Capitulo 7
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Hinata finalmente tuvo permiso para entrar a la habitación de su padre. Espero toda la noche en la sala de espera del hospital, negándose a irse a descansar. El médico trató de persuadirla diciendo que no ganaba nada con quedarse, ya que su padre estaba en el area de cuidados intensivos y no podía entrar nadie, ni tampoco podía verlo, hasta que lo colocaran en la habitación designada para él. Aun con la insistencia de sus amigos, no se retiró, pues llegar a su hogar y no encontrar a nadie, le causaría mucho dolor y de todos modos, no iba poder dormir.
Sus dos amigas intentaron quedarse con ella, pero se negó rotundamente. No podía permitir que ellas también faltaran a sus deberes, si de todos modos, no podían hacer nada, sin embargo, le pidió a Ino, que le avisara a los Uchihas, que no podría darle clases a Taro, durante los próximos días y Tenten, se encargaría de avisar en la primaria donde trabajaba que se ausentaría por uno o dos días.
Apenas llegó la hora de visitas, el doctor encargado de su padre, le indicó que ya lo habían trasladado a su habitación y que ya podía verlo por un rato.
—¡Padre...!—la tristeza la golpeó, cuando ambas orbes se encontraron. Su padre se veía muy triste, incluso tenía lágrimas que no habían caído. Para el mayor, era muy frustrante, tener que continuar siendo el motivo por el cual su hija se veía tan decaída. Su salud empeoraba con el pasar de los días y ahora estaba en la última fase. Eso era, lo que menos hubiera querido, dejar a su hija sola, mientras que era internado en un hospital. Lo mejor hubiera sido, morir en su casa, dado que aunque ahora Hinata tendría mas tiempo libre, estaba seguro que no habría un solo día en que no fuera a verlo. No es que no quisiera verla, sino que el hospital estaba más alejado de las paradas del metro donde ella estaba familiarizada y temía que pudiera ponerse en riesgo, solo por ir a verlo.
De nueva cuenta, volvió a sentirse un estorbo que sólo truncaba el camino de lo que mas amaba en el mundo... su preciada Hinata. Por doloroso que fuera para ella, lo mejor era ya no tener que cargar con un lastre como él.
La ojiperla observó como su padre movió la mano y rápidamente la estrechó con la suya. Sabía que quería decirle algo, pero ni el oxígeno, ni el cansancio le permitieron hablar—Aquí estoy y aquí estaré siempre—la afirmación de la chica, solo reafirmo la teoría del castaño... ella no pensaba dejarlo solo—Todo volverá a ser como antes, yo vendré a diario y cuando esté mejor, regresaremos a nuestra casa—trataba de sonar convincente, sin embargo, ambos estaban derramando las lágrimas de aquellos ojos tan llamativos y exóticos. Los dos sabían que eso no sucedería y la joven acostó la cabeza en la mano de su progenitor, para que él, le acariciara el cuero cabelludo.
Se quedó en la habitación de su padre, hasta que prácticamente, le pidieron que saliera, debido a que el horario de visitas estaba por concluir. Afuera encontró a una muy preocupada Ino, acompañada de Shisui, también Kurenai la esperaba para persuadirla de llevarla a su hogar. Debía comer algo, darse un baño y sobre todo, necesitaba descansar, pues desde la tarde anterior estaba en ese hospital, sin querer pensar en ella misma.
—Vamos Hina, ya no tiene caso que permanezcas aquí, tu padre esta en buenas manos—Shisui trató de darle ánimos y entre las féminas y él, lograron persuadirla de regresar a su casa. Minutos después de haber llagado, la puerta sonó y pronto entró Naruto en busca de la joven Hyuga. El rubio la había estado llamando para avisarle sobre las últimas noticias sobre el orfanato, sin embargo, no consiguió nada, fue entonces, que Shisui se tomó la libertad de avisarle, cuando lo supo por Ino.
El rubio, no prestó atención a las personas que también estaban con la ojiperla, simplemente, se fue hasta ella y la envolvió en un abrazo reconfortante. Ella se dejó llevar por la tristeza y derramó más lágrimas.
—Todo estará bien, te prometo que nos encargaremos de que él esté cómodo, como cuando estuvo aquí—esa promesa, logró hacerla sentir mejor y para alivio de todos, aceptó comer, lo que Ino y Tenten, compraron para ella.
