Capítulo 3.

—Mira quién está aquí, Nat —insiste Charisma—. ¡Es tu amigo, al que quieres mucho!

Mi respiración se hace más pesada y lo único que quiero es borrar la estúpida sonrisa del rostro de ese chico. Charisma sigue molestando, señalando a ese idiota como mi amigo pero yo no puedo responder porque estoy demasiado concentrada en asesinar a Dave en mi mente.

Por Dios, no lo soporto. Su sonrisa me irrita, tu voz me produce dolor de oídos y de solo escuchar su risa mi cabeza quiere explotar. Cuando me habla, yo lo único que quiero es pegarle con un ladrillo en la estúpida boca para que la cierre de una buena vez. Pero no. El muy estúpido disfruta haciéndome enojar. Desde la fiesta en que lo vi por primera vez, él se encargó de fastidiarme siempre cuando nos encontrábamos. Quiero arañar su rostro con mis uñas y gritar mil insultos mientras lo asesino con mis propias manos.

No sé qué es pero ese chico me irrita hasta el punto de querer volverme loca.

—Hola, Nat —me saluda con falsa inocencia.

—No me llames Nat —reclamo—. Sólo mis amigos pueden llamarme así.

—¿Y nosotros qué somos? ¿No somos amigos?

—Ni aunque me pagaran sería amiga de alguien como tú. —gruño.

Él ríe y su mano derecha se posa en su pecho, a la altura de su corazón.

—Me dueles, Nat.

—Cállate... —exijo. El alfajor es aplastado por mi mano y siento más rabia. ¡La comida no tiene la culpa de que él sea un idiota!

—Pero Nat...

—¡Deja de llamarme Nat! —le grito esta vez. Cuando él se ríe, me doy cuenta que sólo quiere molestarme así que paso por su lado, empujándolo, y me paro frente a Charisma— ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías cuidando nuestro puesto en la fila.

—Y eso hice. Resulta que cuando te fuiste, la fila avanzó súper rápido y ahora es nuestro turno. Tu turno en realidad.

—Bien. Me tomaré esa dichosa foto y volveremos al salón. ¿Dónde está el fotógrafo?

Rick y Charisma comparten una mirada cómplice. El chico alto alza su mano y apunta a mi espalda. Y esa es la respuesta suficiente que yo necesito para darme cuenta que el estúpido es el fotógrafo.

Cierro los ojos con fuerza, maldiciéndome a mí misma, maldiciendo a mi mejor amiga, al estúpido de Dave, a la directora y a todo el jodido mundo. ¿Dios, por qué me castigas de esta manera? ¿Eh?

Mis párpados se alzan y veo a Dave enseñando su cámara profesional, sonriendo como un presumido.

—Creo que olvidé mencionarte que Dave era el fotógrafo, Nat... —murmura Charisma—. Él está estudiando fotografía y, pues, esto le servirá como trabajo práctico.

Le lanzo una mirada furiosa, diciéndole de esa manera que no estoy interesada en nada. Dejo salir el aire de mis pulmones y me obligo a calmarme. Respira, Nat. Sólo respira y tómate esa maldita fotografía.

—Está bien —digo entre dientes—. Voy a tomarme esa dichosa foto y... mierda, ¿a quién engaño? Al diablo con eso, yo no voy a dejar que éste zoquete me tome una fotografía. Pueden usar la del año pasado.

Hago una mueca de desinterés y el flash se dispara, cegándome por un segundo.

—¿Qué diablos estás haciendo? Ya deja de tomarme fotos —le reclamo a Dave pero él sigue apretando el botón, la luz me ciega cada vez más. Intento darle un manotazo pero él es más ágil que yo y se aleja—. Ya basta, en serio. Esto no es gracioso.

—Sí que lo es. —se burla y el lente se amplía, tomando una mejor visión de mi rostro. El flash se dispara y él suelta una fuerte risotada— ¡Esta foto está perfecta!

Él gira la cámara ante nosotros y el par de tórtolos a mi espalda ríe a carcajadas. ¡Por Dios! Yo sé que soy la persona menos fotogénica en el mundo pero esa imagen es la más horrible que me han tomado en años. Mi boca está un poco chueca mientras regaño y mis ojos blancos, párpados caídos a punto de pestañear. ¡Esto es vergonzoso!

—¡Tienes que borrar esa foto ahora! —le grito a Dave.

—¿Por qué? Si sales preciosa. Mira nada más esos ojos divinos —se burla.

Soy consciente de todas las miradas que están sobre nosotros en este momento. Un par de silbidos en protesta se oyen pero yo no puedo dejar de pelear con él. Intento alcanzar la cámara para poder borrar la foto pero él es tan infantil como la primera vez que lo vi. Suelto un gruñido y él dispara el flash.

Agotada de hacer el ridículo, suspiro —¿Sabes qué? Haz lo quieras con esa foto. No me importa.

—Vamos, hombre —se mete Rick esta vez—, no seas pesado con ella.

—Tú no te metas —espeto—. Ustedes sabían que éste idiota vendría el día de hoy y no me dijeron nada. Qué preciosos amigos tengo.

—Vamos, Nat —Charisma se acerca a mí—. Si no te lo dijimos fue porque sabíamos que te ibas a poner así de intensa.

