Capítulo 4.
El salón se llena de gritos efervescentes cuando el prefecto nos comunica que la maestra de español ha faltado el día de hoy. Aunque, tenemos que esperar dos horas completas para nuestra siguiente clase, a todos no alegra que esa vieja no haya venido. No es que la señorita Fritz no nos agrade es solo que ella, bueno... ella no nos agrada. ¡Es muy pesada! Nos obliga a decir los verbos en voz alta y es bastante bochornoso el hecho de que todo el curso se burle de ti porque no sabes pronunciar bien.
—¿Qué tal si vamos a dar una vuelta? —propone mi mejor amiga, guardando el libro de Español dentro de su mochila— Podríamos ir al casino. O ir a molestar a los demás salones.
Río con un poco de malicia —Vamos a molestar a los demás salones.
Ella y yo nos colocamos de pie y, dejando nuestras mochilas allí, nos encaminamos fuera del salón. Nos paseamos por el corredor, asomando la cabeza por las ventanas de los demás salones. Quizá esto es bastante infantil por nuestra parte pero es muy entretenido golpear las puertas y salir corriendo hasta el final del corredor. Siempre hacemos lo mismo y no nos detenemos hasta que algún maestro nos descubre o la directora nos ve revoloteando por los pasillos.
Como es obvio, empezamos por el salón de Rick y Charisma le dice a través de la ventana (gesticulando con su boca) que tenemos hora libre. Él hace un par de muecas, ella le lanza besos y yo siento ganas de vomitar. Creo que es verdad lo que dice Charisma sobre mí; yo soy la chica más asexual que ella podrá conocer.
Me gustan los chicos, de verdad. Es sólo que no suelo mirar a cualquiera. No me gusta ir por la calle y mirar a todos los chicos que pasan por mi lado. Si miro a alguien del sexo masculino es porque realmente ha llamado mi atención y porque cumple con todas (o algunas) mis reglas de cómo es el chico perfecto.
Al cabo de unos minutos, yo comienzo a tironear a Charisma porque la maestra de Historia se ha dado cuenta de nuestra presencia en la ventana. Mi mejor amiga está tan concentrada viendo a su novio que no se ha percatado de que la maestra interrumpió su clase por nuestra culpa.
Arrastro a Charisma hasta el salón de clases para poder sacar la colación que mamá ha preparado para mí. Ella toma su pequeño bolso y nos encaminamos hasta el comedor para poder comer nuestra merienda a gusto, sin encontrarnos con nuestros compañeros porque a todos les da hambre cuando ven que alguien ha sacado algo para comer. Como el casino está vacío aún, nos sentamos en la primera mesa y yo saco mi emparedado.
—¿En qué piensas?
Alzo la mirada y miro a mi amiga que está moviendo la caja de zumo individual. Ella inserta el popote y bebe un largo sorbo.
—No estoy pensando en nada.
—¿Por qué estás tan callada?
Río —¿Es que no puedo estar un momento en silencio?
—No es eso. Es que tú sueles quejarte siempre por tu merienda y ahora estás tan tranquila... —su ceño se frunce—. ¿Aún estás enfadada conmigo?
—Por supuesto que no.
—Si es así, puedes decírmelo. Yo sé que me excedí con lo de Dave y...
—No estoy enojada, amiga. De verdad. —la interrumpo— Sólo estaba pensando en la reacción de mi hermano cuando se dé cuenta que he cambiado su sándwich por el mío otra vez.
—¿Se lo cambiaste a Noah? —inquiere y yo asiento, dándole un mordisco a mi pan. Ella ríe de forma maliciosa pero luego suspira— Eres una horrible hermana. A mí me gustaría tener unos hermanos como los tuyos.
—Créeme que no. —la miro como si se hubiera vuelto loca— Algún día deberías ir cuando todos estén en casa y te darás cuenta por qué yo soy como soy con mis hermanos.
Después de eso, nosotras seguimos hablando cosas sin sentido. El timbre del nuevo receso no tarda en sonar y todo se llena de gritos y risas.
Charisma y yo botamos nuestra basura en el contenedor y salimos del comedor para recorrer los pasillos. Cuando vamos pasando frente a la puerta del gimnasio, yo doy media vuelta e intento huir.
—Oye, Nat, ¿qué diablos te pasa?
Sigo escuchando la voz de Charisma a mis espaldas pero no quiero detenerme. No cuando el idiota de Dave viene saliendo del gimnasio. Justo cuando mi humor comenzaba a mejorar, él decide desaparecer.
Escucho fuertes pisadas pero no doy la vuelta para ver de quién se trata. De lo único que estoy segura es que no es Charisma quién viene corriendo porque ella seguiría gritando.
—¡Hey, Nat! —escucho su horrible voz y aprieto los puños. No me voy a detener hasta que él deje de llamarme de esa manera— ¡Nat! ¡Natalie!
Me detengo sin embargo no miro hacia atrás. Oigo sus pasos acercándose hasta que se detiene. Yo no alzo la mirada pero hay un pecho varonil frente a mí. El olor a su colonia me hace recordar el paseo familiar que tuvimos hace tres años en la playa. Lo pasamos bien. Pero yo agito mi cabeza, intentando alejar esos pensamientos de mi cabeza porque no hay --ni debe haber-- algo que me agrade de él.
—¿Qué quieres? —gruño por lo bajo. No quiero alzar la mirada porque estamos tan cerca que yo no dudaré en golpearlo.
—Nada. Ahm, yo sólo quería disculparme contigo. Fui un idiota hace un rato.
—Está bien.
