Tramposa

—¡¿Qué pasa aquí?! —exclamé.

Lily se levantó del sofá y del regazo de Matías, quien la observaba confundido.

—Sofi...

—Tú no me hables —interrumpí a Matías—, quiero que ella me dé una explicación.

—Amiga, lo lamento. No sé qué estaba haciendo, creo que bebí demasiado.

—Tú no sueles hacer cosas impulsivas con el alcohol—puntualicé.

—Es que creí que era Antonio; soy una estúpida, lo siento Sofi. Iré por mis cosas y pediré un Uber.

Lily salió rápidamente de la sala y fue a buscar su bolso. Matías estaba petrificado, claramente no sabía qué hacer en situaciones como esa.

—Amor...

—Ahora hablamos— contesté.

Salí detrás de Lily, quería corroborar que estuviera haciendo lo que dijo. Regresó a la habitación de huéspedes y tomó su bolso. No se había percatado de mi presencia. Sacó su teléfono y empezó a manipularlo; me imaginé que estaba pidiendo su transporte. Lo volvió a guardar en su bolso y se giró quedando frente a mí.

—No te sentí entrar.

—¿Ya pediste tu transporte?

—Sí, no demora en llegar —Guardó silencio por unos momentos, con su vista nerviosa fija en mí— Sofi, ¿podemos hablar mientras llega el Uber?

Se sentó en la cama y señaló un lugar junto a ella para que me sentara. Seguí sus instrucciones y me dispuse a escucharla, incluso con la sangre hirviendo dentro de mí.

—Amiga, de verdad perdóname por lo que acabas de ver. Aún estoy muy mareada y dolida con Antonio, creo que es una pésima combinación. Cuando me levanté hace un rato me sentí confundida, no recordaba en dónde estaba durmiendo. Salí a buscar a alguien y al llegar a la sala y ver un hombre ahí, solo pude confundirlo con Antonio. Te juro que nunca se me pasó por la cabeza que era Matías.

Guardé silencio. La sensación de Déjà-Vu no me dejaba hablar.

—Di algo por favor —me suplicó—, no quiero arruinar este día tan hermoso para ti, ni que te enojes con Matías. Es un gran hombre, a pesar de que te oculta cosas.

Ahí estaba otra vez, echando leña al fuego; pero no dejaría que desviara el tema.

—¡Maldita sea, Lily! —exploté— En otra época de mi vida habría sido muy fácil creerte sin cuestionar nada. Pero ahora... no sé.

—¿Por qué? —interrogó.

—¿Pues por qué crees? ¿Te parece que debo confiar ciegamente en ti después de lo que pasó con Carlos?

—Creí que eso ya estaba superado.

Vaya que es descarada.

—Pues cómo te parece que no. Eso nunca estará del todo superado.

—¿Quieres decir que nunca más podrás volver a confiar en mí?

—Tal vez sí. Tal vez no. No sé, todo depende de que dejes de hacer las cosas que haces.

—¿Cuáles cosas? —inquirió sorprendida.

—Coquetearle a los hombres que me rodean, por ejemplo.

—¿De qué hablas? Oh, ya entiendo. Crees que lo que pasó en la sala fue a propósito.

—No estoy diciendo eso, es sólo que a veces no te mides. Eres una mujer llamativa y atractiva y no sabes conservar las distancias en ocasiones. Eso es todo.

No respondió con palabras, pero su mirada lo dijo todo. Se levantó de la cama indignada y se detuvo un momento en el marco de la puerta. No salió del cuarto sin antes girarse para verme por última vez.

—Es una lástima que permitas que nuestra amistad se arruine por tu envidia. Solo te digo que yo no soy la única que a veces miente. Otras personas pueden engañarte también.

Diciendo esto salió de la habitación.

Me recosté en la cama como derribada por un huracán. Tomé un cojín y lo puse sobre mi cara. Grité con todas mis fuerzas. Nunca me había sentido tan impotente, traicionada e insegura de mí misma. Aún no confiaba lo suficiente en Matías; lo que estaba pasando me hizo darme cuenta de ese hecho.

—¿Puedo pasar? —preguntó Matías desde la entrada de la habitación.

—Haz lo que quieras —respondí molesta.

—Sofi, perdóname ¿sí? —Guardó silencio un momento—Mírame, por favor.

Me senté en la cama y me percaté de que él estaba sentado junto a mí. Ni siquiera lo había notado.

—Entre Lily y yo no pasó nada. En el momento en que se subió sobre mí la aparté. En ese mismo instante llegaste tú. Sé que no confías del todo en ella pero por favor, confía en mí.

—¿Y si yo no hubiera llegado, qué?

—Nada habría pasado. Como te digo, tan pronto la sentí la retiré, entiendo que estaba bebida y que no me reconoció en la oscuridad, me imagino que pensó que era Antonio.

—Sí, fue lo que ella dijo.

—¿Le crees?

—No mucho, la verdad —aseguré.

Matías me abrazó con fuerza pero yo no le devolví el gesto.

—Por favor, amor. No arruinemos la primera noche del resto de nuestra vida. Todo fue un mal entendido. Estoy seguro que mañana te levantarás más tranquila. Vamos a dormir ¿Sí?

