Capítulo 10.
El resto de la semana pasa sin mayores inconvenientes. El miércoles en la mañana Evan se fue tan temprano que ni siquiera me di cuenta. Supongo que fue porque yo estaba demasiado cansada y pasé una noche literalmente de mierda. Cuando era pequeña, dormir con Evan no era tan incómodo como lo fue la noche del martes. Él ocupaba casi toda la cama y cuando yo quería girar tenía que aferrarme a él para no caer de bruces al suelo. Tuve que sacar su brazo de mi cuello tres veces porque me ahogaba.
El día miércoles en la escuela fue normal. Hice tareas, los maestros nos enviaron más tareas y todo se resumió en eso: tareas y más tareas. La primera hora de clases no vi a Charisma porque ella llegó tarde y la profesora de español no la dejó entrar. No fue hasta el primer receso de cinco minutos que mi mejor amiga llegó a mi lado y lanzó su bolso con fuerza sobre la mesa, quejándose de que la maestra era una perra. Le pregunté si es que quería que le prestara mis apuntes y ella me miró con cara de: "está bien que me haya perdido una clase pero no quiero copiar tus malditos apuntes". Me lo dijo luego, sin nombrar la palabra "malditos".
El jueves tuve dos pruebas. Una antes y otra después del almuerzo así que estuve casi toda la mañana estresada, evitando a mi mejor amiga para poder repasar un poco en los recesos. Estudiar en casa se me hace difícil más cuando Noah o Scott me piden ayuda con sus deberes de Lenguaje. La primera prueba fue de biología y como siempre me pasa con esta materia, quedé completamente en blanco al momento de recibir la hoja. Con suerte, pude escribir mi nombre en el inicio y la fecha en uno de los costados. Luego de eso, todo se basó en alternativas al azar. Creo que reprobaré biología. El segundo examen fue mucho más difícil porque el profesor cambió de opinión y nos hizo un examen oral. Odio los exámenes orales.
Y hoy, es viernes, finalmente. ¡AMO LOS VIERNES!
Dylan llamó a mamá para decirle que no podría venir este fin de semana ya que tenía un montón de cosas que estudiar. Saber que él no vendrá me pone de un mejor humor porque seremos menos en casa. Charisma me ha invitado a dormir a su casa esta noche y yo acepté gustosa. Me gusta ir a la casa de Charisma porque su mamá es súper dulce y su papá es muy chistoso.
En cuanto al Idiota, no lo he visto en toda la semana. Hemos hablado por chat, sí, pero no he visto su horrible cara por ninguna parte en todos estos días y se siente bien a decir verdad. Supongo que desde la última vez que nos vimos en el cine, gracias a mi conducta no le quedarán ganas de verme hasta dentro de mil años. Eso para mí está bien. Súper bien.
Lanzo mi mochila que he llenado con ropa sobre la cama y subo una pierna para sentarme en ella a la misma vez que desbloqueo mi teléfono. Ingreso a la aplicación de WhatsApp y sin detenerme a leer los otros mensajes, le escribo uno a mi mejor amiga.
Natalie: ¿Vienes a buscarme o me voy sola? 👀
Espero unos minutos dejando en visto a algunos hasta que recibo el mensaje de Charisma.
Char: ¿Puedes venirte sola? Mamá me mandó a ordenar mi habitación. 😪
Río y le digo que no hay ningún problema. Guardó el teléfono en el bolsillo de mi pantalón y después de asegurarme que no me hace falta nada para llevar, salgo de mi cuarto arrastrando la mochila.
En el pasillo, me encuentro con Noah quien mira mi mochila y alza las cejas.
—¿Dónde vas? —me pregunta de pie junto al umbral de su puerta.
—Por ahí.
Sus labios se curvan en una sonrisa burlona.
—¿Vas dónde tu novio?
—Yo no tengo novio. —respondo de manera brusca. Me detengo en el inicio de la escalera y lo miro, encontrándome con su sonrisa— No sé por qué me empeño en responderte. No eres mi padre.
—Pero soy tu hermano mayor. —recalca. Él siempre lo dice cuando quiere obtener alguna información y yo me niego a dársela— Ya pues, dime adónde vas.
—Va a casa de Charisma, hombre. —responde Scott por mí cuando sale del baño— ¿Adónde más va a ir?
La sonrisa burlona de Noah desaparece en un segundo y yo bajo la escalera de forma rápida porque no quiero que él comience a preguntarme cosas que me hagan sentir incómoda.
