Encuentros

El dolor de cabeza me iba a matar. Desde que había escuchado esa oración de labios de Lily no había podido pensar en nada, y estaba segura de que esta vez sí se me había quedado algo sin empacar, pero ya ni eso me importaba.

Lily trató de tranquilizarme durante todo el camino, pero sin saber cómo estaba Matías, eso era imposible. Antonio no había querido darle detalles del accidente ni del estado de mi novio, pues dijo que era mejor que habláramos con el doctor. Lo odié por eso.

«Siempre esperando que otro dé las malas noticias por ti» 

En la clínica nos hicieron esperar en una enorme sala con paredes amarillas a que llegara el doctor que lo estaba atendiendo. Lily me acariciaba la espalda por momentos, pero yo no podía sentir nada con su contacto. La preocupación que tenía era tan grande que no dejaba espacio para ningún otro sentimiento.

La gran puerta frente a la que estábamos sentados se abrió un poco y vi a un doctor de unos cuarenta y cinco años entrar y quedarse mirándonos fijamente.

—Usted debe ser la señorita Sofía —dijo mirando a Lily.

—No, doctor. Soy Lily, ella es Sofía —Lily me agarró con los brazos para acercarme más a la conversación y que yo sola me presentara, pero estaba muda.

—Lamento conocerla en estas circustancias —dijo mirando a Lily, absorto en su belleza. ¿En serio?¿Otro más? —. Mi nombre es Rubén Martínez. Al señor Lopera tuvimos que intervenirlo de urgencia el día de ayer —Giró su cabeza para dirigirse a mí.

Silencio.

—Señorita Do Santos ¿me escucha?

—Lo siento, doctor —Lily me soltó y apartó un poco de mí al doctor. Aunque trató de bajar la voz, yo podía escuchar todo perfectamente.

—Creo que Sofi está en shock. Hace unos años perdió a un familiar muy cercano en un accidente automovilístico, así que creo que está reviviendo todo el trauma.

—Estoy bien —interrumpí— Doctor Martínez, ¿qué pasó exactamente?

—El día de ayer, el señor Lopera tuvo un accidente automovilístico, como ya lo sabe. Al parecer perdió el control del vehículo y chocó contra el separador de la vía. Creemos que conducía a exceso de velocidad por lo que el carro se volcó. Sufrió diversas fracturas en sus piernas y brazos, pero lo que más nos preocupa es el estado de su columna y su cabeza. Ayer tuvimos que liberar un poco la presión en el cráneo pues había una hemorragia interna. Gracias a Dios la detuvimos a tiempo, pero para saber el estado real del paciente debemos esperar unos días.

—¿Está en coma?

—Inducido. Esto ayuda a que su cerebro y su cuerpo en general sanen más rápido.

—¿Qué le pasó en la columna? —intervino Lily, visiblemente preocupada.

—Aún estamos haciendo análisis. No hay fracturas ahí, lo que es algo bueno, pero sí está muy lastimada. Tendrá que hacer mucha rehabilitación.

—¿Podrá volver a caminar? —pregunté.

—El pronóstico es bueno, pero hay que esperar a ver cómo evoluciona en las próximas horas.

Le agradecí al doctor, quien me pidió el teléfono en caso de tener que avisarnos si algo sucedía. Yo esperaba que todo cambiara para mejor. No podía creer que otro accidente se hubiera atravesado en el camino de uno de mis seres queridos. El más querido en ese momento.

Como estaba en cuidados intensivos no podíamos hacer más que esperar a la hora de visita en la UCI. Lily hizo todo lo posible por tenerme entretenida, me trajo de comer, se encargó de coordinar un chofer que llevara nuestras maletas a su casa, ya que habíamos ido directamente del aeropuerto a la clínica.

Todos sus esfuerzos de entablar una conversación conmigo eran en vano. Yo era un ente en ese momento. No podía pensar en nada más que en las oraciones que repetía mentalmente para  que Matías volviera a caminar, y su situación no empeorara aún más; sabía perfectamente todas las infecciones que puedes contraer estando internado en la UCI, lo que finalmente puede matarte, por mucho que tus lesiones no sean mortales.

Faltaban quince minutos para la hora de visita, cuando sentí un abrazo de alguien más alto y más fuerte que yo. Vi que Antonio me hablaba pero no presté atención a lo que decía. Sus palabras eran como el sonido de la lluvia, difuso pero relajante.

