Inesperado

Lily llegó muy puntual a mi casa, yo ya tenía preparada la cena, la película y la sorpresa, con eso esperaba que ella se diera cuenta de que su amistad para mí era lo más importante y que sin importar los errores que en el pasado ella o yo hubiéramos cometido, para mí era la hermana que nunca me habían dado mis padres.

—Espero que te haya gustado lo que preparé —dije cuando terminamos de cenar.

—Claro que sí, el único plato que sabes cocinar te queda exquisito —Reímos demasiado fuerte ante este comentario, y yo me sentí aliviada al saber que podía olvidarme por un rato de todo el rollo romántico que se estaba formando en mi vida sin que yo lo planeara, y sin que el sentimiento de culpa me comiera por dentro.

A pesar de que no tenía ganas de tocar mucho el tema, me incliné por averiguar sobre la relación de Lily y Antonio, tratando de hacer un plan para que mi amiga saliera lo menos lastimada posible al enterarse de que Antonio no era el príncipe que ella creía.

—¿Sabes? —La observé analizando cada una de sus reacciones—, de verdad extrañaba estos momentos contigo, pero cuando te propuse este plan me sorprendió que estuvieras libre hoy, pensé que te verías con Antonio.

—Pues ya ves, hoy era mi noche libre —dijo con una sonrisa irónica, pero noté enseguida que trataba de ocultarme algo.

Entendí que no quería darme más detalles y no quise arruinar la noche indagando demasiado; sabía que si algo pasaba ella me lo contaría, así que tal vez para ella su relación era tan perfecta como cualquier otra. Lo más seguro es que su corazón se sentía tranquilo y feliz a más no poder, por lo que su cerebro no sobre analizaba la situación.

Después de recoger la mesa, nos sentamos en el amplio sofá de mi sala de televisión y desfilé graciosamente por la habitación con una copia de Yo antes de ti. Lily dejó salir un pequeño grito. Una de las ventajas de tener una amiga de toda la vida, es que sabes cómo hacerla feliz.

—¡Me encanta tu elección! Quería ver la película pero no tenía con quién.

—¿Ya no ves películas románticas con Antonio? —dije tratando de volver al tema peliagudo.

—No mucho.

Entendí la evasiva, nuevamente, y le di play a la película.

Después de ciento seis minutos de una historia de amor como ninguna otra, sacrificado, entregado, correspondido y al mismo tiempo no correspondido, Lily y yo nos gastábamos todos mis pañuelos de papel secándonos las lágrimas y lamentándonos por el final de la película.

De repente, conmovida por la historia que acabábamos de disfrutar, Lily decidió abrirse conmigo.

—Sabes Sofí, me encantaría que Antonio y yo compartiéramos un amor así, claro, sin el accidente y la eutanasia y todo eso.

—¿Acaso no lo tienen ya?

—Eso creía yo, pero Antonio ha estado distante de mí, creo que la pasión que hubo al principio se acabó —Se veía más pensativa que hace unos momentos. Su mirada dulce se volvió amarga de repente.

—Eso suele suceder con el fuego que arde muy pronto —hablé sin pensar, y ella me vio con una mirada entre sorprendida y ofendida.

—Lo nuestro era más que pasión.

—¿Estás segura? Tal vez para ti era algo diferente que para él.

Era consciente de que estaba sonando muy dura con ella, pero quería que habláramos sinceramente para saber si era el mejor momento de confesarle que Antonio era un hombre casado. Mi amiga instalaba su domicilio permanente en las nubes cada vez que conocía a alguien que le gustaba.

—Mira, yo sé que soy una romántica empedernida y que muchas veces me he enamorado del hombre equivocado —«como de mis novios» pensé, Lily prosiguió—, pero Antonio me demostró con muchos detalles que se enamoró de mí, tanto como yo de él.

La vi tan convencida que decidí no seguir tocando el tema. Yo sabía mejor que ella que Antonio no había sentido lo mismo, pero no sería yo quien rompería la burbuja de mi amiga. Si ella estaba tan segura de que Antonio la amaba, yo no quería quitarle esa idea, era justo que por lo menos conservara eso algún tiempo más si la hacía feliz, después del daño que sabía que le haría la verdad. Además, yo no estaba segura de los sentimientos de Antonio después de todo, no sabía si amaba a su esposa, si a mí solo me deseaba, si lo de Lily había sido menos que una aventura, en realidad yo no sabía nada porque había estado muy ocupada tratando de huir de toda esta tragicomedia romántica.

