Dave: ¡Te invito a ver una película!
Ruedo los ojos y dejo el libro que había estado leyendo a un lado para contestar el mensaje. Dave ha pasado toda la mañana invitándome a diferentes partes pero yo he tenido que negarme porque sinceramente no tengo ganas de salir.
Nat: No tengo ganas de salir. Lo siento. 😞
Dave: Mhm... Bueno, tú te lo pierdes.
Dave: Tendré que ver a Theo James solo, por dos largas horas 😕
¡¿Qué, qué, qué?!
Nat: ¿Cómo dices?
Dave: Hoy se estrena la nueva película de Theo James 😏
Miro el calendario que está detrás de mi cama y mis ojos parecen querer salir de sus órbitas. Maldita sea, había marcado el día de hoy --19 de Marzo-- con colores brillantes y las iniciales de Theo en mayúscula para no olvidarme que hoy se estrenaría la nueva película de la saga. ¡Y como siempre lo olvidé!
Tomo el teléfono con manos levemente temblorosas y escribo:
Nat: ¿A qué hora es la función? 😍
Dave: A las siete. Estoy en la página del cine a punto de comprar las entradas online... ¿te unes?
Nat: Dalo por hecho.
Dave: Esa es mi chica 👏
No le tomo real importancia a su comentario y le digo que nos juntemos a las seis y media fuera del cine para alcanzar a comprar palomitas y refrescos. Cuando él me envía una foto de los tickets ya comprados, me coloco de pie de un salto y salgo de mi habitación con toallas y ropa limpia para darme una rápida ducha.
Como he traído el teléfono, largó el agua de la ducha y le marco a Charisma.
—Ho...
—Necesito tu ayuda —la interrumpo de forma brusca.
—Oh, hola, Nat. Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Cómo estás tú?
Ruedo los ojos y apoyó el teléfono contra mi hombro y mi oreja para comenzar a sacarme el pantalón de pijama. De a poco, el baño se empieza a llenar de vapor y tengo que abrir la ventana para poder respirar con normalidad.
—Por favor, Charisma, esto es una emergencia.
—Muy bien. Cuéntame.
—Hoy se estrena Leal y si no hubiera sido por Dave, yo lo habría olvidado por completo. El tema es que él me invitó al cine y... necesito que distraigas a Noah porque estoy segura que Evan lo mandará como chaperón.
La escucho reír —¿Ya ves que no es sano obsesionarte con actores de Hollywood?
—¿Vas a ayudarme o no?
—Sabes que lo haré.
—Gracias, de verdad. —suspiro.
—No hay de qué. Te ayudaré sólo con una condición.
—¿Cuál?
—Que beses a Dave imaginándote que es Theo James.
—Cállate —escupo y cuelgo.
Dejo el teléfono sobre el botiquín y termino de sacarme el pijama. Lo lanzo dentro del canasto de ropa sucia y me meto a la ducha para bañarme rápidamente.
Una vez lista, seco mi cuerpo y me visto. Salgo del baño secándome el cabello con la toalla y veo a Noah caminando por el pasillo de la segunda planta con el teléfono en la mano y una sonrisa tonta en el rostro.
—Y a ti, ¿qué te pasa? —le pregunto, fingiendo no saber nada.
Noah alza la cabeza, me mira pero, no dice nada. Sus ojos brillan y suelta una risita antes de guardar el teléfono dentro de su pantalón y bajar corriendo la escalera. Lo último que escucho es la puerta de entrada salir y a Scott gritando desde la cocina, preguntándole a su mellizo a dónde se dirige. Siento un malestar en la boca del estómago; la culpa me corroe. No tengo idea de qué le habrá dicho Charisma a mi hermano pero debe haber sido algo bueno para él. Un ápice de culpabilidad golpea las paredes de mi cabeza pero es como si apareciera Dave a un lado de mi hombro, diciendo: "sht, no te sientas mal, esto lo haces por Theo James".
Entro a mi habitación otra vez para terminar de arreglarme. Justo a las cinco con cuarenta y cinco de la tarde, estoy bajando la escalera, encontrándome con Scott en la sala.
—¿Dónde está mamá? —le pregunto.
Él me lanza una mirada sobre su hombro y dice: —Cocina.
