CAPÍTULO 7: ¿Inseguridades?

Nathaniel

Mientras Sofía y yo nos estrechábamos la mano sentí una presencia a mis espaldas, así que volteé.

-Doctor, como está... -lo quiero saludar, poniéndome de pie, pero él me interrumpe. Aclarar que no es el doctor Rodríguez.

-Buenas tardes, ¿usted es...? -Me pregunta confundido, pero con cordialidad, su acento visiblemente es italiano.

-Ah sí, cierto. Me llamo Nathaniel Montenegro, soy e... -Me presentaba mientras nos estrechábamos la mano, pero unos quejidos de Sofía me volvieron a interrumpir.

-¡Ay, ay, ay! ¡Mi cabeza, mi cabeza! -exclama Sofía con dolor, mientras se agarra la cabeza con ambas manos.

-¿Il dolore es bastante intenso? -le pregunta el doctor.

-Sí, creo que sí y creo que... me quiero desmayar... -explica Sofía con dificultad y respirando entrecortadamente.

-Por favor, joven Nathaniel, le pido que salga, debo atenderla. Infermiera! -me pide el doctor ajetreado, mientras comienza a intentar estabilizar y calmar a Sofía.

-Sí, no se preocupe doctor lo entiendo -afirmo hablando rápido-. Por favor manténgame informado, estaré en la sala de espera.

-Va bene. Antes, ¿es usted algo de la paciente?

-U...

-¡Ayyyyy! ¡Por favor, doctor! Duele mucho -interrumpe Sofía respirando ahora agitada.

-Yo ya me voy. Estaré allí doctor -dicho esto salgo de la habitación.

Por favor Dios mío, que lo de Sofía no sea muy grave, sé que no es mi persona favorita pero...

Por favor.

***

Lauren

Ya pasaron dos horas aproximadamente desde que llamé a Nathaniel, pero ni señales suyas.

Me dijo que estaba en una entrevista importante de trabajo y lo entiendo, pero por lo que sé esas no duran mucho.

El pay de manzana que le preparé a mi novio salió del horno hace media hora más o menos. Y la neta me quedó bien rico.

Lo digo porque acabé probando un poco, soy una pilla. Esta tajada es la primera para Nat, y creo que me quedaría más bonita si le dibujo un corazoncito de jalea de chocolate en la crema.

Vaya lo sé, soy una cursi, y en especial cuando se trata de Nathaniel. Entonces voy en busca de la jalea a la cocina, mientras empiezo a hurgar allí.

-Perfecto -digo con una satisfecha sonrisa al encontrar la jalea, y vuelvo a dirigirme al comedor. Ya allí empiezo a dibujar con cuidado el corazoncito con una "N" al medio, mientras comienzo a pensar en el portador de esa "N" como inicial y en lo que pasó anoche...

Jamás creí ser tan en serio una prioridad en la vida de Nathaniel. Es cierto, vivimos juntos, compartimos los gastos y lo amo, pero ahora él no me dice solamente que me ama, me lo demuestra. Los últimos días admito que Sofía me puso muy insegura, es que, ¿para qué negarlo? Ella es una mujer realizada y muy hermosa, cualquiera caería rendido a sus encantos y belleza, pero Nathaniel me demostró que no es uno de esos cualquiera.

Él se portó muy lindo conmigo anoche, no me dejó ir, sino que hizo que permitiera abrirme a él y antepuso nuestro amor ante todo, reforzó mi seguridad y confianza. Creo que en ese aspecto mi vida es un sueño, no me puedo creer que tenga un hombre tan perfecto a mi lado; caballeroso, cursi, guapo, trabajador, atento y con demás virtudes. Y sobretodo que permanezca aún aquí sin que... Sin que hayamos hecho todavía el amor.

Sí lo sé, somos adultos, tenemos una relación y economía relativamente estables -esto último de momento, veamos cómo le va a Nat en su entrevista-, vivimos juntos e incluso tengo ya veintiocho años; pero todavía no me siento lista, no estoy muy segura de entregarme a Nathaniel aún, tengo miedo de no llenar sus expectativas o que me esté precipitando...