No quise responderle en seguida, pero tal vez tenía razón. Todos habíamos bebido demasiado y el alcohol no era ni buen consejero, ni buen amigo. Me levanté y salí de la habitación sin decirle nada, él me siguió.

♣♦♠♥

Los rayos del sol me estaban pegando fuerte. Al parecer ninguno de los dos recordamos cerrar las cortinas para poder dormir hasta un poco más tarde; aunque eso no habría hecho ninguna diferencia, ya que yo no pude dormir en toda la noche.

Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a lo que había pasado. ¿Debía confiar en Matías? No quería ser de nuevo la boba del cuento, pero tampoco podía odiarlo o castigarlo por algo que él no había propiciado.

Me levanté de la cama y fui a la cocina a preparar el desayuno.

—Buenos días, amor —Matías me abrazó desde atrás y besó mi cuello.

—Hola —respondí secamente.

—¿Todavía estás bravita?

—"Brava" por favor, que los diminutivos se oyen idiotas.

—Tienes razón. ¿Aún estás disgustada conmigo?

—¿Tengo motivos para estarlo? —dije tratando de sonar calmada pero mis sentimientos eran evidentes.

—Para nada, es más, te tengo algo que te alegrará el día y te hará olvidar el mal trago de ayer. Ya regreso.

Salió corriendo con la emoción de un niño pequeño que le tiene una sorpresa a su mamá.

Yo seguí en mi labor hogareña, picando tomate y cebolla para los huevos pericos, pensando en la situación que me había dañado el humor; analizando si tenía que seguir desconfiando de mi novio.

Sólo habían dos situaciones posibles: la primera era que ambos estuvieran diciendo la verdad y que todo se tratara de un mal entendido, en ese caso no tenía motivos para estar enojada con Matías; la segunda opción era que Lily estuviera mintiendo y hubiera hecho todo a propósito, caso en el que tendría que estar fúrica con ella, pero no con mi novio. Fuera lo que fuera, no quería seguir peleando con él, decidí darle el beneficio de la duda.

Matías regresó con su sonrisa de oreja a oreja y un gran paquete de regalo en las manos.

—No sabes lo feliz que soy en este momento, Sofi. Nunca pensé volverme a enamorar, pero tampoco contaba con encontrar una mujer tan inteligente, sofisticada, hermosa y noble como tú. Este regalo es para que nunca olvidemos el día en el que empezamos nuestra vida juntos.

Me entregó el paquete y me dio un beso. Sus tiernas palabras me sacaron una sonrisa y me contagiaron su entusiasmo.

Abrí el paquete y saqué un enorme porta retratos de madera blanca en el que se podían exponer varias fotos, al rededor de la palabra "Family".

Es lo justo lo que estaba empezando en esa casa, ese día. La familia Lopera DoSantos.

Uno de los espacios para las fotos estaba ocupado con la selfie que nos habíamos tomado el día en el que decidimos iniciar esta aventura.

—Me encanta —susurré conteniendo las lágrimas de la emoción.

Me lancé sobre él para apretarlo en un abrazo que expresaba mis sentimientos, miedos, anhelos y sueños.

—No sacaste todo el regalo.

Volví a tomar el paquete, mirando a mi novio un poco extrañada. Metí la mano hasta el fondo del enorme envoltorio, y sentí algo suave.

Saqué un pequeño mameluco blanco.

—Es lo primero que usará nuestro bebé  —afirmó.

Mi sonrisa, aunque nerviosa, no podía ser más grande y radiante.

—¿Quieres un hijo? —Atiné a preguntar, aunque sabía que la respuesta era obvia.

—Contigo quiero un montón.

—Yo...no sé...

—No tiene que ser ahora mismo, tontita. Primero vamos a divertirnos mucho, y a hacer lo que queramos, pero solo quería demostrarte que quiero llegar contigo hasta el final —aclaró leyendo en mi mirada el pánico que me generó su idea.

Ser madre era un tema al que no le daba demasiadas vueltas en ese momento, aunque desde niña soñé con que algún día, un pequeñito me llamará "mamá", pero la idea de que Matías fuera el padre de mis hijos le daba a ese sueño de la infancia una emoción indescriptible. Me imaginaba un pequeño niño parecido a mi Matías, corriendo por el jardín, jugando fútbol con su papá.

Era un hermoso sueño, pero primero quería avanzar más en mi carrera, ganar unos cuantos Ojos de Iberoamérica y Leones de Cannes, tal vez incluso independizarme y abrir mi propia agencia de publicidad.

Para eso primero tenía que regresar a mi trabajo. Con Matías ya saludable y a punto de acabar su incapacidad, los dos volveríamos a nuestras respectivas carreras el siguiente lunes.

Lo que quedaba de nuestro primer domingo pasó entre organizar mis cosas, películas, duchas juntos y sexo en nuevos y divertidos lugares de la casa. Empecé a descubrir que Matías era muy creativo en ese sentido, lo que me enamoró más —como si eso fuera posible—.

De Lily no escuché una sola palabra, pero por primera vez en mi vida, quería ser yo quien recibiera una disculpa, no quien la ofreciera.

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