Capítulo 24.

—Así que... Saliste a una cita con Dave.

Miro hacia el lado de forma rápida dejando mi mano paralizada sobre mi cuaderno de matemáticas ya que estábamos desarrollando unos ejercicios en clases. Charisma está con la punta de su lápiz afirmado en su mentón y una sonrisa de suficiencia curva sus labios.

Abro los labios pero no sale ni una palabra de mi boca, me siento abrumada. No había querido contárselo a Charisma porque ella se pondría en plan loca chillona y yo no estoy como para soportar su kilo de preguntas con todo este revoltijo de pensamientos que tengo en la cabeza.

Sin embargo, ella me conoce bastante bien y sabe que mi silencio otorga en todas las situaciones.

—Jesús... —chilla en susurros para que el profesor no nos escuche— ¡saliste a una cita con Dave!

—Ya cállate —tapo su boca con mi mano y ella desliza la lengua por mi palma—. Qué asco.

—Y dime, ¿se besaron?

La fulmino con la mirada —¿Quién diablos crees que soy yo? Ubícate, ¿quieres?

Charisma lanza una risotada que no logra callar y el profesor le lanza una mirada furiosa desde el inicio del salón. Ella se disculpa pero sé muy bien que no lo siente en verdad.

—¿Recuerdas ese día que te llamé para que distrajeras a Noah? —ella asiente, mordiendo la punta del lápiz con ansiedad— Ese día él me invitó al cine, ya lo sabes.

—Lo sé, me acuerdo que me lo dijiste. Pero, ¿no pasó nada ahí?

—¿Nada como qué?

—Ay, Nat —suspira con dramatismo—, no te hagas la tonta conmigo, ¿quieres? Te conozco bastante bien.

Le doy una mirada confusa. Por supuesto que entiendo qué es lo que intenta decirme pero, prefiero simular demencia antes de dar el gran paso de admitir que no pasó nada y exponerme a los berrinches de mi mejor amiga. No temo a que se burle de mí porque Charisma no es ese tipo de chica (y tampoco me avergüenza el hecho de no llegar a la primera base en una primera cita con un chico) pero sí me da una lata horrible escuchar las mismas palabras de siempre.

—Te estoy preguntando sí llegaron a la base uno, Nat.

—Ah, pues... no.

La rubia suelta un gruñido digno de un animal rabioso y me mira, sus cejas se fruncen a más no poder y por instinto más que por costumbre, apoyo mi dedo índice sobre las pequeñas arrugas que se forman en él, estirándolas.

—¿Qué fue lo que te dije cuando hablamos por teléfono antes de que salieras con él? —aprieta los dientes, luciendo bastante cómica— ¿Cuál fue mi única condición? ¿Harías el favor de repetirla?

Ruedo los ojos, recitando las palabras que ella me dijo —Imaginar que es Theo James y besarlo.

—¿Y?

—No lo hice, ¿y qué? —alzo una ceja, desafiante— No es una de mis prioridades besarme con Dave Franco.

—Después no te quejes cuando venga otra chica y te lo quite.

Abro la boca para refutar pero el maestro se nos adelanta.

—Ustedes dos allá atrás, ¿podrían guardar silencio y poner atención en la clase? Sus demás compañeros están realmente interesados en aprender y si su plática es tan importante, les pido amablemente que salgan del salón, mientras tanto, estamos aquí para aprender.

Charisma suelta una exhalación por la nariz y yo sólo asiento, bajando la mirada de vuelta a mi cuaderno mientras mi mente vuela mucho más allá del salón de clases.

Sin poder evitarlo, mi memoria me crea malas pasadas y visualizo a Dave junto a otra chica. Los celos me hacen apretar los dientes. Nunca pensé ser la clase de chica que se enfada sólo porque ve al chico que le gusta hablar con otra mujer pero, imaginar a David con alguien más me causa un cierto malestar en el estómago.

—Estás pensando en lo que te dije, ¿verdad?

Miro hacia el lado encontrándome con los ojos claros de Charisma escudriñándome en profundidad.

—Cállate.


*


—¿Qué es lo que le pasa a Natalie?