Dios, tengo que dejar estas inseguridades atrás. Pero es que en eso justo se basa todo, Sofía le podría dar en un santiamén y cuantas veces quisiera lo que yo no estoy lista para ofrecer todavía, ella ya tiene experiencia en esta área, y yo... soy virgen, no sé como es que debo complacer a Nathaniel en esto.

Ya, no es momento de pensar en eso ahorita Lauren, basta.

Me había quedado un buen rato observando sin mirar el corazoncito de jalea de chocolate, me salió algo chueco, pero quedó aceptablemente bonito.

Creo que le mandaré un SMS a Nathaniel, pues ahora que reviso no está en línea por Whatsapp. ¿Habrá conseguido el cargo? Al menos tendrían que tenerlo en consideración, él es una persona bastante preparada y eficiente en esta área de contabilidad; es más, él me ayudó a perfeccionarme en mi oficio como secretaria, me capacitó más.

Listo, mensaje enviado.

Me siento en el sofá a esperar, mientras tanto prenderé la televisión, a ver si encuentro algo entretenido de momento.

(Cuarenta minutos después)

Todo en la televisión estaba sumamente aburrido, puro programa basura de momento.

Ya pasó más de media hora y Nathaniel no contestó mi mensaje. ¿Se habrá quedado sin saldo? Porque le mandé SMS para no interrumpir su entrevista con una llamada. Sí, eso debe ser. Le mandaré otros para hacerle saber que no se preocupe de momento.

Listo. Dios mío por favor que consideren el darle trabajo, sé cuánto Nathaniel extraña trabajar. Yo fui la que mantuvo los gastos de la casa (el departamento que rentamos) este mes y unos días. No me quejo, pero mi sueldo como secretaria para la manutención de ambos, alquiler, agua, luz, gas y los tratamientos y medicamentos de mi hermano apenas nos dan abastecimiento. Estamos con una economía estrictamente estrecha.

Estamos bien los dos en ese sentido, es agradable contar con nuestro propio espacio y privacidad, pero si tan solo los padres de Nathaniel se acordaran que tienen un hijo. Él ya es un adulto es cierto, pero un padre debe estar para su hijo y viceversa cuando uno lo necesite. Ellos son gente adinerada y Nat un excelente contador, ¿por qué no mover influencias y hacer que lo contraten en una de sus empresas con que tienen negocios? Si además según él me dijo desde que vivimos juntos -eso hace poco más de cinco meses- no perdieron comunicación y contacto.

Esto es raro, y ahora me pongo a meditarlo.

***

Nathaniel

Ya pasaron casi dos horas y nadie viene a decirme cómo está Sofía. Estoy en medio de un aburrimiento y preocupación fatal en la sala de espera, con la mente ida, sintiéndome culpable por un motivo que no existe.

Dios, ¿justo tenía que pasar esto ahora? Y si, ¿y si lo de Sofía es grave? No lo permitas... Tranquilo Nathaniel, ella estará bien, es muy fuerte y luchadora, saldrá de esta.

Pero es que aún no lo puedo entender, una mujer como Sofía, con porte, desconfiada, refinada... ¿Yéndose montada en una motocicleta con un desconocido? ¿Voluntariamente? Bueno, tal vez en su estado... pero aún así. Ya sé que puedo sonar paranoico pero ¿y si alguien quiso secuestrarla? Sofía es una persona de dinero y poder en los negocios, y su familia también; tal vez alguien quiso secuestrarla para obtener algún beneficio a cambio. Pero entonces no la habría llevado al hospital y además el doctor Rodríguez dijo que era un joven medio ebrio.

¡Todo esto es tan confuso! Pero tal vez me lleve a deducir que Sofía actuó por despecho, no, no tal vez, lo hizo, no hay de otra. Ella estaba ebria, no pensaba con claridad y anoche hizo cosas que estando sobria jamás haría, tal vez quiso consolarse en otro.

