Capítulo 30 (Primera parte)

No he sabido absolutamente nada de Dave desde hace dos semanas. Él no me ha mandado mensajes, yo tampoco lo he hecho y con Charisma y Rick el tema está prohibido. Dylan me ha preguntado un par de veces luego de que yo le contara lo que sucedió. El mismo día que supo que todo había salido mal, trató de persuadirme diciendo que tal vez la información que le he dado le ha caído de sorpresa. Me fue imposible dejar mi sarcasmo de lado y lo único que le dije fue "no es como si le hubiera revelado un secreto de Estado o confiarle la cura del VIH, ¿sabes?".

No le he dado mucha importancia al asunto sin embargo. Es decir, me gusta el chico pero no es algo por el cual voy a morir o algo por el estilo. Mamá siempre ha dicho que nadie se muere de amor y dudo mucho que este sea el caso. Yo creo en ella.

—¡Charisma está al teléfono!

Me paro de un salto de la cama y corro fuera de mi habitación para llegar a la sala. Tomo el teléfono y me siento en el brazo del sofá, llevando el auricular a mi oreja.

—Hey.

—Hola, Nat. ¿Qué estás haciendo?

Me encojo de hombros aunque ella no pueda verme —Sólo pasando el rato, ¿y tú?

—¿Qué tal sí salimos a dar una vuelta? Estoy muy aburrida y creo que sí sigo aquí voy a volverme loca.

—Ya, no seas exagerada —río, apartando el cabello de mi rostro—. ¿Dónde quieres ir?

—No lo sé. ¿Qué tal sí vamos a comer algo?

Estrecho los ojos. Charisma siempre me dice que quiere ir a comer algo en lugar de decirme que quiere ir a una fiesta o algo por el estilo. Sin embargo, sonrío y acepto. Hace mucho tiempo que no salgo a una fiesta y teniendo en cuenta que es sábado y que mamá está demasiado ocupada con todos mis hermanos aquí, apenas se dará cuenta que estoy fuera.

—Está bien. ¿Pasas por mí a las nueve?

Charisma chilla del otro lado —¡A las nueve estoy allí!

Cuelgo el teléfono y subo hasta mi habitación. Comienzo a buscar alguna clase de ropa que no sea tan llamativa ni tan aburrida. Como no tengo mucha paciencia con ello, me decido finalmente por un pantalón rasgado a la altura de las rodillas, una camiseta blanca simple y mi cazadora con capucha. Tomo ropa interior limpia, un par de toallas y voy hasta el baño para darme una ducha.


*


—¿Dónde vas?

Miro hacia atrás, antes de bajar la escalera y me encuentro con Evan. Trago saliva con dificultad cuando él recorre mi cuerpo con la mirada y luego posa sus ojos en mí, su ceja izquierda de alza en interrogación.

—Yo... —me detengo. En mi cabeza se crean todos los escenarios posibles si le digo que iré donde Charisma o si voy a una fiesta. Por supuesto, si le digo que voy donde mi mejor amiga, va a querer ir a dejarme y si le digo que iré a una fiesta con ella, querrá unírsenos.

—¿Ya te vas? —mi salvación aparece entonces. Una gota de alivio recorre mi frente cuando veo aparecer a Dylan.

—¿Dónde va a ir? —Evan le pregunta a nuestro hermano.

Es incómodo para mí estar entre ellos dos porque pienso que en cualquier minuto van a comenzar a pelear y terminaré recibiendo más golpes que alguno de ellos dos.

—Le di un par de entradas a Nat para el cine y ella me dijo que iría con Charisma, ¿verdad? —asiento, encontrándome con su mirada marrón— ¿Ya le dijiste a mamá que vas a quedarte en casa de Charisma?

Le lanzo una mirada a mi hermano mayor quién está con el ceño totalmente fruncido, confundido por nuestra extrañada actuación. Vale, para todos es raro ver que Dylan y yo hablamos de esta manera. Quiero decir, nunca nos hemos peleado pero la relación que tenemos no es exactamente «unida» para los ojos de Evan.

Desde que Dylan se enteró de todo el rollo acerca de Dave se volvió un poco más cercano a mí y me agrada. Nunca me imaginé que iba a estar teniendo este tipo de relación con uno de mis hermanos y menos con él.

Finalmente, niego despacio —Uh, se lo iba a decir ahora.

—No te preocupes —posa su mano en mi hombro y da un pequeño apretón—. Puedes ir tranquila, yo de lo diré.

