Capítulo 37
— ¿Y este es el momento en que nos besamos y juramos amor eterno? —cuestiono, mientras camino junto a Alessandro hacia la salida del hospital.
— ¿Sabes lo estúpido que suena eso? —Bromea y sonrío por su respuesta. Justamente esa había sido mi intención, sí, el comentario era realmente patético, lo cual aumentaba mi posibilidad de molestar a quien ahora era mi novio.
¡Wow! Yo, Eileen Calwell, saliendo con Alessandro Díaz. No voy a decir el típico comentario de "Si hace un tiempo me hubiera dicho que así sería, me hubiera reído" porque la verdad es que dudo que esa habría sido mi reacción para aquel tiempo.
Sin embargo, no puedo negar que me causa un poco de gracia, el hecho de que Alessandro sea mi novio en estas extrañas circunstancias. Incluso me costaba entender que esto sí estaba pasando y que no era producto de un sueño o algo por el estilo, supongo que es algo a lo que tendré que acostumbrarme con el tiempo. Porque sí, las cosas que pasan en mi vida son reales, aun cuando en ocasiones deseo que no sea así.
— ¿Qué ibas a decir cuando te interrumpí? —pregunto refiriéndome al momento en que nos encontramos en el pasillo y también a la oración que dijo antes de aceptar ser mi novio.
—No creas que lo sabrás tan fácil. —Sonríe con suficiencia y luego dirige su mirada verdosa a mis ojos—. Es parte de mi venganza por no dejarme hablar.
—Tienes más maldad que agua, en tu cuerpo —comento y entrecierro mis ojos en su dirección.
—Bueno, creo que tenemos algo en común, Polly Pocket —responde burlón y yo le enseño mi dedo corazón. Nos quedamos en silencio y continuamos caminando, hasta que un comentario sale de mi boca:
—Creo que quiero hacerme un corte de cabello, ya sabes, para cambiar un poco.
Alessandro detiene su paso a unos metros de la salida, provocando que yo haga lo mismo y me mira confundido, luego en su rostro se forma una expresión pícara que hace que desconfíe totalmente de él. Estaba planeando algo malvado y yo lo sabía.
— ¡Pero mira qué coincidencia! —Exclama y me mira, manteniendo su malvada expresión—. Justamente yo planeaba hacer lo mismo, ya sabes, para cambiar un poco —dice, repitiendo mis palabras.
Me fue inevitable no ocultar mi cara de horror, porque aunque sabía que el moreno lo decía para molestarme, imaginarlo sin sus característicos rulos —esos que a veces caían por su rostro—, me generaba un disgusto terrible.
Estuve a punto de soltar un comentario reprobatorio, hasta que una idea se iluminó en mi cabeza. No dejaría que Alessandro Díaz se saliera con la suya, ni en mis sueños.
—Bien, te propongo algo. Juguemos piedra, papel o tijera y aquel que pierda se cortará el cabello. —Sonreí como toda una empresaria dispuesta a ganar un trato.
— ¿No se supone que es quien gane, quien obtiene el beneficio? —cuestiona y termina con una sonrisa de boca cerrada.
Aparentemente él tampoco era de las personas que perdía fácilmente, pero yo tampoco lo era. Además yo sabía que cortarse el cabello, no era un beneficio para él, sino una tortura, lo había repetido muchas veces en nuestras conversaciones de "reconciliación", aun así, no permití que su comentario me dejara sin palabras:
—Mi juego, mis reglas —comenté finalmente y este sonrío orgulloso.
—Eres astuta, pequeña —alega y enarca una de sus cejas—. Acepto. —Finaliza y extiende su mano hacía mí, para así cerrar el extraño trato.
Cada uno se prepara en su lugar, para lo que está por venir. Alessandro separa un poco sus piernas y flexiona un poco sus rodillas, estando casi a mi altura, luego extiende la palma de su mano derecha y sobre esta pone su mano izquierda empuñada. Por mi parte, me mantengo erguida y en mi caso, extiendo mi palma izquierda y empuño mi mano derecha —dado que soy diestra—. Una vez lista, asiento con la cabeza y hablo:
—A la cuenta de tres.
Lo miro desafiante y no puedo evitar sentirme un poco absurda haciendo esto, dado que antes criticaba los juegos tan infantiles y ahora me encontraba haciendo uno, por Alessandro. Bien dicen que si no puedes contra ellos, úneteles.
—Uno —Comienza a contar y yo puedo sentir los nervios apoderarse de mí.
—Dos —continúo y Alessandro sonríe.
¡Dios mío! Te prometo que si gano dejaré de ser tan amargada.
—Tres.
Y si es necesario hago las paces con Jasmine. Bueno, eso no es tan necesario, pero al menos intentaré no ser tan mala.
—Piedra, papel o tijera —decimos al unísono y luego damos a conocer nuestras jugadas.
Él mira mi mano, yo miro la de él y por un momento todo se detiene. Cada uno se encuentra analizando la jugada del otro en total silencio, pero luego de unos instantes en mi rostro se forma una amplia sonrisa.