Todos comenzaron a retirarse, cuando la ojiperla estuvo mas tranquila. Les agradeció a todos por sus muestras de afecto y también les aseguró que no se dejaría vencer por la adversidad. Su padre aún estaba con vida y mientras existía vida, existía esperanza. Ino, se marchó para despedir a su novio, pero aseguró regresar a dormir con ella, mientras que Naruto, fue el último en despedirse.
—Gracias por todo tu apoyo Naruto—el rubio sonrió, como solo él solía hacerlo y trató de animarla. Le dio tanta tristeza, verla tan desvalida ante la inminente soledad que seguramente le esperaba, más temprano, que tarde, no obstante, lo que le prometió, lo cumpliría, movería sus influencias, para asegurarse que Hiashi, estuviera lo más cómodo posible. No era mucho, pero a ella le bastó, para sentirse un poco mejor.
—No tienes nada que agradecer, para eso estamos los amigos ¿no?—ella sonrió y finalmente se despidió para irse a dar un baño.
[...]
Sasuke se había dirigió a las empresa Uchihas. No logró obtener información sobre Hinata y esa misma mañana, perdió la cuenta de cuantas veces la llamó. Inclusive, en la hora de la comida, salió de su oficina pair en busca suya, sin embargo, al igual que la noche anterior, no obtuvo respuesta. El más afectado era Taro, su hijo le aseguraba que algo malo debía haberle pasado a la tutora, de lo contrario, ella se hubiera comunicado con ellos.
Pasó el día preocupado por ella y para hacer las cosas más complicadas, no localizó a Shisui, durante todo el transcurso del día. Quizás estaba exagerado y al llegar a su hogar, la ojiperla iba a estar con su hijo, realizando las tareas escolares, pero de ser así, no tenía sentido que no hubiera nadie en su casa y que tampoco respondiera su teléfono celular.
Apenas concluyó el día y salió lo mas rápido que pudo, tenía urgencia por comprobar que ella estaba bien, pero de nuevo, lo que encontró, fue a su afligido hijo.
—Hoy tampoco vino—le informó Taro, decepcionado y a la vez, preocupado—estoy seguro que algo debe haberle pasado.
—¿De que hablan?—cuestionó Sarada, la cual alcanzó a escuchar lo último de la conversación.
—Hina, no se presentó ayer y tampoco hoy, yo creó que algo malo debió pasarle, ella no faltaría sin avisarme—el niño recordó, cuando la Hyuga le ofreció continuar en contacto, aún cuando ya no laborara con él.
—Hmph—fue lo único que salió de sus labios y se retiró, pensando en lo sucedido el día anterior ¿Le ocurriría algo luego de ver a su padre con Karin? Solo esperaba, que no les fuera con el chisme, porque de ser así, sería su palabra, contra la suya.
Sasuke se quedó mirando la actitud de Sarada y cuando estaba por llamarla para preguntar, si ella sabía algo, la puerta sonó. Taro corrió abrir, pensando que se trataba de Hinata, pero en su lugar, quien apareció fue Shisui.
—¡Hola Taro! ¿Esta tu papá?—el niño lo saludo y lo condujo a la sala donde se hallaba su padre.
—Sasuke, estoy aquí para informarte, que Hinata no podrá venir por el resto de la semana—Taro puso atención a lo que diría el primo de su padre.
—¿Porque? Quiero decir ¿ella esta bien?—no pretendió mostrar preocupación, pero en realidad, quería saber el porqué de su ausencia.
—Ella esta bien, solo tiene algunos problemas personales, que le impedirán venir, pero me dijo, que cuando regresé, se pondrá al corriente con todo—Shisui no pensaba decirle nada sobre el verdadero motivo. Ino también le sugirió, no decir nada, después de todo, era la vida privada de Hinata y sólo ella, podía decidir a quien le contaba. Naruto era un caso aparte y no tenía nada que ver con la relación laboral que mantenía con Sasuke. Ellos eran mas que nada, amigos y en los últimos días, se volvieron muy cercanos.
—¿De verdad ella esta bien?—cuestionó Taro, un con la incertidumbre de no poder verla y preguntarle directamente a ella.
