Remember Our Names | Unreal Eris
Hoy os voy a sorprender. Para que estemos a la par. Os traigo juvenil. Sí. Juvenil que me ha encantado. No, no estoy enferma ni me ha entrado cáncer. Aunque en este caso, la cosa va de virus y zombies. Si sois de los que os dan pereza los zombies esperad y dadme la oportunidad de convenceros.
Como en todo, también hay una sub-cultura de los fanáticos de los survivals y los zombies. No me disgustan. Tampoco es que sea una friki pero ya sabéis que The Walking Dead es decente hasta la tercera temporada. El tema es que dibujar un cómic de zombies es infinitamente mucho más fácil que escribir y este es el principal motivo por el que me atrevo a hablaros de Remember Our Names de erisunreal
Para hacer honor a la historia, voy a ser tan rápida y ágil como estos muertos vivientes, que son inteligentes, al contrario de lo que tendemos a encontrarnos.
Ewan es un chico con muy mala suerte: el típico niño de familia bien que se le ha ocurrido llevar su rebeldía de la edad del pavo tardía contra su padre, juez, con la potestad para internarlo en un reformatorio y que aprenda la lección. Entre delincuentes juveniles o víctimas del sistema le sorprende el brote al protagonista.
Son chicos criados en la calle, con familias desestructuradas o tendencias psicópatas que aún no pueden ir a la cárcel por ser demasiado jóvenes. En esa tesitura, los zombies son incluso irrelevantes. Hasta que una de las infectadas, la misma que le abrió la cabeza a su competencia por hacerse con el control de su bloque, logra domesticar al resto de los zombies y crear una manada peligrosa. Pero no más peligrosa que los propios humanos.
Los han encerrado y tirado la llave, literalmente. La sociedad no se acuerda de ellos y ante la certeza de que nadie irá a salvarlos, los chicos del Weston&Trump tendrán que ingeniárselas para sobrevivir. El bloque B ha robado la comida. El bloque A las medicinas. Entre ellos trafican. Los del C son los pringados que solo podían negociar con su Xbox: ocio a cambio de no morir de hambre y colocarse con medicamentos. Después a Ewan se le ocurre usarla para abrirle la cabeza al primer zombie. Si no lo matan los muertos, lo matan los vivos.
La premisa es maravillosa —bueno, todo en general es maravilloso. Os lo prometo—porque en un momento en el que la fiebre de los zombies ya nos ha saturado y ahora está decayendo, lo que importa no son los muertos, son los vivos. Aquí nadie va a trabajar en equipo. Nadie se fía de nadie. Son supervivientes natos, oportunistas, gente de la que han renegado. Cada uno mira para sí mismo. O jodes, o te joden. Eso es lo que le dicen a Ewan y eso es lo que tarda en comprender.
No tienen armas, no tienen nada que comer, no tienen concepto de la lealtad. Solo tienen miedo, mucho miedo. Son un puñado de críos que deben lidiar con una situación que les queda demasiado grande y adaptarse en unas horas si quieren salvarse el pellejo, utilizando todo su ingenio y también, todas las tretas posibles.
Remember Our Names está en el punto justo. No es tan compleja como para hacer una obra kilométrica y sociológica sobre el comportamiento humano en situaciones extremas pero sí posee más que sangre y vísceras —aunque no se anda corta de esto último—. Todo el mundo la puede disfrutar: público juvenil y más adulto. Es un enorme representante del género, a mi ver, de hecho.
Hay situaciones típicas que todo fan de los apocalipsis llega buscando, pero no son tan sosas y poco originales como para que se ajusten al cliché. Todo lo contrario. Aquí no hay piedad. La gente se muere hasta por el mínimo descuido. Siempre se le da la vuelta a lo que te imaginas que puede suceder, siempre hay una salida satisfactoria para todos pero no aburrida. No voy a decir más porque la principal gracia de la obra es dejarse llevar y descubrir página tras página quién será el siguiente y sobre todo: cómo y por qué.
Aquí el porqué importa mucho para otorgar calidad a los personajes. Es juvenil. No son un pozo de dos metros de profundidad, porque no da tiempo, pero se intuye que son redondos y están diferenciados. La trama principal avanza rápido y las subtramas le siguen el ritmo, pero la primera no espera a por las segundas.