Le aviso a mamá que ya me voy y me despido de ella entre un sermón de «cuídate mucho y no estés saliendo de casa». Yo le aseguro que no lo haré y le digo también que volveré mañana por la tarde. Les grito una despedida a los mellizos desde la puerta y salgo de casa, respirando profundamente casi como sí hubiera estado encerrada allí mucho tiempo, deseando poder sentir la calidez del sol de invierno golpear contra mi rostro.
Camino hasta la parada del autobús y cuando veo que se acerca, saco mi tarjeta estudiantil del bolsillo de mi chaqueta. El autobús se detiene, yo subo y el chofer me saluda con una amigable sonrisa mientras pago mi pasaje. Arrastro mis pies por el pasillo y me siento en uno de los últimos asientos. Desenredo los auriculares de mi reproductor de música y lo enciendo mientras acomodo los audífonos en mis orejas. La voz de Dido me absorbe fuera del mundo real y pegó la mirada en la ventana, mirando las pintorescas casas, tarareando las canciones mientras abrazo mi mochila contra el pecho.
*
—¡Natalie!
Charisma se lanza contra mí y yo río por su efusiva bienvenida. Doy pequeños golpecitos en su espalda antes de que ella se aparte y me deje entrar a su casa.
Siempre me ha gustado la casa de Charisma. Es grande y amplia. Todos los muebles hacen un juego perfecto con el color de las paredes y el techo. A mi mejor amiga no le gusta mucho su casa porque dice que es demasiado grande para tres personas mientras yo deseo que la casa de mis padres sea de este tamaño para que pudiéramos vivir más cómodos.
—¿Hace frío afuera? —me pregunta ella cuando ve que estoy frotando mis manos.
Asiento —Un poco, sí. ¿Dónde está tu mamá?
—No lo sé. Creo que fue a comprar.
—¿Qué hay de tu papá?
—En el trabajo, ya sabes. —refunfuña— ¿Quieres algo de beber?
—Así estoy bien, gracias.
—Vale. Vamos a mi habitación entonces, hay algo que quiero decirte.
Frunzo el ceño y la sigo por el largo pasillo. Doblamos a la izquierda y Charisma abre la puerta de su recámara. Ingreso de las segundas y cierro la puerta con cuidado. Todo está igual a como lo recordaba. Lo único que está ordenado es su cama, los libros están esparcidos por su escritorio y algunas prendas de ropa descansan sobre el suelo.
Charisma salta sobre su cama y toma su portátil antes de señalarme que tome asiento junto a ella.
Me acerco y dejo mi mochila a un lado de la cama antes de subir en ella y sentarme al lado de Charisma.
—¿Qué haces? —cuestiono cuando veo que teclea rápidamente.
—Chateo con un chico.
—¿Un chico?
—Sí, un chico. —me lanza una mirada— ¿Quieres verlo?
Me encojo de hombros —Seguro.
Ella desliza el dedo por el láser y presiona un nombre que no alcanzo a leer. Pero, es cuestión de segundos para que el perfil de Facebook del chico se abra. Yo me llevo un susto de muerte.
—¿Estás hablando con Dave?
—Oh, sí.
—¿Y Rick lo sabe?
Ella carcajea —¿Por qué debería saberlo? Yo no estoy hablando nada malo con Dave.
—Pero Rick es tu novio —recuerdo de forma obvia.
—¿Y eso qué tiene que ver? —Charisma deja el portátil a un lado y coloca toda su atención en mí— Ay, Nat... te he dicho muchas veces que Rick y yo no estamos casados. ¿Por qué yo no puedo hablar con chicos? Yo sé que él chatea con varias chicas.
Abro mi boca, buscando una protesta pero nada sale de ella. Maldición. Charisma y su mala costumbre de tener estos noviazgos tan liberales. Sí yo tuviera un novio, me volvería loca sí supiera que él está chateando con otras chicas.
—No te estreses, Nat. —la rubia me zarandea por el hombro— No estábamos hablando nada malo. Sólo hablábamos de ti.
—¿De mí?
—Síp. —ella toma una vez su computadora— El hermano de Dave va a hacer una fiesta esta noche. Dave invitó a Rick y Rick me invitó a mí. Dave sólo me estaba preguntando sí a ti te gustaría venir también.
—Oh, no, ni lo sueñes. —sentencio— Yo vine para que pasáramos la noche juntas.