Está bien, admito que estoy paranoico y que la vida de Sofía no me incumbe, pero está irresponsabilidad pudo haberle costado la vida. Ella quiere estar conmigo, pero por más que quisiera no puedo corresponderle, mi corazón está con Lauren.

¡Lauren! Es cierto, no me acordé de lla...

-Doctor, ¿cómo está Sofía? -le pregunto ni bien lo veo acercarse. Aclarar que no es el doctor Rodríguez, sino ese que tiene acento italiano.

-Tuve que sedarla, para tranquilizarla.

-Lo entiendo, ¿pero a qué se debió la demora entonces?

-Le realizamos unos nuevos estudios, dos dolores fuertes y punzantes de cabeza y que uno de ellos haya producido un desmayo por cinco minutos no es normal en un solo día.

-¿Qué quiere decir? ¿Qué tal vez las consecuencias secun...?

-Me temo que están apareciendo.

-¿Qué... tan grave son? ¿Ya lo sabe?

-Aún no Nathaniel, los estudios que le realizamos fueron más profundos y mañana tendremos los resultados. Esperemos que no sea nada grave, no lo creía, es más, estaba casi sicuro que no pasaba de una simple lesión, pero estos dolores como te dije, no son normales. Aunque, es extraño, estos síntomas normalmente tardan un poco en aparecer, a lo mínimo dos días y el accidente de Sofía ocurrió ayer por la noche, se manifestaron muy repentinos. Bueno, esperemos los resultados y veamos cómo evoluciona ella.

-¿Cuando despertará?

-Mañana.

-Perfecto, entonces estaré aquí a las once.

-Me parece bene pero, ¿por qué tanto interés, Nathaniel? ¿Qué eres de Sofía si no es indiscrezione?

-Somos... amigos doctor, somos amigos. Y además, no tuve el gusto de saber quién es el doctor que atiende a Sofía.

-Soy il dottore Leopoldo Bacchelli, a tus órdenes -me extiende la mano amablemente y yo se la estrecho-. Buono, debo ir a atender a otros pacientes.

-Está bien, no se preocupe por mí, de todos modos yo ya me iba, mi novia me está esperando -sonrío nervioso.

-Entonces date prisa -me anima golpeándome el hombro, pero de repente frunce el ceño-. ¿Ella sabe que estás aquí?

-Ella... -dudo en responder un momento. ¿Le digo la verdad?-. La verdad doctor ella no lo sabe, no puedo decírselo, mi novia y Sofía no se llevan bien.

-¿Por qué? Si puedo saberlo.

-Porque Sofía... -no pude continuar hablando, mi celular comienza a sonar-. Perdón, debo contestar.

-Adelante, nos vemos mañana.

-Está bien -asiento con la cabeza y me dirijo a un rincón para contestar-. Lauren, mi amor.

-Y ¿bien? ¿Cómo te fue? -su voz se oye extraña.

-Me dijeron que me iban a llamar, aunque no me pareció muy convencido -explico, aunque no puedo evitar que la voz me salga algo cabizbaja.

-Hummm -y no dijo nada más. Ay mi amor, en serio perdóname, no quiero mentirte, pero no hay de otra; suficientes malos ratos ya te brindó Sofía.

-Mi amor perdón, acabo de leer tus mensajes, el que me entrevistó era muy observador, no tuve de otra más que guardar el celular.

-Lo entiendo -su voz sigue sonando triste.

-Ya pues Lau, no te pongas así. Mira, ahorita me convierto en un gato volador y voy corriendo a por mi pay, y a por mi dosis y sazón -propongo animado

-¿Qué dosis y sazón?

-¿Acaso te dije que tus besos son el mejor sazón que existen en el mundo? ¿Y que ellos son mi dosis diaria, y sin ellos yo ya no vivo? -y sonrío yo mismo ante esas palabras, aunque también creo una sonrisita se le escapó a mi Lauren.