De las relaciones entre los personajes sabemos lo necesario que se intuye mientras nos preocupamos de lo principal, que es que una zombie muy inteligente y muy cabrona incluso después de muerta está esperando para manipular al primero que se encuentre y uno de los que controlaban el reformatorio blande el único cuchillo de todo el edificio con demasiada facilidad. ¿Quién se va a preocupar de algo más? Si no pueden ni parar a dormir.
El protagonista está trabajadísimo. Tiene sus momentos de subida y bajada, sus agniciones, sus reflexiones que no se hacen excesivamente largas pero sí profundizan más en él y sobre todo, está bien ejecutado. Al igual que el resto. Los diálogos entre ellos son naturales, hacen avanzar la trama, no hay relleno y se adecúa con el contexto. Son malhablados, cínicos, carecen de sensibilidad y eso enfatiza que Ewan se encuentre perdido y crea que no pertenece a ese mundo.
Lo único que no me termina de convencer personalmente es el personaje de Bell. A veces, se me hace un poco Mary Sue, aunque admito que lo arregla con el final, porque está híper justificado y nos enseña que todo sucede por algo y no es gratuito. En general, hay cosas un tanto oportunistas pero no tanto como para que no sea verosímil porque se explica en la propia diégesis y además, contribuye a afianzar más el género.
Es normal que en novelas más ligeras y juveniles uno se tome licencias de no pararse demasiado a explicar procesos, porque queremos mantener determinado ritmo que nos impide detenernos más de la cuenta y por tanto, hay que levantar la mano a la hora de preguntarnos por qué encuentran unas llaves en una chaqueta. Sobre todo porque no lo hacen a la primera, sino a la tercera y después de varios sacrificios.
Lo que es, de hecho, el ritmo de la narración es perfecto. No solo es adictivo y súper agradable de leer, sino que además, deja frases y acciones en los momentos justos para levantar los ánimos y crear expectación. Está narrado en retrospectiva, así que es perfecto para averiguar desde dónde o en qué momento se encuentra la persona que habla. Lo que me ha parecido un pequeño patinazo casi imperceptible es que en las partes en las que no se sigue al protagonista se hable de él en tercera persona, como si fuera Gollum.
Además, ayuda muchísimo la forma de expresarse de la autora. Sin complicaciones, eficiente y correcta pero sin que el vocabulario sea excesivamente simple, al contrario. Tiene un gran registro pero no pierde el tiempo con florituras. Es una matanza entre adolescentes, aquí no hay lugar para la prosa poética. Directa y clara. Descriptiva para que podamos hacernos a la idea de cómo se arranca piel y se cortan manos.
Si tuviera que sacarle un punto negativo, podría decir, que aunque forma parte del típico cliché, el protagonista narra en primera persona con el registro de la autora que es española y el contexto está ambientado en algún lugar sajón y no queda muy allá, pero me repito de nuevo en que no queda mal si se quiere seguir el patrón de un género.
Por otro lado, es cierto que los primeros capítulos es un poco confuso saber quién es quién y quién está muerto y quién vivo porque al ser nombres en inglés y las presentaciones y defunciones tan rápidas, no te da tiempo a hacer un mapa mental en tu cerebro de la situación. Tuve que leerme dos veces los primeros cinco capítulos, pero si le pones atención y no lees a altas horas de la madrugada como yo, no creo que suponga gran dificultad.
En esa línea, también he de decir que parece que hay más zombies de los que realmente existen, pero tampoco es un enorme problema porque en realidad, son el contexto y no se incide demasiado en ellos. Quizás, si la historia tuviera otras pretensiones, sí me habría parecido algo más grave por exageración, pero no es el caso. No dificulta en ningún momento la lectura y mucho menos el disfrute, que es máximo.
Pero, por si tenéis la tentación de pensar que estáis ante una historia vacía, permitidme deciros que en cuanto sepáis el porqué de ese título, se os disiparán las dudas. Contenido suficiente, forma eficiente. Todo redondo. No hay mucho más que decir.
Si queréis leer algo bueno que no os haga hundiros en reflexiones que os lleven a la miseria o haya innumerables tramas de las que os olvidáis a los dos capítulos, esta es vuestra historia para entreteneros durante un viaje largo. No es corta, tampoco larga. Se lee rápido y te deja con buen sabor de boca. Así sí se hace juvenil. Así sí.
Nada más que aportar.
Lo mejor: las reflexiones e ideas que esconde toda la acción
Lo peor: que se haga tan corta y los personajes duren tan poco
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