Capítulo 26
Eileen Calwell.
Creer. Una palabra tan sencilla podría significar algo tan complicado, toda nuestra vida nos enseñan a creer en algo, en alguien e incluso en nosotros mismos y todo esto sin importar si somos capaces de entenderlo o si quiera conocerlo.
Aprendí a creer en muchas cosas; en la vida después de la muerte, en los fantasmas, en Dios, en fin, demasiadas cosas como para ser contadas con la mano, pero alguna vez me pregunté ¿Creo en mi? La respuesta era un rotundo no, y a pesar de que a lo largo de mis diecisiete años de vida me repetían "Cree en ti, tú puedes", jamás llegué a cuestionarme si en realidad lo hacía y es que ahora me encontraba en un punto donde no hallaba la valentía para si quiera hacerlo. Porque de nada sirve si todos creen en ti, menos tu.
—Con el tiempo veremos los efectos colaterales, sin embargo es necesario que alguien te recoja siempre que acabes tus sesiones. Esto es por seguridad. —El doctor me saca de mis pensamientos informándome todo sobre el final de la sesión.
Por fin había acabado y me sentía ansiosa por volver a casa, estaba cansada y tenía un poco de mareo, aunque podía tolerarlo. El proceso fue aburrido y silencioso como supuse que sería, tuve bastante tiempo para pensar y ya me había aburrido de hacerlo. Agradecía que las próximas sesiones estaría acompañada, porque si no fuera así lo que me mataría en realidad sería el aburrimiento y no la enfermedad.
Por otra parte, mi mamá se había encargado de informarle a Alessandro del tiempo que tardaría, esto para que no viniera tan temprano a hablar conmigo. Esto me daría tiempo para tomar un poco de energías.
—Gracias doctor, nos veremos otro día —habla mi mamá por mi, yo me sentía bastante agotada como para si quiera mover mi boca.
—Hasta la próxima Eileen. —Se despide con la mano y nosotras salimos de la habitación a paso lento, al parecer el doctor entendía cómo me sentía y no me había hecho hablar mucho. Que agradable sujeto.
— ¿Cómo te sientes? —Me cuestiona mi mamá una vez estamos fuera del hospital, allí ya se encontraba Alessandro, estaba sentado en un pequeño muro que había fuera del hospital. Había sido puntual y eso era raro, definitivamente era importante lo que iba a pedirme.
—Relativamente bien, estaré mejor luego. —Le dedico una sonrisa tranquilizante y nuevamente dirijo mi mirada al ruloso.
—Vale, te doy veinte minutos para que hables lo que tengas que hablar con Alessandro. Te espero en el auto —dice y me da un beso en la cabeza, luego se aleja dejándome sola con el moreno.
Me acerco a paso lento hacía el chico, este al verme sonríe y llega a mi más rápido de lo que yo llegaría a él.
—Te ves fatal —bromea y niega con la cabeza.
—Gracias, es reconfortante saberlo —escupo con sarcasmo y este suelta una risa provocando que yo ruede los ojos con fastidio.
—Que humor. —Rueda los ojos y ahora soy yo quien rio. De verdad estaba ansiosa por saber qué me pediría Alessandro, pero más ansiosa estaba por llegar a casa y dormir, así que intentaría apresurar todo. Ya me estaba imaginando en mi cuarto y de solo pensarlo me emocionaba.
— ¿Podrías? —cuestiona Alessandro sacándome de mi trance. Definitivamente eso de "apresurar las cosas" no estaba saliendo del todo bien para mí.
—Disculpa, no estaba prestando atención —Me sincero, aunque no puedo evitar soltar una pequeña risa por mi torpeza.
—Te lo perdono esta vez. Lo que quería pedirte es algo bastante sencillo. ¿Quieres ser mi modelo para la feria? —Lo último lo dijo casi en un susurro, sin embargo pude escucharlo.
Esas palabras hicieron que todo el agotamiento en mi cuerpo se disipara y que mis sentidos estuvieran alertas, ¿de verdad Alessandro había dicho eso? ¿Lo habré imaginado? Era evidente que la medicina estaba haciendo efecto y ya estaba oyendo cosas que no eran, aunque el doctor jamás mencionó "alucinaciones" como efecto colateral ¿O si? Creo que en realidad aun estaba cansada.
—Si no quieres puedo pedírselo a Aiala, yo entenderé —menciona un poco apenado. Vale, si era cierto lo que había pedido.
—Lo siento, es que de verdad no escogiste el mejor momento para pedirlo, tengo ganas de ir a dormir y tú pones mi mente a maquinar. Típico de Alessandro el imprudente —respondo y me cruzo de brazos, era consciente de que me quedaba poco tiempo para hablar con Alessandro, sin embargo no me importaba.
—Un no habría dolido menos. —Toca su pecho haciéndose el dolido y yo sonrío por su gesto.
—Dramático.
—Amargada.
—Idiota.
—Aburrida.
—Imprudente.
—Bueno, ya estuvo bueno ¿Aceptas o no? —suspira frustrado mientras que yo sonrío con orgullo por haber ganado nuestra pequeña discusión.
—Sería un honor para mi ser su modelo señor Díaz —digo con sorna y hago una pequeña reverencia, casi sentía que el cansancio no estaba presente.
—Que quede claro que solo te lo pedí porque tienes un buen perfil, no te sientas importante. Dios hasta con ese aspecto eres irritante. —Se burla y fija su vista en su teléfono.