-¿Así o más cursi? -no me equivoqué, mi novia está sonriendo.

-No te hagas, en estos precisos momentos estás sonriendo -le echo en cara mientras sonrío presuntuoso.

-¡Pillo! -exclama Lauren entre risitas.

-Delatada.

-Bueno ya. ¡Pero tú tienes la culpa!

-Okay okay, lo admito. Pero déjame decirte que lo mereces.

-¿Por qué?

-Por ser la novia más hermosa que existe.

-Ay ya no exageres. Ven, tu pay te espera. ¡Además me tienes que ayudar a preparar la cena!

-Ajá, ¿yo?

-Si, . Así que apúrate.

-Bueno bueno, ya voy. Aguanta y no te comas mi pay, que pienso compartirlo.

-Oye oye picarón, de momento es MI pay, como soy generosa decidí dártelo.

Y así continuamos nuestra discusión y larga llamada, típico de enamorados. Me siento pésimo de estar mintiendo a Lauren, pero no quiero que el tema de Sofía la vuelva a poner insegura.

(Al día siguiente)

Sofía

El plan no puede estar saliendo mejor. Tengo a Nathaniel muy preocupado por mí, hizo las paces conmigo y lo que es mejor, aceptó ser mi amigo.

Como diría el gusano ese, debía alivianarme aunque sea un poco para tener a Nathaniel tras mío. Sí, ese es el punto, él tiene que estar tras de mí, yo no tras de él; para así conquistarlo poco a poco.

No me gusta tener que estar fingiendo dolores intensos de cabeza, reconozco que es una actitud muy infantil y la verdad me avergüenzo, además que no me gusta estar prácticamente atada a una cama y en la empresa todos deben estar como chivas descontroladas debido a mi ausencia. ¡Agh, pero los tendré sin vida llamándolos a cada momento! Sería video llamada pero no quiero que nadie más me vea en estas horribles fachas de hospital. Pero es que todo esto lo vi como una perfecta carta para jugarme a por Nathaniel por la buena, viéndolo por el lado positivo.

¡Pero que tonta soy! Las cámaras de seguridad de la empresa también están reflejadas en mi celular, debí haberlo pensado desde ayer.

Así que abro los ojos poco a poco, intentando que la luz mañanera que ingresa por la ventana no lastime mis retinas. Ese doctor de quinta me sedó ayer, sin mi consentimiento y ya tendré la oportunidad de reclamarle, ni bien entre aquí. Y eso que pensé que era todo un profesional.

Bueno, no te estreses por esto Sofía, date a por contenta ya que empiezas a tener a Nathaniel en la palma de tu mano. Inevitablemente una arrogante sonrisa se me escapa.

A la par levanto mi celular de la mesita de al lado y lo enciendo. ¿Dos llamadas perdidas del gusano? Woo, ¿con qué me querrá fastidiar ahora? Además de las suyas ni una más; ¿que mis empleados no se acuerdan que la Gerente General y accionista mayoritaria de la empresa no está allí? Pero yo sí me acuerdo de ellos así que comencemos con la supervisión.

¿Mi secretaria está chateando en vez de trabajar? ¡Qué cómoda la muy...! ¡¿El contador se está besando con la mandadera?! ¡Su oficina no es una jodida sala de sexo! ¡Y encima la muy zorra está encima su escritorio! Pero ya me escucharán. ¿Y apenas vinieron dos socios? ¿Dónde está el resto? Sus acciones serán casi irrelevantes pero son socios de la empresa después de todo.

Veamos qué tal van los obreros en esta y en las otras dos fábricas. Aclarar que mi empresa es una industrial, una panificadora. ¿Qué acaso es su hora de descanso? ¡En la fábrica número uno están comiendo! En la dos están trabajando con desgana y en la tres... ¿qué pasó con la tres? ¿Por qué hay tan poco personal obrero? Creo que se precisa de mi presencia urgente, me falto un día y todos creen que están de vacaciones.

