Ha llegado la noche y tú recuerdo se ha colado en mi mente como la brisa en invierno. Es raro que los mejores momentos que pase junto a ti sean los recuerdos más dolorosos.

Me duele dejarte, pero más me dolerá saber que ya no volveré sentir tus caricias bajo las sábanas. El sentir aquellos besos llenos de lujuria que solo eran saciados cuando los primeros rayos del alba se filtraban por la ventana.

La sensación que obtuve aquella noche cuando deje a un lados mis miedos y deje que tus manos me tocasen en lugares donde solo algunos habían dejado huellas fue maravillosa, pero como me dijiste alguna vez, todo en la vida es efímero.

Tal vez sea muy tarde para cuando termines de leer esto. De seguro mi barco ya habrá  sarpado y solo quiero que sepas, que estoy feliz con mi decisión, no quiero arruinar un recuerdo hermoso por el sueño de formar algo que ambos sabemos que es imposible. No me escribas que no te devolveré las cartas. No me llames que no contestaré el teléfono y no me busques porque no me encontrarás.

Adiós mi buen amigo y recuerda al igual que yo, aquella cama donde dejamos nuestros últimos suspiros.