—Por ahora lo está, no te preocupes, y te aseguro que cuando solucione todo, regresara para continuar con tus clases—le aseguro al chico, colocándose a su altura, con el fin de que Sasuke, no escuchara.
—Esta bien, dile que no se preocupe—aunque se moría por saber el verdadero motivo, Sasuke optó, por ya no preguntar, pues dedujo que su primo, no tenía pensado decir nada más y tampoco se mostraría como desesperado frente a él.
—¡Bien...! Entonces me retiro—Shisui se fue dejando al padre y al hijo, deseando que pasaran pronto los días. No obstante, el día siguiente, ambos Uchihas decidieron ir en busca de la joven, Sasuke pensó en hacerlo, pero cuando Taro, se lo pidió, ni siquiera, lo puso en tela de juicio y ambos subieron al coche para ir en busca de la Hyuga.
—¿Estas seguro que aquí es papá?—cuestionó Taro, luego de tocar la puerta en repetidas ocasiones, y no obteniendo respuesta.
—Completamente seguro—respondió con una mueca de preocupación, al no encontrar a nadie en esa casa, por segunda ocasión—Lo mas seguro, es que ella haya salido de la ciudad y a eso se debe su ausencia—si lo pensaba bien, quizás a eso se debía su ausencia.
Sin poder hacer nada, ambos regresaron a su hogar. Taro aunque preocupado, estuvo complacido de saber la dirección de Hina, asi podía visitarla cuando quisiera.
...
Los días continuaron, hasta que llegó el Viernes y Naruto no se presentó a cenar con ellos argumentando, que debía ocuparse de algo importante, pero que al día siguiente, iría a verlos. Sasuke trató de guardar la compostura, sin lograr conseguirlo. Algo le decía que la ausencia del rubio, tenía que ver con la ojiperla y por mas que trataba de convencerse a si mismo, sobre no importarle, no podía ¿Como poder hacerlo? ¿Como hacer para no recordar la electricidad que sintió cuando estuvo con ella? Se maldecía por no poder luchar contra sus emociones, pero desde que estuvo con esa chiquilla, no se la podía extirpar del pensamiento.
Los días sin verla, fueron tortuosos, ya que el deseo de verla lo consumía, anudado a la preocupación, por saber exactamente lo que le había impedido regresar y como si las cosas no pudieran empeorar, la repentina ausencia de Naruto solo lo puso aun más inquieto... maldijo recostando la cabeza en la silla de cuero que tenía en su oficina ¿Que demonios le estaba pasando? ¿Desde cuando una mujer había puesto su vida patas arriba?
Los preparativos para la fiesta de su hija, continuaron su curso, sin embargo, él, no había cooperado mucho, debido a su falta de ánimo, sólo esperaba que todo saliera bien y que la joven Hyuga, ya estuviera de regreso, ya que incluso sus padres especialmente su madre, estaban preocupados por ella.
El Sábado llegó y con él, Naruto también, tal como lo había dicho el día anterior. El rubio se veía alegre, como siempre, no obstante algo dicho por Taro, logró que la sangre de Sasuke, hirviera de celos.
—Tío Naruto... hueles a Hina—Taro sonrió, mientras que Sasuke y Sarada, sintieron la molestia instantáneamente. El azabache, no pudo evitar pensar en ellos dos juntos abrazados, tal vez dándose acalorados besos, incluso pudo visualizar los encantadores e inocentes sonrojos, cuando Naruto, si le ofreciera algo serio, justo, lo que ella se merecía, lo que cualquier hombre, inteligente haría y no, lo que él se atrevió a proponerle aquella noche, donde se tragó las palabras, para poder decir lo que realmente debía.
