Capítulo 28.
Punto de vista de Dave.
Dejo caer el teléfono sobre la cama mientras mis ojos están fijos en la pared frente a mí. Es una ilusión óptica pero, logro ver el mensaje que me ha enviado Natalie pegado en la pared como una gran calcomanía. ¿De verdad ella ha dicho que yo le gusto?
Suelto una pequeña risa llena de incredulidad y tomo el teléfono otra vez para leer su mensaje, no muy convencido de haber leído correctamente.
Desbloqueo la pantalla y su chat se abre de inmediato, las tres palabras que me habían hecho alucinar siguen allí, las palomas se han marcado en azul porque sí he leído el mensaje y ella se ha desconectado.
Maldición, ella sí envió eso.
Trato de entender lo que ha dicho aunque no hay nada más que entender. Ella me ha dicho que le gusto. Pero, ¿gustar, gustar? ¿Yo le gusto como un chico le gusta una chica? ¿O le gusto como amigos?
Sacudo la cabeza, dándome cuenta que es imposible leer entre líneas ese mensaje tan pequeño pero con una información que me ha dejado boquiabierto. Es decir, ella es Natalie y yo soy Dave... ¿cómo rayos puedo gustarle? Quiero decir, soy bastante apuesto y carismático. Las chicas con las cuales he salido han dicho que tengo potencial en todos los sentidos pero fue la misma Natalie quien me dijo muchas veces que soy un idiota con problemas mentales.
¿Puede gustarle un idiota con problemas mentales?
Ruedo los ojos ante mi estúpida pregunta. Natalie es una chica encantadora. Es hermosa, simpática y tiene mil cualidades que a cualquier chico podría gustarle pero... demonios, no entiendo.
¿Qué es tan difícil de entender?, me pregunta la vocecilla dentro de mi cabeza. Bueno, lo difícil de entender en todo esto es que Natalie me dijo un montón de veces que nunca en la vida se fijaría en alguien como yo, ¿eso no es suficiente? No le caí bien en un principio porque me vio hacer el tonto en una fiesta cuyo dueño de casa no recuerdo en este momento. Siempre la he molestado porque sencillamente me gusta hacerla enojar pero ahora estamos hablando de algo totalmente diferente.
Pero, dejando de lado toda esa divagación patética, la pregunta más importante es: ¿Me gusta Natalie?
Admito que la primera vez que la vi la encontré súper linda. Porque lo es. Sus ojos son marrones y su cabello es negro. Usualmente me gustan las pelirrojas con piernas largas y grandes tetas. Natalie es todo lo contrario y me gusta que lo sea. Pero, sigamos con lo que realmente importa.
Como iba diciendo, la primera vez que la vi, yo estaba un poco (por no decir demasiado) ebrio y me pareció súper linda —ella aún me parece linda—. Intenté hablar con ella pero Natalie me mandó al demonio y no se molestó en devolverse a mirar cuando iba alejándose de mí como si yo fuera portador de una enfermedad totalmente contagiosa. Nunca quiso impresionarme, sin embargo, lo hizo. No pretendía ser una chica súper femenina y súper sexy para captura mi atención y creo que eso fue lo que más me gustó de ella. Pasé mucho tiempo pensando en por qué no le agradaba, preguntándome qué era lo que estaba haciendo mal para que ella no me aceptara. Hasta que, claro, ella lanzó mi ego a la mierda cuando me comparó con la verdura que yo más odio, diciéndome que yo era la espinaca que ella tanto detestaba. Eso sí que fue duro.
Desde ese día, yo me prometí a mí mismo caerle bien a Natalie. Fue como un reto personal que pasados los días se volvió en un tipo de obsesión. Pasaba varias horas al día pensando qué hacer para agradarle y todos los planes que se me ocurrían terminaban en un completo desastre. Inclusive, casi la hago llorar aquella vez en el cine, cuando me acerqué más de la cuenta. Recuerdo que esa vez llegué a la casa, me miré al espejo y me pregunté: "¿Tan feo soy como para hacer llorar a una chica?" Lo sé. Es patético.
Y en el momento en que ella aceptó a ir a beber un batido conmigo, no lo podía creer. Charisma me había ayudado, Rick me decía que siguiera insistiendo y lo haría. Sin embargo, aquél rato que pasamos fue genial. Conocí un lado de Natalie que nunca había tenido el gusto de conocer y, diablos, me gustó. Me gustó darme cuenta que detrás de aquella persona arisca se escondía una chica sencilla, de buen humor y lista.
Sin embargo, aquella vez que fue a la fiesta de John en mi casa, cuando estuve a punto de besarla en la habitación de mi hermano, me di cuenta que aquellas ganas que tenía de besarla no eran cosas únicamente de la borrachera. Quería hacerlo, Dios sabía cuánto quería probar sus labios pero ella se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder y salió corriendo. Me puse tan celoso de verla reír con otro chico, de verla coquetear con otro chico que lancé la primera mierda que se me ocurrió en mi cerebro casi dormido por un coma etílico. No me importó que ella me golpeara en frente de todas esas personas porque cuando bebo me convierto en un idiota más mediocre y fuese cual fuera su insulto para mí, yo era feliz por sólo tener su atención.
