Capítulo 29.
Escucho el sonido de mi teléfono que me avisa que me ha llegado un nuevo mensaje pero no tengo ánimos de revisar nada y lo ignoro. Me siento tan estúpida, tan patética, tan llena de vergüenza. La realidad me había lanzado un gran bloque de cemento contra el rostro y me había hecho darme cuenta de la peor manera de que todo lo que yo pensaba de Dave era erróneo. Por supuesto que yo no le gusto. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Él solo había estado siendo amable conmigo, coqueteaba de vez en cuando pero lo hacía sólo porque era parte de su personalidad, algo de lo cual no se daba cuenta. Y yo, la muy estúpida me había dejado llevar por mis tontas ilusiones y creyendo las palabras de mi mejor amiga le había dicho cómo me sentía para terminar de esta manera: avergonzada y enojada conmigo misma por ser tan ilusa.
Quiero estar enojada con Charisma por haberme insistido tanto en que le dijera a Dave pero no puedo. Ella no tiene la culpa de nada y es la única persona a la que puedo recurrir en estos momentos. Así que, colocándome una cazadora vieja de Evan, salgo de mi habitación y bajo la escalera raudamente.
Todo está en calma en la planta baja. Mamá sigue en la cocina preparando nuestras meriendas para mañana y no hay rastros de mis hermanos o de papá. Tomo el teléfono inalámbrico y llamo al teléfono fijo de la casa de Charisma. Su madre me responde al cuarto tono.
—Hola, señora C. Soy Natalie, ¿Charisma está por allí?
—Claro que sí, cariño, espera un poco.
—Gracias.
Con el teléfono aún contra la oreja, me siento en uno de los brazos del sofá y espero a que Charisma se coloque al teléfono. Escucho los pasos de la señora C subiendo a la escalera hasta que la oigo decirle a mi mejor amiga que estoy en el teléfono.
—Hola, ¿cómo estás? —dice la rubia desde el otro lado de la línea. La escucho mascar y no es hasta que algo explota que me doy cuenta que está comiendo goma de mascar.
—No muy bien.
—¿Qué pasó? —su voz se tiñe de preocupación de inmediato.
—¿Puedes venir? Sé que son casi las nueve de la noche pero necesito hablar con alguien.
—Pero dime qué pasó, mujer.
Suspiro —Aquí te explico, ¿sí?
—Está bien. Espérame y mientras tanto, no hagas nada estúpido.
—Sólo... date prisa.
Cuelgo la llamada después de eso y dejo el teléfono en su lugar. Me acomodo la capucha de la cazadora y me acerco hasta la entrada de la cocina, mamá se da cuenta de mi presencia de inmediato.
—Estaré un rato en el porche, ¿sí? —le aviso y fuerzo una sonrisa— Charisma va a venir.
—Está bien pero sólo un rato. Mañana tienes escuela y no quiero que te resfríes.
Asiento y comienzo a alejarme de allí pero me detengo cuando la escucho llamarme. Retrocedo hasta el mismo lugar en el cual estaba.
—¿Algo va mal, Naty? —cuestiona y me odio por ser tan predecible o es el simple hecho de que ella me conoce excesivamente bien.
Niego con la cabeza —Todo está bien, mamá.
—Está bien. —murmura, dándome aquella mirada de "no estoy creyéndote nada".
Me esfuerzo para que mi sonrisa sea más creíble ahora y escapo de allí antes de que sea demasiado tarde. Salgo de la casa y el aire frío del final del invierno se filtra por mi pantalón de pijama helándome de inmediato las piernas. Me acerco a la pequeña escalera que hay a un lado del coche de papá y me siento allí en completo silencio, asombrada por lo que el rechazo de un chico puede hacer. Me quito los anteojos cuando comienzo a ver un poco nublado y me odio por eso. Tal vez, no siento ganas de llorar sólo porque un chico me ha rechazado, tal vez pasa sólo porque mi periodo está por llegar y estos últimos días he estado un poco más sensible. Sí, definitivamente eso tiene que ser.
Diez minutos después, el coche de Charisma se estaciona a un lado de la acera frente a mi casa y ella baja vistiendo su pijama de una pieza con un gorro con orejas de tigre. Aprieto los labios para ocultar una sonrisa y deslizo mi mirada por su anatomía, deteniéndome en sus pantuflas de grandes garras.
