Dudas

La forma perfecta de volver a trabajar. Desconcentrada por haberme enterado de que la que creía que era mi mejor amiga en realidad me odiaba y se había empeñado por alguna extraña razón en que yo no tuviera parejas estables.

No podía creerlo; por más que le daba vueltas al asunto, no podía. Como todas las grandes decisiones que tomaba en mi vida, decidí sobre analizar el tema. Veamos, si esto fuera una campaña publicitaria ¿cómo lo abordaría o le daría solución?

1. Analizar el brief.

Datos:

- Lily es una mujer hermosa.

- Nunca en la vida le he hecho daño —no que yo recuerde, por lo menos—.

- Si está soltera, es porque no ha encontrado la persona adecuada, pero no le han faltado opciones.

- En todos los años que llevo de conocerla, nunca he visto que sea una persona rencorosa o a la que le guste lastimar a los demás.

2. Definir el target.

Nunca me he enterado de que haya estado con el ex de alguna otra amiga, o que haya coqueteado con sus novios. De hecho, sus parejas han sido personas que nadie más conoce, o compañeros de trabajo suyos o míos, o mis ex.

Muy bien, al parecer yo era su único objetivo. Por algún motivo se empeñaba en acaparar la atención de quienes me rodeaban, pero ¿por qué?

3. Establecer objetivos y tácticas.

- Averiguar por qué se metía con mis parejas o conocidos.

- Enfrentarla y hablar claro con ella sobre el tema.

- Decretar si seguiría siendo mi amiga después de eso.

Analizar las cosas demasiado nunca me había hecho ningún provecho. Había que actuar, y pronto. Si mi supuesta amiga del alma, mi única hermana, había seducido al hombre con el que me iba a casar a propósito, lo más lógico era pensar que estaría pensando en hacer lo mismo con Matías.

Muchas veces me sentí mal por dudar de ella; ahora podía estar segura. Tenía que evitar encuentros de ellos dos, no porque desconfiara de Matías, si no porque no quería tentar la suerte y era mejor evitar problemas. 

♣♦♠♥

Llegué a mi casa sintiéndome muy mal. El estrés se había acumulado en mi cabeza y el dolor era insoportable. Parqueé mi carro en el garaje y noté que estaba vacío. ¿Dónde estaría Matías? No me comentó nada acerca de salir, y todavía estaba incapacitado.

Entré a la casa y fui directamente a mi cuarto. Hacía un frío horrible, llovió toda la tarde. Me cambié la ropa por algo más cómodo y abrigado, y me puse mis pantuflas de garras porque mis pies estaban congelados, a pesar de que las botas que usaba ese día eran abrigadas y confortables.

Recuerdo la reacción de Matías al ver mis pantuflas. No podía dejar de burlarse de ellas, diciéndome que se las había robado a algún niño de los años noventa y que estaría desesperado buscándolas. 

Bajé a la sala y encendí la chimenea. A veces me gustaba estar sola conmigo misma y hace tiempo no podía hacerlo. Había dejado Orgullo y Prejuicio abandonado desde hace tiempo, por lo que decidí retomarlo. Leer era la única forma de que mi mente dejara de pensar en cierta amiga traidora.

Le escribí un mensaje a Matías para preguntarle dónde estaba y si se demoraba, no contestó en seguida. Dejé cerca de mí el celular para sentir la vibración cuando recibiera su respuesta.

Llevaba diez minutos leyendo concentrada cuando escuché un carro entrando en el garaje. Sonreí inesperadamente y dejé a un lado el libro. Me acerqué a la puerta para sorprender a Matías. Quería saltar encima suyo y agarrarlo con mis piernas, para darle un beso sensual y apasionado, como en una película que había visto hace poco.

Escuché las llaves entrando en la cerradura. Cuando la puerta se abrió, salté sobre un hombre alto y fuerte, que no era Matías.

—¡Por Dios! ¿Qué haces aquí? —exclamé sorprendida y apenada a más no poder.

—¡Nunca me habían recibido así en ninguna parte, gracias! —soltó Antonio entre carcajadas.

—¡Pensé que eras mi novio!

—Sí lo imaginé, pero no lo soy. Aunque si tú quisieras, eso podría cambiar.