Voy hasta allá, encontrándome con mamá y Dylan hablando mientras se toman una taza de té, supongo. Carraspeo la garganta, interrumpiendo su conversación, ambas personas me miran fijamente.
—Naty, ¿qué pasa? —cuestiona mamá. La mirada de Dylan está sobre mí.
—Ah, venía a avisarte que iba a salir.
—¿Adónde vas?
—Al cine.
—¿Con quién? —interviene mi hermano.
Piensa rápido, piensa rápido.
—Con una compañera de clase.
—¿Charisma?
—No —comienzo a retroceder. No me gusta mentirles a mis padres porque sé que en cualquier momento ellos me van a descubrir. ¡Piensa en Theo James! —. Volveré a eso de las nueve y media, ¿ya? Nos vemos, mamá. Adiós, Dylan.
Salgo de ahí con pasos apresurados y de la misma manera abandono la casa, agradecida de que Evan no haya estado ahí en ese momento. Él habría insistido en llevarme al cine para asegurarse que realmente me iba a juntar con una amiga o me habría obligado a decirle la verdad a mamá.
Nat: Estoy esperando el autobús 🙆
Le envío el mensaje a Dave y dos minutos después obtengo su respuesta.
Dave: Voy en camino al cine, ¿quieres que pase a recogerte?
Su oferta es tentadora, sin embargo, decido rechazarla y decirle que llegaré a tiempo para la función.
Finalmente, el autobús pasa justo a tiempo y hago que se detenga. Me subo en silencio, saludando al chofer con una pequeña mueca y luego que deslizo la tarjeta para pagar, me siento en uno de los primeros asientos. Desenredo los audífonos que siempre llevo en la chaqueta y me desconecto del mundo los próximos veintitrés minutos.
*
Como era de esperarse, cuando llego al cine, Dave ya está ahí. El momento incómodo comienza porque mientras me voy acercando, me voy preguntando cómo rayos tengo que saludarlo. Quiero decir, con mi mejor amiga nos saludamos con un beso en la mejilla, un abrazo o a veces ambas. Con mis hermanos sólo nos decimos un indiferente "hola" y a los chicos del colegio los saludo con un movimiento de mano pero, a Dave no sé cómo rayos tengo que saludarlo.
¿Qué diablos me pasa?
—Hola.
—Hey —él sonríe y alza la mano enseñando dos tickets—. Ya imprimí las entradas. ¿Emocionada?
El tema de cómo saludarlo queda en el olvido de inmediato. Sonrío.
—Dios, sí. He estado esperando por esta película desde el año pasado. De no haber sido por ti, me habría perdido el estreno.
Su barbilla se alza con superioridad —Me debes una.
—Lo tendré presente.
Ambos entramos al cine y todavía hay una fila inmensa para poder comprar los boletos. Como nosotros ya tenemos los nuestros, Dave hace un ademán para que lo siga y lo hago. Vamos hasta la confitería del cine para comprar palomitas de maíz y dos gaseosas. Saco un billete del bolsillo y se lo tiendo.
—¿Qué es eso?
Frunzo el ceño —Uh, ¿dinero?
—Ya sé que es dinero. ¿Para qué me estás...?
—Ah, para ayudarte a pagar.
—No, no —me empuja la mano con suavidad de regreso al costado—. Guárdalo.
—¿Por qué? Quiero ayudarte a pagar.
—Porque te invité yo.
El vendedor nos mira desde el otro lado del mostrador con la caja de palomitas lista y las bebidas también. Está impaciente y el montón de personas que espera por comprar también no ayuda demasiado.
—¿Y que hayas invitado tú significa que yo no puedo ayudarte a pagar?
Dave resopla —Guárdalo para después, ¿sí? En la siguiente salida pagas tú y así ambos estaremos felices.
—Está bien.
Dave sonríe, feliz, y paga lo pedido con su tarjeta de crédito. Pide una bandeja para llevar las palomitas y las gaseosas y antes de que comencemos a caminar hasta las salas, me entrega los boletos.
No sé qué me molesta más en este momento: si el molesto ruido de las palomitas del chico a mi derecha o las jodidas voces de un montón de chicas en las butacas de atrás. ¿Para qué diablos vienen al cine si no pueden mantener la boca cerrada? Es decir, si yo quiero parlotear como una cotorra mejor me quedo en mi casa. Si quiero hablar como una maldita loca de la cabeza, pues me quedo en casa y no vengo a joder a todas las personas que sí quieren ver una película.