—¿Qué? No tuve tiempo para cambiarme y no es como si necesitara hacerlo —se excusa y toma asiento a mi lado—. Muy bien, ¿qué fue lo que pasó?
Y sólo basta que ella pronuncie aquellas palabras para que las ganas de llorar aparezcan nuevamente. Gimoteo y escondo el rostro entre mis rodillas para que ella no se dé cuenta pero es bastante tarde porque Charisma me conoce a la perfección. Siento como su mano deja suaves masajes sobre mi cabeza, guardando silencio esperando a que yo esté lista para hablar.
Respiro profundamente y froto mi rostro, espantando así la humedad de mis ojos.
—Todo salió lejos como lo pensábamos —informo. Ella me abraza por los hombros y yo apoyo mi cabeza en el suyo—. Le dije que me gustaba. Me armé de valor y le envié ese mensaje pero él ni siquiera me respondió. ¿Tienes idea de cuán patética me siento?
—Oye, decir lo que sientes no te convierte en alguien patética, Natalie. Tú le dijiste a Dave lo que sentías y eso es algo admirable.
—¿Y de qué sirve eso de todos modos? —la observo y me encojo de hombros— No es como si gracias a eso él iba a darse cuenta que yo también le gustaba.
—Quizás también le gustas... —divaga y yo me aparto.
—¿No estás escuchándome? Te he dicho que él ignoró mi mensaje, Charisma.
—Bueno, tal vez lo pillaste de sorpresa.
Sacudo la cabeza —Deja de defenderlo. Está bien todo esto, ¿sabes? Quiero decir, gracias a esto yo dejaré de pasarme tantas películas en mi cabeza y viviré en el mundo real.
—No lo sé, Nat... —ella se acomoda el gorro, apartando unos cuantos mechones rubios de su rostro—. Yo creo que deberías esperar a que él realmente responda algo. ¿Ya lo hizo?
—No tengo idea y tampoco me importa. Que se joda, no andaré detrás de él si eso es lo que quiere.
Ella hace un puchero y afirma sus antebrazos en sus rodillas para poder recostar su cabeza en ellos. Tiene una mueca triste en el rostro.
—Esto apesta. Yo tenía muchos planes para nosotros... ya podía vernos saliendo en citas dobles, yendo al cine o al parque de diversiones. Rick también estaba muy emocionado.
Una sonrisa amarga curva mis labios y reprimo el sentimiento dentro de mi pecho. Yo también estaba ilusionada como el infierno pero ya me doy cuenta que sólo era eso: una ilusión. Me dejé llevar tanto por mis sentimientos, olvidando que a lo mejor el sentimiento era unilateral, dejándome llevar por lo que decían mis amigos que no pensé verdaderamente en el hecho de que no le gustara.
—Lo siento mucho —Charisma corta el hilo de mis pensamientos. La miro con el ceño fruncido y ella asiente—. Sí, Nat, lo siento mucho. Si yo no hubiera insistido tanto, no habrías terminado con el corazón roto.
—Yo no... bueno, quizá sí está un poco quebrajado pero no está del todo roto. Pero no te preocupes, cariño —ahora soy yo quien la abraza—. Todo fue culpa mía, ustedes sólo querían ayudarme.
Nos quedamos en silencio un par de minutos hasta que ella me sorprende, colocándose de pie. El aura triste que la envolvía hace unos instantes ya no está y realmente me preocupa que mi amiga esté teniendo este tipo de cambios de humor. Me mira, de forma decidida y dice:
—¿Sabes qué? Al diablo con Dave Franco —su voz es fuerte, autoritaria—. Que se joda, él se lo pierde. Eres una chica linda, simpática y muy dulce, puedes conseguir a cualquier chico que quieras.
Froto mis manos sobre mis muslos buscando un poco de calor para ellas.
—Estoy mejor así, ya sabes. Estoy pensando seriamente en convertirme en monja.
—No seas estúpida —me regaña y yo río. Es una risa sincera pero sin ánimos—. Tienes que demostrarle a Dave todo lo que se perdió.
—No creo que sea buena idea... —digo, no muy convencida.
—Y una mierda. Aprovecharemos que mañana es viernes y saldremos por ahí. Le diré a Rick que cite a Dave por alguna parte y cuando te vea, se querrá arrancar las bolas por lo idiota que fue al no corresponder tus sentimientos.