—Debió ser que estuve con ella, antes de venir aquí—soltó con inocencia, sin embargo, no era tonto y ya se había percatado de lo que sucedía entre Hinata y Sasuke. La misma Sarada, se lo había contado, días atrás. En un principio, lo dudo, pero conforme el tiempo avanzó, pudo comprobar, que la niña, no mentía. Él estaba interesado en la ojiperla, pero sabía que la chica también sentía algo por su amigo y se vio obligado a silenciar sus sentimientos por ella, hasta que su amigo ya no le interesará o bien, que no mirara a Sasuke, interesado como lo estaba. Si bien, en un principio logró molestarse, con el tiempo comprendió, que era prácticamente inevitable. Sasuke era un hombre solitario, amargado y con la pesada carga de criar a dos chicos. Las muchas mujeres con las que estuvo, no lograban llenar sus expectativas, ya que solo lo seguían por su físico, o estatus social, fue entonces, que apareció Hinata con todo el paquete, de lo que a Sasuke, le hacía falta y ¿quien no se hubiera sentido atraído hacia ella? Si él, mas que nadie, había caído rendido a sus encantos y no se trataba solo de belleza física, sino de todo lo que ella era... Decidió, no confesarse, porque estaba seguro, que al hacerlo, ella ya no se sentiría cómoda a su lado e inevitablemente la perdería, incluso como amiga y prescindir de una amistad como esa, definitivamente, no era opción.
—¿Donde esta ella? ¿Donde la viste tío?—preguntó Taro.
—En el hospital donde ingresaron a su padre—aclaró, quizás por un impulso, de que su amigo lo supiera y acudiera a ella para reconfortarla. Hinata se veía muy decaída y por mas que sus amigos y él mismo, intentaron levantarle el ánimo, no lo lograron. Era como si entre mas días pasaran, la realidad le fuera carcomiendo por dentro, al saber, que ya no tendría a su padre de regreso. Lo único que lograba hacerla entusiasmarse, eran las conversaciones acerca de los avances sobre el orfanato.
—¿Su padre enfermo? ¿Que sucedió?—el azabache, ya no pudo reprimir su interés por ella y sin pensarlo, cuestionó desesperado—¿Como esta ella?
Naruto le contó todo lo sucedido, incluyendo su estado de ánimo. El Uchiha se sintió impotente al no haber estado con ella durante esos momentos tan difíciles. Sabía lo mucho que le preocupaba su padre y no pudo evitar sentirse rezagado ¿Porque ella no le hizo saber nada? ¿Porque prefirió a Naruto antes que a él?
—Dame la dirección del hospital—la voz del Uchiha, salió en tono exigente, mucho mas de lo que hubiera pretendido, sin embargo, a Naruto no pareció molestarlo y antes de irse, le entregó la información. Por esta ocasión, el rubio se hizo a un lado, pero si Sasuke, arruinaba esa oportunidad, no le volvería a dejar el camino libre.
[...]
Poco a poco, la ojiperla se fue tranquilizando, al mirar el semblante de su padre. Hiashi, se obligó a mostrarse fuerte, como cuando estaba en su casa y todo, para no preocupar a su hija. Yume le contó como la chica se las estaba arreglando y de nuevo la culpa lo golpeó, así que frente a ella, se fingía estable, logrando tranquilizarla.
Ino insistió en dormir con ella, pero solo se lo permitió por dos días. Aunque la rubia objeto, la ojiperla le dijo que debía acostumbrarse a lo que sería su vida en adelante, pues no podía siempre pretender que las personas le ayudaran, debía enfrentarse a la realidad por ella misma.
Esa mañana, al igual que el día anterior, se bañó para dirigirse al hospital. El día siguiente, era Lunes y debía regresar a sus ocupaciones, incluyendo, regresar a casa de los Uchihas. Francamente, si no estuviera Taro de por medio, no regresaría. Tenía demasiados problemas en su vida, como para agregar más.
Uno de los días que uso el transporte público, un sujeto la estuvo molestando mientras esperaba la llegada del metro. Pasó frente a ella en su lujoso auto, una y otra vez, hasta que estacionó, para ofrecerse a llevarla. Se negó rotundamente, pero el enorme hombre bronceado de segunda edad, no parecía aceptar un "no" por respuesta. Ese hecho la asustó y de no ser por unas ancianas que lo amenazaron con las sombrillas, no sabía cómo hubieran terminado las cosas, ya que, por lo que pudo observar, el tipo era alguien con dinero y poder. Lo dedujo, cuando observó a sus acompañantes, vistiendo ropa oscura y portando armas. Ese incidente, le había puesto los nervios de punta, puesto que desde ese día, el mismo auto negro con vidrios oscuros, se paseaba de un lado a otro, cuando ella esperaba, al igual que los días anteriores. Debía continuar usando ese medio de transporte, ya que los taxis eran muy costosos y no podía darse el lujo de pagarlos.
