Capítulo 29
Hace varios días había tomado la decisión de dejar de esperar y simplemente continuar. Aun no recibía noticias de Emmanuel y a ser sincera ya no me interesaba recibirlas, en las semanas que transcurrieron tuve que entenderlo a las malas.
Sí, había entendido que era estúpido esperar algo que simplemente no iba a suceder, me la pasaba con la tonta fantasía de "si me quiere llamará" y repetí tantas veces esa frase en mi cabeza procurando que la esperanza se mantuviera viva, pero no fue así. Esperé pacientemente, pero así como todo tiene su límite, yo llegué al mío.
—Queridos estudiantes, me temo informarles que la feria de literatura, arte y fotografía será pospuesta hasta nuevo aviso, esto debido a diferentes asuntos externos de la escuela. Esperamos que puedan entender y que dada la fecha presenten sus mejores trabajos —informa el maestro Russel para acto seguido continuar con su clase.
Había tomado la decisión de asistir a la escuela para así ignorar un poco los efectos del linfoma, aunque para mi desgracia, el que yo la ignoraba no implicaba que los demás se hicieran de la vista gorda. Era inevitable no notar los efectos secundarios de la quimioterapia, como lo agotada que lucía y sobre todo, era imposible no notar mi hermosa cara de trasero que se mantenía así durante la mayor parte día.
Aiala me reprendía constantemente, diciéndome que con ignorar la enfermedad no haría que esta desapareciera y mucho menos cambiaria mi desagradable situación, sin embargo yo me defendía diciéndole que era mi única alternativa para no sentirme tan miserable mentalmente. Ya bastante tenía con el agotamiento físico.
—Alguien tendrá que suspender su sesión fotográfica —menciona Aiala sacándome de mis pensamientos.
Me giré para verla y la encontré haciendo una carta para su amor secreto, quien al parecer ya no era tan secreto porque aunque lo intentó, no pudo evitar que viera el encabezado de la página, en donde claramente se veía el nombre "Fanyany"
—Así que... Fanyany... —Bromeé y le codeé el brazo para hacerla molestar.
—Que te den. —Rodó los ojos y continuó escribiendo la carta.
—La verdad es que sí creo que suspenderé la sesión, no me siento muy bien. —Cambié el tema de conversación, evitando así que la heterocroma se molestara por mi imprudencia.
Eso no quiere decir que era una excusa, porque la verdad si me sentía muy mal y a ser sincera cada día me sentía peor, me costaba levantarme de la cama y en ocasiones mi cuerpo dolía bastante, ya fuera por la enfermedad o bien por el tratamiento.
— ¿Quieres que llame a tu mamá? Sabes que tienes autorización para salir si estás tan mal —su voz se torna preocupada y su mirada se posa en mí. Exactamente esto era lo que más me molestaba de tener que enfrentar la enfermedad.
—No te molestes Aiala, solo faltan un par de horas para acabar la jornada escolar. Además hoy tengo tratamiento así que por ley tengo que ir al hospital hoy —Le dedico una sonrisa un tanto tranquilizante y desvío mi mirada hacia el frente del salón, debía enfocarme en otras cosas si quería que el malestar pasara.
—Está bien, pero si te veo muy mal no te preguntaré una segunda vez. —Se limitó a contestar y yo asentí con la cabeza.
[...]
Me dirigía a mi casillero junto con Aiala, mis ojos pesaban y sentía que en cualquier momento caería al suelo. El tiempo transcurrido de la clase no había ayudado en lo más mínimo para sentirme mejor, mucho menos para calmar el palpitante dolor que se había localizado en mi nuca.
—Eileen ¿te encuentras bien? —cuestiona Alessandro a mi lado.
No sabía en qué momento había llegado con nosotras, solo sabía que ahí estaba y mantenía una expresión bastante seria para ser normal, se veía imponente y un tanto ¿preocupado?
—Si, solo tengo un poco de sueño —contesto y luego suelto un bostezo fingido para que me creyera.
Su mirada se posó en mi rostro y por su expresión pude notar que no me creyó, mientras tanto yo solté una risita nerviosa y tuve el pequeño impulso de lanzarme a sus brazos y reírme de él, salvo que no lo hice porque me encontraba un poco ida.
—Llamaré a tu mamá. —Sentenció Aiala con autoridad y sacó su teléfono celular, sin embargo lo tomé y me dediqué a hablar.
—No lo hagas, ya te dije que solo tengo sueño —respondí molesta e intenté dar un paso hacia el lado contrario, sin embargo mis piernas flaquearon y estuve a punto de caer al suelo. De no haber sido por Alessandro y por sus malditos y fuertes brazos, mi cabeza tendría una fuerte lesión.
