Thor
Cuando por fin nos levantamos, nos costó un poco volver a la realidad. Yo siempre cargaba en mi cartera un mini botiquín con todo lo que podría ser indispensable ante una situación prevista o imprevista, y lo más vital en mis viajes con Lily era un Sal de Frutas. Le preparé uno a Lily y yo tomé otro, era lo único que podíamos desayunar en ese momento.
Salimos al restaurante del hostal para ver si había algo que nuestro estómago pudiera recibir sin rechazarlo inmediatamente y ahí estaba; la mujer misteriosa desayunaba sola y cuando nos vio entrar, esbozó una leve sonrisa.
¿Por qué me daba tan mala espina? Por un momento llegué a pensar que estaba exagerando y mi súper hiperactiva imaginación estaba viendo thrillers donde no los había, pero no podía dejar de pensar que la había visto en alguna parte. Deseaba más que nada que mi memoria fuera igual de efectiva que mi imaginación.
Traté de no amargarme el viaje y dejar de ver cosas donde tal vez no las había y me prendí del brazo de Lily para dirigirnos al bufete del desayuno.
Había mucho de donde escoger, pero nuestros estómagos irritados se decidieron por un poco de jugo de naranja y unas tostadas. Para poder desayunar sin estar paranoica, escogí la mesa más alejada de Doña Misterios, pero me senté donde la pudiera ver en todo momento. Quería relajarme, por lo tanto debía tener a la amenaza controlada.
Desayunábamos en silencio, resaltando de vez en cuando algo que nos gustaba del hotel, o planeando lo que haríamos en el día, pero ante todo despacio para no devolver lo que entraba por nuestras bocas. De repente oímos una voz, que al principio no reconocimos, gritar nuestros nombres.
—¡Eh! Sofi, Lily, ¡Cuánto gusto!
—¡Thor! —gritó Lily emocionada— Ven, siéntate con nosotras.
Sabía que en algún momento de la noche aquel tipo con pinta de dios nórdico nos dijo su nombre, pero como estábamos demasiado ebrias para retener información, decidimos llamarlo Thor.
El hombre rió ante el apodo.
—Thank you, I always wanted to be Thor —En ese momento recordé que nos había contado que era de Australia y que a veces olvidaba un poco el español.
—¿Cómo te sientes hoy? —le preguntó Lily, sobándose un poco el estómago para que él captara la pregunta.
—He devuelto mucho. I hate Cucarachos.
—Te dije que te lo tomaras con calma, pero te creías un súper héroe —le recordé, los cucarachos eran algo serio, sobretodo para alguien que los probaba por primera vez.
—Ustedes fueron las que me confundieron con un superhero.
Tenía razón. Empecé a recordar que en medio de nuestra borrachera, Lily y yo apostamos sobre cuántos cucarachos resistía el enorme australiano. En ese momento me sentí orgullosa porque gané la apuesta, pero ahora me sentía mal por el pobre estómago de Thor.
—¿Qué van a hacer hoy? —nos preguntó cambiando un poco el tema.
—Todavía no sabemos —contestó Lily—. Tal vez vayamos a recorrer la isla en chiva. ¿Quieres ir con nosotras?
—Oh, me encantaría —Ya está. Otro hombre que caía ante los encantos de Lily. Mis ojos se morían de ganas de ponerse en blanco, pero los detuve a tiempo y puse mi mejor cara.
♠️♦️♣️♥️
El mar estaba calmado y la playa increíblemente libre de turistas cuando decidimos ir los tres a dar una caminata; cuando llegamos a la chiva el cupo ya estaba completo, así que cambiamos de planes.
Como estábamos entretenidos en la charla, ninguno de los tres se percató cuando un hombre con un balde se nos acercó con una cuchara en la mano tratando de darnos a probar algo. El isleño hablaba tan rápido que lo único que le entendí fue "Chipi chipi" y "sin compromiso". Thor se comportó tal como el hombre por el que se ganó el apodo y se paró frente a nosotras extendiendo sus brazos para protegernos.
—¡Get away sir, no tenemos nada valor!
El hombre le insistió pero Thor reaccionó mal y le dio un empujón al tipo. Él pobre vendedor cayó sentado y por poco no puede evitar que todo el contenido del balde saliera desparramado por la arena.
—Lily y Sofi ¡Run! —gritó Thor agarrándonos de las manos y tirando de nosotras con fuerza.
Era tal nuestra risa que casi no podemos explicarle lo que estaba pasando. Él nos veía sorprendido mientras nosotras caíamos al suelo agarrándonos el estómago de tanto reír. Cuando ya pude calmarme un poco, me levanté y tomé aire para poder arreglar toda la situación.
El señor del Chipi Chipi se había levantado del suelo y, recogiendo su balde, le gritó a Thor ¡Gringo estúpido!
—¿Por qué se reían tanto? —Después del insulto del hombre, Thor quedó aun más desconcertado.
—Ay Thor, ¿quién creíste que era ese pobre hombre? ¿Un ladrón?
—He escuchado stories de mis amigos que los han robado en Colombia.
La poca risa que me quedaba se acabó en ese momento.
—Lamento que tengas esa imagen de nosotros, pero lo entiendo. Aunque por lo general cuando alguien va a robar acá, no acostumbra ofrecer algo de comer.
—Pensé que quería...¿How do you say it?... Emrubundungarnos.
—¿Emburundangarnos? —dijo Lily, secándose las lágrimas de la risa.