Suspiro, cuando se miró en el espejo, pues optó por usar ropa holgada, para tratar de pasar desapercibida frente a los hombre que la habían estado acechando, como los libidinosos que viajaban en el mismo transporte.
Para su buena suerte, consiguió lo que quería y nadie la molestó. El auto negro paso unas veces y al no reconocerla, se marchó.
Estuvo con su padre y le contó, que el día siguiente sólo podía verlo por un corto periodo, ya que regresaría a sus labores. Hiashi, trató de sonreírle y con la mano, sobre la suya, ella entendió que estaba de acuerdo, no obstante, no podía dejar de sentir culpa, por no verlo por mas tiempo, como lo hacía antes. Yume, le aseguró que ella personalmente, se encargaría de asistirlo y eso la dejó mas tranquila.
Cuando llegó la tarde, el horario de visitas terminó y se despidió de su padre con un beso en la mejilla. Sus amigos habían estado ahí, durante el mediodía y aunque trataron de persuadirla para irse con ellos, no aceptó.
Perdida en sus pensamientos, caminaba por los solitarios pasillos del hospital, cuando se vio atrapada en unos fuertes brazos masculinos. En un principio, se asustó y estuvo a punto de gritar, sin embargo, el agradable aroma de esa fragancia le frenó el intento. Sabía quien era, sin siquiera levantar el rostro para encararlo.
...
Sasuke llegó al hospital y miró que los amigos de Hinata, estaban presentes. No quiso importunar, así que espero que se marcharan, sin que nadie lo mirara.
Mas tarde, todos se marcharon, y tal como le contó Naruto... ella se quedó hasta que las visitas terminaran.
Se dirigió a la sala de espera y antes de llegar, ella venía hacia él, con la mirada perdida. Estaba tan distraída, que ni siquiera, lo miró acercarse. La abrazo fuerte, queriendo transmitir lo mucho que sentía, no haber estado con ella, durante todo ese tiempo, pero sobre todo, lo mucho que lamentaba haberla alejado de su lado, por pura cobardía.
—Apenas me enteré lo que pasó—repuso el azabache, sin soltar el abrazo—Siento mucho lo sucedido, pero lo que mas lamento es no haber estado contigo, en este amargo trago—la ojiperla sintió que las piernas se le debilitaron, no obstante, buscó fuerzas de sus adentros para reaccionar.
—No se preocupe señor Uchiha, no estaba obligado a permanecer conmigo y tampoco a saberlo—logró deshacerse del cálido abrazo, para poner un poco de distancia entre ambos—Lamentó mucho haber dejado desatendido a Taro, pero le aseguró que durante el transcurso de la semana, me organizaré para que él, no lo resienta—añadió, queriendo terminar lo mas rápido posible con esa conversación. No es que no le agradeciera su presencia, pero hubiera preferido no verlo en esos momentos de su vida, en los que se hallaba, tan vulnerable.
Sin decir nada, ambos continuaron el trayecto hasta que salieron del hospital y fue entonces, que Sasuke se dispuso hablar.
—¡Vamos... te llevaré a tu casa!—aquello, no era un ofrecimiento, mas bien se semejaba a una orden.
—No es necesario, regresaré en el metro—repuso sin querer verlo a los ojos, de lo contrario, podía delatarse así misma. Su presencia le afectaba y ese par de ojos negros, lograba turbarla.
—Vine, especialmente para verte y no tiene caso, que regreses a tu hogar en el metro, si yo estoy aquí—quiso parecer gentil, pero su naturaleza le hizo sonar lejos de cualquier gentileza—Se que las cosas no terminaron bien entre nosotros, pero de verdad, necesitó que me escuches—aun dubitativa, accedió a ir con él. Lo único que debía hacer, era concentrarse en otra cosa que no fuera la perfección de su rostro.
El trayecto en el auto fue en absoluto silencio. Hinata se concentró en mirar por la ventana, mientras que el azabache, la veía por el rabillo del ojo y pudo comprobar, que se veía muy desmejorada. Tenía círculos abajo de los ojos, ademas de su ya habitual palidez de la piel y la ropa que llevaba puesta, la hacía ver más delgada.