—Vaya, nunca pensé llegar tan lejos... —él susurra. Alzo la mirada y estira sus labios, mostrándome una sonrisa extensa que es tan aterradora que luce casi como un psicópata—. Lo siento, otra vez. Es que nunca pensé estar manteniendo una conversación contigo. Bueno, en realidad soy yo el que está hablando pero... ¿Hablo mucho?
Tengo la tentación de reír pero no lo hago. Dave me desagrada y no puedo reír por algo que ha dicho él.
—Qué bueno que lo notes.
Nervioso, se masajea la nuca —¿Puedo hacerte una pregunta?
—De todas maneras la harás, ¿no?
—Sí, tienes razón —sonríe pero tan rápido como aquella sonrisa aparece, se va—. Bueno, uh, lo que quería preguntarte es: ¿qué te hice para no agradarte? Es decir, sé que no puedo caerle bien a todo el mundo, eso lo tengo claro. Pero, muchas veces hago cosas que a los demás les molesta. Contigo no recuerdo haber hecho algo.
—¿Quieres saber lo que hiciste?
—Sí.
—Existir. Eso es lo que hiciste. Si tú no hubieras existido, yo habría estado siempre feliz.
Él parpadea, sin entender qué es todo lo que yo le he dicho. Pero dudo que pueda entenderlo. Quiero decir, su coeficiente intelectual es bajísimo, debe procesar las palabras una por una para entender todo.
Golpeo su hombro y giro para devolverme hasta donde mi mejor amiga me está esperando con una semi sonrisa en su rostro. Deslizo mi mano por mi blazer, intentando sacar los microbios que me he pegado al tocar a Dave.
—¿La idiotez se pega?
***
Cuando la jornada escolar terminó, yo salí del salón con un gran dolor de cabeza, muchísimo sueño y un sinfín de deberes por hacer para toda la semana. La maestra de español había faltado pero eso no fue obstáculo para que dejarnos un trabajo práctico para la próxima clase. La profesora de historia quiere un ensayo de la guerra civil y el profesor de biología nos hará un examen el jueves.
Cierro la puerta de mi casillero con más fuerza de la debida, llamando la atención de los chicos que me rodean. Espero a mi mejor amiga y cuando la veo, reanudo mi marcha fuera de aquí porque estoy deseando respirar un poco de aire que no contenga mezcla de perfumes baratos.
—¿Quieres venir a mi casa hoy? —sugiero, viendo como Charisma teclea en su teléfono— ¿Podrías ponerme un poco más de atención?
—Sí, lo siento. Estaba hablando con Rick. Él se quedará a una clase extra que lo ayudará en la prueba de selectividad. ¿Qué decías?
—Te estaba preguntando si querías venir a casa conmigo. Podemos comer allí y hacer los deberes.
—Claro. Yo amo hacer los deberes contigo.
Estrecho mis ojos —¿Eso no tiene nada que ver con que te dejo copiarlos?
La rubia suelta una carcajada y niega, haciéndose la desentendida. Yo ruedo los ojos y miro hacia adelante, encontrándome una vez más con Dave. ¿Es que él no tienes cosas que hacer? ¿Clases a las cuales acudir?
Cuando se da cuenta que lo he visto, alza la mano y sonríe.
—Yo no tengo nada que ver en esto, lo juro. —dice Charisma de forma apresurada.
—¿Ahora ves por qué no me cae bien? Es tan insistente. He tenido mucho de Dave por este día y realmente yo pensé que no estaría aquí ahora.
Intento ignorarlo pero él me llama en voz alta, haciendo que todo el mundo se entere que me está hablando a mí. Charisma me informa que Dave me está llamando, como sí yo no me hubiera dado cuenta de ello. Trato de apaciguar la frustración que me causa el hecho de que él me esté llamando, aplazando más mi regreso a casa.
Miro hacia atrás y lo veo acercarse a mí. A diferencia de la vez anterior, ahora viene serio. Mi mejor amiga da un paso al lado y yo la miro con una ceja alzada. Lo que menos quiero y necesito es tener un momento a solas con semejante idiota.
—¿Qué quieres? —le pregunto una vez ha llegado frente a mí.
—Tranquila, vengo en son de paz.
—Qué bien. ¿Qué es lo que quieres?
Él pasa su mano izquierda por su cabello, peinándolo hacia arriba con lentitud casi como si estuviera coqueteándome. Aparto esa idea de mi cabeza porque es estúpida. Igual que él.
—Yo estuve pensando en lo que me dijiste —señala. Esconde las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y suspira—. No entiendo por qué no te agrado. No quiero sonar egocéntrico ni nada por el estilo pero realmente me gustaría que me dieras una razón buena para que yo entienda este odio que sientes por mí.
Miro hacia el lado, sin poder creer que él ha estado esperando todo este tiempo sólo para preguntarme eso.
—¿He dañado tu orgullo de macho?
—¿Qué? Por supuesto que no.
—¿Entonces?
—Es que no lo entiendo —me dice con una leve desesperación en su voz—. Escucha: si no me lo dices, voy a terminar obsesionándome con esto y no es eso lo que quiero.
Ruedo los ojos —A ver, dime; ¿hay algo que no te guste sin razón? Alguna comida o una fruta, algo que ni siquiera has probado pero aun así no te agrada.
—Las espinacas. —dice luego de pensar un poco.
—Bueno, Dave, en este caso, tú eres las espinaca y yo la chica que las detesta sin razón, ¿entiendes?
—¡No es justo! —protesta. Yo hago un ademan, señalando que ya me iré pero su mano en mi brazo me detiene. Él me gira antes que yo pueda apartarme— No tengo idea lo que tú piensas de mí pero dame una oportunidad para demostrarte que todo eso es incorrecto.
Sacudo la cabeza en negación y me alejo, esperando a que Charisma camine a mi lado. Sin embargo, ella se demora un par de segundos y yo no cuestiono su retraso.
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