—Charisma, basta —me paro de mi sitio y sacudo mi trasero antes de tomarla por los hombros para unir nuestras miradas—. No quiero sonar aguafiestas pero ya no más. Fue un error haber comenzado a sentir esto que siento por Dave pero así como apareció supongo que va a desaparecer. Hasta entonces, quiero mantenerme al margen de todo.
No tengo ánimos de nada más. Quiero dejar que este mal rato pase y olvidar que alguna vez sentí un mero sentimiento por el idiota de Dave. Quiero dar vuelta la página y preocuparme de cosas realmente importantes. Sueno derrotada y es así como me siento.
—No te desanimes, cariño —mi mejor amiga acaricia mi mejilla—. Yo te seguiré amando si decides jugar para el otro equipo.
—¿Qué?
—Ya sabes a lo que me refiero —me da una sonrisa maliciosa—; te seguiré amando si decides ser lesbiana.
Esta vez, no logro mantener la risa dentro de mi boca y exploto en una potente carcajada que hace ecos en el garaje.
—Estás completamente loca.
Charisma se encoge de hombros —Lo sé y me encanta serlo si así puedo robarte esas sonrisas tan lindas que tienes.
—¿Quién se está comportando como una lesbiana ahora?
—No seas tonta —me empuja por el hombro antes de envolver los brazos alrededor de mi cintura en un abrazo apretado—. Te adoro, mejor amiga. No estés tristes por idiotas que no lo merecen. Tal vez no resultó esta vez pero no te quedaste con las dudas y fuiste sincera tanto con él como contigo. Si él no quiere esto, pues él se lo pierde. Hay muchos peces en el mar. Al cabo ni me gustaba como tu novio.
—¿Ah, no? —inquiero, alejándome de ella para mirarla con una ceja alzada. Admiro la habilidad que tiene Charisma de alegrar a todo aquél que esté pasando un mal momento. Comparto mis penas con ella y ella sabe cómo y qué decir las cosas para levantarme el ánimo. Es alegre, optimista y una soñadora. Ella es todo lo contrario a mí pero me encanta.
—Nah —hace una mueca chistosa con su boca—. Tiene las cejas muy gruesas, la nariz caída y sus manos necesitan una manicura urgentemente. No era el chico para ti.
Paso por alto el hecho de que ella muchas veces me dijo que Dave era el chico perfecto para mí. Sé que lo está diciendo para que me sienta un poco mejor y se lo agradezco.
—¿Qué te parece si mañana después de clases tenemos un día de chicas? —cambia de tema y se le doy las gracias internamente. No tengo ánimos de seguir hablando del idiota— Tengo un par de descuentos para el cine y podríamos ocuparlos.
—¿Qué hay de Rick?
—Que se joda. Pasaremos una tarde de chicas y a no ser que él corte su pene, no entra en el club.
Río —Me parece una buena idea. Déjame revisar qué películas hay en cartelera y te aviso por mensajes, ¿vale?
—Está bien. Bueno, ya es hora de irme —me avisa. La acompaño hasta el coche y abro su puerta para que suba y se siente en el lado del piloto—. Pasaré a buscarte mañana para ir a la escuela, ¿vale?
—Vale. —acepto y beso su mejilla— Nos vemos mañana.
—Que descanses, Naty.
Sonrío y cierro la puerta. Retrocedo dos pasos y mi mejor amiga toca el claxon en señal de despedida. Yo le doy un saludo de mano. Cuando veo que su coche ha desaparecido, giro y camino hasta la puerta para entrar a la casa. El aire tibio de la calefacción hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. La luz de la cocina está encendida pero mamá no está ahí así que apago la luz y subo la escalera con lentitud. Paso al baño de inmediato y me cepillo los dientes, cuando voy de regreso a mi habitación, me encuentro con papá en el pasillo.
—Oye, estás aquí. —me dice, acercándose para dejar un beso en mi frente— Estás muy fría.
—Estaba afuera con Charisma pero ya me voy a dormir.
—Buenas noches, Naty.
—Que descanses, papi. —dejo un suave beso en su mejilla.
Me encierro en mi cuarto y me quito la cazadora. Reviso mi teléfono que sigue sobre la cama y ruedo los ojos con coraje cuando veo que tengo un mensaje del idiota.
