Capítulo 25

Siempre me decía a mi misma “Eileen no te metas en problemas”, pero creo que ya era un poco tarde para si quiera intentar hacerlo o al menos pensarlo. Ya era seguro que si antes estaba en la cuerda floja con Jasmine, ahora había caído al vacío y dudo poder salir de este en mucho tiempo. Una cosa más para confirmar que mi relación con Jasmine estaba realmente jodida.

—Eileen Calwell Shiefeld, no olvides que hoy inicia tu tratamiento, te quiero en el hospital una vez acaben las clases. De igual manera en el transcurso de la semana se le informará a la escuela sobre tu caso para así tener los cuidados pertinentes —informa mi mamá sentándose junto a mi en el comedor y apoyando su barbilla en una de sus manos.

Había pasado solo una noche desde lo sucedido con  Jasmine y la tensión se sentía en el aire, justamente las dos fuimos reprendidas y castigadas por la fuerte discusión, así que por mi parte no saldría mas que a la escuela y al hospital para recibir mi tratamiento, todo esto durante un mes. En el caso de Jasmine era casi igual, solo que sin ir al hospital.

—Claro mamá, anoche entendí perfectamente el castigo. No tienes por qué repetirlo —contesto y me levanto de la silla en busca de mi mochila, cuando la encuentro me la cuelgo en los hombros y me hago junto a la puerta para salir de la casa.

—Esta advertida señorita. —Me apunta con su dedo índice y frunce el ceño, asiento con la cabeza para luego dedicarle una sonrisa inocente.

—Hasta luego mamá. —Me despido y salgo de la casa sosteniendo las correas de mi mochila con ambas manos.

Agradecía el hecho de que Jasmine hubiera tenido que salir mas temprano que yo debido a que desayunaría con su tía, esto me daba un respiro. Dudo que alguna de las dos hubiera tolerado ver el rostro de la otra.

Una vez llego a la escuela me encuentro a Aiala conversando animadamente por teléfono, si no supiera quién estaba detrás de esa llamada la hubiera cuestionado, sin embargo sabía perfectamente era la “chica roba suspiros”, apodo puesto por Alessandro.

—Hola, tierra llamando a Aiala. —Chasqueo mis dedos frente a su cara para llamar su atención, esta me indica que espere unos segundos y se aleja a unos pasos de mí. 

Me quedo viendo a ningún punto en específico cuando de repente siento una punzada en mi cabeza. Rápidamente saco un sobre de pastillas que había guardado en mi mochila e ingiero una quitándole la botella de agua que Aiala traía en el costado de su mochila. Debía acostumbrarme a repetir este proceso y no solo con estas pastillas, ya estaba cansada y eso que apenas comenzaba todo esto.

—Algún día nos dirás quién es la chica roba suspiros ¿verdad? —cuestiona Alessandro sacándome de mis pensamientos, estaba tan sumida en ellos y en la medicina que no noté cuándo llegó.

—Muy bien dicho moreno, algún día —responde la heterocroma y guarda su teléfono en la pretina de su pantalón.  

Segundos después pasa por nuestro lado la pelinegra de nombre Jasmine, su mirada se centra en mí y luego se dirige a otra dirección como si yo no fuera la gran cosa. Bien hecho Jasmine, por fin están quedando claro algunas cosas.

—Vale. ¿Se puede saber por qué Jasmine te vio y no te dijo absolutamente nada? —cuestiona la castaña posicionándose a mi lado y siguiendo con la mirada a la pelinegra.

—Eh si… Básicamente anoche le dije que yo era hija legítima de Mason y ella no, lo normal. —Me encojo de hombros y comienzo a caminar hacia el salón donde tendría literatura. 

—Vaya, la pequeña amargada tiene agallas. —Se burla Alessandro y despeina un poco mi cabello, le doy un manotazo por este gesto y él ríe.

—Como sea, tengo cosas más importantes de las cuales preocuparme —puntualizo y me detengo en la entrada del salón. Alessandro se despide de nosotras y se va a su siguiente clase, iba tarde y él lo sabía, no era una virtud suya el llegar temprano.