—Y eso es lo que haremos, Nat. Pasaremos la noche juntas con la diferencia de que esta vez se nos unirán un par de chicos más.
—Pero...
—No me digas que quieres quedarte aquí y ver películas.
—¿Eso sería malo?
—¡Sí! —me grita y yo me asusto por su arrebato— Eso podemos hacerlo mañana. Sí quieres, mañana vemos todas las películas de romance que hay en Netflix pero hoy vamos a ir a una fiesta.
—No traje ropa. —me apresuro a decir— Sólo traje mi pijama y bragas.
—No importa. —dice. Escribe una respuesta antes de cerrar su computador y ponerse de pie— Yo puedo prestarte algún vestido.
—No me he rasurado las piernas. —miento. La verdad es que lo hago cada dos días.
—Un pantalón entonces. —me dice riendo y yo suelto un gruñido. Mi mejor amiga se para de la cama pero me mira desde las alturas— No importa lo que hagas, Nat, yo siempre terminaré ganando.
—Sí pero es injusto todo esto, ¿sabes? —me aferro a la única esperanza que me queda— ¿No te basta con que yo hable con él con WhatsApp? ¿No te basta con eso y has aceptado una invitación para mí a una fiesta a la cual ni siquiera sé si iré?
Charisma Carpentier infla sus mejillas y frunce las cejas tomando una imagen adorable. No, no voy a caer en eso. Ella siempre utiliza esa cara cuando quiere conseguir algo. Cuando quiere que yo ceda a algo con lo que no estoy de acuerdo. Antes yo caía de inmediato pero ahora, luego de tantos años de conocerla, me he dado cuenta de muchas cosas.
—Somos mejores amigas —me recuerda—. Yo iré a esa fiesta y tu deber como mejor amiga es acompañarme.
—Pero yo no quiero ir a una fiesta de Dave.
—Te dije que la fiesta no es de Dave, es de su hermano.
—Pero él vive con su hermano.
Su ceja derecha se alza —¿Cómo sabes que vive con su hermano?
—Él me lo dijo.
—¿Me estoy perdiendo de algo?
Ella no dice nada más pero el tono insinuador es suficiente para que mi rostro arda por la vergüenza.
—¡Claro que no!
Mi mejor amiga ríe con fuerza —No te avergüences, Nat. Eres una chica linda y lista y Dave es bastante guapo. Yo creo que harían una muy buena pareja. Ustedes se ven muy bien juntos.
—Cállate —finjo una arcada—. Eso es asqueroso. Él es asqueroso.
—Oye —me reclama, caminando hasta su armario. Abre ambas puertas e inspecciona toda su ropa—, él es un chico genial.
—Qué bueno por él. No me importa. No me importa Dave ni ningún otro chico.
—Algún día el amor va a tocar a tu puerta, Nat —murmura y cuando gira para verme me lanza una mirada que me hace estremecer sobre su cama—. Va a llegar de una manera tan inesperada que no lo vas a ver venir. Y en ese momento obtendrás todo lo que has dado.
Trago saliva con dificultad y pienso en sus palabras. No. Yo he tenido suficiente de hombres por culpa de mis hermanos como para sumar uno más.
—No lo creo, ¿sabes? —refuto— No creo poder estar en una relación con alguien.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —repito y le lanzo una mirada obvia— Bueno, si no te has dado cuenta, tengo un carácter de mierda. Además, el chico tendría que ser evaluado y aceptado por mis hermanos y mi padre. ¿No encuentras que eso es suficiente? Además, no creo poder aguantar estar dándole explicaciones a un chico, diciéndole dónde voy y con quién. Me estresa el hecho de estar recibiendo mensajes empalagosos de "buenos días, princesa". Ew, qué asco. Sin embargo, si el chico quiere llegar, que lo haga dentro de un Ferrari con una botella de champaña para celebrar nuestro encuentro. Si la cosa de la relación no funciona, él puede irse pero nos deja el Ferrari para que salgamos a pasear.
—A mí también me molestaban esas cosas, ¿sabes? —me dice, riendo por lo último que le he dicho. Respira profundamente y se coloca seria— Es decir, antes me molestaba pensar en eso pero ahora que Rick me llame "princesa" me hace sentir súper especial.
Arrugo mi frente —¿Por qué estamos hablando de esto?
—No lo sé. Entonces, ¿vienes conmigo o no?
—No tengo opción —suspiro resignada—. ¿O sí?
—Nop.
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