—¡No digas estupideces, Antonio! Te hice una pregunta —Insistí entre furiosa y desencajada.

—Matías tiene una pulidora para el carro, se la pedí prestada y me dijo que viniera por ella, pensé que te había avisado.

—Pues cómo te parece que no.

—Ya Sofi, no te molestes por favor, sólo iré por la pulidora y me largo de aquí —Su voz sonaba decepcionada y dolida.

—Okey —respondí un poco arrepentida de hacerlo sentir indeseado— ¿Sabes dónde está Matías? No me ha respondido el celular.

—No, cuando hablé con él no me dijo dónde se encontraba, me imaginé que contigo, por eso traje unas llaves que me dio hace un tiempo cuando se fue de viaje y me pidió que viniera a alimentar a su perro.

—¿Cuál perro? —Matías nunca había mencionado un perro.

—Un cachorrito que tenía con Carolina hace algún tiempo, pero cuando se separaron ella se lo llevó.

Antonio se dedicó a buscar la pulidora donde Matías le indicó que la encontraría. Mientras tanto, fui a preparar chocolate para calentarme un poco, pues el frío aún no se me había quitado.

—Huele delicioso —Antonio entró a la cocina y se sentó en una de las bancas del mueble tipo bar que estaba en el centro de la estancia.

—¿Quieres chocolate? —Mis modales primero— Tengo un frío horrible que solo se quita con chocolate.

—¿Está rico? —Me miró travieso.

—Pues claro, lo hice yo —Le seguí el juego.

—¿Cómo fue tu primer día de trabajo?

—A ver —suspiré— ¿Por dónde quieres que empiece? Por la parte en la que revisé diez mil correos electrónicos, o por la parte cuando me encontré con un ex novio que me amargó el día, o cuando el director general creativo me llamó la atención porque el porcentaje de aprobaciones de mi equipo de trabajo ha bajado mucho, pero yo ni siquiera estaba para dirigirlos, o por la parte en que la lluvia que ha caído toda la tarde me ha hecho deprimir aún más de lo que ya estaba. ¡Ah! No, deja que empiece por la parte en que llego a una casa vacía y mi novio no aparece.

—¿Con qué ex te encontraste? —preguntó.

—¿Eso fue todo lo que escuchaste de mi maravilloso día?

—Lo siento, pero fue lo que más me sorprendió. Cuéntame qué pasó.

Lo pensé un instante. ¿Sería buena idea contarle de mi encuentro con Carlos? A lo mejor sí, necesitaba desahogarme con alguien y no veía a nadie más por ahí. Me sentía sola, triste y traicionada. Y el maldito frío nada que se me quitaba.

—Pues saliendo de mi edificio para almorzar me encontré con Carlos, mi ex prometido con el que terminé porque empezó una relación con Lily, y...

—¿Qué? —interrumpió.

—Ah ¿no lo sabías? Terminé con alguien con quien me iba a casar porque me engañó con Lily.

—Wow —Me miró sorprendido—, yo pensé que ya la gente no sabía lo que era el perdón.

—Sí, bueno, pues ya me estoy arrepintiendo, la verdad. Nunca debí hacerlo.

Antonio tomó un sorbo de su chocolate y su expresión me dijo que le gustó. Me enterneció la manera en que lo saboreó, como si nunca hubiera probado una taza de chocolate caliente.

—Sofi, ¿puedo confesarte algo?

«¡Vaya, más confesiones!» pensé. No sabía si soportaría una más pero decidí ser valiente y escuchar a Antonio.

—Cuando estuve con Lily estaba enamorado de ella al principio... —Sé que lo miré con cara de ¿En serio?— No me interrumpas por favor. Sé el concepto en el que me tienes, pero así no me creas, estaba enamorado de verdad. Pensaba dejar a mi esposa, pues bien sabes que las cosas no funcionaban entre nosotros desde hace tiempo. El problema fue que Lily cambió. Empezó a comportarse de una manera muy inmadura, caprichosa y celosa; todo lo contrario a lo que me enamoró de ella. Y empezó a obsesionarse contigo. Me celaba todo el tiempo, me hablaba mal de ti.

A estas alturas de la vida, ya no me sorprendía nada.