Cuando estaba a punto de empezar a preguntarle a mi amiga por su trabajo y el resto de cosas de su vida, sonó el timbre.

—¿Invitaste a alguien más? —preguntó Lily, sorprendida.

—No, debe ser algún vecino para pedir azúcar —La miré y le sonreí.

Quedé de una pieza cuando vi a Matías en mi puerta con una sonrisa increíble y diciendo: ¡Sorpresa!

De verdad fue una sorpresa verlo ahí en mi puerta, tan guapo, tan feliz, ni siquiera sabía cómo había averiguado mi dirección.

—Matías, de verdad es una sorpresa, ¿quién te dio mi dirección? —Inmediatamente fui consciente de mi tono agresivo, pero la actitud se debía solo a lo inesperado de la situación.

—Lo siento, la verdad fue algo impulsivo, si no te sientes cómoda me iré, no debí sorprenderte de esta manera... —Él estaba realmente apenado.

—No, no, no, claro que no, en mi casa siempre serás bienvenido, sigue por favor.

Se sintió un poco cohibido, pero entró siguiendo mi indicación, y dejó su abrigo en el perchero. De repente, recordé que Lily estaba en mi sala de televisión, y por un momento dudé si llamarla y presentárselo; no quería que Matías fuera uno más de los hombres deslumbrados por su belleza. Sin embargo, no podía ser grosera aunque quisiera.

Llamé a Lily, quien debió haber escuchado la voz de un hombre en la sala, porque tuvo tiempo de arreglarse el cabello y retocarse un poco el maquillaje antes de encontrarse con nosotros.

—Matías, ella es Lily, mi mejor amiga, hoy teníamos una "noche de chicas" —Le presenté a Lily quien sonreía de oreja a oreja y no podía dejar de mirarlo.

—Encantado Lily, soy Matías, lamento mucho haber arruinado la noche de chicas, si quieren me voy y no interrumpo más.

—¡NO! —gritamos las dos.

Matías sonrió ampliamente al ver nuestra reacción y Lily entendió que era una persona importante para mí si permitía que interrumpiera la noche de chicas sin chistar.

—Encantada de conocerte, Matías, entiendo que Sofi no sabía que venías, pero de todas formas yo ya me iba —Lily tomó su abrigo y abrió la puerta haciendo una seña con su mano para que yo me acercara a despedirme.

—Amiga, aquí la que sobra soy yo, ¡Matías está buenísimo! Me voy con la condición de que aproveches la noche y mañana me cuentes todos los detalles calientes —Una sonrisa pícara salió de sus labios mientras susurraba.

Yo la miré apenada y sorprendida, y estaba a punto de decirle que Matías y yo solo éramos amigos, pero preferí asentir y guiñarle el ojo descaradamente.

Cuando Lily tomó su bolso y se despidió de nosotros, recordé lo que tenía en un sobre encima de la mesa. Salí disparada hacia la cocina, dando saltitos como si fuera una niña enamorada. Hace mucho tiempo no me comportaba de una forma tan cursi, pero la felicidad invadía todo mi cuerpo, ver a Matías me llenaba de un sentimiento poco usual para mí, y pasar más tiempo con mi mejor amiga era un bálsamo para todo el estrés del día a día.

Sin embargo en el mismo momento en que fui consciente de lo tonta que me veía comportándome de esa manera, comencé a caminar como la mujer adulta que era y tomé el sobre. Mi amiga ya había salido de mi apartamento, pero a toda velocidad salí y la detuve antes de que llegara el ascensor que ya había pedido.

—Lily, quiero regalarte esto —Mi voz sonó emocionada al entregarle el sobre—. En realidad, es un regalo para las dos y para nuestra amistad.

—¡Ahhhhhhhhh! —Su voz sonó chillona de la emoción— ¡Vacaciones! Creo que me acabo de enamorar de ti.

Mi carcajada debió sonar hasta el siguiente edificio, no pensé que Lily se fuera a emocionar tanto con las vacaciones, pero fue lindo saber que la había hecho feliz, ya que no era capaz de ser sincera con ella acerca de Antonio. Necesitaba buscar paz para mí de alguna forma, muy en el fondo sabía que estaba siendo la peor de las amigas, pero no era capaz de aceptarlo.

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