Capítulo 26.
—¿Me vas a explicar ahora que fue lo que pasó con Dave?
Suelto un suspiro exasperado y afirmo mi cabeza en el respaldo del asiento con frustración.
Charisma había dejado de hablarme de Dave durante todo el tiempo que estuvimos en el centro comercial pero ahora, que ambas estamos a un par de cuadras de mi casa, dentro del coche, ella ha vuelto a preguntar como me lo había prometido.
—Tú no vas a dejar de insistir, ¿cierto? —ladeo la cabeza para mirarla y ambas sonreímos.
—Ya me conoces y sabes que no dejaré de molestarte hasta que me digas lo que quiero oír. Y ojo, yo te conozco muy bien y sé cuando me estás mintiendo así que ahora, mueve esos lindos labios y cuéntale a tu mejor amiga qué fue lo que pasó.
—Sí te lo cuento me vas a regañar.
—¿En serio crees eso de mí? —pregunta llevando su mano al pecho para incluir más dramatismo a su pregunta. Asiento y ella ríe— Bueno, tal vez lo haga, pero sólo sí te lo mereces.
—Me lo merezco, lo sé —hablo en susurros y vuelvo la mirada al frente—. Lo que pasa es que... no le he hablado a Dave desde que me di cuenta que él me gustaba. Ha estado enviándome mensajes todos los días, preguntándome cómo estoy y diciéndome que está preocupado por mí. He desactivado la confirmación de lectura de los mensajes sólo para leer los que me envía y que él no se de cuenta. Los he leído. Todos ellos.
—Nat...
Me quitó los anteojos y miro a mi mejor amiga. Tiene una mueca lastimera en el rostro, como sí toda esta situación le doliera más de lo que cualquiera pudiese creer.
—No me gusta sentir esto por Dave —confieso—. No me gusta sentirlo porque siento que estoy arruinando esto, Char.
—Entonces, atribuyo que no le has dicho nada, ¿cierto?
—No, claro que no —hago una mueca—. Después que Dylan me dijo lo que yo realmente sentía y no quería admitirlo, dejé de hablarle por completo.
—¿Por qué?
—Porque me conozco. A veces, soy demasiado arrebatada y tiendo a decir lo primero que se me cruza por la cabeza. ¿Qué pasa si una de esas veces le digo que él me gusta?
—Eso sería genial, sí me lo preguntas.
—¿Genial? —repito y la miro como si estuviera loca— ¿Qué tendría eso de genial aparte de avergonzarme?
La rubia apaga el motor y se desabrocha el cinturón de seguridad para acomodarse bien sobre el asiento. Copio su acción porque realmente ya me está doliendo el cuello así que ahora estamos las dos cara a cara en una conversación tan sincera que me causa escalofríos. Me gusta tener este tipo de conversaciones con Charisma porque sé que ella a pesar de todo siempre va a estar a mi lado y me va a apoyar en todo aun así no le gusten mis decisiones. Puede reclamar un montón de mierda pero ella es esa clase de amiga que se queda contigo hasta el final y me encanta.
—Porque él sabría todo esto.
—No quiero que él lo sepa. ¿Qué tal si no le gusto?
Es su turno de mirarme como si yo estuviera loca.
—¿Cómo no vas a gustarle? ¡Se le nota! Ya escuchaste lo que dijo Rick y eso que él lo conoce mucho más que nosotras.
—Pero eso es lo que creen ustedes...
—Ay, Nat... —suspira. Se aparta el cabello con un movimiento de mano que siempre me ha gustado— ¿cómo no vas a gustarle? Eres linda, eres inteligente, divertida y simpática. Un poco enojo a veces pero todo eso es parte de tu encanto. Dave sería un idiota si no se fija en ti.
—¿Más de lo que ya es? —río junto a ella.
—El rey de los idiotas. Pero, volviendo a lo importante, de verdad yo creo que lo mejor sería que le dijeras, ¿sabes? Ese chico se preocupa por ti y se nota que se martiriza pensando en qué pudo haber hecho mal contigo.
Muerdo mi labio, pensando en lo que ella me ha dicho. No puedo negar que pensar en decirle a Dave que me gusta me pone los nervios de punta pero, como dice Charisma, supongo que es algo que él tiene que saber en algún momento.
—Toma el riesgo, mejor amiga —me da un pequeño apretón en la mano antes de acomodarse y volver a colocarse el cinturón de seguridad para hacer partir el motor—. Y sí él no corresponde a tus sentimientos --cosa que lo dudo-- pues él se lo pierde.
—Si no lo hace, supongo que no era el indicado. —me encojo de hombros, tratando de quitarle un poco de importancia.
—Exactamente, nena. Exactamente.
Mientras recorre el poco trayecto que nos queda para llegar a casa, un recuerdo asalta mi mente y miro a Charisma con los ojos bien abiertos.