—¿Qué? —Evan da un paso en nuestra dirección— No puedes hacer eso, Dylan. ¿Qué sabes tú sí realmente ella va a ir al cine y no a juntarse con ese viejo que tiene de novio?

Estoy por decir algo en respuesta a su comentario (que estoy segura como el infierno que ese "viejo" se trata de Dave) pero entonces escucho el claxon de un coche a las afueras de la casa y sé que se trata de mi mejor amiga. Miro a Dylan en busca de ayuda y él asiente.

—Ve, yo le explicaré las cosas a Evan.

Asiento. Me acerco a mi hermano mayor para dejar un rápido beso en su mejilla y uno en la mejilla de Dylan. Él me susurra un rápido «cuídate mucho» y me hace una seña para que yo sepa que cualquier cosa que ocurra puedo llamarlo.

Bajo la escalera corriendo y agarro mis llaves de recibidor antes de salir como si el mismísimo Diablo viniera siguiéndome. Me subo al auto de mi mejor amiga con la respiración agitada, ganándome una mirada inquisidora de su parte.

—¿Qué diablos te pasó? —cuestiona, pisando el acelerador.

—Evan había comenzado con el interrogatorio y sí no hubiera sido por Dylan, yo aún estaría allí intentando crear una buena excusa para que no se pegara a mí como un chicle.

Ella me mira, sonriendo de lado —A mí no me habría molestado salir con Evan, ¿sabes?

—No, no lo sé. Y tampoco quiero saberlo —ella ríe por mi respuesta—. De todas maneras, ¿adónde vamos?

—A comer.

Estrecho mis ojos en su dirección.

—No quieras verme la cara de tonta, Charisma. Yo sé muy bien que cuando dices "iremos a comer" te refieres que iremos a una fiesta.

—Iremos a comer. —repite para luego agregar—: A una fiesta.

—¿Y qué tipo de fiesta es esa? —reviso su iPod que está conectado al radio del coche y coloco una canción de One Republic.

—¿Recuerdas a John?

—¿John? —repito y ella asiente— ¿John Winchester?

—No, estúpida —ríe—. John Franco, el hermano de Dave.

Mi boca se abre por la sorpresa y agito la cabeza con tanto frenesí que los anteojos se deslizan por mi nariz. Me los acomodo nuevamente y la miro con los ojos bien abiertos, intentando entender por qué diablos nos iremos a meter al departamento de Dave.

Yo estaba lo suficientemente bien con no tener que verlo. Pero, claro, mi mejor amiga cree que lo mejor que podemos hacer es ir hasta allá y verle la cara al chico que, oh, sorpresa, me rechazó.

—¿Qué? —cuestiono de manera incrédula. Todo ápice de buen humor ha desaparecido de mi voz.

—John hará una barbacoa en su casa y él nos invitó.

—¿Y por qué diablos no me dijiste antes?

—Porque sabía que no ibas a querer ir. —responde con simpleza. Dobla hacia la derecha, adentrándose en la carretera principal.

—¡Por supuesto que no iba a querer ir! —exclamo, molesta— Iremos a la casa de John y, sorpresa, mejor amiga: Dave vive allí también.

—Ya relájate, ¿quieres? —cuando se detiene en un semáforo, me mira— Han pasado dos semanas, Nat. Es hora de que vayas superándolo.

—Yo sé cuándo supero las cosas o no, Charisma. Odio que hagas eso, ¿sabes? Me enferma como no tienes idea cuando te pones a tomar decisiones por mí.

—Ya, deja el drama. Sólo será un rato. Además, fuiste tú la que me dijo que quería demostrarle a Dave que ya no pasaba nada. Quizás ni siquiera esté allí.

—Es su casa, ¿recuerdas?

Mi mejor amiga sacude la cabeza —Es su casa, lo sé. Pero esto servirá para que él se dé cuenta que no sigues interesada en él. Porque es así, ¿verdad?

Antes de hacer partir el motor, me observa, esperando una respuesta la cual se niega a salir de mi boca. Eso es lo que yo quiero hacerle creer al resto, que no estoy interesada en Dave y la mayor parte de las veces que lo digo, lo hago más para convencerme a mí misma. Eso es lo que quiero creer, sin embargo, es todo lo contrario y me detesto por eso.

Pero, un poco titubeante, le doy la respuesta que ella quiere:

—Por supuesto que sí.

—Muy bien. Entonces, demuéstrale a él que ya no estás interesada. Esta será la mejor oportunidad para hacerlo.

