capítulo 24
Kiriat Forrest, rubia, de estatura promedio y con cara de ángel en cuerpo de demonio. Esta chica que se había encargado de que mis días en este país fueran un poco más interesantes, tal vez no de la mejor manera, pero es lo que hay.
— ¿De qué te sirve llamarte Emmanuel si no eres un gran filósofo? Eres un desperdicio para la humanidad —bufa Kiriat a mi lado, estábamos en la primera clase del día y ella ya se había pegado a mi como un chicle en mi zapato.
— ¿Y a ti de qué te sirve ser rubia si no eres barbie? —contraataco y continuo escribiendo las cosas que el maestro dejó en la pizarra.
—Etiquetas estúpidas igual que tu —contesta y de reojo veo como también comienza a anotar en su libreta. Suelto una pequeña risa por su comentario para luego darle paso a mis pensamientos.
Hace varios días que no hablaba con las personas de Estados Unidos, las clases consumían casi todo mi tiempo y cuando no estaba en clase me dedicaba a hacer las tareas o a dormir, aunque sabía que hoy tendría un rato libre, ya que no tendriamos la ultima hora de clase debido a una reunión de los directivos de la universidad, aprovecharia ese tiempo para llamar a Alessandro y mantenerme al tanto de las cosas que han sucedido allá.
—Pss Jhasil —susurra a mi lado Kiriat codeandome con su brazo izquierdo, me giro para verla y me encuentro con una sonrisa burlona plasmada en su rostro.
—No tienes derecho a llamarme así, ¿qué sucede? —cuestiono y enarco una ceja, noto como cubre su boca con sus manos evitando reir mientras me indica con la mirada que vea al frente, hago lo que me pide y suelto una pequeña carcajada al ver lo que ella quería mostrarme.
En la parte de al frente se encontraba el maestro escribiendo mas cosas en la pizarra, pero lo que llamó nuestra atención fue el agujero que había en la parte trasera de su pantalón, dejando a la vista sus pantalocillos de abuelo.
— ¿Qué sucede señor Garcia? Cuentenos el chiste a todos a ver si también nos reimos —menciona el canoso girandose en nuestra dirección. Vaya que sí se reirian maestro.
—Su pantalón está roto profesor —respondo sin evitar que la carcajada saliera de mis labios, inmediatamente la risa de los demás alumnos se hacen presentes y las mejillas del anciano se tornan de color rijizo.
—Terminen de hacer estos ejercicios y nos vemos la proxima clase —balbucea mientras cubre el orificio con las palmas de sus manos, segundos después sale del salón y nos deja a todos riendonos de su incidente.
¡Qué gran inicio de día!
— ¿Viste su reacción? Juro que casi me hago pis en los pantalones —comenta la rubia soltando una pequeña carcajada. Caminabamos hacia la cafeteria de la universidad para buscar algo de comer, la clase ya había acabado y necesitaba energia para sobrevivir al resto del día.
No niego que me hubiera gustado ir solo a la cafeteria para librarme un poco del estrés, pero ya había mencionado que Kiriat era un chicle complicado de despegar.
— ¿No tienes clase o algo? — cuestiono y me detengo a mirar el contenido de la maquina expendedora, luego presiono el numero cincuenta y cuatro, donde se encontraba el ultimo paquete de galletas chockis, estas me recordaban a Eileen.
Esa castaña del tamano de un duende, la extrañaba muchisimo. No hablaba conmigo y no entendía por qué, solo mandaba un saludo o algo muy mínimo cuando hablaba con su padre o con Alessandro, es como si no quisiera saber de mi o aun estuviera molesta conmigo. Sé que lo había arruinado nuevamente , pero después de la despedida en el aeropuerto creí que las cosas habían quedado aclaradas, me había equivocado. Jamás debía olvidar lo impredecible que llegaba a ser Eileen en ocasiones.
—Tenemos las mismas clases idiota, a veces me pregunto por qué estoy contigo —responde Kiriat sacandome de mis pensasmientos, esta niega con la cabeza y me arrebata una de las galletas provocando que un quejido salga de mis labios, sin embargo a ella no le importó y metió la galleta en su boca para luego encogerse de hombros.
—Yo también me lo pregunto —susurro intentando que la rubia no me escuche, sin embargo lo hace y me da una fuerte palmada en la cabeza.
— ¡Eso dolió! — me quejo y sobo con mi mano la zona afectada.
— Sabes que me necesitas más de lo que crees, además soy tu karma, las fuerzas del cielo me lo dicen, jamás lo olvides. —Sonrie con orgullo limpiandose los restos de galletas que quedaron en su boca y luego me toma del brazo para dirigirme a la siguiente clase.
¿Qué hice para merecer esto?
[...]
¡Por fin habían acabado las clases! aunque apenas era lunes y me esperaba una larga semana. La última hora la había tomado para hacer algunas tareas y así tendría el tiempo libre en casa para hablar con Alessandro.
