Capítulo 28

Emmanuel García

Seguía sin creer que había recibido una llamada de Eileen. Porque de todas las cosas que pasaban por mi cabeza, está situación jamás había aparecido por ella.

Llevábamos hablando un rato bastante largo y si me pagaran por todas las veces que cambié de posición en mi cama, en este momento tendría más dinero que la familia Kardashian.

—Emmanuel yo... —susurraron al otro lado de la línea. Estaba tan perdido en mis pensamientos que no había notado que Eileen se había detenido sin terminar la frase, debido a que unos golpes en la puerta de mi departamento la habían interrumpido.

—No te preocupes, continúa hablando, es solo la puerta. —Le animo mientras me levanto con pereza de la cama para descubrir quién está tras la puerta.

Una vez la abro, mi ceño se frunce en señal de confusión. La persona que se encontraba fuera de mi apartamento mantenía un semblante preocupado y aunque jamás la había visto en mi vida, sentía curiosidad por su expresión. Le indico a la chica que espere unos segundos y me dirijo nuevamente a la castaña.

—Eileen, dame unos minutos. Atiendo a la chica y continuamos hablando, no cuelgues por favor, no sé si volverás a llamar o si quiera responder. —Me excuso y ella responde con un simple "okey".

—Hola, lamento interrumpirte, tu debes ser Emmanuel. —Señala mi celular apenada a lo que yo le resto importancia con la mano, sabiendo que Eileen no tendría problema con esperar y luego le digo a la chica que continúe—. Me presento, soy la hermana de Kiriat, Kiabeth. Perdón la insistencia, pero la verdad estoy muy preocupada por mi hermana. Me llamó hace unos minutos y estaba muy alterada. —Tomó un respiro antes de continuar—. No sé si te contó, pero sufre de depresión y ansiedad, temo lo peor. Llegué a su departamento y no me abre, quizá tu sepas cómo abrir la puerta o a ti te atenderá, ella me ha hablado bastante de ti. —Explica y yo susurro un "pinche chamaca" refiriéndome a Kiriat.

Sabía que no estábamos en los mejores términos, pero era inevitable no sentir preocupación, ya que esta no era la primera vez que me veía frente a estos problemas y me generaban un poco de angustia. Así que sin pensarlo dos veces me dirigí nuevamente a la castaña.

—Eileen ¿sigues ahí? ¿Podemos hablar luego? Creo que esto es importante, prometo no tardar —cuestiono con un notable tono de súplica en mi voz.

—No te preocupes, ve a hacer lo que tengas que hacer, puedo esperar —contestó y yo solté un suspiro de alivio. Me alegraba saber que a pesar de todo, ella siempre buscaba lo mejor para los demás, sin importar si los conocía o no.

—Gracias Calwell.

Una vez colgué, tomé las llaves de mi departamento y me dirigí junto a Kiabeth al departamento del lado.

Estaba preocupado, sí, pero eso no me impidió mantener la cabeza fría y gracias a eso logré recordar que Kiriat guardaba una llave de repuesto en la parte alta del marco de su puerta, la cual tenía una pequeña rejilla para que le entrara aire al departamento.

El hecho de que Kiabeth no supiera esto se me hizo un poco extraño, sin embargo eso no era mi prioridad en esos momentos, así que lo dejé pasar.

Una vez entramos, logré llegar a la habitación rápidamente y una oleada de alivio me invadió una vez que vi a la rubia en un rincón, viva.

Me acerqué a ella con rapidez y me coloqué en cunclillas para estar a su altura, esta levanto su mirada y en ese momento los recuerdos de un pasado me invadieron, pero los alejé y me concentré en la rubia, la cual estaba a punto de tener un episodio de ansiedad, lo sabía por sus movimientos.

—Kiriat, mírame. Vamos a emplear una técnica que aprendí hace algún tiempo para así evitar el ataque de ansiedad. A ver, dime cinco cosas que puedas ver —dije con delicadeza ya que no quería exaltarla. Esta tardó un poco en actuar y su mirada se tornó confusa, sin embargo al final hizo lo que le pedí.

—T-tu cara, m-mi hermana, el su-suelo, mi cama y tu ropa. —Su voz salía un tanto entrecortada y su respiración seguía siendo agitada, así que continúe. Sabía que no era experto en tratar este tema, pero esperaba que esta técnica sirviera de algo.

—Muy bien, ahora dime cuatro cosas que puedas sentir. —Le animé, mientras mantenía mi vista fija en ella.

—T-tu camiseta... —Se detuvo unos segundos y de esa manera pude notar como empezaba a pensar, lo cual me indicaba que sí estaba funcionando—. Mi piel, cobijas y... El suelo.

—Perfecto, ahora dos cosas que puedas oler. —Le sonreí y noté como su respiración se comenzaba a normalizar, al igual que sus movimientos.