Chupo los labios dentro de mi boca y asiento —Está bien.


*


Cuando llegamos a casa de Dave, me sorprende no encontrarme con el pelotón de conejitas que estuvieron aquí la primera y última vez que vine al departamento. Hay una cantidad reducida de personas pero lo suficiente como para yo tener que pararme en puntillas para lograr ver un poco más allá.

La música se mezcla con las risas y las voces de todos hablando a la misma vez. Charisma que va a mi lado, me habla pero yo no logro entender qué es lo que dice. Me limito a asentir, sin embargo, porque no quiero tener que estar gritando como una idiota. Entre codazos, me abro paso por el lugar y cuando choco con algunas personas, me decido finalmente a quitarme los anteojos porque si sigo con ellos, terminaré con un cristal enterrado en medio de uno de mis ojos. Se lo paso a Charisma para que ella me lo guarde en su cartera y mientras vamos avanzando, amarro mi cabello en un rodete. Llevo un par de minutos dentro de este lugar pero ya tengo más calor que el infierno.

Justo frente a nosotros, hay una puerta de cristal y al otro lado, en el balcón, logro ver a un par de chicos bebiendo cervezas mientras que uno de ellos se dedica a voltear la carne sobre la parrilla eléctrica. Charisma se detiene a mi lado y mira en aquella dirección, dándose cuenta que su lindo novio está entre esos chicos.

La sigo porque no quiero quedarme sola y Rick recibe a mi mejor amiga con un fuerte abrazo y un casto beso en los labios. Yo lo saludo con la mano mientras él se dedica a presentarnos a los demás chicos que están allí. ¿Cómo es que Rick conoce a tantas personas? Todos tienen pinta de ser universitarios y Rick apenas está terminando la escuela.

—Oye Nat, ¿recuerdas a John? —me pregunta Rick mientras me tiende una cerveza. La acepto y luego miro en la dirección en que él está señalando— ¡Oye, John! ¡Ven aquí un segundo!

Un chico alto y muy parecido a Dave se nos acerca con una sonrisa en el rostro. Saluda a los chicos que están alrededor de la parrilla eléctrica y luego choca los puños con Charisma y Rick. Finalmente, sus ojos se posan en mí y logra hacerme sentir incómoda.

—Hey, viejo, ¿recuerdas a Nat? —pregunta Rick, señalándome.

John estrecha sus ojos y luego los amplía al reconocerme.

—¡¿Eres la chica que pateó el culo de mi hermano la otra vez?! —ríe y me da un fuerte abrazo. Antes de que pudiera devolverlo, él ya me ha soltado— ¡Diablos, sí eres tú!

Todos los chicos que están a nuestro alrededor comienzan a hablar sobre ello y la vergüenza tiñe mi rostro de rojo. Intento sonreír y acerco la botella de cerveza a mis labios para beber un trago y refrescar mi garganta que, misteriosamente, se ha secado. ¿Cuán bochornoso puede llegar a ser esto? Tengo a un grupo de chicos riendo y recordando la vez en que le di un puñetazo a Dave a mí alrededor y lo único que consiguen es avergonzarme más.

—¿Me disculpas? —le digo a John quien deja de hablar inmediatamente para colocarme atención— Uh, necesito usar el baño.

—Claro que sí. Sigues el pasillo...

—Lo sé —lo interrumpo porque recuerdo exactamente dónde está el baño. Le lanzo una mirada a Charisma y ella entiende de inmediato—. Vuelvo en un minuto.

Arranco de ahí lo más rápido que puedo y me adentro en el mar de personas que están en la sala. Voy por el pasillo y cuando paso fuera de la habitación de John, recuerdo aquella vez cuando Dave y yo estuvimos un rato y él cayó sobre mí por culpa de los tacones de Charisma. Sin embargo, aparto el recuerdo con un movimiento de cabeza y me encierro en el baño.

Como no tengo nada que hacer exactamente, bajo la tapa del retrete y me siento, comenzando a revisar mi teléfono, encontrándome con un mensaje de Dylan que me ha enviado hace un rato atrás.

Dylan: Le dije a mamá que te quedarías en casa de Charisma y quedó bastante tranquila. Por Evan no te preocupes, ya me encargaré de él. ¿Cómo vas tú?

Tecleo una respuesta y se la envío.

Natalie: Gracias, Dylan. Te debo una. Y sí, todo está bien aquí.