Dave: Hey, ¿estás por ahí?
Antes de responderle, borro el mensaje que le he enviado porque ya es bastante humillante recordar haberle dicho que me gusta como para mantenerlo en la conversación de mi teléfono.
Natalie: Estoy aquí, ¿qué quieres?
Dave: Con respecto a lo que me dijiste
Antes de que diga cualquier cosa, invento una patética excusa.
Natalie: Sí, con respecto a eso, me gustaría que lo olvidaras.
Dave: ¿Qué?
Dios, ¿él podrá ser más idiota?
Natalie: Sí. Olvídalo, fue sólo un reto tonto.
Dave: ¿Un reto?
Natalie: Sí. Charisma y yo hicimos una apuesta jajaja.
Le envío el mensaje. Sé que posiblemente no va a creerme pero prefiero decirle eso antes de admitir que todo lo que estaba diciendo lo decía muy en serio.
Dave: Uh, bueno, está bien.
Dave: ¿Todo sigue igual, entonces? ¿Sin rencores?
Natalie: Sin rencores :)
Dave: Genial
Natalie: Genial.
Bloqueo el teléfono después de eso y lo coloco en silencio antes de colocar la alarma y dejar cargándolo en mi mesa de noche. No tengo idea si él ha respondido de vuelta y no estoy interesada a decir verdad.
*
A la mañana siguiente, me levanto a las seis de la mañana y voy a tomar una ducha. Como los mellizos siguen dormidos, puedo bañarme tranquila sin que alguien esté tocando la jodida puerta diciéndome que me apresure. Una vez que termino, envuelvo mi cabello largo en una toalla y mi cuerpo en otra, saliendo con cuidado de la tina. Me cepillo los dientes, aplico un poco de crema en mi rostro y manos y salgo de allí para encerrarme en mi habitación.
Mientras me visto, enciendo la radio y subiéndome las caletas por las piernas, canto la canción de Kodaline que suena en ese momento. Por un momento pensé que me levantaría de un peor humor después de lo ocurrido anoche pero antes de dormir me di cuenta que no sacaba nada con estar enfadada por lo que había pasado. Yo no podía obligar a Dave a que sintiera lo mismo por mí.
Tomo mi falda escolar y la abrocho en mi cintura antes de colocarme la blusa y la corbata. Odio asistir a la escuela con uniforme pero hoy ya es viernes y dejaré esta tonta ropa por lo menos dos días. Calzo mis pies con los zapatos y me cepillo el cabello. Decido dejarlo suelto por lo menos hasta que se seque por completo y no me aplico nada de maquillaje porque... bueno, porque no tengo ganas. No es como si los días anteriores yo lo hiciera.
Tiendo mi cama y por fin, luego de estar lista, desconecto mi teléfono y lo reviso. Hay un mensaje de Dave desde anoche. Quiero pasar de él pero la curiosidad me corroe y termino abriéndolo.
Dave: También me gustas, Nat. Lo digo en serio :)
Menudo idiota. ¿Qué saca con decir esas cosas sólo para que yo me sienta bien?
Estoy a punto de enviarle un mensaje de regreso pero me arrepiento y salgo de allí dejando el teléfono dentro de mi mochila. Una conocida canción de One Direction suena en la radio y trato de relajarme, cantándola mientras ordeno mis cuadernos y termino de vestirme con el uniforme. Tomo mis anteojos, mi cargador del teléfono lo lanzo dentro de la mochila y bajo a desayunar, encontrándome en la cocina con papá, mamá y Scott.
—Buenos días. —saludo, sentándome en mi puesto habitual.
El desayuno transcurre de forma normal y cuando estoy bajando luego de cepillarme los dientes, escucho el sonido de un claxon a las afueras de la casa.
—¡Es Charisma!
Miro con el ceño fruncido a mi hermano mientras tomo mi bolso del sofá.
—No entiendo por qué gritas. Estaba justo detrás de ti.
Scott sonríe abiertamente, sus dientes quedan expuestos en su totalidad.
—Lo siento. Que te vaya bien en la escuela, Naty.
—Gracias. —le doy una media sonrisa y me despido de mis padres antes de salir de casa y comenzar un nuevo día.
Asombroso.
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