Capítulo 33

Emmanuel García

Había pasado la noche y por alguna razón, Eileen aún no despertaba. El doctor explicó que se debía al medicamento —o los medicamentos— que le habían suministrado y aunque me alegraba saber que despertaría, la espera me estaba matando.

Suspiré, intentando controlar las desorganizadas ideas que pasaban por mi cabeza y luego pasé una mano por mi cabello, como si esa acción hiciera alguna diferencia en mi estado. Iba a morir de culpa si seguía solo por más tiempo, así que con pereza me incorporé y comencé a caminar lejos del pequeño muro que estaba a las afueras del hospital; aunque mi paso se detuvo cuando vi a Alessandro caminando hacia mí con cara demacrada. Realmente estaba agotado ¿cuánto tiempo llevaba en el hospital?

— ¡Hey, no supe cuándo llegaste! —Exclamó, Alessandro una vez llegó a mi lado aunque al instante señaló con su cabeza el pequeño muro para que fuéramos allí.

—Llegué ayer en la tarde, aunque estuviste ocupado como para notar mi presencia —expliqué con un poco de desdén en mi voz y sonreí a medias.

Aunque entendía lo que estaba sucediendo entre Eileen y él, no dejaba de afectarme y a pesar de ser mi amigo, no podía evitar que soltara ese tipo de comentarios.

—Me alegra que hayas vuelto, aunque no sea en las mejores circunstancias —comentó, ignorando totalmente mi comentario anterior. Debía estar bastante cansado como para no haber respondido con algo igual de venenoso, al menos en broma.

— ¿Cómo está ella realmente? —cuestioné y me giré para ver su expresión.

Alessandro suspiró y luego dirigió su mirada al lado opuesto de mi rostro y no sé si lo hizo por los rayos del sol que daban directamente a sus ojos o porque simplemente no quería que notara cómo reaccionaba ante mi pregunta.

—Verás... —Volvió a suspirar—. Hay días en donde está realmente insoportable, ya sabes, Eileen en su máximo esplendor —comentó en forma de burla, haciendo que los dos riéramos y luego continuó—. Pero, hay otros días en donde sus energías no alcanzan para ser ella y créeme, me he acostumbrado tanto a su mal humor, a su capacidad de irritarme cuando me dice "inmaduro" o "dramático" y hasta me acostumbré a sus chistes que dan más pena que risa... Me acostumbré tanto a la Eileen sana y con energías para molestar, que cuando no es así, realmente le extraño.

No supe cómo reaccionar, Alessandro soltó todo eso como si llevara tiempo guardándolo y por fin se liberara de una carga. Y no era para menos, el moreno es una de las pocas personas que estuvo con Eileen desde el principio, soportando no sé qué tantas cosas y aun así se quedó.

Y así eras como una vez más me sentía culpable, porque no solo le fallé a una persona, sino a dos y para ponerle la cereza al pastel, los dos eran mis mejores amigos.

—Emmanuel, no conozco ni entiendo del todo la relación que mantienes con Eileen. Tampoco entiendo tus acciones, aun así no te juzgo, pero por favor, ya suéltala para que busque nuevos horizontes —Añadió el moreno después de una larga pausa.

En mi cabeza solo rondaba una frase después de todo lo que había dicho Alessandro y aunque fuera cruel decirla después de ese discurso, no podía quedar con la duda.

— ¿La quieres, verdad?

Esta vez, Alessandro sí me miró. Sus ojos verdes emanaban algo que no lograba entender del todo.

—No es algo que pueda responderte ahora mismo —dijo más para él que para mí y yo, a pesar de ya conocer la respuesta, con una sonrisa en la boca dije:

—Está bien, vamos. Hay una castaña que debe estar anhelado nuestra presencia.

Alessandro rio y comenzó a caminar en dirección a la entrada del hospital. Era cierto que estaba acercándose a la chica que me gustaba, pero ese idiota de ojos verdes, seguía siendo mi mejor amigo y solo por eso, intentaría hacerme a un lado.

[...]

Caminaba impacientemente en el pasillo que daba a la habitación en donde se encontraba, Eileen. Finalmente había despertado y yo estaba esperando a que Mason me diera el aval para entrar a encarar a la castaña. Estaba realmente aterrado por cómo iba a reaccionar en cuanto me viera, aunque me aterraba mucho más que no quisiera verme, por esa razón le pedí a Mason que no dijera nada sobre mi presencia allí y por lo menos así evitaría que uno de mis miedos se cumpliera.