Mi hermano me responde luego de cinco minutos.

Dylan: Genial. Si necesitas que alguien vaya a buscarte, puedes llamarme. A cualquier hora, Natalie. Lo digo en serio.

Sonrío y acepto su oferta junto con un corazón. Guardo el teléfono en el bolsillo de mi pantalón cuando escucho golpes desde el otro lado de la puerta. Enjuago mis manos con agua y dejo la cerveza sobre el lavamanos porque no estoy interesada en beber de una botella con restos urinarios. Me encuentro con una chica que no conozco cuando abro la puerta.

—Al fin. —resopla, apretando las piernas.

Hago una mueca —Lo siento. Es todo tuyo.

Froto mis manos mientras recorro el pasillo, la música sigue sonando fuerte y me asombra que los vecinos no hayan venido a reclamar aún por el volumen tan alto y todo el alboroto que desborda este lugar. Una pequeña mueca de asco se forma en mi rostro cuando veo a dos chicos besándose en una esquina. Ew, ellos realmente necesitan una habitación.

No logro ver a nadie conocido en este lugar y por primera vez me pregunto qué rayos estoy haciendo aquí. Me siento fuera de lugar porque no estoy acostumbrada a salir de fiestas. No quiero sonar mojigata ni nada por el estilo pero prefiero mil veces quedarme en casa viendo una maratón de Superatural antes de salir a una fiesta y emborracharme hasta perder la conciencia. He visto a Evan borracho las veces necesarias como para decidir que no es esto lo que quiero hacer.

—¿Natalie?

Oír su voz me paraliza en mi lugar. No quiero girarme y mirarlo a los ojos pero es como si mi cuerpo desobedeciera las ordenes que manda mi cerebro y termino dando vuelta, encontrándome con Dave cara a cara.

Él luce diferente. Pero de una clase de diferencia buena, supongo. Viste como normalmente lo hace pero hay algo en él que me deja sin aliento. Tal vez es la sonrisa que curva sus labios y la forma en que sus ojos brillan al verme. Concéntrate, Natalie, por favor.

Trato de hablar pero lo único que sale de mis labios son balbuceos incoherentes.

Dave suelta una risilla y se acerca a mí. Me sorprende demasiado cuando me envuelve en sus brazos en un aparente abrazo amistoso el cual hace que mi corazón salte como loco. El olor a alcohol que desprende de él cosquillea en mi nariz y ahora lo entiendo todo. Él está ebrio, por esa razón se acercó a mí. Si él estuviera sobrio, lo último que querría es acercarse a mí de esta manera, creo yo.

Pero, lo que más me sorprende, sin duda, es que no hago nada para apartarlo de mí. Quizás la cerveza que bebí afectó gran parte de mis sentidos.

—Como Rick vino, tenía la esperanza de que aparecieras por aquí. —me dice, apartándose. Sus manos se posan en mis hombros y tiene que agacharse un poco para que sus ojos queden a la misma altura que los míos. Nuestros rostros están demasiado cerca— Es bueno verte aquí, de todos modos. Me encanta. ¿Cómo estás?

Ignoro el hecho de que él ha dicho que le encanta verme aquí y trato de sonreír.

—Ah... estoy... bien. Sí, estoy bien.

—Eso es bueno. —sonríe sin separar los labios, sus ojos se achinan casi por completo— ¿Llegaste hace mucho?

—Hace unos minutos, de hecho.

Dave asiente, respirando profundamente por la nariz —¿Quieres tomarte una cerveza?

—Ah, yo...

—Sólo una —ruega y junta sus manos como si estuviera rezando—. Quiero conversar una cosa contigo y bueno, sería mucho mejor si estuviéramos bebiendo una cerveza, ¿sabes?

Aprieto mis labios y termino asintiendo —Está bien.

—Genial, genial —canturrea alegremente y me abraza por los hombros para guiarme hasta la sala. Aparta un par de chicos que están en el sofá y me empuja suavemente. Yo caigo sentada frente a él—. Espérame aquí, ¿vale? Volveré en cinco segundos pero, si no estás para cuando vuelva, te voy a buscar y voy a cobrar nuestra charla pendiente.

—Aquí estaré para cuando vuelvas —digo, alzando las manos en derrota.

Él me guiña un ojo —Confío en ti, Nat.

Quizá, es una frase vaga y sin mayor significado pero me es imposible no buscar algún otro significado entre líneas que me haga sentir un poco especial. Es algo mediocre, lo sé.

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