- ᴛʀᴇs: ʀᴇғᴜɢɪᴏ -

— Algo pasa, anoche no pude ni pegar el ojo, ¿No oíste los carros pasar?

Sooyeon se limita a barrer la cera de su casa mientras escucha a las vecinas de enfrente hablar. Lo hace de mala gana, su madre la ha castigado con hacer todos los deberes del hogar luego de haber quemado todos sus pequeños tesoros coloridos.

— Siempre hay militares, pero esto ya no es normal, te lo juro, no pude dormir, así que solo me la pasé orando.

Rodó los ojos soltando un sonido extraño, pues quiso ser una risa burlona que cayó antes, aún así, ambas mujeres de mediana edad habían logrado escucharla por lo que giraron en su dirección. Ella no prestó atención, siguió pasando la escoba, no le agradan, no tiene ni porque fingir amabilidad, sabe bien que fueron ellas la que le fueron con el cuento de su aventura con Soobin, claro que era una verdad, sin embargo, era algo que a ellas no les incumbe.

— Es una maleducada con su mayores —. Dice una — La semana pasada me parece que la vi de ofrecida con uno de los militares que se dan vueltas por aquí, ya sabes, solo busca quien le haga el favor ahora que ese muerto de hambre se fue.

— Siempre nos ha mirando como si fuéramos basura, pero ya sabes, las más alzadas son las que peor acaban.

La joven apoyo la escoba en la pared, hizo un nudo en la bolsa negra volteando en dirección a las mujeres. Las miró de arriba a bajo mientras sonreía y luego cogió las bolsas de basura.

— Por supuesto que soy mejor cosa que ustedes, no suelo abrir la boca para difamar, cómo usted señora Leeseo, al menos usted, señora Dayun, dice verdades —. Sonríe, dejando las bolsas de basura en su lugar.

Abre la puerta ingresando a su casa dejando a ambas señoras calladas. No es como que sea la primera vez que escucha ese tipo de calumnias referente a su persona, sin embargo, esto no quería decir que no le molestará. En el pasado, Soobin en una ocasión terminó en una pelea por este tipo de cosas en la que fue castigado recibiendo diez latigazos en la plaza central del poblado siendo humillado públicamente.

Creyó que después de eso él jamás volvería a hablarle, pero no fue así, cuando regresó, le sonrió con gran dolor, a punto de llorar diciendo que el la protegería tanto de golpes como palabras hirientes.

Suspiró, han pasado ya varios meses desde esa separación y no es capaz de soltarlo. Sube a su habitación entristecida, abatida por la nostalgia de un cálido recuerdo que no volverá. Se tira en la cama, con el vivo recuerdo de aquel joven comenzando a llorar hasta caer profundamente dormida.

Despertó por la madrugada cuando las alarmas en la ciudad se dispararon precipitadamente; su respiración se acelera y el miedo la empieza a invadir, esta hiperventilando debido a los nervios, se baja de la cama sintiendo sus piernas temblar en cada paso, buscando el abrigo gris al que estaba obligada a usar en la vía pública, por su ventana se cuela una luz roja intermitente debido a las alarmas que ilumina a ratos el cierto mientras se viste con gran rapidez, el sonido constante taladra su cabeza, resonando en su interior si entiendo cómo en cualquier momento podría explotar, el pánico la domina. Coloca de manera torpe unas botas negras debido a la luz intermitente y tomó de una bufanda que encontró colgada cerca a su puerta para bajar las escaleras de dos en dos.

Su cuerpo se tambalea de un lado a otro, se agarra con fuerza del barandal mientras baja, la luz no logra penetrar por completo al interior de la casa, provocando de varios tropiezos; logra salir a la calle. Parece helar fuera de la casa, pero esto no siquiera lo nota por la adrenalina que siente, se frena unos cuentos segundos para ver si entorno, hay gente corriendo, algunos desorientados; la luz en la calle no mejora, corre imitando al resto, queda a ciegas a momento, en otros la calle se ilumina en rojos, la alarma suena incluso más fuerte que es imposible escuchar otra cosa que no sea eso. No era la primera vez que sucede algo así en su vida, ha ocurrido ya tres ocasiones antes, pero la gran diferencia en esas veces pasadas a la de hoy era que tuvo a Soobin a su lado, quién en todo momento permaneció tomando su mano para protegerla de cualquier cosa, o al menos, esa sensación tuvo con su compañía.

En el presente, era ella sola llena de miedo en una carrera hacia el refugio del que no recuerda bien su ubicación, su madre se ha ido sin ella; aún cuando hubiera estado, no se sentiría segura a su lado, por lo que llegar con bien al refugio ahora depende por completo de ella y, si sabe o no, controlar su miedo. Se cansa de correr, por lo que cambia a un caminar apurado, el sonido de las alarmas le pone los nervios de punta, su corazón parece latir al ritmo de la alarma causando dolor.