—¿Qué pasó entre tú y Noah el día que Dave y yo fuimos al cine?
Char se detiene en la última señal de stop antes de ingresar a mi avenida.
—¿Qué?
—Eso mismo. ¿Qué pasó entre mi hermano y tú? ¿Qué le dijiste para que él saliera disparado de mi casa?
—Ah, eso... —ella ríe, doblando a la derecha y estacionando el coche fuera de mi casa.
—Sí, eso.
—Le dije que necesitaba ayuda con un dibujo para nuestra clase de artes.
Aprieto los labios, negando suavemente con la cabeza. Noah es excelente dibujante y hace un par de meses atrás yo le pagaba diez dólares porque él hiciera mis dibujos de arte. Todos iban bien hasta que, claro, la profesora se dio cuenta y me hizo hacer un dibujo en clases.
—¿Y eso fue todo?
—Después fuimos a tomar una malteada, nada más.
Froto mi rostro —Prométeme que nunca pero nunca vas a hacerle ilusiones a mi hermano. Tú le gustas de verdad, Charisma y no entiendo por qué pero no quiero que Noah salga herido, haciéndose ilusiones donde verdaderamente no las hay.
—No te preocupes, Natalie. Noah es lindo pero no podría fijarme en él porque lo veo como a un hermanito mayor —me asegura—. Sí algún día me llegara a fijar en uno de tus hermanos, ese sería Evan.
—¿Evan? ¿Por qué Evan?
—¿Es que no lo has visto? Él es tan ardiente como el infierno.
Hago una mueca de asco —Eso es asqueroso.
—Yo lo encuentro súper sexy.
Suelto una carcajada que hace un pequeño eco en el interior del coche. Me inclino para despedirme de ella con un sonoro beso en la mejilla.
—Eso lo dices porque no es tu hermano.
—Eso sí sería asqueroso. —me dice mientras estiro el brazo hacia atrás para tomar mi mochila y bajar del coche— Gracias por acompañarme, Nat.
—No hay de qué. Me mandas un mensaje cuando llegues a casa, ¿sí?
—Dalo por hecho. —dice y cierro la puerta.
*
Después de la cena, ayudé a mamá a lavar los platos mientras ella los iba secando. Los mellizos y papá estaban jugando un juego de mesa en la sala, reclamando entre todos y riendo por las malas jugadas que efectuaba cada uno de ellos. De vez en cuando, mamá les lanzaba una mirada y sonreía con cierta melancolía.
—¿Qué sucede, mamá? —le pregunto cuando veo que se ha quedado inmersa en sus pensamientos. Ya hemos terminado de lavar los platos y ambas estamos sentadas en la isla bebiendo té. Los chicos siguen jugando junto a papá en la sala.
—No pasa nada —me dice, regalándome una suave sonrisa—. Sólo...
—¿Sólo qué, mamá? —cuestiono, revolviendo mi té con canela con mi cuchara.
—Extraño a tus hermanos. Extraño esos tiempos donde éramos una familia.
—Lo somos aún, mamá.
—Claro que lo somos —me mira, sus ojos brillan—. Me refiero a que me gustaría que ellos estuvieran aquí. Extraño verlos revolotear por todos lados.
Suspiro, asintiendo. Entiendo perfectamente el punto de mamá. Ahora que Dylan y Evan pasan la mayor parte en la universidad, la casa se siente medio vacía. Yo también extraño esas noches en las cuales todos íbamos a la pieza de Evan y nos metíamos bajo la cama para contar historias de terror. Noah y yo éramos los que más sufríamos por las pesadillas en la noche y mamá terminaba regañando a mis hermanos mayores mientras que Scott reía por el llanto de su mellizo.
—¿Te acuerdas de esos años que te daba miedo dormir sola e ibas a dormir con Evan?
Sonriendo, asiento —Él se mantenía despierto hasta que yo lograba volver a dormir.
—¿Y qué era lo que hacia Dylan?
—Me regañaba diciendo que yo era lo suficientemente grande como para dormir sola. Que era ridículo el miedo que sentía por los fantasmas bajo mi cama.
Seguimos recordando los viejos tiempos entre risas y negaciones de cabeza, hablando después de las peleas en las que usualmente mis hermanos mayores se veían envueltos.
Hasta que, por supuesto, sale el tema de las novias a colación y decido tantear terreno con mamá.
Como no sé cómo empezar a hablarle sobre ello, hago la típica pregunta que --creo yo-- todos los chicos les hacen a sus padres.
—¿Cómo se conocieron papá y tú?
Había escuchado aquella historia antes pero nunca le había puesto la real atención. Ahora estoy bastante interesada y tal vez pueda sacar un par de consejos de mamá. Como soy la única hija, nuestra relación es más cercana y me siento más cómoda al hablar sobre chicos con ella. Mi padre, al igual que mis hermanos, es bastante celoso y posesivo a la hora de hablar sobre el tema de los chicos y la mayor de las veces me dice que no tendré novio hasta los treinta.