—Lo que tu digas pequeña amargada —exclamó Alessandro y me arrebató el celular de Aiala para luego tendérselo y que de esta manera ella pudiera llamar a mi mamá. Esta vez no intenté evitarlo, ya no valía la pena.
No sé cuanto tiempo tardó en llegar, lo que si sabía es que ahora me encontraba caminando hacia la salida de la escuela junto con mi mamá y los chicos, quienes amablemente me llevaron alll auto de mi mamá y se despidieron prometiendo ir al hospital una vez acabaran las clases, después de todo la única que tenia permiso para salir era yo.
—Eileen ¿cómo te sientes? —cuestiona mi mamá con preocupación.
—Tengo mucho sueño —confesé y solté un suspiro de cansancio.
—No te vayas a dormir Eileen —Advierte mi mamá y como si esas palabras fueran una canción de cuna, me dormí.
Estaba lo bastante cansada como para seguir órdenes. Lo único que deseaba en ese momento era estar en mi cama, aunque me conformaba con el auto, también era cómodo.
Una vez desperté pude distinguir las blancas paredes del hospital y la incomodidad del catéter que se encontraba en mi mano izquierda.
Al parecer el tiempo que dormí había sido aprovechado para mi quimioterapia y aunque no era mi definición de comodidad, por lo menos ya no me sentía tan mal como antes y el dolor localizado había desaparecido casi por completo, así que gracias doctor o quien sea que me haya atendido.
—Eileen que bueno que despertaste —habla el mismo doctor que se había encargado de dirigir de mi tratamiento, cuyo nombre no me acuerdo en este preciso momento.
Estaba entrando a la habitación junto con mi mamá y por la expresión de esta pude notar que no había recibido muy buenas noticias por parte del oncólogo.
—Si bueno, me hacía falta un poco de sueño. —Corté el pequeño silencio incomodo que se había formado cuando me distraje con la expresión de mi mamá.
Acto seguido me acomodé en la camilla para así evitar un poco la incomodidad que esta generaba en mi espalda.
—Despertaste graciosa —Señaló y luego observó la hoja que tenía en una de sus manos—. Bien Eileen, tuvimos que hacerte algunos estudios para descartar algunas opciones, pero por ahora no hay que preocuparse así que los dejo para que puedan charlar —Explicó y luego salió de la habitación, dando así entrada a Aiala y Alessandro quienes al parecer acaban de llegar.
Estos me miraron y me dedicaron una sonrisa cada uno, yo se las devolví aunque no con la misma intensidad que ellos.
—Hija, hemos tomado una decisión. Tu padre y yo, con algunas recomendaciones del doctor y de los chicos. —Mi mamá corta el silencio y cruza los brazos sobre su pecho.
¡Excelente! Nuevamente tomaban decisiones a mis espaldas, nada nuevo la verdad. No sé por qué no me había acostumbrado a ello, si era lo que solían hacer desde hace ya un tiempo.
—¿Otra hermana vendrá a vivir con nosotros? —Solté con sarcasmo y dirigí mi mirada al catéter de mi mano. Era un poco entretenido ver los líquidos que corrían de él.
—No Eileen, después de lo sucedido hoy decidimos que no volverás a la escuela. Al menos hasta que sepamos que el tratamiento está funcionando... —sentenció y al momento su expresión cambió a una de arrepentimiento, había dicho más de lo que debía.
—Debe ser una broma... ¿Por qué no me iban a decir que el tratamiento no estaba funcionando? —cuestioné molesta.
—Eileen, aun no es seguro, pero preferimos prevenir a que suceda algo peor —aclara y se acerca a la camilla para tomar mi mano, sin embargo la esquivo y dirijo mi mirada a los chicos, quienes me dan a entender con su expresión que están de acuerdo con la decisión.
— ¡Genial! Decidamos sobre la vida de Eileen. Nuestra vida es tan aburrida que podemos hacerlo —solté con notorio sarcasmo y suspiré.
Maldecía el día en que el cáncer apareció en mi vida.
—Ya está decidido. Te guste o no, la escuela estará suspendida por un tiempo —anuncia con firmeza y se cruza de brazos.
Estaba bastante seria, cosa que rara vez pasaba. Sabía que estaba preocupada por mí, pero tomando esa decisión no haría que me sintiera mejor, solo haría que me ahogara en una depresión de la cual temo, no podría salir. No ir a la escuela podría ayudar a mi salud física, pero ¿y mi salud mental? Esa, al parecer ya no importaba.