Fueron al rededor de treinta minutos, para llegar a casa de la Hyuga y sin esperar las habituales caballerosidades del moreno, ella bajó del auto lo mas rápido que pudo, no obstante, él también bajó y sin reservas, se dirigió hacia ella.
—Gracias por todo señor Uchiha... me gustaría invitarlo a pasar, pero en realidad estoy algo cansada y debo acostarme temprano—no trató de ser descortés, pero en realidad, estaba muy cansada, sin olvidar que su presencia la ponía muy nerviosa.
—Te pido que aceptes mi ayuda... déjame ser yo quien te regresé aquí a tu casa, cuando vuelvas de la mía—la joven, pensaba argumentar y obviamente negarse, sin embargo, el Uchiha fue mas rápido—Hazlo por Taro, mi hijo realmente ha estado muy preocupado por tu ausencia, inclusive, vino ayer conmigo aquí mismo en busca tuya—Hinata se sintió muy conmovida por la información que acababa de recibir. Debió preverlo, Taro se preocuparía por ella en su ausencia, quizás hasta se sintió abandonado y saber, que la fue a buscar, la hizo sentir realmente culpable, por no avisarle a él.
—¿Él está bien? Quiero decir ¿ya no está preocupado?—cuestionó con sus manos en el pecho.
—Ahora que ya sabe porque te ausentaste y que mañana te verá de nuevo, esta más tranquilo... De no ser porque mis padres fueron por él para llevarlo al zoológico, te garantizo que aquí estuviera conmigo—agregó sin dejar de verla—¿Entonces aceptas mi ayuda?— se aventuró a preguntar de nueva cuenta.
—Es un poco precipitado responder ahora, pero quizás mañana, podamos llegar a estar de acuerdo—el azabache asintió y ya no tuvo argumentos para continuar reteniéndole, así que se quedó observando, hasta que entró a la seguridad de su casa. De todos modos, estaba conforme con haber podido verificar que estaba bien. No conocía el actual estado de su padre, pero conforme fueran pasando los días, iría indagando más, hasta tener toda la información.
Hinata se quedó recargada sobre la puerta, sabiendo que el Uchiha, todavía estaba afuera ¿Que ganaba con perturbarla de esa manera? Su repentina visita logró causar estragos en su ya decaído ánimo y no sabía, como iba a poder resistir su continua presencia mientras estaba en su casa. Por otro lado, no podía olvidar el incidente con Sarada, era obvio que esa chica no la soportaba y haría hasta lo imposible por hacer de sus días, una completa pesadilla.
[...]
El corazón de Sasuke, se aceleraba, conforme iba acercándose a su hogar. Sabía que ella estaba ahí y ese hecho, no lo dejo concentrarse durante todo el día. Su escritorio se quedó mostrando su frustración, pero aunque trató, de terminar con los innumerables informes, no logró hacer ni siquiera la mitad, de lo que debía y todo se resumía a una sola persona, que logró sacudir su mundo... Hinata Hyuga, ella era la causante de toda su distracción y mal humor durante las últimas semanas, ya que desde la desastrosa salida que tuvieron, todo se fue en picada.
Estuvo pensando durante todo el día, en la mejor manera de acercarse y decirle que lo intentarán de nuevo, que no quería jugar con ella y que ya estaba decidido a formalizar, sin embargo, temía que ella lo rechazara.
Naruto le hizo el favor de darle toda la información, no obstante, sabía que su amigo, estaba muy interesado en ella y si desaprovechaba esa oportunidad, lograría ganarsela. Lo mas frustrante, era reconocer que si no era su amigo, podía ser cualquier otro que logrará darle lo que ella necesitaba... estabilidad amor y seguridad, sobre todo en estos momentos, en que mas lo necesitaba.
[...]
La Hyuga se despidió de su padre, luego de pasar a verlo por unos momentos después de salir de la escuela. Sin perder el tiempo, se trasladó hacia la mansión Uchiha y lo primero que miró cuando le abrieron la puerta, fue a Sarada, sin embargo, optó por no prestarle atención y le pidió a la empleada el favor de avisar a Taro sobre su presencia.
—¡Vaya! Veo que no eres tan educada después de todo—soltó la Uchiha, con afán de fastidiarla, pues espero todo tipo de reclamos, sin embargo, estos no llegaron, en su lugar, la ojiperla la ignoró por completo y eso la molestó—Pensé que por lo menos, saludarías—añadió con burla.