Noté que Lily lo tomó del brazo y se lo llevó hacia un lado para hablar con él a solas. Ambos volteaban a verme de vez en cuando.

—Sofi, voy a traerte algo de comer antes de que entres a ver a Matías ¿Okey? —Lily se acercó a mí con preocupación.

—Okey.

Mi amiga salió de la sala de espera y Antonio se sentó a mi lado.

—¿Cómo te sientes?

Quise matarlo en ese momento.

—Okey, okey, es una pregunta estúpida, de acuerdo —reconoció—. Escucha, sé que no es el momento para esto pero tengo que preguntarte ¿Qué pasó en San Andrés?

—¿Qué pasó de qué?

—Me siento mal por estar hablando del tema, pero tengo que hacerlo ¿por qué no le contaste a Lily lo de mi matrimonio?

Con el impacto de la noticia del accidente de Matías, ese tema quedó en segundo plano. Yo casi me desmayo, en una mezcla de sentimientos encontrados tras la sucesión de revelaciones de esa noche. Primero el enfrentamiento con Claudia, luego tener que decidirme a contarle todo a Lily y por último, el accidente. Lily gritó como loca pidiendo ayuda, era claro que no podía sostenerme, así que Thor y algunos empleados del hotel fueron inmediatamente a socorrerla. Me tomaron en brazos y me llevaron a nuestra habitación en el hostal.

Mi mente se puso en blanco inmediatamente y lo único que pude hacer fue contemplar el techo de la habitación desde mi cama. Lily se encargó de todo. Llamó a la aerolínea, empacó las maletas, fue a la recepción a cancelar la cuenta, llamó a la clínica para preguntar por Matías, coordinó el transporte.

No recordaba haber pronunciado una sola palabra durante el vuelo o en el Uber desde el aeropuerto hasta la clínica, así que la revelación que tenía que hacerle a mi compañera quedó en el olvido.

—Claro que deberías sentirte mal por preguntarme eso ahora.

—Lo siento.

—¿Lo siento? —El estrés que estaba acumulando desde el enfrentamiento con su esposa pasó de mi estómago a mi boca como una bola de fuego hasta convertirse en una bomba verbal— No lo sientas. No deberías sentirlo. Lo único que deberías sentir es engañar a una hermosa y buena mujer como Lily, sin olvidar a tu esposa, que claramente ha tenido que soportar demasiado. Siente el haberme involucrado en tus decisiones irresponsables. Siente no hacerte cargo de tu adicción al sexo. Siente...

—Yo no soy adicto al sexo.

—¡No me interrumpas! —Empecé a levantar la voz y algunos pacientes voltearon a mirarnos. Si había algo en la vida que me hacía enojar era que interrumpieran mis diatribas cuando estaba a punto de decir algo importante—. Eres una mala persona, Antonio. Le haces daño a gente buena que no se lo merece.

—¡Lo sé! ¿Crees que no lo sé?

—¿¡Por qué no dejas de hacerlo, entonces!?

—¡No puedo! —Ahora era él quien levantaba la voz.

Justo en ese momento llegó Lily con una bandeja de comida que no se veía muy sabrosa.

—¿Por qué discuten ustedes dos? Todo el mundo los está mirando raro.

Las puertas de la sala de espera se abrieron para dar paso a una alta mujer, elegante e imponente, a la que al principio no presté atención.

La mujer se acercó a Antonio y le dio un beso en la boca.

—Tú debes ser Sofia. Matías me ha hablado mucho de ti y ahora veo por qué. Eres hermosa, linda. Siento mucho que tengamos que conocernos en estas circustancias —Me extendió su mano, la cual estreché por puro reflejo—. Soy Claudia, la esposa de Antonio.

Mi estómago se revolvió en seguida, pero logré controlar las náuseas. Eso no terminaría bien, lo sabía. Pobre Lily, qué manera horrible de enterarse que su novio es casado. Nos iba a odiar para toda la vida. Inmediatamente enfoqué la mirada en el rostro de mi amiga, el cual estaba extrañamente inmóvil y sereno.

—Y tu bella acompañante ¿es?

—Soy Lily, su mejor amiga. Mucho gusto, señora Villa —Le extendió la mano y la estrechó sonriendo ampliamente.

Antonio y yo nos miramos sin entender nada.

Hola :)

Les agradezco mucho por leer, por sus votos y sus lindos comentarios :) Me encanta que mi historia les guste.

¡Estamos llegando a la parte emocionante! Espero la disfruten.

Un abrazo y un beso para todos ¡Mua!

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