba acostumbrada a tales muestras de cariño, por lo que no sabía cómo reaccionar así que me limité a sonreí en respuesta y cerré mis ojos, aun sintiendo su respiración cerca.

Si tan solo él supiera que implícitamente, eso era lo que significaba en mi vida. Aquello inexplicable que hacía que cada palpito de vida, comenzara a valer la pena.

Y es que son los comentarios como este los que me hacen sentir mejor y aunque Alessandro no lo sepa, los pequeños detalles que ha tenido conmigo han hecho de mi alguien distinta. Me hace bien y es que sí, Alessandro se ha convertido en la mejor medicina para momentos de enfermedad.

[...]

Estiré mis brazos con pereza y bostecé sin pudor alguno. Hace tiempo que no dormía tan cómodamente y se sentía muy confortante poder volver a hacerlo.

Me senté en el sofá, mirando el televisor que aún seguía encendido. Rodé los ojos y con mi mano empecé a palpar el sofá, en busca del control para apagarlo y no tener que ver el programa tan aburrido que estaban pasando.

—¡Auch! —A mi lado se oyó un quejido que me hizo sobresaltar y justo cuando dirigí mi mirada hacia el lugar de donde provino el ruido, la vergüenza se apoderó de mí.

Alessandro estaba acostado en el sofá y mi mano estaba justo en su entrepierna. La quité con rapidez y este, adormilado se incorporó.

—El que esté dormido no te da derecho a aprovecharte de mí —se queja con voz aun adormilada y lo único que supe hacer en ese momento fue girar mi cara para evitar a toda costa que Alessandro viera lo colorada que me había puesto.

No era una mojigata, pero no evitaba sentirme un poco incómoda con estas situaciones, a pesar de haberlas vivido un par de veces. Sé que tardaría un poco para lograr acostumbrarme y mientras eso sucedía, moriría de vergüenza.

—Yo no... —intento pronunciar una vez siento que mi sentir se ha controlado, aunque fue en vano porque aún seguía conmocionada por el pequeño momento.

¡Es que ni siquiera podía decir una oración! Lo único que podía hacer era evitar a toda costa la mirada burlesca de Alessandro. Así que, intentando centrar mi mente en otra cosa, me dediqué buscar simplemente con mi mirada el control y logré ubicarlo en donde estaba mi cabeza ubicada hace unos minutos. De haber buscado así antes me hubiera ahorrado el incómodo momento.

Cosas para tener en cuenta: No buscar nada cuando esté adormilada, no actúo con claridad cuando lo hago.

—Como sea... No vuelvo a ver algún programa contigo, eres pésima para mantenerte despierta —reprocha el moreno, cortando el silencio y luego se cruza de brazos como un niño pequeño.

Sonreí como estúpida al ver de reojo su acción. Me gustaba que supiera lo incómoda que me había puesto la situación y por eso cambió de tema, de lo contrario estaría más roja que un tomate en este momento.

—No es mi culpa que ese canal tenga más pausas comerciales que películas. —Me encojo de hombros y luego me levanto del sofá para dirigirme a la cocina, dejando así al moreno con las palabras en la boca. Sí, aun no podía mirarlo, solo unos minutos más.

Al llegar me serví un vaso de agua y me lo bebí de un solo trago, luego serví otro y este sí comencé a tomarlo con más calma. Apoyé mis codos en la encimera de la cocina y suspiré, no tenía idea de en qué momento me había quedado dormida y tampoco tenía idea de que Alessandro también se había quedado dormido. Si mis papás hubieran visto la escena de seguro me habrían levantado a gritos, aunque gracias al cielo no fue así...

—¿Qué tal la siesta? —Me sobresalto al escuchar la voz y en reacción a eso, me atraganto con el agua. Mi mamá se acerca a mí y me da unos golpecitos en la espalda para calmar un poco la tos que ella misma provocó.

—La... ¿Qué? —cuestiono confundida y con voz un poco ronca por la tos. Solo esperaba que ella no haya dicho lo que creo que dijo.

—La siesta... con Alessandro —responde y en su rostro se forma una sonrisa pícara. Mis ojos se abren en sorpresa y lo único que puedo hacer es seguir tomando agua, evitando la mirada de mi mamá.