Escucho la voz de Rick mientras revuelvo mi almuerzo sin ganas de probar un bocado. Suelto un suspiro, aguantando las ganas de darme cabezazos contra la mesa. He tenido la frase «me gusta Dave» atorada en la garganta durante todo el día y no sé qué es peor: torturarme con mis propios pensamientos o sentirme culpable por ocultarle esto a mi mejor amiga.

—No lo sé. Ha estado extraña durante todo el día. —escucho que susurra Charisma. Siento sus miradas sobre mí.

—¿No habrá tenido un problema en casa?

—Uh, no lo sé. No ha querido contarme nada y realmente me estoy comenzando a preocupar.

—Deberías hacerlo —recomienda su novio—. No es normal que ella esté actuando de esa manera. Me asusta.

Dejo caer el tenedor con fuerza sobre la mesa y alzo la mirada, encontrándome con los ojos de mis amigos sobre mí, asustados por mi arrebato.

—¿Podrían dejar de hablar de mí como sí yo no estuviera aquí? —gruño— Sí no se han dado cuenta, puedo escucharlos perfectamente.

—Woah, Nat, ¿qué diablos te pasa? —me pregunta Rick. Se ha inclinado hacia atrás, como sí temiera de que saltara sobre él y comenzara a golpearlo.

—Nada. No me pasa nada.

—¿Estás con la regla?

Había tomado el tenedor nuevamente con la clara intención de seguir jugando con mi comida pero su respuesta me hizo enojar. Entierro los dientes del tenedor contra la lechuga y miro al novio de mi mejor amiga con el ceño fruncido y los ojos bien abiertos. ¿Qué mierda? ¿Por qué los hombres tienen esa estúpida manía de atribuir todo nuestro mal genio con el periodo menstrual? Vale, entiendo que en esos días nosotras andamos más sensibles y todo lo demás, sin embargo, eso no quiere decir que fuera de los días de regla somos un témpano de hielo.

—No deberías haber dicho eso —habla la rubia—. Nat odia que los chicos le digan que...

—No estoy con la regla —gruño, torturando a la pobre lechuga que no tiene nada que ver en esto—, ¿entiendes? No estoy con la regla.

—¿Entonces? ¡Lo siento! —alza las manos en derrota— Entiendo que te moleste como la mierda que te pregunte si estás con la regla pero no le encuentro otra explicación. Ni Charisma ni yo sabemos qué es lo que te pasa y realmente nos preocupes.

«No lo digas. No lo digas. Ni se te ocurra decir esas tres malditas palabras»

—Me gusta Dave.

Siempre me ha gustado hacer comparaciones. Por eso, ahora, después de haber revelado mi más oscuro secreto no sé qué es más bochornoso: mi rostro rojo por la vergüenza o la mirada desencajada de mis amigos. Sus bocas están entreabiertas y los ojos abiertos como platos. Me quito los anteojos para disimular un poco mi nerviosismo y dejo en paz la ensalada que descansa intacta y muerta sobre mi plato.

Es tan vergonzoso admitir en voz alta que me gusta Dave. Dios. Si hubiera sido otro chico, no habría dado pena alguna contárselo a Charisma y no tendría problema en decírselo a Rick pero se trata de Dave. Se trata del idiota que conocí en una fiesta y que estaba haciendo el papel de tonto levantándole la falda a las chicas como un crío de nueve años. Se trata del chico que me juré odiar por el resto de la vida.

Charisma es la primera en salir de su estado de pasmo. Ella hace un gesto extraño, mueve la cabeza como sí quisiera disipar los pensamientos que rondan en su mente y parpadea de forma seguida.

—¿Escuchaste lo mismo que escuché yo? —Rick le pregunta a su novia sin apartar la mirada de mí.

Ella lo ignora y se dirige a mí: —¿Qué dijiste?

Gimo en protesta, peinando mi cabello hacia atrás. Los demás estudiantes que nos rodean disfrutan de su almuerzo, aprovechando de su hora libre al máximo, hablando sin parar y riendo junto a sus amigos. Nadie tiene la atención en nosotros pero yo siento como sí todo el mundo tuviera los ojos puestos en mí.

—No me hagas repetirlo, por favor.

—No, no, no —Charisma se inclina hacia adelante, para estar más cerca de mí—. Te lo juro que no estoy jugando. Necesito que me lo repitas porque me pareció escucharte decir que...

