Capítulo 20.
Nunca me imaginé que Noah se iba a tomar tan en serio el papel de hermano mayor protector pero cuando lo vi a la salida de la escuela al día siguiente, me sorprendí. Ni hablar de los días que siguieron. No me explicaba cómo lo hacía pero siempre sabía dónde estaba y cuando no le contestaba el teléfono la primera vez, seguía insistiendo hasta que yo me cansaba y terminaba por coger la llamada, diciéndole dónde estaba exactamente y con quién. Sin embargo, como yo le había mentido la última vez, si le decía que estaba con Charisma, tenía que poner a mi mejor amiga al teléfono. Aquella actitud la toleré los primeros días pero ya cuando estábamos a miércoles, yo quería jalarme los pelos hasta quedar calva. Noah era tan o más asfixiante que Evan con el tema de los chicos.
El jueves exploté en casa y aprovechando que no estaban nuestros padres, le lancé todo lo que había estado conteniendo desde el lunes. Le dije que no podía estar adherido a mí como una sombra, que él era mi hermano y no mi padre para estar dándome órdenes de esa manera, que le agradecía su preocupación pero que ya todo eso había excedido los límites. Y él lo único que me contestó fue: "Evan me pidió que no te quitara la mirada de encima y eso es lo que estoy haciendo". ¡Claro! Evan se lo había pedido, todos sabíamos eso, pero en ningún momento le dijo o le especificó que tenía que estar sobre mí como un virus.
El viernes en la tarde, Dylan regresó cerca de las tres de la tarde. No tomó atención al aire tenso que había entre Noah y yo y se encerró en su habitación por la primera media hora antes de salir de ahí y tomar una larga ducha. Cinco horas después, Evan regresó a casa y apenas puso un pie en el segundo piso, Noah y yo nos lanzamos sobre él como una manada de elefantes. Los gritos comenzaron, Noah reclamando porque yo no dejaba que me cuidaran y yo por otro lado, lanzándole todo encima el rollo de que era mi vida y que ellos no tenían derecho de meterse de esa manera.
El escándalo fue tanto que Dylan salió de su cuarto azotando la puerta y pidiendo explicaciones de por qué hacíamos tanto alboroto. Por supuesto, ninguno de nosotros fue lo suficientemente valiente para decirle el real problema y él volvió a su habitación sin antes pedirnos (de una manera bastante brusca) que no quería oír los gritos.
Con respecto a Dave, hemos estado hablando por mensajes casi todo los días. Por razones obvias, no había podido verlo y cuando él me preguntó por qué no había aceptado salir otra vez a tomar un batido, le conté qué estaba sucediendo y me envió un jodido audio donde sólo podía escuchar su risa. Intenté tomarle el lado positivo a la situación y reírme de la forma en que mis hermanos tenían de tratarme pero, me fue imposible y terminé enojándome con él por no tomarme en serio. Demás está decir que se disculpó y los estúpidos corazones que me enviaba no hacían más que hacerme sonreír como una idiota.
Y ahora me encuentro aquí, tendida sobre la cama, siendo observada de forma curiosa por mi mejor amiga.
La rubia se remueve y se acomoda de lado, sosteniendo su cabeza en la palma de su mano. La miro por el rabillo del ojo y la comisura de mis labios se eleva en el fantasma de una sonrisa. Supongo que un montón de cosas están pasando por esa cabeza loca pero me entretiene mantenerla en la duda. Ni por contarle que me divierto a costillas de ella; Charisma a veces es demasiado intensa y se toma las cosas muy a pecho.
—Dímelo ya. —me zarandea con su mano libre y yo no puedo detener la risa dentro de mi boca.
—¿Qué quieres que te diga?
—Lo que estás pensando.
Muevo la cabeza sobre la almohada —No estoy pensando en nada.
Charisma bufa con burla y rueda los ojos.
—¿Tengo que recordarte que nos conocemos hace siete años? Te conozco como a la palma de mi mano, Nat. Te conozco y sé que estás pensando en algo.
—Estaba pensando en todo lo que ha pasado a lo largo de la semana. —me acomodo de lado, mirándola a los ojos— Y en la manera tan absurda que tiene Noah para alejarme de los chicos.
—Para alejarte de Dave, querrás decir.