Pues la fiestecita se les acabó.

Busco mi otro celular entre mi cartera y presiono llamar, mientras sigo observando las cámaras de seguridad. Un pitido, dos pitidos, tres pit...

-¿Licenciado Sánchez? -entonces el susodicho se incorpora de un salto casi cayéndose, mientras se acomoda y abotona la camisa por inercia con una mano, a la par que con la otra hace malabares para sostener el celular; y la mandadera se sienta con los pechos al aire (más bien que está al menos con un brasier), creen que soy idiota.

Definitivamente ella está despedida, sabía que no duraría más de un mes en mi empresa.

-Licenciada Altamirano, ¿qué pasó? ¿Cómo se encuentra hoy? -su voz claramente es nerviosa.

-Hoy amanecí bien, licenciado; pero me imagino que todo en la empresa va de maravilla.

-Así es licenciada, todo en orden -afirma con una nerviosa sonrisa, mientras que la mandadera le hace señas de que corte la llamada; uhm, interesante, ya le quitaré más las ganas a la muy zorra.

-Humm, pues qué interesante perspectiva tiene usted del orden, licenciado.

-¿A qué se refiere?

-Primero, dígale a la muy zorra de Nancy Durán que me haga el favor de pararse y vestirse como debe de ser. -Endurezco mi voz, refiriéndome a la mandadera.

-¿C-cómo? ¿A-a la señorita Nancy, Durán? -tartamudea más nervioso aún.

-¿A cuál otra, imbécil? A la que te estabas follando hace instantes, en vez de cumplir con tus obligaciones. -Mi voz suena áspera y tajante, a diferencia de lo que estoy disfrutando internamente por ponerlos en su debido lugar.

-N-no, le-le aseguro que no es así licenciada, la señorita Durán fue a hacer unos encargos.

Ja-ja-ja-ja.

-Que yo sepa los encargos sexuales están prohibidos en la empresa, licenciado.

-P-pero...

-¡Deje de verme la cara de tonta que estoy perdiendo la paciencia! Póngame el altavoz y páseme con esa descarada -de veras que no se puede con estos incompetentes.

-Le juro que...

-¡Deje de jurar y pásemela! Los estoy vigilando licenciado -sonrío sardónica. Entonces observo que obedece, pero a la par le comunica a Nancy en susurros lo sucedido, ella empalidece y le quita al licenciado el celular de las manos.

-Se... digo, licenciada Altamirano, le juro que es un tremendo malentendido; yo, yo estaba... -Explica sumamente nerviosa, pero la interrumpo.

-Ya sé lo que estabas haciendo, de seguro para ti mi empresa es un jodido prostíbulo.

-No, no licenciada cómo...

-No quiero excusas. Estás despedida.

-¿Qué? -susurra impactada.

-¡¿Además sorda?! Quedas despedida.

-Por favor...

-Debiste haberlo pensado mejor mucho antes, muchachita. Estás despedida, punto, no hay nada de que hablar. Y además de eso lo que acaba de suceder irá cómo una mala referencia a tu curriculum. -Sonrío con malicia mientras hablo, ella hace un intento de hablar pero no la dejo-. Ahora vístete y vete, mañana vuelve para arreglar tu mísera liquidación. Vuélveme a pasar con el licenciado.

-Por favor...

-Vuélveme a pasar con el licenciado -recalco sin paciencia. Entonces ella le extiende el celular sin ganas y con el rostro evidentemente preocupado. Ni modo, se lo buscó ella por zorra-. Su amante de turno ya está despedida, me pregunto qué diría su esposa si...

-Por favor licenciada, entienda que...

-Sus necesidades salvajes me valen un bledo. ¿Quiere divertirse? Bien, hágalo en un prostíbulo o bar, mi empresa no es lugar para eso. Ahí solo viene a trabajar -le deletreo con pausas.

-Le juro que no volverá a pasar, pero por favor no se lo diga...