—Me gusta Dave. —digo yo.

—Le gusta Dave. —repite Rick.

La emblemática pareja se mira con los ojos bien abiertos y una sonrisa bastante maniática se dibuja en sus rostros cuando me miran otra vez. Y, no contentos con esas sonrisas escalofriantes, repiten en voz alta:

—¡Te gusta Dave!

Ruedo los ojos y asiento, escuchando las mil preguntas que hacen ellos. «¿Cómo es posible que te guste Dave? ¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba? ¿Se lo has dicho? ¿Ya están saliendo? Ay, yo los shippeo tanto»

—Realmente yo les agradecería que fueran hablando uno a la vez.

—¿De verdad te gusta Dave? —me pregunta Rick y yo asiento, con una mueca cansada en el rostro. Él ríe de forma nerviosa— Oh, diablos, eso no me lo esperaba.

—¿Cómo te diste cuenta? O sea, ¿como llegaste a esta brillante conclusión?

Me encojo de hombros —No lo hubiera aceptado tan rápido sí Dylan no me lo hubiera dicho.

—¿Dylan? ¿Dylan, tu hermano?

—Él mismo.

—La pu...

Ella no alcanza a maldecir ya que Rick tapa su boca.

—No maldigas, amor. Tu boquita es muy linda como para que la ensucies con esas palabras feas.

—No me digas qué decir, estúpido. Necesito maldecir porque sí no lo hago, siento que me asfixio.

Río, apoyando los codos en la mesa. Sostengo mi mentón en la palma de mi mano y observo a la pareja discutiendo por las maldiciones de mi mejor amiga. Realmente es lindo verlos. Hay amor por el otro reflejado en sus ojos.

—Como sea —Charisma da por finalizada la discusión con su novio y vuelve su atención a mí—, ¿Dave ya lo sabe?

—Por Dios, no.

—Tienes que decírselo.

—Ella tiene toda la razón —Rick apoya a su novia—. Tienes que decirle a Dave.

—¿Para qué?

—¿Cómo que para qué? Es obvio que tú también le gustas, Nat. Y no sólo yo pienso eso. Rick también lo cree, ¿verdad, bebé?

El moreno asiente —Totalmente. Lo único que hace Dave cuando nos juntamos es hablar de ti. Eres mi amiga y te apreció mucho pero Dave ya me tiene hasta la coronilla tanto que habla de ti.

La sangre fluye hasta mi rostro. Siento mis mejillas sonrojadas.

—¿Él habla de mí?

—Aja.

—¿Y qué es lo que dice?

No estoy segura si quiero saber lo que Dave habla de mí cuando yo no estoy presente pero la curiosidad es mayor.

—Que eres muy linda, que eres inteligente, que le encanta pasar tiempo contigo porque eres bastante entretenida. Incluso antes, cuando eras una odiosa con él le caías bien, ¿puedes creerlo? —ríe y sacude la cabeza— Yo pienso que ese chico está loco por ti. Lo conozco y sé cuando a Dave le gusta una chica. Es bastante predecible.

—¿Ya lo ves? —los ojos claros de Charisma brillan con ilusión— Sólo tienes que decírselo a Dave y lo demás vendrá solo. Ya quiero que salgamos los cuatro en una cita doble, ¿no sería eso genial, amor?

—Por supuesto que sí.

—Ay, tengo tantos planes para ustedes, Nat.

Arrugo la frente y recargo mi espalda en la silla.

—¿Sabes qué? A veces, ser tu amiga me avergüenza. Sólo estoy diciéndote que me gusta Dave, no que le voy a pedir matrimonio.

—¿Piensas hacerlo de todas maneras?

—¡Charisma! Estoy hablando jodidamente en serio. Deja de jugar conmigo, ¿quieres?

Ella ríe a carcajadas junto a su novio. Indignada, me coloco de pie y tomó mi bandeja después de colocarme los anteojos.

—¿Saben qué? Olviden todo lo que les dije. Con ustedes no se puede hablar.

—¡No te preocupes por nada, Nat! —grita ella— ¡Rick y yo nos encargaremos de todo!

Y es en ese preciso momento en el cual me arrepiento de haberle contado todo a mis amigos.

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