—Buenas tardes Sarada—la saludo, no cayendo en sus provocaciones. Ella sabía que la chica estaba así, por la falta de su madre y también, por la falta de mano dura por parte de Sasuke, no obstante, no podía evitar, sentirse identificada con ella. Tal y como le dijeron sus amigas, sus débiles sentimientos hablaron por ella y en lugar de sentir molestia, sentía mucha empatía, aún sabiendo, que Sarada, no sentía mas que despreció hacia su persona.
—No te había visto desde la semana pasada y no pude saber, si te divertiste con mi hermano y mi padre en el restaurante, donde se reunieron, pero ahora que estás aquí, lo haré... Dime Hinata ¿te divertiste?—la chiquilla, trató de ocultar la burla tras su cuestionamiento, pero le fue imposible, sobre todo, luego de haber escuchado a Naruto, diciendo que estuvo con ella.
—Lo hice Sarada y todo te lo debo a ti... gracias por tu noble gesto—la Uchiha se molestó mucho, porque la Hyuga, no se mostraba molesta, estaba perdiendo la paciencia y cuando estaba por contraatacar, la voz de su hermano se lo impidió.
—¡Hina...!—el chico corrió hacia ella con genuina felicidad, estampada en su adorable rostro—Te extrañe mucho, incluso fui a buscarte, pero no logramos encontrarte y me preocupé más—Sarada chasqueó la lengua y se fue a su habitación.
—Perdóname por no avisarte, lo que menos quería era que te preocuparas por mi—reafirmo con culpa.
—Necesitó tu ayuda, para buscar un regalo para mi hermana... su cumpleaños es este Sábado y tu eres la única en quien confió además de mi abuela—la morena sonrió y afirmó con la cabeza—pero ella está ayudando con la fiesta y no quiero molestarla—el chico le dijo que no tenía idea de que regalar , pues su deseó era darle algo que él mismo, hubiera hecho y era para eso que necesitaba a la ojiperla. Ella por su parte, le aseguró que se encargaría de todo. No obstante, el inocente niño, le preguntó que si también ella, le obsequiaría algo y para no entristecerlo le respondió que si.
Ambos, poco a poco, retomaron las clases y la ojiperla, se enorgulleció, al comprobar que el chico había podido hacer casi todo, por él mismo. Sasuke llegó más tarde y para su alivio, cuando insistió en llevarla a su casa, Taro también lo hizo, haciendo el ambiente mucho más llevadero. El suceso, se repitió día tras día hasta que finalmente llegó el Viernes.
—Este Sábado es la fiesta de Sarada... de verdad nos daría mucho gusto verte ahí—soltó Sasuke, cuando estacionó frente a su casa. Debía negarse, sin herir los sentimientos de Taro, pero francamente, no obtuvo una buena excusa, ya que a cada objeción que ponía, ambos varones, le salían un paso más adelante.
—Esta bien, trataré de asistir—respondió muy poco convincente y fue entonces que Taro, colocó el regalo de su hermana en el bolso donde la Hyuga llevaba sus utensilios escolares, de ese modo, se vería obligada a ir a dejar su regalo. Sabía que no estaba bien hacer algo así, pero de otra manera, ella no se presentaría.
Sasuke esperaba poder hablar con ella para aclarar todo y quería hacerlo el día de la fiesta, cuando se hallaran a solas. No es que la idea le hiciera mucha gracia, sin embargo, no encontró ningún momento a solas con ella, para poder hablar.
[...]
Ino frunció el ceño, ante el pedido de su novio, sobre acompañarlo a la fiesta de cumpleaños de Sarada. La rubia trató de negarse por todos los medios posibles, sin embargo, el mismo padre de Shisui, como también Mikoto, le insistieron en que fuera.
—Lamentó mucho esto Shisui, pero esa niña, no me hace gracia y me siento como una persona falsa, asistiendo a un festejo en su honor—argumentó, como último recurso, pues no había podido hacerlo desistir de llevarla con él.