¡Perdí! Y nunca en la vida había estado tan feliz por ser tan mala en un juego. Alessandro había sacado papel y yo piedra, dándole la victoria a él.
— ¡Cómo siempre, la mejor! —exclamo y comienzo a hacer un baile de la victoria en la salida del hospital, mientras que Alessandro se limita a reír y a negar con la cabeza.
—Te recuerdo que en términos legales, perdiste —interviene, Alessandro, intentando arruinar mi felicidad.
—Y yo te recuerdo que en mis términos, eso significa victoria —alego y continúo con mi baile de la victoria.
—Bien, siendo así. Como buen ganador-perdedor, te acompañaré a cometer esa locura —informa y me dedica una sonrisa cálida que hace que todo se remueva en mi interior.
Me gustaba estar así con él, siendo nosotros mismos sin importar qué y esa era una ventaja de ser amigos antes que novios. Me sentía tranquila haciendo cualquier locura, porque sabía que a pesar de todo, Alessandro se uniría a ella.
Bien, debía recordar que aún era menor de edad y que por ende no podía hacer todo lo que quisiera sin una autorización previa. Si bien había ganado el juego con Alessandro, aun no pasaba la parte más difícil, el permiso. Con mi plan de cortarme el cabello, aplicaba perfectamente la frase "primero los planes, después el permiso", solo espero que el orden de los factores, no altere el producto.
—No —dice finalmente mi papá, después de unos segundos en silencio. Era casi obvio que se iba a negar a mi petición para cortarme el cabello.
Ya nos encontrábamos en el auto, Alessandro y yo habíamos tardado más de lo estipulado y eso había molestado un poco a mis padres, lo que me hace deducir que eso influyó mucho más en la decisión para cortarme o no el cabello.
Pude notar como a mi lado, Alessandro se reía de mi cara de disgusto, al no haber recibido la respuesta que deseaba. Quise golpearlo, pero entonces se me ocurrió una pequeña idea para que mi papá accediera.
—Por favor, papá. De todas formas se va a caer con el tratamiento ¿por qué no adelantarnos a los acontecimientos? —reprocho y apoyo mis codos en el asiento delantero, en donde se encontraba mi mamá, quien solo se había limitado a escuchar todo este tiempo.
Mi papá gira su cabeza en mi dirección y me dedica una mirada severa, que es acompañada por el ceño fruncido de mi mamá.
—No uses tu enfermedad para cumplir tus caprichos, Eileen. He dicho que no, y esa decisión se respeta —sentencia y vuelve a dirigir su mirada al frente, para luego comenzar a conducir.
—Terminarás por acceder —susurro, siendo escuchada por el moreno. Le dedico una mirada de odio y este se encoge de hombros con una sonrisa inocente.
Derrotada, dirijo mi mirada a la ventana que tengo al lado y comienzo a observar las cosas pasar. Todos estábamos envueltos en un silencio un tanto incómodo, ni siquiera Alessandro había hablado —y eso que era uno de sus pasatiempos—.
Cada uno estaba perdido en sus pensamientos, por mi parte estaba un poco frustrada por la actitud de mi papá, pero sabía que accedería.
— ¿Vas a decirle a tus padres de lo nuestro? —susurra en mi oído el ruloso y yo frunzo el ceño confundida. ¿Acaso no les había dicho él?
—Te odio —musito y le dedico una mala mirada. ¡Siempre me dejaban la parte más difícil a mí!
—Eso quisieras. —Ríe y besa mi mejilla con rapidez—. Sesión de fotos en tu casa —termina, dejándome totalmente descolocada por su acto. No estaba acostumbrada a las muestras de cariño repentinas y menos cuando mis padres estaban presentes. Solo espero que no se hayan dado cuenta del gesto o tendría que hablar antes de lo planeado.
—Maldito tráfico —brama mi papá, ignorándonos totalmente. Estaba molesto porque solo logramos avanzar unas cuadras antes de sumirnos en el tráfico de la ciudad.
Solté una pequeña risa por su comentario y volví a mirar por la ventana para así pasar el rato. El auto estaba a un costado del parque en donde Alessandro solía tomar fotografías y en donde salíamos en ocasiones con Aiala y Emmanuel. Estuve a punto de volver mi mirada al frente, dado que no había nada interesante allí, pero mi acción se vio interrumpida por un comentario de Alessandro:
— ¿Esa no es Aiala y su novia misteriosa? —Busqué con mi mirada a la nombrada y sin quererlo quedé totalmente muda por la sorpresa.
Cuando Aiala me habló sobre su novia, Fanyany, no sabía que se refería precisamente a Fanyany River. La prima de mi hermanastra, Jasmine.
Nota de autora:
No pensaba traer capítulo hoy, pero estoy muy feliz por haber llegado a mil lecturas, así que nada, aquí está el capítulo y espero que lo disfruten.
Por cierto, a que no se esperaban lo de la prima de Jasmine y... Tenemos nueva portada y separadores ehhh.
Sin mas que decir, los quiero
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