Pero esto era completamente diferente. Diablos, sí lo era porque ella había desarrollado un sentimiento hacia mí. A ella le gustaba el idiota con problemas mentales. ¿Qué podía decirle yo ahora, de todos modos? Ella me agrada, ya lo sabe. Es linda, ya se lo dije. Tiene un sinfín de cualidades que me encantan en una chica y no me avergüenzo de decirlo. El problema ahora no es admitirlo sino que ella me crea sin pensar antes que lo estoy diciendo sólo para hacerla sentir bien.
Aproblemado, busco el nombre de Rick en los contactos de mi agenda y le marco, rogándole al cielo que no esté en una sesión de besuqueo con su novia y atienda el jodido teléfono.
—Ella me acaba de decir que yo le gusto. —digo apenas me responde el teléfono.
—¿De quién rayos hablas, Dave?
—De Natalie, maldita sea. Ella me acaba de decir que le gusto.
—¿Hablas en serio? —pregunta y suelta una risotada— ¡Ella sí que tiene cojones, amigo! ¿Le dijiste que también te gusta?
A pesar de oír la alegría en su voz, frunzo el ceño. Hay ciertas cosas que me gustan de Natalie pero no estoy seguro si me gusta de esa manera también. Además, yo siempre he sido de esta manera. Mi hermano dice que a esto se le llama "ser coqueto" y yo le digo que esa mierda es cosa de mujeres.
—Rick, ella no...
—No me vengas a mentir a mí, David. Te conozco, viejo. Es notable que ella te gusta, ¿por qué negarlo más?
Aprieto los labios y suspiro.
—No te llamé para eso, sabelotodo.
—Entonces, vete a la mierda. No me llames hasta que le pidas ser tu novia y quieras contármelo.
—¡Espera! No me vayas a col...
Y él lo hace. El grandísimo idiota de Rick me corta el teléfono y me deja en el mismo lugar del comienzo.
Dejo salir un par de palabrotas en contra de Rick y abro nuevamente WhatsApp, revisando si Natalie se ha conectado pero sigue sin aparecer. Muerdo mi labio inferior y rezándole a quien sea que esté arriba para que ella no me mande al demonio, le escribo.
Dave: Hey, ¿estás por ahí?
Sé que tendría que haberle enviado algo mucho mejor pero tengo que tantear el terreno primero. No quiero adentrarme a un campo minado y no salir antes de que una bomba explote convirtiéndome en millones de pedacitos.
Como no obtengo una respuesta inmediata y estoy más aburrido que el infierno, comienzo a ordenar mi cuarto que es un completo caos. Voy por algo de comer y me doy cuenta que John ha salido y me ha dejado totalmente solo. Me preparo dos tostadas con mantequilla de maní y llevo un vaso de soda hasta mi habitación. Mientras como una de las tostadas, reviso las fotografías en mi cámara y me sorprendo al ver que las fotos que le tomé a Natalie para su tarjeta estudiantil siguen allí.
Efectivamente, ese día tuve que hacer un trabajo para la universidad. Se lo comenté a Rick y, de manera eficiente, él me dijo que en su escuela necesitaban un fotógrafo. Fui a hablar con la directora y luego de decirle que no iba a cobrar nada más que las baterías para mi cámara, ella aceptó gustosa. Sin embargo, gustoso estaba yo de ir a ver a Natalie y joderle el día con mi presencia.
Mordisqueo mi pan, mirando las fotografías que tengo de ella. No son las mejores fotos pero ver sus muecas de disgusto me hace reír.
Bien, ¿a quién engaño? Ella también me gusta y si no le había dicho nada es porque tenía miedo en arruinar lo poco y nada que había avanzado con ella. Tengo una maldita habilidad de arruinar todo y no quería que el avance con Nat se fuera a la mierda. Además, ¡ni siquiera me había dado una pista! ¿Cómo puede aparecer así de la nada y enviarme un mensaje diciéndole que le gusto? Yo no estaba preparado para eso.
El ruido estrepitoso de mi teléfono me hace soltar un pequeño chillido que se ve ahogado por la tostada sujetada por mis dientes. Dejo la cámara sobre mi mesa de noche y me apresuro a comer el poco pan que me queda, limpiando la mano izquierda en mi camiseta para desaparecer la mantequilla de maní que ha ensuciado mis dedos.
Natalie: Estoy aquí, ¿qué quieres?
Alzo las cejas. Creo que ella ha vuelto a ser la misma Nat de antes.
Dave: Con respecto a lo que me dijiste
Ella está escribiendo también así que espero a que me envíe su mensaje.
Natalie: Sí, con respecto a eso, me gustaría que lo olvidaras.
Dave: ¿Qué?
Natalie: Sí. Olvídalo, fue sólo un reto tonto.
—¿Un reto?
Dave: ¿Un reto?
Natalie: Sí. Charisma y yo hicimos una apuesta jajaja.
No sé si sentirme ofendido o no creer eso. Yo habría creído esa risa que coloca al final pero no me la creo para nada. Ese jodido punto final lo arruina todo.
Dave: Uh, bueno, está bien.
Dave: ¿Todo sigue igual, entonces? ¿Sin rencores?
Natalie: Sin rencores :)
Dave: Genial
Natalie: Genial.
Después de eso, ella se desconecta y yo me quedo pensando si lo que ha dicho es verdad. Yo estaba dispuesto a decirle que también me gustaba pero ella... Al diablo.
Tomo el teléfono de nuevo y lo escribo, sin detenerme para caer en las dudas.
Dave: También me gustas, Nat. Lo digo en serio :)
Pero no obtengo ninguna respuesta. ¡Maldición!
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