—Sí, sí, lo que tu digas. —Hago una pequeña pausa para luego continuar—, dramático. —Este vuelve su vista a mí y me da una mala mirada provocando que yo ría fuerte. Este chico si sabía como alegrarme el día.
[...]
Emmanuel García
—Creo que necesitamos hablar —menciona Kiriat una vez nos separamos, esta respiraba agitadamente y sus ojos habían adquirido un brillo inexplicable.
—Por favor —susurré y bajé la cabeza apenado, claramente besar a Kiriat había sido un impulso estúpido, ¡Ni siquiera me llamaba la atención como mujer! Al menos ahora estaba siendo menos irritante como de costumbre.
—Pasa. —Se limita a decir y me indica con la mano que pase a su departamento, con paso dubitativo me acerqué y entré al lugar.
Este tenía una estructura similar al mío, sin embargo la sala era un poco más pequeña y la cocina más amplia. Tenía unos cuantos sofás color beige y algunas cajas tiradas amontonadas en una esquina de la misma, como si aun le faltara por desempacar cosas aunque llevara bastante tiempo aquí.
—No analices tanto y siéntate. —Me ordena y no me sorprende la firmeza de su voz. Hago lo que me pide y me siento en el sofá más grande, ella repite mi acción sentándose junto a mí, dejando una distancia prudente.
Nos quedamos en silencio unos segundos, que son suficientes como para que el arrepentimiento me inunde, había actuado mal y debía afrontar las consecuencias.
— ¿Quieres hablar primero? Puedo preparar unos vasos de leche mientras lo haces —propone y niego con la cabeza. Era obvio que no podría decir nada coherente en estos momentos, así que esperaría a que ella lo hiciera para así poder pensar en algo—. Insisto en que deberías hablar primero, lo que yo tengo que decir es más importante de los que tu dirás. —Continúa hablando y se levanta del sofá. Frunzo el ceño por sus palabras, sin embargo termino hablando.
—Primero, nada de lo que tú puedas decir ha de ser más importante de lo que yo digo o diré. Segundo, ese beso no fue nada ¿Vale? Espero entiendas que... —No puedo continuar ya que soy interrumpido por la rubia.
—Emmanuel. —Toma aire antes de continuar—. No me vengas con el típico discurso de "No significó nada" como si por un beso yo me enamoraría de ti ¡Estarás idiota! Las personas se besan todo el tiempo sin haber amor de por medio, no me vengas con tu discursito de mierda y tampoco con la típica frase de "No quiero lastimarte" porque no sé si me viste con cara de chica con la que sueles tratar. Eres sencillamente patético. —Su respiración está entrecortada y su pecho sube y baja a gran velocidad.
—Yo no... —Nuevamente fui interrumpido.
—Y si, te seguí el beso ¿Y adivina por qué? ¡Porque se me dio la maldita gana! Y eso no quiere decir que iré tras de ti cual perrito. Una ultima cosa, no te creas la última Coca Cola del desierto, cuando no llegas ni a vaso de agua. —Estaba furiosa y ahora yo también lo estaba, la ultima frase había herido mi ego.
— ¿Acaso no eres así ya? —Me levanto del sofá dispuesto a continuar hablando, y esta vez sin ser interrumpido—. Lo digo porque ¡vamos! Estas pegada a mi como un chicle todo el maldito día, yo creo que eso contradice todo lo que acabas de decir querida Kiriat. —La miro desafiante, como queriendo que ella continúe hablando para yo seguir soltando veneno por mi boca.
— ¿Sabes? —Esta ríe cínicamente y mi ceño se frunce aun más—. No me sorprende que aquella chica te haya mandado a la mierda, eres un asco de persona. —Sigue sonriendo, solo que esta vez lo hace de manera triunfante.
—Tu... —No puedo articular alguna palabra, lo que había dicho sin duda me había dejado un poco desorientado.
— ¿Cómo lo sé? Por favor Emmanuel. —Ríe cínicamente una vez más y luego continúa—. Con solo verte se sabe que el necesitado de amor eres tu, no yo. Ahora lárgate de aquí, no vaya a ser que se me pegue tu necesidad de cariño. —Sin mas me saca del departamento y cierra la puerta con fuerza.
Yo aún seguía desorientado como para pronunciar palabra alguna. La chica tenía bastante carácter y sin duda no era de las chicas que perdía alguna discusión, era exactamente como yo y eso me hacía odiarla aun más.
Me dirigí a mi apartamento, agradeciendo el hecho de que estaba solo, así podría estar enojado a gusto. ¡Maldita Kiriat! Odiaba tener que admitir que de alguna u otra manera tenía razón y que sabía usar las palabras, aunque si le veía el lado positivo a toda esta situación, ella ya no estaría pegada a mí como un chicle y yo podría respirar tranquilo. Me lanzo a la cama y suelto un suspiro frustrado, definitivamente no había sido el mejor día de todos, solo esperaba que no fuera así en lo que siguiera del año, no soportaría tanto drama.
Al día siguiente fue todo tranquilo sin Kiriat en mi camino, me encontraba nuevamente en mi departamento, dispuesto a preparar algo de comer, sin embargo una vibración en mi bolsillo trasero interrumpe mi acción, saco mi celular de ahí con frustración y deduciendo que se trata de Alessandro contesto.
—Si pretendes contarme como besaste a otra chica, no me interesa. —Bufo y espero una respuesta del otro lado.
—Hola Emmanuel. —Saludan al otro lado y de inmediato miro la pantalla de mi celular.
¡Esto debía ser un sueño!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top