—No, es que con cualquier chico, él habría reaccionado de la misma manera. Tal vez, si Evan hubiera dicho lo que realmente estaba pasando ahí, ese día, nada de esto estaría pasando. Ellos siempre han sido exagerados con el tema de los chicos, lo sabes. ¿O quieres que te recuerde aquella vez que salí a una no-cita con Logan y Evan y Dylan arruinaron todo?
Charisma ríe ante el recuerdo y yo hago lo mismo porque, vamos, han pasado varios años y ya no me queda más que hacer que reírme de aquella experiencia bochornosa.
—El pobre chico no volvió a hablarte nunca más. —recuerda, riendo— Aquella tarde casi se orinó en los pantalones.
—¿Y qué más querías que hiciera? No es muy habitual que dos mastodontes lleguen y te comiencen a gritar que te romperán todos los huesos sí te vuelves a acercar a su hermanita menor.
—Pero eso sucedió hace mucho tiempo.
Asiento —Lo sé.
—Y Dave no es un chiquillo inmaduro de quince años.
—Es que ese es el problema —señalo. Me acomodo en la cama, sentándome en posición indio mientras que Charisma sigue tendida en la cama—: Evan y Noah están haciendo esto porque Dave es mucho más mayor que yo, ¿comprendes? No me atrevería a decir que si él fuera más o menos de mi edad disminuirían su protección conmigo pero cinco años para mis hermanos es mucho.
—Lo sé pero... Ay, no sé. —ríe— Nunca me ha tocado vivir algo como eso. Y aunque lo encuentre súper lindo de parte de los chicos, también me pongo en tu lugar y sé que debe ser un constante dolor de cabeza.
—Lo es. Y los entiendo. Evan me explicó todo el rollo pero no me deja explicar que quizás Dave no es igual a todos los chicos.
Una sonrisa socarrona curva sus labios —¿Es idea mía o estás defendiendo a Dave?
—No —trato de no sonreír pero fallo en el intento—, sólo trato de ver todo esto desde otra perspectiva.
Más interesada en la conversación, Charisma se sienta frente a mí y me mira fijo, sus labios curvándose en una sonrisa que me causa escalofríos.
—¿Es idea mía o...?
—¿O...?
—No me jodas... —su expresión cambia a una sorprendida— ¡Te gusta Dave!
—Alto ahí, vaquero. Yo no he dicho en ningún momento que el idiota me gusta.
—¿Entonces por qué lo defiendes?
—¿Qué rayos dices? Yo no lo estoy defendiendo, Char.
—Vamos, Nat, dime la verdad.
—¿Qué verdad quieres que te diga? —río, haciéndome la desentendida.
—Te gusta Dave sí o no.
—No. Es sólo que...
—¡¿Es sólo que qué?! Por Dios, dímelo de una vez.
—No sé si me gusta, ¿vale? Pero, con esa salida, como que me di cuenta que él no es tan idiota como pensaba. Sigue siendo idiota, por supuesto, pero no tanto.
—¡Lo sabía! —chilla, alzando los brazos al aire— Lo sabía, lo sabía. Dios, tendré que trabajar como adivina, así dejo la maldita escuela de lado.
—Te morirías de hambre como adivina, si me permites decírtelo. Además, no dije que me gustaba. Sólo que pensaba que no era tan idiota como creía, estúpida.
—No me digas estúpida, enferma. No comiences con la envidia.
Ruedo los ojos —No lo puedo creer, ¿en serio?
—Sí, en serio. Pero, volviendo al tema que nos convoca, quiero saber qué fue lo que pasó exactamente como para que cambiaras tu forma de ver "al idiota". —dice, remarcando las últimas dos palabras con los dedos.
—No pasó nada especial —digo, suspirando—. Es sólo que me di cuenta que es un chico con el cual puedes mantener una conversación, es simpático y bastante culto para la imagen idiota que muestra a veces.
Mi mejor amiga se queda en silencio por unos segundos y, de la nada, comienza a hacer unos sonidos extraños con la nariz; esos típicos sonidos de cuando hueles algo pero tienes que inhalar varias veces para saber qué es exactamente.
—¿Hueles eso?
La miro como si estuviera loca —¿Oler qué?