—Yeah. I'm sorry.
—Está bien que tengas cuidado con los desconocidos acá, Thor —Noté lo apenado que se sentía—, pero estamos en una zona relativamente segura. No tienes de qué preocuparte, cuando veamos algo sospechoso, te lo diremos.
—So, ¿qué es el Chipi Chipi? —preguntó relajando un poco su ceño.
—Es un molusco, creo —explicó Lily—, que aparentemente es muy sabroso, aunque a mí no me llama la atención probarlo.
—¡A mí me gusta probar everything! Vamos a buscar hombre para que nos dé la muestra gratis.
—¡No! —exclamamos al unísono, demasiado fuerte, y nos entró otra vez la risa.
—Nunca hay muestras gratis en San Andrés. Cuando se te acerque un vendedor para darte una muestra, ten en cuenta que en realidad nunca será gratis. Después de que te dicen que es "sin compromiso" te cobran carísimo por lo que te comiste. Lo mejor es que preguntemos en el hostal si conocen un buen restaurante donde preparen Chipi Chipi para que lo pruebes —Le expliqué al curioso australiano.
Después del gracioso incidente, Thor y Lily se estaban llevando muy bien y yo tenía la esperanza de que mi amiga se encaprichara un poquito de él para poder confesarle lo de Antonio y que le doliera un poco menos. Sé que era un mal plan sacar un clavo con otro clavo, pero una mujer siempre guarda las esperanzas.
El australiano era divertidísimo. Tenía un sentido del humor inocente, no sé si ayudaba a que no hablara tan bien nuestro idioma, pero no entendía muy bien el sarcasmo y el doble sentido. Era muy tierno ver un hombre tan grande y fuerte, pidiendo explicación de cada chiste o frase que a Lily y a mí nos hacía agacharnos de la risa.
Nos contó que tenía dos hermanas menores, ambas casadas y una a punto de ser madre. Él era el rebelde de su casa, el que no quería casarse sino viajar por todo el mundo para conocer paraísos escondidos como por el que ahora caminábamos. No tenía novia ni la estaba buscando, pero le brillaban los ojos cada vez que Lily decía algo.
Para sorpresa mía, el tema de Antonio no llegó ni una sola vez a colación.
Cuando se empezó a ocultar el sol y nos cansamos de tanto caminar, decidimos regresar en taxi al hostal. El administrador nos recibió con una invitación a la fogata que estaban organizando en la playa, y nos pidió que fuéramos vestidos de blanco para que las fotos quedaran más bonitas. Nos pareció un plan interesante y regresamos a nuestras habitaciones correspondientes para cambiarnos.
Como si hubiéramos estado sincronizados, justo entró una llamada de Matías a mi celular en el momento en que me recosté en la cama a descansar un poco antes de alistarme.
—Espero que ese tal Thor no se pase de divertido —dijo Matías, después de que le conté sobre nuestro nuevo amigo. Trataba de hacerse el celoso, pero él no era así.
—Es súper divertido —quería echarle un poco le leña al fuego.
—Sí, claro. Estoy pensando muy seriamente ir a vigilar que el tal Thor no te cuide muchas borracheras.
—Nah, aquí nadie puede cuidar a los demás.
—Pero tú sí tienes cuidado, ¿verdad?
Ups. Tal vez hable de más.
—No tienes de qué preocuparte Matias, yo soy una mujer responsable.
—Lo sé, eso me encanta de ti.
—¿Por qué dices siempre cosas tan bonitas?
—Porque la verdad es bonita.
Creo que se me puse colorada, y no precisamente por el sol.
—¿Sabes que no me gusta lo cursi? —me encantaba molestarlo.
—¿Sabes que ser cursi y ser sincero no es lo mismo?
Lily salió del baño y me hizo señas para que yo fuera a arreglarme. Entré al baño con el teléfono para tener más privacidad.
—¿Sabes que enamorar tanto a una persona es peligroso? —dije tratando de ser coqueta.
—Me encanta el peligro. Hablando de otro tipo de cosas peligrosas, ¿ya hablaste con Lily sobre Antonio?
« Vaya forma de matar la atmósfera romántica»
—No me gusta que me presiones con eso, la verdad. Se lo contaré cuando vea la oportunidad.
—No te molestes conmigo, solo quiero que el imbécil de mi hermano no arruine tu amistad con Lily.
—Si mi amistad con Lily se arruina no será culpa de tu hermano.
—¿Lo estás defendiendo? —preguntó molesto, en seguida me arrepentí de lo que dije.
—No es eso, solo que tu hermano es como es, lo único que va a arruinar es su propia relación con la gente que lo rodea. Soy muy consiente de que la responsabilidad de que Lily se disguste conmigo por no haberle contado antes lo que sé, es solo mía.
—Sofi, tengo que colgarte. Estoy saliendo para un evento de unos clientes. ¿Te llamo al salir?
Yo era buena para leer a la gente, y podía darme cuenta perfectamente de que Matías se había molestado por lo que dije. Le prometí que no alargaría más el tema y le dejé saber que podía llamarme a la hora que quisiera.
—Sofí ¡No escucho la ducha! —Lily empezaba a apurarme para que me bañara. Odiaba esperar sola en cualquier sitio.
—¡Ya voy! ¡Bájale a los fríjoles!
Entré a la ducha sin dejar de pensar en la conversación con Matías y lo que sabía que tarde o temprano tenía que hacer.
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