-No me interesa decírselo, su vida privada me vale cacahuates, como le dije. Pero le advierto, licenciado Sánchez, más le vale que no vuelva a descubrir otra cosa así y a su mínima falta, no me va a importar que le haya dedicado cuatro años a esta empresa, quedará despedido. ¿Le quedó claro?

-Sí, licenciada.

-Además quiero un buen informe de la producción y transacciones comerciales de hoy y mañana, tal vez ya esté allí pasado.

-Excelente.

-Aunque la verdad no creo que me vaya a tener un buen informe.

-¿Por qué dice eso, licenciada? -sorbe la nariz, genial, me encanta saberme temida.

-En la fábrica central están comiendo, en la tres falta personal obrero y en la dos vaya con qué ganas trabajan. Que yo sepa no están en su hora libre, hoy no es feriado y es irrelevante mi presencia para las ganas que le ponen al trabajo. ¿Además qué hace mi secretaria chateando? ¿La contraté para eso? Que yo sepa no. Conozco perfectamente a mi empresa y a todos sus miembros, los tengo vigilados a todos, así que váyanme poniendo más ganitas al trabajo.

»-Hoy me trabajan casi tres horas extras absolutamente todos y no, no es injusticia que tengo justificativos, dele ese recado por favor a los señores socios -ironizo-. Luego yo se los recalco y quien no quiera está despedido, recuerde que estoy vigilando y yo ya sabré quién está en desacuerdo; quiero excelentes producciones y negocios en mi corta ausencia, además una nueva mandadera contratada, así que vaya preparando los documentos correspondientes licenciado. ¿Le quedó claro?

-Sí, licenciada -suspira con fastidio y pesadumbre, posando su mano en la frente.

-Y vaya moderándome su tonito, lo llamaré más tarde, hasta luego. -Cuelgo, y veo como de inmediato Nancy se le acerca a mi contador, pero ni bien vuelvo a posar mi vista al celular un inesperado grito me sobresalta.

-¡Sorpresa!

-¿Matías? -pregunto asustada, o sorprendida más bien; mientras bloqueo y oculto ambos celulares bajo la sábana, a la par que él asomaba su cabeza por la puerta.

-Ese mero merito -afirma con una nerviosa sonrisa, dejándose ver de cuerpo entero, pero con las manos tras la espalda.

-¿Qué, haces aquí? -es lo único que atino a preguntar, pues estoy confundida.

-Te, traje esto -muestra un hermoso ramo de flores multicolor, o algo multicolor, más hay de color lavanda.

-Eh, no sé que decir... -Sonrío apenada, mientras coloco un mechón de mi cabello tras mi oreja.

-¿Gracias? ¿Que no es obvio? -alega mientras acomoda el ramo con un pequeño florerito en la mesita de a mi lado.

-¿Insinúas que soy malagradecida? -le pregunto retadoramente.

-Eeh, épale, que yo no insinúo nada querida bruja.

-¿Sigues llamándome así? Recuerda, soy la licenciada Altamirano gusano.

-Bueno la licenciada Altamirano gusano, yo no insinúo nada.

-¡Agh! ¡Eres imposible! -chillo histérica.

-Y tú una malagradecida. ¿Que no te enseñaron en el colegio? Se dice por favor y gracias.

-Yo no te lo pedí.

-Igual. ¡Si te las traje para alegrarte el día! Pero eso me pasa por bruto y cursi.

-¡Okay! gracias -digo exasperada-. Eres el primero que se acuerda de mí en el día -suavizo mi tono, esta vez le soy sincera.

-Neh, es cuestión de educación -entonces abro la boca indignada.

-O sea, ¿lástima? Oye, si estás aquí por lástima mejor ni hubieras venido, así que sal por donde entraste -lo corro señalándole la puerta.

-¿Oye, lástima? ¡Lástima por qué! -se sorprende.