—Perfume y chocolate —respondió con rapidez y sonreí satisfecho, sin embargo continúe con la técnica indicándole que dijera una cosa que pudiera probar—. Hamburguesa —dicho esto nuevamente estaba en calma. Una vez más lo había logrado.

Noto como Kiabeth —quien al parecer había salido de la habitación— llega con un vaso de agua y se lo tiende a Kiriat quien se levanta del suelo, lo recibe y toma un sorbo, para luego entregarle nuevamente el vaso a su hermana.

—Muchas gracias, yo aún no sé cómo... —Kiriat intenta hablar, sin embargo la interrumpo.

—No te preocupes, ya pasó. Ahora intenta descansar un poco —propongo y acaricio su brazo con delicadeza. Ella solo asiente con la cabeza y se acuesta en la cama, todo esto mientras Kiabeth observaba.

Diez minutos después la rubia se duerme, así que Kiabeth y yo nos dirigimos a la pequeña sala. Ya estaba listo para irme.

—De verdad no tengo como agradecerte. Aun me cuesta reaccionar cuando tiene estos episodios, en cambio tú sabias perfectamente lo que hacías.

—No hay de qué, tengo un poco de experiencia con ello. Ya debo irme, pero por favor, una vez que Kiriat despierte asegúrate de que tome sus pastillas. —Ordeno, sabiendo que tenía una receta médica para ello.

Nos despedimos y una vez llego a mi departamento decido dormir, estaba totalmente agotado. Además, mi charla con Eileen podría esperar un poco más, después de todo teníamos mucho tiempo.

[...]

Clases, clases y más clases. Llevaba dos semanas con más clases que vida social y juraba que seguía así moriría virgen, soltero y toda mi herencia iría a siete gatos negros.

Por otra parte, desde que estuve en el departamento de Kiriat, las cosas entre los dos mejoraron y de alguna manera esa "no relación" que manteníamos se había fortalecido. Además ahora era algo así como un "psicólogo frustrado" según Kiriat y todo porque Kiabeth —quien se fue hace un par de días— me había dejado la tarea de asegurarme de que la rubia tomara sus medicamentos, lo cual estaba haciendo.

— ¡Hey, Emmanuel pero no Kant! Quise hacerte una pregunta hace tiempo, pero tenía un poco de vergüenza, ahora no, así que ¿cómo sabias controlar el cuadro de ansiedad y lo de las pastillas? —cuestiona Kiriat mientras roba una de las papitas de mi almuerzo a lo cual le doy un manotazo por su acción.

—Es una larga historia... La cual no me da tiempo de contar. —Me limité a responder y luego me encojo de hombros. Esa historia era bastante personal y traumática como para contarla, así que la contaría una vez me sintiera bien al hablar de ello. Y la primera persona en saberlo no sería Kiriat, sino Mason.

Me pierdo en mis pensamientos hasta que segundos después suena mi celular y Kiriat lo toma con confianza, por lo cual no rechisté. Después de todo tenía bloqueo y aunque no lo tuviera, lo que llegaba a mi celular no era de mayor importancia.

— ¿Qué era? —cuestioné y tomé una papita para luego meterla a mi boca y comerla.

—Nada de importancia —Se encogió de hombros y luego me tendió el celular.

Lo revisé y al ver que era cierto lo que decía decidí escribirle a mi mamá para informarle que estaba bien, aunque de inmediato la imagen de Eileen vino a mi cabeza.

Prometí llamarla. Y eso haría una vez tuviera tiempo, además no era como si ella estuviera muy interesada en esa llamada ya que no respondió ni uno de los mensajes que le hice llegar, así que la llamada podía esperar un poco más.

—Y bien Kiriat Forrest... ¿Cuál es tu historia? —pregunté intentando saber un poco más sobre sus patologías, ya que estas no surgen porque sí, yo estaba seguro de ello.

—Bueno... —Fue interrumpida por la alarma de mi celular, la cual indicaba el inicio de la siguiente clase—. Supongo que será en otra ocasión —cortó y se alejó con rapidez del lugar, dejando muchas preguntas sin respuesta en mi cabeza.

Me quedé unos segundos analizando la situación, intentando generar respuestas a mis interrogantes, lo cual no resultó porque como siempre terminé con más preguntas que respuestas.

¿Quién carajos eres Kiriat Forrest? ¿Qué te sucedió? Y sobre todo... ¿Cómo carajos es que me has visto la cara de estúpido todo este tiempo?

Nota de autora

¡Vaya! Al parecer la "no misteriosa" Kiriat, si es un tanto misteriosa y ni hablar de Emmanuel, ¿Qué estarán ocultando este par?

Por otra parte, les invito que se pasen al prefacio, que es totalmente diferente al prólogo que estaba anteriormente, un poco más breve y  ¿misterioso? Espero de verdad les guste (tardé dos días escribiendolo). Además, el nombre del libro aparecerá pronto, en eso del capítulo 33, así que nada, se vienen cosas buenas (al menos eso creo yo).

Nos leemos luego.

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