—El amor está en el aire.
—¡Estúpida! —espeto y la empujo en broma, haciéndola romper en ruidosas carcajadas.
Nos la pasamos molestándonos una a la otra hasta que mamá sube a mi habitación para avisarnos que la cena está servida. Charisma y yo pasamos por el baño a lavarnos las manos y bajamos, reuniéndonos en la sala con mi familia completa.
Como siempre, Dylan está serio con sus manos a cada lado de su plato. Muchas personas dicen que es el peor de los hermanos Hoffman, que es pesado y todo lo demás y yo les encuentro toda la razón. Sin embargo, Dylan es bastante inteligente y tiene una respuesta para todo. Es simpático y chistoso a su manera y yo, como he tenido la dicha de crecer a su lado, he visto que bajo toda esa seriedad que demuestra, también hay un chico simpático que disfruta de la buena música y las reuniones con amigos íntimos.
Evan, sentado a su lado, es todo lo contrario. Al ser el hijo mayor, fue el primero en cometer errores y en ser la típica oveja negra de la familia. Se metía en un montón de líos, se escapaba de casa para ir de fiestas y papá era el que tenía que ir a buscarlo a medianoche cuando estaba haciendo algún tipo de escándalo. Pero, detrás de toda esa fachada de "no me importa un carajo", se esconde un chico bastante sencillo y amigable. Dispuesto a ayudarte aunque sea lo único que haga.
Los mellizos, por otro lado, son muy parecidos pero a la vez muy diferentes. Hay una diferencia de dos minutos entre ambos y siempre cuando discuten, es lo primero que se sacan en cara. Cuando éramos pequeños, siempre peleaban por eso, obligando muchas veces a mamá a tener que elegir entre uno y otro. Obviamente, ella no los tomaba en cuenta y terminaba por darle un tirón de oreja a cada uno.
Me siento en mi lugar habitual y mi mejor amiga se sienta a mi lado, justo frente a Noah. Una mirada llena de anhelo cruza por sus ojos y Charisma me mira, alzando levemente su ceja derecha. Algo se ha cruzado por su mente.
—¿Me acompañas al auto?
Miro a Charisma y asiento. Todos estamos en la sala, viendo una vieja película en completo silencio. Me coloco de pie y después que mi mejor amiga se despide de mis padres y de los mellizos, ambas salimos de casa. Abrazo mi cuerpo porque el aire está frío en comparación a la temperatura de la casa.
Al llegar al coche, Charisma apoya su espalda en la puerta del piloto.
—¿Y? —alzo las cejas— No creo que me hayas hecho salir sólo para entumirme así que, dime qué quieres.
Ella sonríe —Veo que ya me conoces.
—Por supuesto. Conocerte es mi trabajo como mejor amiga, ¿no?
—Sí. Bueno, lo que quería decirte, más bien preguntarte, ¿quieres ver a Dave?
Frunzo el ceño, bastante confundida por su pregunta. No me había planteado querer ver a Dave ya que hemos hablado por chat y para mí eso es suficiente.
Me encojo de hombros y le digo:
—No lo sé. Me da lo mismo, en realidad.
—¿Cómo te va a dar lo mismo?
—Es que no sé, Char. Hemos estado hablando por whatsapp y eso para mí es suficiente. Además, no es como si yo pudiera salir libremente y decirle a mamá: "Oye, voy donde un chico cinco años mayor que yo". Evan está en casa y de seguro enviaría a Noah de chaperón.
La sonrisa psicótica que tanto odio aparece en sus labios.
—De Noah me puedo encargar yo.
—Mira, no sé a dónde quieres llegar pero con mi hermano no te metas. Sé que en estos momentos está siendo un dolor en el trasero pero ambas sabemos de la extraña atracción que siente por ti y no me gustaría que se hiciera ilusiones.
—No me refería a eso, estúpida —me reclama y se aleja de la puerta para abrirla. Antes de subir, me lanza una mirada—. Piénsalo, de todos modos. Mi oferta seguirá en pie. En algún momento te darán ganas de salir con él y puedo distraer a Noah por una tarde.
Y lo último que veo de mi mejor amiga son sus cejas agitándose una y otra vez con esa sonrisa molestosa que yo tanto odio.
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