-Por, por, ¡por como estoy! Mírame, parezco desahuciada, siquiera pude maquillarme aunque sea un poco. -Rechisto frustrada y es la verdad, detesto parecer enferma; si no fuera por Nathaniel hace tiempo que ya no estaría aquí, no soporto los hospitales y es más, más tarde me haré traer una televisión.

Las cosas que una hace por amor.

-Mujeres, mujeres; son todas unas dramáticas -murmura en voz alta.

-Ah, genial. ¡Ahora dices que soy dramática!

-Pos sí, dramática sí eres.

-Ya ya, vete -le pido con fastidio, pasándome una mano por la sien.

-No te hagas, en el fondo quieres que me quede -sonríe picarón, sentándose a mi lado.

-¡Que no!

-¿Segura? -mantiene su sonrisa y acerca más su rostro al mío; creo que el gusano me comió la lengua o las palabras, pues ya no sé qué decir. Me detengo en su mirada y parece que él en la mía, o ya no sé. ¡Ya no sé nada! Poco a poco nuestros rostros se van acercando más y más y...

-¿Matías? ¿Bro, qué haces aquí? -le pregunta Nathaniel extrañado, deteniéndose en la entrada. Entonces el susodicho se incorpora de golpe y yo me acomodo el cabello a las prisas, ambos nerviosos.

-Eh, ¡hola bro! Pues yo ve-verificaba si tiene fiebre.

¿Ni para las mentiras sirves, gusano?

-Ajá -Nathaniel no parece muy convencido-, a ver, déjame ver -se acerca y me comprueba la temperatura-. Pues no, fiebre no tienes Sofía.

-Pues ¡qué bien! -exclamo sonriendo.

-¿Cómo te sientes? -me pregunta Nathaniel serio.

-Mejor, ahora que tú viniste a... Digo, pues eso, mejor -balbuceo.

-Quería cerciorarme, por los dolores que tuviste ayer...

-Estoy casi cien por ciento segura de que, de que son los efectos secundarios -afirmo fingiendo pesadumbre y tristeza. Que comience el teatro.

-No digas eso Sofía, vas a ver que no -Nathaniel toma mi mano. Espera, ¡Nathaniel me tomó de la mano!

Controla tus emociones Sofía. ¡Contrólalas!

-Sofía -Nathaniel me suelta y ahora pasa su mano enfrente mío.

-Hey, bruja, te hablan. Sal de tu alcoba mental -dice el gusano.

-Bruja tu abuela eh -salto a la defensiva, saliendo de mi corto ensimismamiento.

-Hey, hey, ¿van a comenzar a pelear ahorita? -nos regaña Nathaniel, si supiera... Si hay un don que tiene este gusano es el de sacarme de quicio-. Eh, a propósito ¿qué haces aquí, Matías? No recuerdo haberte contado sobre el accidente de Sofía.

-Me fui en su moto esa noche, él la chocó -sin haberme dado cuenta las palabras salieron por sí solas, ásperas y tajantes. No, no sé por qué lo dije, pero lo dije. Dios... perdón Matías, no lo hice pensando. ¡Es que me sacas de quicio!

-¿Cómo? Matías, dime que no fuiste tú -Nathaniel lo mira con reproche.

-Sí, bro, pero fue sin querer, estábamos pasados de copas y...

-¿Fuiste tan irresponsable de conducir ebrio? ¿Y de llevar a Sofía contigo? -se le acerca amenazante, o eso parece.

-Nathaniel, la decisión también fue mía -interrumpo, seria y con la cabeza ya más fría-. Es cierto, estaba ebria, pero era dueña de mis decisiones.

-Lo sé, pero debiste ser más cuidadoso Matías -alega en un regaño suplicante Nat.

-Bro, espera, estaba entre San Pedro y Mendoza pero tampoco estaba tan menso. No podía enviarla a su casa sola en un taxi en ese estado, y tampoco podía dejar mi Yamaha Tracer allí, abandonada, ni que fuera película wey. Así que como el caballero que soy me ofrecí a acompañarla -explica Matías en su defensa, sonriendo presuntuoso al final. Ahora comprendo mejor todo, fui un poco injusta con él.