—Santo cielo... —farfullo, mi mano se alza y aprieta mis labios. Siento la mirada de Dave sobre mí y por el rabillo del ojo cercioro que él sí me está mirando—. Estoy a punto de darme la vuelta y abofetear a ese trío de cotorras.
Él sonríe a medias —No te amargues y disfruta de la película. Haz lo que hago yo: ignorarlas.
—Es imposible cuando están justo detrás de ti. Además, están fantaseando sexualmente con mi hombre.
—¿Tu hombre?
Lo miro, frunciendo el ceño —Sí. Theo es mío.
Dave asiente y se queda en silencio unos segundos. Trato de concentrarme en la película, Dios sabe que lo hago pero, no lo consigo. Me acomodo los anteojos, me cruzo de piernas, las estiro, me muerdo el labio, lo libero y así me paso los siguientes diez minutos. Hasta que, por supuesto, Dave se aclara la garganta y se gira un poco hacia atrás.
—Señoritas —llama la atención de las chicas, las cuales se callan para escuchar lo que va a decir. Yo también tengo toda mi atención puesta en él—: ¿podrían guardan silencio un poco? Mi cita y yo estamos intentando ver la película y su charla nos desconcentra. ¿Podrían dejar el cotilleo para después? No quiero verme obligado a llegar a los extremos y llamar al chico de seguridad.
No escucho lo que las chicas susurran pero la sonrisa que adorna el rostro de Dave me dice que ellas han accedido a guardar silencio. Él se inclina un poco a mi lado, su respiración cosquillea en mi oído.
—Ahora sí. Puedes disfrutar de Theo James todo lo que quieras, Nat.
Giro la cabeza para mirarlo. Las palabras no salen de mi boca. Estoy tan perpleja que apenas puedo procesar la información en mi cabeza. Y así, me paso los siguientes diez minutos, viendo a Dave mirar la película mientras lleva pequeñas porciones de palomitas de maíz a su boca.
—¿Qué es lo que pasa ahora? —me pregunta, sin apartar la mirada de la gran pantalla.
Aparto la vista porque me he ruborizado e intento poner atención al frente para entender un poco la película.
—Nada, ¿por?
—Eso imaginé.
No decimos nada después de eso.
*
—Entonces..., ¿qué te pareció la película?
Aquello fue lo primero que Dave me preguntó al salir de la sala. Lo miro de soslayo, haciendo un pequeño mohín con los labios antes de sonreír extensamente.
—Me encantó. No, no. La amé. Dios, ¿viste a Tobías? Él lucía tan hermoso —suelto un suspiro soñador— ¿Cómo pueden existir hombres tan hermosos como él?
Dave se lleva una mano al pecho, simulando estar herido.
—Oye, cualquier chico común y corriente que te escuche hablar así se sentiría muy ofendido.
—¿Por qué? —pregunto, riendo.
—Porque eso es un golpe súper bajó a nuestro ego. Vale, no todos somos tan sexy como Theo James pero tenemos carisma. Por ejemplo, yo: no tengo un cuerpo súper musculoso como ese chico pero soy encantador y hago reír a las chicas, ¿no es así?
Sin pensarlo, le doy un suave empujón y río por su comentario, diciéndole que no sea tan narcisista diciendo aquellas cosas sobre sí mismo.
Damos un paseo por el patio de comida y conversamos qué podemos comer a continuación pero, todo mi cuerpo se congela y siento como la sangre drena hasta mis pies cuando veo a Dylan caminando junto a un par de chicos en nuestra dirección.
—Maldita sea, tenemos que irnos. —escupo de forma brusca, tomando el brazo de Dave.
—¿Qué, por qué? —parece preocupado— ¿No te gustan las hamburguesas?
Dylan se acerca y yo siento como el pánico crece en mi interior. Sin más tiempo que perder, tomo a Dave de la muñeca y lo obligo a caminar en dirección contraria, tratando de esconderme entre las personas que están en el patio de comidas.
—¿Qué pasa, Nat? —pregunta Dave, tratando de detenerme— Oye, espera un poco. ¿Dije algo malo?
—Afuera te explico, ¿ya? Sólo... Vámonos de aquí.