—Sí, pues, creo que no me extraña. Por curiosidad, ¿qué cosas decía de mí?

—Que eres una ilusa, que Matías nunca podría enamorarse de ti y que cuando lo descubrieras, ella tendría que consolarte. Que eres muy insegura de ti misma y esas inseguridades te harían fijarte en alguien más, que solo para sentirte hermosa engañarías a mi hermano y que no quería que fuera yo el objeto de tu deseo.

Ahora sí se merecía que la matara. ¿Qué pecado había cometido yo en mis anteriores vidas para merecer a alguien así en mi vida? Estaba fúrica. El calor que se me subía a la cabeza cuando me sentía impotente y llena de rabia, me iba a hacer arder. Antonio lo notó porque trató de arreglar el asunto, aunque en esa instancia, ya era imposible.

—Pero yo me di cuenta cuenta de que ambas son totalmente diferentes a lo que yo creía. Mientras ella es una persona egoista, envidiosa e infantil; tú eres una mujer fuerte, decidida y amorosa. Eso me hizo fijarme más y más en ti.

Apreciaba sus palabras, pero no quería seguir hablando del tema, menos cuando ya sabía hacia dónde se dirigía la conversación.

—Antonio, ¿puedo preguntarte algo? —Tenía que salir de dudas de una buena vez.

—Claro, tú puedes hacer lo que quieras conmigo —Me guiñó un ojo.

Sonreí para restarle un poco de importancia al asunto.

—¿Tú sabes qué hizo Matías durante las dos semanas que estuvo desaparecido? Es decir, antes de empezar formalmente nuestra relación.

—Sofi, eso es algo que deberías preguntarle a él.

Aunque se lo pregunté más por cambiar el tema que por otra cosa, sabía que tenía razón. 

Cuando estábamos a punto de terminar el chocolate, escuché nuevamente un vehículo en la sala. 

—Bueno, creo que mi hermano acaba de llegar, y yo me tengo que ir —Antonio se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, que estuvo a punto de llegar a mis labios. El contacto me estremeció, agradecí que el frío ya no calaba mis huesos.

—¿Sofi? —gritó Matías desde la sala.

—Voy —respondí, sin poder evitar que mis ojos no se apartaran de los de Antonio.

Ambos salimos de la cocina y Matías se sorprendió un poco al ver a su hermano. Se abrazaron fraternalmente y Antonio salió de la casa. 

—Hola amor —Lo saludé— ¿Dónde estabas? Te escribí al WhatsApp.

—Lo siento, se me descargó el celular y no pude avisarte. Pasé un rato por la oficina, quería ver cómo iban las cosas.

Le reproché sin palabras por no respetar su incapacidad.

—No me mires así —pidió abrazándome cariñosamente—, sabes que mi trabajo no requiere esfuerzo físico, y sólo pasé un rato a ver cómo iban sin mí.

♣♦♠♥

En la comodidad de nuestra cama, mientras veíamos una serie a la que no le estaba prestando atención, decidí que era momento de aclarar mis inquietudes pues no quería vivir con dudas constantes.

—Matías, ¿podemos hablar? —dije nerviosa— ¿Puedes apagar el televisor un momento?

—Claro que sí, amor —Me miró preocupado— ¿Pasa algo malo?

—Espero que no, pero es lo que quiero saber —respondí.

—Pues para mí todo está perfecto —Sus labios me sonrieron y sus manos acariciaron mi rostro—, ¿qué quieres saber?

—Recuerdas nuestra primera noche juntos ¿verdad?

—¿Cómo podría olvidarla? —respondió.

—Después de eso no pude contactarte por dos semanas, ni por teléfono, correo o en tu oficina ¿por qué?

—Tuve que viajar por unos asuntos familiares, creí que ya te lo había dicho —contestó después de dudar un par de segundos.

—¿Estás seguro que esa fue la razón?

Se acomodó en la cama para poder estar más cerca de mí.

—Jamás podría mentirte —susurró acercando sus labios a mis oídos.

Tuve que conformarme con esa respuesta porque no tenía otra manera de averiguarlo. Sus caricias y palabras cariñosas me hicieron relajar el resto de la noche, pero todavía había algo que no encajaba en la historia, y tarde o temprano tenía que averiguarlo.

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