Mordí mi labio inferior impaciente, ¿cuánto tiempo tardaría Mason en salir de la habitación? Quería que saliera ya, para así terminar con esto de una vez por todas. "No debe ser tan difícil" pensé, aunque en el fondo sabía que sí lo iba a ser, estaba en juego mi amistad con Eileen y ella no era una persona que olvidara fácilmente.

Pasados unos segundos, mis suplicas fueron escuchadas y Mason salió de la habitación en donde se encontraba Eileen y con un asentimiento de cabeza me informó que mi hora había llegado. Era ahora o nunca. Caminé con seguridad por el pasillo, pasando por el lado de Mason, quien apretó mi hombro izquierdo en señal de apoyo, hasta él sabía que esto sería difícil.

Una vez que estuve en frente de la puerta, solté el aire contenido y entré, sonriendo por la escena que estaba presenciando, liberándome así un poco de la presión que sentía en ese momento.

—Maldito catéter de... —brama la castaña, pero deja su frase a medio camino en cuanto me ve en la entrada. Sus ojos color miel chocan con los míos y en su rostro se forma una expresión de confusión y agotamiento.

Me mira intentando entender que mi presencia allí, no era producto de su imaginación y yo, por mi parte permito reafirmar la anterior imagen de ella, cuando aún estaba inconsciente.

—Hola —susurré, intentando cortar el incómodo silencio que se encontraba presente en la habitación. Eileen aún estaba aturdida, aunque segundos después su rostro se comprimió en una mueca de dolor y enojo a la vez. Su mandíbula se tensó y su mirada lanzaba constantes cuchillos hacia mí.

Segundos después, habló:

— ¡Excelente, Emmanuel! —Su voz iba cargada de rabia y sarcasmo, era bastante obvio que mi presencia aquí no le había generado ninguna emoción positiva y yo, como el estúpido que soy, intenté acercarme, pero esta me dio una mirada de repulsión, dándome a entender que no me quería cerca.

—Eileen, yo... —Intenté hablar, pero ella me interrumpió abruptamente.

—Cállate ¿quieres? —Suspiró y pasó una de sus manos por su rostro con la frustración emanando de ella—. Te esperé, Emmanuel y no solo eso, te necesité y busqué. Lo hice como una maldita estúpida —alega y luego ríe cínicamente.

Nuevamente intento hablar, pero esta continúa:

— ¡Mantuve la esperanza de que vendrías! Te esperé como un niño al cual le prometieron un dulce y tú...—Su voz se quebró, por lo que tuvo que tomar una pausa—. Tú nunca viniste.

Sus lágrimas comenzaron a caer sin autorización y esta las limpiaba bruscamente, aunque seguían cayendo. Tuve la tentación de acercarme para abrazarla, pero sabía que me rechazaría y golpearía, así que me mantuve en mi posición y finalmente hablé:

—No sabes cuánto lo siento y créeme que todo tiene una explicación...

— ¡Metete tus "lo siento" por el chiquito! —Bramó— ¿Qué puta explicación es válida cuando le fallas a tu mejor amiga? —cuestionó entre sollozos.

Mis ojos se abrieron en sorpresa por el vocabulario que había empleado, ya que era poco común en ella. A pesar de ello en su rostro no se cruzó ninguna muestra de arrepentimiento, por el contrario, su furia era más evidente en este punto. Yo tragué fuerte y analicé mis palabras antes de hablar:

—Eileen, solo te pido me des una oportunidad para explicarte qué sucedió. —En este punto mi voz sonaba suplicante, pero poco me importaba. De verdad quería que Eileen me escuchara y si debía suplicar, lo haría.

—Vete a la mierda. Perdiste todas tus oportunidades de hablar conmigo —espetó y luego desvió su mirada, evitando así que continuara viendo sus lágrimas caer sin control.

—No, Eileen. Me vas a escuchar sea cuando sea, pero así será y sabes por qué —pregunté retóricamente, atrayendo nuevamente su mirada hacía mí—. Porque tú aun eres mi mejor amiga y una de las personas más importantes de mi vida. Y sí, me iré a la mierda, pero ten por seguro que sé limpiarme y una vez lo haga, volveré a ti, como siempre lo he hecho —afirmé y abrí la puerta de la habitación, pero antes de salir, Eileen habló:

—Solo... No seas otro error.

Yo sabía a qué se refería con esa frase, así que antes de salir, susurré:

—Lo prometo.

Nota de autora:

¡AHHHHH! Por fin salió el título del libro, pero... ¿Qué querrá decir?

Por otra parte, Eileen despertó, es una buena señal ¿no? En cuanto a Emmanuel ¿están con él o en su contra? Como sea, yo lo amo igual, es mi bebé.

Sin más que decir, espero les haya gustado el capítulo, no olviden votar, cometar y compartir si es así.

Los quiere, Paulina.

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