Mis pasos eran largos y a lo lejos se notaba mi necesidad por llegar rápidamente a casa, agradecía el hecho de que Kiriat se hubiera ido primero que yo, así tendría unos minutos de paz antes de llegar a mi destino. Eso de ser compañeros de clase y vecinos si era un karma.
Estaba ansioso por escuchar sobre Calwell, también por escuchar cómo le había ido con aquella chica de la que me había hablado Alessandro hace algunos días e incluso por saber de Aiala y la chica misteriosa.
Palpo con mi mano el bolsillo de mi pantalón para buscar las llaves del departamento, sin embargo no las encuentro. ¿Acaso esto me sucedería todo el tiempo?
Rebusco en mi mente el último recuerdo en donde mis llaves estuvieron presentes y me doy un face palm cuando recuerdo que Kiriat me las había quitado en la tercera hora y se había quedado con ellas. Por un lado esto me transmitía seguridad saber que las tenía alguien conocido y por el otro me generaba un poco de irritación el saber que vería nuevamente a la rubia en el día de hoy.
Aprovecho el hecho de saber que aun estaba a unos minutos de llegar al edificio para sacar mi celular y marcar el número de Alessandro, de esa manera si la rubia me veía hablando por teléfono me entregaría las llaves sin reprochar.
— ¡Hey! —exclama Alessandro una vez que contesta.
— ¿Qué tal? ¿Cómo va todo? —cuestiono y realentizo mis pasos, ya no estaba tan apurado por llegar a casa.
—Todo genial. Las clases siguen siendo un asco y todo está tan aburrido como siempre —contesta y a lo lejos logro escuchar como un grifo se abre, probablemente estaba por tomar agua.
— ¿Eileen? —cuestiono nuevamente solo que en voz baja. A lo lejos ya podía observar el edificio en donde me hospedaba.
—Con ella todo bien, por cierto hace dos días sucedió algo un poco extraño —informa y aunque no lo veía puedo jurar que jugaba con uno de los rulos de su cabello.
—Ah si ¿qué? —inquiero y me detengo en la entrada del edificio. Necesitaba tomar aire para subir las escaleras.
—Nos besamos, aunque fue algo sin sentido. Solo sucedió —contesta restándole importancia. Justo en ese momento sentí como el aire se fue de mis pulmones y poco a poco la decepción me inundó, vaya capacidad que tenía Eileen para olvidar.
—Interesante —Me limito a contestar y comienzo a subir las escaleras. Poco a poco la decepción desapareció e hizo acto de presencia el enojo.
—No tanto en realidad. En fin ¿Cómo vas tú? —cuestiona y chasquea la lengua. Quería gritarlo y luego llamar a Eileen para hacer lo mismo con ella, aunque tenía razón para hacerlo. Primero, Eileen y yo nunca llegamos a ser algo y segundo, Alessandro no sabe absolutamente nada de mis sentimientos por Eileen, de ser así jamás la hubiera besado.
—Te hablo luego Alessandro, surgió algo —respondo y luego termino la llamada sin darle la oportunidad al moreno de decir algo.
¡Estaba furioso! No habían pasado ni tres semanas de mi partida y Eileen ya se estaba besando con mi mejor amigo, debería llamarla y decirle que era una mentirosa y que la felicitaba por saber jugar con los sentimientos de los demás; sin embargo algo en mi interior me decía que no tenía el derecho y que simplemente lo dejara pasar.
— ¡Maldita sea! —exclamo furioso una vez que llego a la puerta del departamento, segundos después Kiriat sale del apartamento continuo con un short de pijama y una blusa excesivamente colorida. Me causaba gracia su atuendo a pesar de que la rabia corría por mis venas.
—No maldigas. Aquí están tus llaves, olvidé que las tenia —Me reprende y extiende su mano hacía mi permitiéndome ver las llaves. Me quedo unos segundos observando la mano de la rubia sin hacer ningún movimiento, luego con pesadez tomo las llaves y la miro fijamente analizando su expresión.
— ¿Qué? —cuestiona y frunce el ceño provocando que dos pequeñas líneas se formen en el medio de sus cejas.
—Lo siento por esto. —Me disculpo e inmediatamente planto un beso en los labios de Kiriat, esta queda en shock unos segundos pero luego sigue el beso.
Sabía que me arrepentiría de esto, pero lo haría luego. Ahora solo me quedaba disfrutar el momento e intentar sacar a esa pequeña castaña que es dueña de mis pensamientos.
Nota de autora
Okey, me siento un poco mal por no haber actualizado antes, pero bueno aquí está el capítulo.
Una vez más nos damos cuenta de lo impulsivo que puede llegar a ser Emmanuel y bueno de Kiriat aún no se puede decir mucho.
Espero de verdad que les haya gustado el capítulo, si fue así haganme saber cuál fue su parte favorita y sobre todo no olviden votar, comentar y compartir.
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