—Estuvo genial, aunque ese no era el plan, señora Aisha. Eileen es pésima para ver películas —responde Alessandro, entrando a la cocina y posicionándose junto a mí.

En un momento todo fue silencio y yo solo podía pensar en cómo escaparía de allí sana y salva. Mi mirada viajaba de mi mamá a Alessandro, ambos me miraban curiosos y si mi instinto no me fallaba, dentro de poco lanzarían la bomba de preguntas que no quería responder.

Con cautela me alejé de la encimera y dejé el vaso en el lavaplatos, luego caminé lo más rápido que me lo permitieron mis piernas y salí de la cocina, dejando a mi novio y a mi mamá con las palabras en la boca. Hoy no sería el día de interrogatorios.

Suspiré y me lancé en uno de los sofás, masajeé mis sienes y cerré mis ojos con fuerza. Me aturdían tantas emociones juntas y tan pocos métodos para poderlas controlar.

—Tu novio ya se va y espera una despedida de tu parte, Eileen. —Se me heló la sangre en el momento en que terminé de escuchar esa oración. Tuve que repetirme mil veces en la cabeza que Alessandro era mi novio y que no debía matarlo por lo que había dicho.

—Claro, mi novio el indiscreto —susurré para mí misma y me levanté del sofá para acercarme a la puerta de entrada en donde ya se encontraban Alessandro y mi mamá, sonriéndome pícaramente. ¿Acaso se habían vuelto aliados para molestarme y no me había dado cuenta?

—Hasta pronto, Alessandro. Me saludas a tu mamá y ve con cuidado —Mi mamá abraza al moreno y luego se aleja, no sin antes guiñarme un ojo. Esa mujer era malvada en secreto.

—Idiota —hablé, refiriéndome a Alessandro una vez mi mamá desapareció de nuestra vista. El moreno sonrío de forma burlesca y me dieron ganas de golpearlo.

—Tu forma de demostrar amor es extraña, Polly Pocket —comenta con burla y luego niega con la cabeza. ¡Dios qué ganas tenía de golpearlo en ese instante!

—Si vamos a hablar de formas extrañas de demostrar amor, la tuya no es muy normal que digamos.

—Tú no sabes valorar la originalidad —Se defiende y abre la puerta para salir.

—Lo que tú digas y gracias por decirme que mi mamá ya sabía lo de nuestra relación —reproché y me crucé de brazos un poco indignada. Estaba claro que Alessandro sí les había dicho a mis papás sobre nuestra relación y había dejado que me martirizara estúpidamente buscando formas de cómo decírselos.

—Te ahorré el trabajo duro, pequeña —Me regaló una sonrisa y luego besó la comisura de mis labios, provocando que yo también sonriera—. Buenas noches, Polly Pocket.

—Buenas noches, chico con formas extrañas de demostrar amor —Ambos reímos por el apodo absurdo y Alessandro dio media vuelta para irse, aunque pareció recordar algo y nuevamente se dirigió a mí:

—Algún día Jasmine se enterará que su prima es novia de Jasmine y cuando ese momento llegue, lo disfrutaré mucho —Negué con la cabeza y me di media vuelta para entrar a la casa, aunque algo o más bien alguien me detuvo.

—¿Que mi prima qué?

¡Oh, mierda!

Nota de autora:

Hace muchísimo no entraba por aquí. Este capítulo ya estaba escrito al igual que algunos más por aquí. Una de mis metas para este año es terminar el libro, así que espero lograrlo, no prometo volver aún, ya que tengo varias cosas por hacer, pero sé que lo haré. Por lo pronto, los que siguen aquí, espero disfruten el libro, no olviden votar y comentar, en forma de disculpa dejaré un pequeño adelanto del siguiente capítulo:

—Querer ganarlo todo o querer tenerlo bajo control, no te hace mejor persona que yo, Eileen. Y créeme cuando te digo que tu enfermedad no es la que te está llevando a la miseria, lo haces tú misma y siempre ha sido así. 

¿De quién creen que se trata? 

Mientras espero teorías, les digo hasta pronto.

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