—Ya sé —Dave da un salto, quedando frente a nosotras—. Yo borro esta foto si tú...

—¿Si yo qué? —hablo de forma brusca, cruzando mis brazos.

—Si tú me invitas un helado.

—Tú estás completamente loco. Yo no desperdiciaré mi dinero en alguien como tú.

—¿Alguien como yo? —se señala, sus gruesas cejas se fruncen— ¿Qué quieres decir con eso? Además, ¿por qué no te agrado? Si yo soy divino.

Ruedo los ojos —Por eso mismo no me agradas. No te soporto, tu presencia me irrita. Eres un como grano del cual no me puedo deshacer.

—Me dueles, Nat —simula dolor y llanto—. Me has roto el corazón.

—Qué bueno.

—¿Aun así me invitarás a tomar un helado?

Alzo mi mano derecha y le enseño mi dedo medio. Por supuesto, él toma una nueva fotografía y mis ganas de meterle la cámara por el trasero aumentan.

—Jódete.

Me alejo de ellos mientras sigo escuchando su risa irritante. Charisma me grita que me detenga pero yo no lo hago hasta que llegamos fuera del salón. Estoy tan enfadada que podría golpear a alguien en este preciso momento.

En cuanto llego a la puerta del salón, me detengo de forma abrupta y segundos después, Charisma choca contra mi espalda. Me giro rápido y la encaro.

—¿Por qué demonios no me dijiste que ese estúpido estaría aquí?

—¡Se me olvidó! —exclama, alzando sus manos.

—Por favor, no me mientas —gruño. Ya puedo ver mi rostro rojo de ira porque mi mejor amiga retrocede un paso—. Tú sabes que no soporto estar cerca de él y aun así me has ocultado todo esto. ¿En qué estabas pensando? ¡Se supone que somos mejores amigas!

—¡Y lo somos!

—Oh, claro que sí —digo con sarcasmo—. Somos tan amigas que te has vuelto en una maldita traicionera.

—Oye, no te excedas. Si no fue para tanto tampoco.

—¿Cómo que no fue para tanto? ¿Te gustaría a ti que yo te llevara engañada hasta donde está Nicole?

—Eso no es lo mismo.

—Claro que es lo mismo —la contradigo. Bajo la voz en el momento en que me doy cuenta que varios de nuestros compañeros nos están observando—. Tú la odias de la misma manera en que yo odio a Dave.

—No confundas las cosas —contraataca. Sus cejas rubias se juntan en un ceño fruncido—. Nicole merece que yo la odie. ¿Y Dave? ¿Qué te ha hecho él para que lo odies?

—¡Existir! —chillo en susurros y ella ríe de pronto— ¿Te estás riendo de mí?

—No. Es que... esto es totalmente ridículo, Nat. No puedes odiar a alguien si ni siquiera lo conoces.

La miro de forma herida —Gracias por llamarme ridícula.

—Oh, vamos, Nat, no te lo tomes así, ¿vale?

—Vete al infierno, Charisma.

Me giro para poder entrar al salón pero ella me detiene por el brazo.

—Nat...

—Déjame. —exclamo, zarandeando mi brazo.

Camino hasta mi asiento y dejo caer mi trasero sobre la silla. Por el rabillo del ojo, veo que Charisma está en la puerta mirándome pero no se acerca porque en estos momentos lo único que yo necesito es estar un momento a solas para calmarme. Hemos tenido algunas discusiones antes y cada una sabe que tiene que dejar a la otra sola o sino todo se puede salir de control.

Tomo un par de respiraciones, preguntándome qué diablos me acaba de pasar. No me entiendo, Dios. Sé que Dave no me agrada para nada. Es tanta la irritabilidad que me genera que si yo estuviera viendo que su casa se está quemando, avivaría más el fuego con un ventilador gigante pero, lo de hoy sobrepasó todos los límites. Pero, él comenzó a burlarse de mí y me hizo sentir como una estúpida. ¿Cómo debería haber reaccionado yo? Él me estaba molestando y Charisma no hizo nada para detenerlo.

Me quito los anteojos y me froto los ojos porque, de pronto, siento unas tremendas ganas de llorar. Diablos, soy tan patética.

Eventualmente, Charisma ingresa al salón porque el maestro de Química hace acto de presencia y ella se sienta a mi lado. El silencio tenso nos envuelve y me siento incómoda. No me gusta estar enfadada con mi mejor amiga.

—Lo siento. —decimos ambas a la vez y soltamos una risita.

—Lo siento mucho, Nat —se disculpa la rubia—. Sé que fui una tonta por no haberte dicho que Dave venía hoy. Sólo quería jugarte una broma y todo se salió de control.

Asiento —Lo sé y lo lamento. Fui una estúpida que exageró las cosas.

—No te preocupes —me abraza y junta nuestras cabezas—. Lo odias. Es comprensible que te comportaras así.

Suelto un suspiro, cerrando los ojos por un segundo. Aún siento un poco de incomodidad rondar a nuestro alrededor así que digo:

—Ya, aléjate. Me vas a pegar los piojos.

Charisma ríe a carcajadas aprovechándose de que el profesor de química es bien debilucho y tiene un carácter suave. Nadie lo toma en serio y a veces me apena.

—Ya volviste a ser la misma Nat que conozco.

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