—No lo entiendes mamá. Comprendo tu preocupación por mí, pero es parcial. Sé que quieres que esté bien porque soy tu hija y te niegas a la posibilidad de perderme, pero ir a la escuela no es solo eso para mí. Desde que me enteré del linfoma, ir allí ha sido una escapatoria para la misma... No me la quites... Por favor. —supliqué.
—Encontrarás otra escapatoria. —dijo fríamente y luego salió de la habitación sin si quiera mirarme.
Tomé una bocanada de aire intentando entender lo que acaba de suceder, pero era casi imposible. La respuesta de mi mamá me había dejado atónita, jamás había sido tan dura y fría conmigo, no hasta hoy y no podía negar que me había dolido.
—Eileen, estarás bien —habla Aiala interrumpiendo mis pensamientos. Ella junto a Alessandro se habían quedado en la habitación, tal vez igual de confundidos que yo, pero dándole la razón a mi mamá.
—No lo sabes, ni siquiera yo lo sé —respondí cortante—. Por favor llamen a mi mamá, debo decirle algo importante. Si desean quedarse bien, si no, me da igual —continué.
De inmediato Aiala salió de la habitación en busca de mi mamá, dejándome sola con Alessandro. Ninguno pronunciaba palabra, cada uno estaba perdido en pensamientos y a mi lo que menos me interesaba en ese momento era hablar y terminar recibiendo reproches de su parte.
Así pasaron varios segundos hasta que finalmente Aiala llegó junto con mi mamá, quien ahora se portaba inexpresiva, algo así como mi papá solía actuar.
—Ya que el tratamiento no está funcionando, dejaré de tomarlo —anuncié con decisión y de inmediato la expresión de mi mamá cambió a una confundida y la de los chicos a una de sorpresa.
A decir verdad, era algo que ya estaba considerando hace tiempo y ahora mi decisión se había reafirmado. Era estúpido hacer algo que simplemente no funcionaba.
—Eso no —habla mi mamá después de unos segundos.
—¡Basta mamá! ¡Basta todos! ¿Con qué derecho se creen a decidir sobre mi vida? No quiero continuar y punto —exclamo y de inmediato siento mis ojos picar por las lagrimas que se aproximaban. La verdad es que ya se estaban tardando en venir.
—Eres una egoísta por tomar esa decisión Eileen. ¿No piensas en nosotros? —interviene Aiala y me dedica una mirada de reprobación. Por su parte, Alessandro mantenía una expresión confundida.
— ¿Egoísta yo? —reí cínicamente y a la vez sintiendo como una lagrima comenzaba a bajar por mi mejilla—.Me has visto Aiala, horas de tratamiento, horas de dolor. Ni siquiera puedo mantenerme lúcida durante el día por los medicamentos. No tienes idea de cuantas veces pensé en rendirme, sin embargo me repetían que todo estaría bien y que debía luchar por todos. Así que dime Aiala, después de todo eso ¿soy yo la que no piensa en ustedes?
Ninguno respondió, porque sabían que en el fondo, yo tenía razón. Porque todo el tiempo que llevaba de tratamiento lo había hecho por ellos y no por mí, porque me repetía cada una de sus palabras, pensando que si no continuaba los iba a decepcionar, pero ya estaba harta de ello.
Me preocupé tanto por el sentir de los demás, que casi olvido el mío.
—Eileen, nosotros no... —Por primera vez, Alessandro habló, pero lo interrumpí antes de que terminara.
— ¿No lo sabían? No hay problema, algunos se preocupan por el sentir de los demás y otros solo se preocupan por el suyo. —gimoteé.
—Hija, yo... —Mi mamá intenta hablar, pero al igual que Alessandro es interrumpida por mi.
—Solo déjenme sola, por favor. —pedí y luego dirigí mi mirada a otro lado de la habitación. Segundos después escuché pasos alejándose y solo ahí me permití respirar nuevamente. Sin embargo la presencia de alguien me hizo sobresaltar.
—Por favor no te rindas Eileen. No quiero que la causante de mis sonrisas más recientes, se convierta también en la causante de mi tristeza —susurró Alessandro y luego salió de la habitación.
Me iba a golpear por esto después, pero definitivamente las palabras de Alessandro me hicieron reconsiderar mi decisión.
Nota de autora:
Uhhhh, capítulo un poco intenso. ¿Qué piensan de las decisiones tomadas? Yo quedé en shock, pero bueno, es Eileen y es su vida jajaj.
Muchas gracias por leer, no olviden votar y comentar si les gustó el capítulo, nos leemos pronto.
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