Envolviendo el tazón con sus manos, mamá toma un sorbo de té. Copio su acción y hago una mueca al sentirlo frío. Dejo el tazón sobre la isla y lo aparto de mí y comienzo a jugar con la cuchara.
—Yo tenía tu edad cuando conocí a tu padre —comienza ella, mirando al hombre que se había convertido en el perfecto padre de sus hijos—. No me gustó desde un principio. Es más, detestaba verlo.
—¿De verdad? —le pregunto, asombrada de que lo que me está pasando se parezca tanto a lo que le sucedió a mis padres. Mamá asiente— ¿Por qué?
—Porque él decía que yo le gustaba y andaba coqueteando con otras chicas. ¿Cómo quería que le creyera de todos modos? Siempre salía a fiestas y los rumores en la escuela en ese tiempo corrían más rápido que la pólvora.
—¿Pero papá te gustaba? —curioseo. Afirmo los codos en la isla y acuno mi mentón en la palma de mis manos, interesada por lo que me cuenta mamá.
—Sólo bastaba una de sus sonrisas para que yo me derritiera completa —suelta una risita nerviosa—. Él me encantaba.
—¿Y qué hiciste para que él dejara de frecuentar con tantas chicas?
Ella se encoge de hombros —Sólo fui y le dije que me gustaba.
—¿De verdad?
—De verdad —afirma y me mira con suspicacia— ¿Por qué me preguntas todo esto?
Como no me veía venir aquella pregunta, el nerviosismo hace que la lengua se me trabe y comienzo a tartamudear. Me da mucha vergüenza comentarle a mamá que me gusta un chico.
—Por nada, mamá. Solamente tenía curiosidad.
—Tú nunca me preguntas estas cosas, Naty. Te conozco perfectamente bien y sé que en este momento me estás escondiendo algo.
—¿Yo, escondiéndote algo? Claro que no. —hago un ademán, rompiendo nuestro contacto visual.
—¿Ya ves? Ni siquiera puedes mirarme a la cara. Dímelo ya. —como me quedo en silencio, ella atribuye aquello como una afirmación para sus pensamientos— Te gusta un chico, ¿verdad?
Muerdo mi labio —¿Soy muy obvia?
Mamá ríe y niega.
—No. Es sólo que te conozco muy bien. A ver, cuéntame, ¿qué pasa con ese chico?
Comienzo a contarle todo con respecto a Dave desde la primera vez que lo vi en la fiesta de Sebastian Corr hasta este momento. Le comenté acerca de la vez que Evan nos descubrió en el parque hablando y me hizo un show digno de un novio celoso, de la salida que tuvimos y tuve que admitir que le mentí un par de veces. Le dije también que Dylan sabe todo porque nos vio en el cine y que había sido yo la que le había pedido que no le dijera nada ni a ella ni a papá. Hice hincapié en el hecho de que Charisma y Rick piensan que yo también le gusto a él.
—Y eso es lo que pasa —termino mi relato con un suspiro lastimero.
Busco la mirada de mamá y la encuentro ahí, sonriendo como si le acabaran de dar la mejor noticia del mundo.
—Mi niña está creciendo —dice y suspira con aire soñador—. Mi pequeña niña está enamorada.
—¿Qué? Por supuesto que no estoy enamorada, mamá. Sólo estoy diciéndote que me gusta un chico, eso es todo.
—Bueno, no importa, así es como tu padre y yo comenzamos y míranos ahora.
Mi mente hace el intento de imaginar aquello pero yo disipo las imágenes de mi cabeza con un movimiento. Qué horror.
—¿Sabes qué? Mejor no te hubiera contado nada.
Me coloco de pie, lista para marcharme a mi habitación cuando su voz me detiene.
—¿Quieres saber si también le gustas?
La miro sobre mi hombro y asiento —Aja.
—Es fácil, cariño. Sólo tienes que decírselo. —comenta y yo alzo una ceja— Bueno, quizás no quieras hacerlo pero si quieres saber si le gustas también, tendrás que decírselo. Digamos que los hombres son mucho más tontos que las mujeres en estos temas. Y por todo lo que me has contado, yo también tengo mis sospechas de que le gustas. Los hombres maduran mucho después que las mujeres pero eso no quita el hecho que, tal vez, todas esas bromas que él te hacía era para llamar tu atención. Dile lo que sientes, corazón y verás cómo lo demás irá dándose solo.
—¿Y si yo no le gusto?
—Si tú no le gustas, no importa. Hay más peces en el mar, ¿no?
—Pues sí. —sonrío y en estos momentos, me siento decidida y lista.
Que todo se joda, voy a aprovechar este momento de valentía y voy a enviarle un mensaje a Dave Franco diciéndole que me gusta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top