Escucha de varios gritos que se pierden entre la alarma de evacuación al fondo de calle, después de esto fuerte sonido similar a un rugido que viene del cielo, todas la gente se arroja al suelo a la vez que cubren sus nucas. Ha pasado un avión volando bajo que ha provocado tierra vibrar. Escucha a alguien que comienza a rezar, nota que es una de sus vecinas de esta mañana, tiene varios raspones en el rostro, parece que va a hablarle pero una serie de fuertes explosiones que vienen desde el fondo hacen que el pánico se propague cómo pólvora entre la gente que se levanta volviendo a correr  gritar con horror.

Se apresura en ponerse en pie en cuanto empieza la estampida de personas; resuena en el aire de otro rugido seguido de una explosión aún mas fuerte a las anteriores, provocando que algunos caigan al suelo por el impacto. Han comenzado a bombardear la ciudad; entre tropiezos Sooyeon se vuelve a levantar para correr de nuevo cuenta. Se añaden de otros aviones al ataque, estos disparan a todos los que corren en dirección al refugio.

Las lágrimas comienzan a descender, está horrorizada, aterrada, ve caer a varias personas mientras corren a sus costados, la gente está descontrolada, gritan mientras las alarmas seguen sonando y el bombardeo continúa; salpica sangre en su rostro cuando a una persona delante suya recibe un disparo en la cabeza siendo asesinada al instante, le han atravesado el cráneo.

Comienza humo a aparecer y con él, el olor a sangre y carne quemada lo que aumenta sus náuseas, solo queda poco para llegar al refugio, solo era correr un poco más. Solo es sobrevivir tan solo un poco más.

— Solo los pertenecientes a Golden Area podrán ingresar al refugio. Una vez asegurados ellos podrán ingresar todos ustedes.

Estan ahí los soldados impidiendo la entrada al refugio, armados hasta más no poder con tal de contener a todos aquellos que tienen una insignia de distinción, a pesar de todos los empujones para entrar estos no ceden; la gente grita llenos de desesperación e insulta; se agachan cada que se oye de una bomba caer haciendo al suelo retumbar.

Sooyeon esta siendo presa del pánico, más cuando se escuchó el estruendo de una bala, a sus pies cayó el señor Lim, el panadero, sus ojos estan en blanco, sus labios entreabiertos, es testigo de primera mano como su vida acaba de una manera tan injusta, todos entran en shock.

— ¡Repetiré una última vez! No pueden ingresar hasta que los colonos de Golden Area estén dentro, ¡Quién vuelva a forzar su ingreso se le meterá una bala en la cabeza!

La gente vuelven a protestar, dos jóvenes se arrodillan ante el cadáver del panadero para cerrarle los ojos, tapando su rostro con un pañuelos roto. Incluso en momentos como estos parece que la vida de unos tiene mayor valor a la de otros.

Los aviones vuelven para continuar con el bombardeo; la gente se tira al suelo por los estruendos. Su audición desaparece por un momento debido a lo cerca que ha estado de la explosión. Abre sus ojos  de poco a lo que nota de un brazo desmembrado a unos metros de ella bañado en sangre.

No va a ingresar a tiempo, morirá ahí esperando entrar al maldito refugio, todo por ser de una clase baja. Entonces, vómito al no poderse contener más.

— Choi —. Su voz había sonado tan débil — ¡Choi Beomgyu!

Ha reconocido esa larga cabellera cuando alzó su cabeza luego de deponer, limpio su boca con la manga empolvada de su abrigo gris. Hace por sacudir el polvo de los escombros, e intenta caminar hasta a él.

Beomgyu se giró a ella en cuento escuchó su voz. A diferencia de ella, él se encuentra limpio, sin sangre, sin escombros, inclusive emana de una tenue aroma a vainilla. Así tan grande puede ser la brecha entre clases.

El chico le mira sin expresión una. Se vuelven a escuchar los aviones acercarse, estan dando vuelta para volver a bombardear, el cielo vuelve a rugir, es probable que este sea el definitivo, no queda tiempo ni una segunda oportunidad, la gente fuera morirá. Beomgyu esta prácticamente en la puerta al refugio, observándola desde ahí con algún hastío de desprecio por su tan sucia apariencia.

Se gira dando la espalda para entrar al refugio; escucha el alboroto de la gente implorando que les dejen pasar, su rogar aumenta. El cielo ruge aún más.

Ha comenzado el bombardeo estando más y más cerca; su corazón late desembocado, no quere morir, no ahora. Y es entonces que Beomgyu dice lo necesario para que la dejen entrar aún cuando esto la halla humillado.

— Déjala pasar, es mi dama de compañía —. Habló con voz grave — Sabes a lo que me refiero.

La puerta fue cerrada, en medio de abucheos y lamentos, escucha como hay gente que grita ofrecerse como prostituta con tal de que les cedan el paso, sin embargo, la puerta no volverá abrirse. Caminan a su interior cuando son sacudidos perdiendo el equilibrio a la vez que se  escucha de un gran estruendo, una bomba ha impactado. Apenas había logrado sobrevivir queda paralizado un instante.

Corre junto a Beomgyu agachando la cabeza, él no se digno a verla directamente, continúo caminado por el refugio con la cabeza en alto.

Holaaaaa!!

¿Qué les parece la historia?

He agregado unas cosas y he aprovechado para hacer unas correcciones.

Tomen agua

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