Él accede y yo siento una pequeña gota de alivio cuando comenzamos a caminar más rápido. Estamos a punto de llegar a la salida del centro comercial cuando lo escucho.
—¡Natalie!
La voz de Dylan es tan autoritaria que mi cuerpo se congela ahí, en medio del pasillo. Dave mira hacia atrás y cuando descubre al chico que gritó mi nombre, me observa con el ceño fruncido.
No recuerdo haber sentido tanto miedo desde hace mucho tiempo. Ni siquiera me temo tanto a mis padres pero hay algo en Dylan que me hace sentir un miedo horrible. Puedo soportar los reclamos de mis demás hermanos pero Dylan... Él es otra cosa. Tal vez sea su carácter fuerte, su altura de casi un metro noventa y ocho o las veces que lo he visto discutir con Evan. Quizá son todas las opciones anteriores. Siempre he intentado pasar desapercibida por él porque nunca quise tener un encuentro con él.
Y ahora estoy aquí, congelada en medio de una gran multitud con mi hermano a unos escasos metros de distancia y un chico que no toleraba pero que terminó cayéndome bien y que ahora pagará los platos rotos por mi culpa.
—Natalie —la voz de Dylan suena tan cerca que me hace temblar. Aprieto la muñeca de Dave tan fuerte que mis uñas en su piel lo hacen jadear en silencio. La mano de mi hermano se posa en mi hombro y me hace girar para encararlo—, ¿qué haces aquí?
—Ah... vine a ver una película.
Él no me mira. Sus ojos cafés están puestos en Dave. Lentamente, descienden hasta que se posan en mi mano sosteniendo la muñeca de mi acompañante. Lo suelto de inmediato.
—¿Quién es él?
Hay tanta tensión entre nosotros que apenas puedo respirar. Los amigos de mi hermano están a unos metros de distancia, alejados pero, nos están mirando, atentos a lo que ocurre.
—Un amigo. —le digo con torpeza.
Dylan asiente y sus ojos se achican en dirección a Dave.
—Un amigo... ¿Y cuál es el nombre de tu amigo si se puede saber?
—Su nombre es...
—Déjalo que él responda, Natalie —me interrumpe. Me lanza una mirada que hace mi estómago retorcer—. ¿Cuál es tu nombre?
Dave retuerce su muñeca hasta que lo suelto y da un paso al frente. Lo miro, rogándole que no diga su nombre porque, a pesar de que ninguno de nosotros le ha dicho todo el escándalo que Evan y Noah han hecho, él no es estúpido y puede haber escuchado perfectamente desde su habitación.
—Soy Dave.
La sonrisa amable que adornaba el rostro de David desaparece en el mismo instante en que el rostro de mi hermano se contrae. Primero, sus ojos se amplían y luego frunce el ceño, como sí lo hubiera reconocido de algún lugar. Ay, no.
—¿Sabes qué, Dylan? Nosotros ya nos íbamos. Nos vemos en casa.
—Espérame afuera. —me interrumpe, su voz suena exigente.
—¿Qué?
—Espérame afuera, Natalie.
—Pero...
—Sí no quieres que llame a casa y le diga a mamá que nuestra pequeña hermana de ha convertido en una mentirosa, espérame afuera. Me gustaría hablar algunas cosas con Dave. Seré breve.
Muerdo mi labio inferior y le lanzo una mirada al chico que está a mi lado. Él sonríe apenas y asiente a mi pregunta impronunciable y dudosa.
—Está bien —digo al fin—. Nos vemos pronto, Dave. Muchas gracias por todo.
—Lo pasé muy bien, Nat.
Algo que parece una risa indignada escapa de los labios de Dylan. Le lanzo una mirada, rogándole de esa manera que no sea tan pesado pero él me ignora por completo. Me despido de David con un murmullo y me alejo con pasos lentos, mirando de vez en cuando hacia atrás. Y cada vez que giro la cabeza, veo que mi hermano está con la mirada clavada en mí.
Finalmente, decido salir y confiar en que mi hermano no dirá nada vergonzoso, sabiendo que el regreso a casa que me espera será súper incómodo y con un montón de preguntas rebuscadas. Porque si hay algo en que Dylan y Evan se diferencian es en que Dylan no se cansa de preguntar hasta que obtiene lo que quiere oír. Te estruja hasta el último minuto hasta que no tienes otra alternativa más que la verdad.
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