Una vez entro al salón siento una presión en el pecho al ver el asiento vacío de Emmanuel, lo extrañaba y lo peor es que no hacía absolutamente nada para evitar que ese vacío no se hiciera presente. Estaba siendo mala conmigo y con él y por más que quisiera usar su futuro y mi enfermedad como excusa, esta ya no era valida. Era una cobarde. 

— ¿Qué piensas? —me cuestiona Aiala y toma asiento en una de las sillas que se encuentra en medio del aula, yo hago lo mismo y suelto un suspiro.

—En este momento estaríamos debatiendo con Emmanuel sobre quién se sentaría con quién. —Sonrió recordando las múltiples discusiones que tuvimos por ese tema—. Lo extraño Aiala y siento que con su apoyo podría conllevar todo esto que me está sucediendo, pero tengo miedo, tengo muchísimo miedo. —Finalizo y muerdo mi labio inferior.

—Si dejas que el miedo consuma tu vida, nunca tendrás vida. Nadie más que tú impide que las cosas entre ustedes dos sigan igual.

—Es solo que… —Intento hablar pero ella me interrumpe.

—Déjate de excusas Eileen, no te daré el discurso del año para que hagas algo por tu relación con Emmanuel, siempre dices que él es un idiota, pero creo que en este caso la idiota eres tú por permitir que las cosas acaben así. —Me reprende provocando que algo en mi interior se remueva. Ya no me quedaban respuestas ante lo dicho por Aiala. Ella tenía razón.

Me quedo en silencio, repito, Aiala tenía toda la razón, todos la tenían menos yo. ¿Por qué simplemente no le dije a Emmanuel todo? Estaba siendo una inmadura, una niña que se dejaba dominar por el miedo y que por eso estaba perdiendo algo valioso para mi vida, mi amistad con Emmanuel.

—Buenos días estudiantes, espero hayan tenido un excelente fin de semana —saluda el maestro Russel acomodando su mochila encima de una mesa y sacándome de mis pensamientos

—Buenos días —contestamos todos en coro.

—También espero que ya se hayan inscrito en la feria, saben que es importante.

¡Carajo! La feria, con todo lo que estaba sucediendo había olvidado por completo inscribirme y también había olvidado hablarle a Aiala sobre ella. Por suerte aun tiempo para hacerlo o si no estaríamos jodidas.

— ¿Qué feria? —susurra Aiala a mi lado.

—Luego te explico.

—Señorita Calwell es hora de su exposición —informa el maestro y me dedica una sonrisa malévola. 

—Idiota —bufo y me levanto del asiento para comenzar mi exposición.

Me dirigía hacia el hospital junto a Alessandro, se había ofrecido a acompañarme para conocer un poco más sobre el linfoma y también porque al finalizar el día me dijo que me pediría un favor. Típico de mí amigo moreno.

El día escolar había acabado, Aiala y yo nos inscribimos en la feria, ella en arte y yo en literatura. Alessandro por su parte ya lo había hecho hace unos días, se estaba volviendo responsable el muchacho. 

— ¿Tienes miedo? —cuestiona Alessandro. Sonrío inconscientemente por su pregunta, por primera vez en mucho tiempo una de sus preguntas no me parecía estúpida.

— ¿Que si tengo miedo? Joder estoy aterrada. Aquí donde estoy tengo ganas de correr hacia ningún lugar en específico, para jamás regresar. Alessandro esto no se lo he dicho a nadie, ni siquiera a Aiala, pero creo que me estoy rindiendo sin siquiera intentar —confieso bajando poco a poco la voz. Debía soltar como me sentía y por alguna razón Alessandro parecía ser la persona perfecta para hacerlo.

—No esta mal hacerlo Eileen, tienes miedo. Todos lo tenemos alguna vez, puedo tomar como ejemplo lo de mi carrera, me aterraba que mis padres lo supieran y sin embargo deje ese miedo gracias a ti. Sé que tu puedes hacerlo Eileen, porque eres más fuerte de lo que cualquiera de nosotros podría ser —Me anima tomándome del costado para abrazarme, me estaba acostumbrando a sus abrazos.

— ¿Y qué si ya no lo soy Ale? —Le pregunto sintiendo mis ojos picar.