-No dudo de tus buenas intenciones, sino de tu irresponsabilidad hermano. Te conozco, no conduces por conducir, te encanta el riesgo y la velocidad; y en ese estado pusiste en peligro la vida de ambos. ¿Que no pensaste en eso, idiota? -lo regaña Nathaniel, pero sin agresividad, sino más bien como si fuera su padre, mientras Matías asiente con fastidio.

-Ya ya, relájate wey. Recuerda, la película está en tu cabeza -Matías le pone la mano entre el cuello y la cabeza.

-¡Pero solo mira a Sofía, we! Qué tal si esos extraños dolores son los dichosos efectos secundarios.

-Órale, ¿tú crees? -Matías comienza a preocuparse en serio.

Mierda.

-Solo esperemos que no.

-Yo... tengo fe en que me voy a recuperar. Voy a luchar por ello, Nathaniel -afirmo con una decidida sonrisa. Así, demuestro tener actitud y enorgullezco a mi Nat y le quito un poco de culpabilidad a Matías; me caerá como patada de caballo pero no merece cargar con una culpa inexistente, estoy perfecta de salud. Solamente hago esto por amor.

-Me alegra tu actitud, Sofía -Nathaniel me sonríe y yo le correspondo, pero de reojo veo a Matías, su semblante recientemente preocupado sigue igual-. ¿Y estas flores tan bonitas? No sabía que las enfermeras eran tan atentas.

-Matías me las trajo -respondo con una inocente sonrisa. Y ahí voy yo otra vez. ¿Qué, que últimamente no controlo lo que digo? Nathaniel inmediatamente posa la mirada en su amigo.

-Sí, pues, por solidaridad, por lo de su accidente... -Se pone nervioso, rascándose la nuca.

-Accidente que tú provocaste -le echo en cara-. Ya te dije, ¿estás aquí por lástima? Okay, la puerta está abierta.

-¡Pero qué lástima, mujer! -dice exasperado.

-Tú ya entiendes de qué hablo -hago referencia a la conversación que tuvimos en nuestra noche de parranda.

-¿Quieren parar? -pide Nathaniel, mientras levanta un papelito adherido al ramo, leyéndolo, no en voz tan alta, pero audible.

-¿Conque intentando ser romántico? -dice Nathaniel dejando la nota en su lugar.

-¿Romántico? No manches wey, si a esta bruja no la puedo ver ni en pintura -entonces abro la boca indignada.

-Oye oye, me vas moderando tu tonito.

-¿Entonces? Si ustedes al parecer se llevan mal.

-¿Al parecer? Nos llevamos mal -decimos el gusano y yo al unísono-. ¿Quieres callarte? -nos exigimos entre sí, entonces Nathaniel se lleva a Matías a un rincón de la habitación, mientras yo empiezo a agudizar mis oídos.

-Oye bro, jamás te había visto clavado por morra alguna -dice Nathaniel.

-¿Clavado? ¿De dónde sacas eso?

-Pues eso -señala las flores y la nota que ahora yo leo, haciéndome la desentendida-. Jamás te vi llevarle flores a alguna chica, por más que te gustara, el ser romántico no está en ti.

-Oye párale carnal. Hasta parece que estás celoso -entonces me pongo más atenta.

-Oye, ¿celoso yo?

-Sí, eso mero.

-¿De dónde sacas eso? -Nathaniel se extraña a más no poder.

-Por tanta preguntadera. Ya, la neta cabrón, estás celoso de Sofía ¿sí o no? -a la par que se lo pregunta Matías lo mira fijamente y hay unos instantes de suspenso.

Y yo también lo miro fijo, expectante de su respuesta.

N/A:

¿Y qué onda? ¿Sofía empieza a mover el tapete a Matías y Nathaniel sin querer? ¿Qué creen ustedes?

¿Quién es el celoso en sí?

¡Muy pronto lo sabrán!

Besos

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