Saihara discutía con Ouma, este no quería ayuda para subir las escaleras, era algo que no podía hacer solo pero era muy orgulloso, Saihara se negó a dejarlo solo.

Ouma: ¡Ya te dije que yo puedo!

Saihara: ¡Dije no y es mi última palabra!

Saihara cargó a Ouma para subir por las escaleras, este oponía resistencia, Saihara admitía que le parecía lindo su comportamiento infantil pero no iba a dejar que se cayera por un berrinche. Llegaron al cuarto de Ouma y Saihara lo bajó.

Ouma: Te odio.

Saihara: Sí, sí. A la cama.

Ouma: ¡¿Ahora vas a aparentar ser mi padre?!

Saihara: Es muy tarde, ¿qué se supone que harías a esta hora?

Ouma: ... Dormir.

Saihara rió un poco y empezó a buscar la pijama de Ouma, hasta que la encontró y se la dio, después salió del cuarto y esperó a que Ouma le dijera que podía entrar.

Ouma: Gracias por tus servicios... Puedes irte.

Saihara: ¿Y los dientes?

Ouma: ¡En serio pareces mi padre!

Saihara llevó a Ouma de la mano al baño, este le dio su cepillo y pasta para que a regañadientes se los cepillara, al final Saihara llevó a Ouma a la cama.

Saihara: ¿Quieres que te cuente un cuento?

Ouma: Idiota.

Saihara: Sólo decía, es divertido cómo haces berrinche y no quiere que te trate como niño.

Ouma: ¡Se suponía que tendrías que ser como mi mayordomo!

Saihara: ¡Perdón amo! ¿Quiere que ronque por usted?

Ouma rió un poco, lo que hizo feliz a Saihara, ambos se despidieron, Saihara le dio un beso en la frente a Ouma y salió del cuarto, este dormiría en la sala por respeto a Ouma no dormiría en el cuarto de sus padres, después de todo aún seguía siendo un desconocido, quería que Ouma no se sintiera mal por ya no ver, necesitaba verlo feliz, desde que chocaron sintió algo especial y esta oportunidad de conocerlo y saber que está bien era suficiente. Saihara se acostó en el sillón con algunas cobijas que Ouma le dio para dormir esperando un nuevo día.