—Mírame —Me ordena y me toma de los brazos—. Eres Eileen Calwell, la castaña que enfrenta las cosas con la cara en alto. Pequeña, si necesitas recuperar tu valentía tienes a Aiala, tienes a Emmanuel y por supuesto me tienes a mí. Jamás olvides eso. —Finaliza y me abraza nuevamente.

Me gustaba la calidez con la que Alessandro podía referirse a mi, tenía sus facetas y me sentía afortunada por poder conocer una de ellas, la de un Alessandro sincero y maduro, una faceta que de verdad me gustaba. Inconscientemente él se estaba abriendo a mi y yo a él y juntos estábamos creando algo extraño que nos hacía sentir bien.

—Gracias. —Le sonrío y continuamos caminando hacia el hospital, una vez llegamos nos encontramos con mi mamá quien nos recibe con una sonrisa de labios cerrados y un abrazo.

— ¿Lista? —cuestiona mientras soba mi hombro con delicadeza, trago fuerte y luego dirijo mi mirada al moreno de ojos verdes que esta junto a mi.

—Eso creo —dicho esto nos alejamos del moreno y nos dirigimos juntas a una de las salas del hospital. Allí nos encontraríamos con un oncólogo quien sería el encargado de llevar mi tratamiento y explicar todo el proceso.

Mientras llegábamos a la sala y nos daban entrada nuevamente le di paso a mis pensamientos. En el transcurso del día tomé la decisión de hablar con Emmanuel y contarle todo lo sucedido, él lo merecía y yo lo necesitaba.

—Señorita Calwell, pase por favor —informa un señor bastante parecido al bibliotecario del instituto, no era muy alto, aunque tenía un aura de ser agradable.

—Gracias. —Mi mamá y yo entramos y el doctor comienza a explicarnos el procedimiento. Agradecía que fuera rápido, así acabaría todo esto más rápidamente.

—Bien, Eileen tienes la suerte de que el linfoma fue detectado a tiempo, así que iniciaremos con un tratamiento leve, que consiste en una quimioterapia en donde te suministraremos una combinación de fármacos llamada ABVD: dexorrubina, bleomicina, vinblastina y dacarbazina. Sé que es un poco complicado de entender, pero no tiene tanta ciencia. —Toma un respiro y me permite guardar un poco de la información en mi cabeza—. Este tratamiento lo administraremos cada dos semanas durante dos o tres meses, seguido a esto haremos la TEP, que es una prueba para saber si el tratamiento está funcionando o no  y de ahí decidimos si cambiamos el tratamiento o reducimos la dosis de medicamentos ¿Claro? —Finaliza y yo me tomo unos segundos para contestar, era bastante información para procesar.

—Claro. —Me limito a responder mientras asiento con la cabeza, a mi lado mi mamá me da un apretón de pierna en señal de apoyo.

—Bien, el día de hoy haremos la primera canalización, es decir te insertaremos un catéter en la mano para suministrarte el medicamento. Hoy estarás sola, sin embargo los otros días puedes recibir tu tratamiento junto a otras personas, todas son muy agradables —informa y me dedica una sonrisa cálida. Evidentemente no me había equivocado con que era un doctor agradable.

El proceso inició unos segundos después, el doctor sacó todos los implementos necesarios para la canalización para luego insertar una aguja en mi mano, junto con lo que deduje era el catéter. Era un proceso un poco doloroso, pero lograba tolerarlo. Seguido a esto comenzó la inserción de medicamentos.

—Este proceso dura aproximadamente dos horas así que ponte cómoda y ya sabiendo esto puedes traer algo para entretenerte en las otras sesiones. —Asiento con la cabeza y cierro mis ojos intentando procesar todo y alejar al dolor de mi mente.

<<Puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo>> Repetí muchas veces en mi cabeza intentando creerlo, tenía que creerlo.

Nota de autora.
Holaaa, no saben lo feliz que estoy de volver. Muchísimas gracias por estar pendiente de mi (son un amor).
Estuve perdida tanto física, como mentalmente, pero he vuelto con toda.
Espero que les haya gustado el capítulo a mi me encantó. Investigar sobre el linfoma y bueno, muchas cosas más me mantiene muy entretenida.
No olviden votar y comentar si les gustó el capítulo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top