—Lo se mi vida, pero como sabes, yo tengo que ir y no quiero hacerlo sin ti... quiero presumirte ante todos, quiero que los invitados, vean lo afortunado que soy, por tener a la mujer mas bella, que he conocido—estaba fanfarroneando y ella lo sabía, pero de igual manera, logró convencerla ¿Como negarle algo a ese encantador hombre?
—Tu ganas, iré contigo... pero quiero que sepas, que sólo lo hago por ti y por lo mucho que te quiero—el azabache, no necesito más palabras, para entender lo que estaba escondido tras lo último que dijo su amada. Le iba cobrar el favor y lo haría con creces.
[...]
Hinata se preparó para ir al hospital. Era Sábado por la mañana y pensaba pasar todo el día con su padre. Cuando tomó su cartera, accidentalmente el bolso grande donde llevaba el material para ayudar a Taro cayó al suelo y dejó salir los dos paquetes de regalo que envolvió el día anterior para Sarada, uno era de su parte y el otro, de parte de Taro. Frustrada, sabía que debía ir a casa de los Uchihas, para dejar esos regalos y debía hacerlo antes de que comenzara la fiesta.
Llegó y apreció un gran número de empleados, yendo y viniendo, mientras arreglaban el jardín frente a la alberca.
—¿Se encuentra Taro?—pregunto a la mujer de mediana edad que le abrió.
—Él salió con su padre para traer unos arreglos—respondió la empleada con amabilidad.
—¡Hina...!—la morena dirigió su vista a donde la llamaron para encontrarse con Chocho—Que bueno que viniste... lastima que no fuiste tú quien cocinó—soltó con desánimo, logrando que la Hyuga sonriera. La joven se percató de los regalos y supuso que eran para su amiga, así que la instó a pasar, después de todo, el gesto de llevarle regalo a Sarada, aún con su horrible comportamiento, hablaba muy bien de ella.
—¿Podrías darle esto a Sarada?—pregunto, queriendo salir de ahí, lo mas pronto posible.
—Mejor ven conmigo y lo dejaremos en su recámara—la Hyuga, quiso argumentar, pero Chocho, le informó que sólo ella estaba en esa habitación, ya que Sarada se estaba arreglando en otro lugar.
—Esta bien—la siguió sin mucho ánimo y cuando entró, dejo los dos pequeños paquetes sobre la cama—Gracias por todo Chocho, pero ahora debo irme—estaba por hacerlo cuando entró Sarada, sonriendo con la misma pelirroja que miró con Sasuke en el restaurante.
—¿Que haces aquí?—la Uchiha, no había reparado en su amiga y se molestó al encontrar a esa mujer en su cuarto.
—Vine a dejarte el regalo de Taro y también el mío... creo que tu hermano los olvidó ayer en mi bolso—la chica hizo una mueca de desagrado cuando enfoco los paquetes, sin embargo, al leer el de su hermano, lo sostuvo y deliberadamente, arrojo el de Hinata al piso. Karin de inmediato lo levantó, sintiéndose incomoda por el trato que la chica de ojos perlados estaba recibiendo de su alumna.
—Creó que se te cayó... lo colocaré aquí—le dijo a Sarada y después se dirigió hacia la ojiperla—Mi nombre es Karin Uzumaki y soy la maestra de música de Sarada—no podía evitar, escudriñar a la Hyuga, con mucha curiosidad.
—Hinata Hyuga, para servirle—la pelirroja arqueo una ceja.
—¿De casualidad, tienes parientes en los Estados Unidos?—sabía que debía controlar su curiosidad, pero no pudo evitarlo.
—No, de hecho, el único pariente que tengo es mi padre y él vive aquí en esta cuidad—respondió con amabilidad.
—Quizás, te parezca raro, debido a que apenas nos acabamos de conocer, pero hace unos años atrás, tome un curso de música en Nueva York y sufrí un leve accidente, que me obligó a ir a la sala de urgencias, del hospital local y ahí, me atendió un apuesto médico, que tenía tus mismos ojos, como también tu apellido... Su nombre era Neji Hyuga—la ojiperla se sorprendió, mientras que Sarada y Chocho escuchaban la conversación. Chocho se alegro por la actitud de Karin, y Sarada se molestó.
—Debe tratarse de una coincidencia, mi padre nunca me dijo que tuviéramos más familia, de hecho, creí que éramos los últimos Hyugas—su corazón latía fuerte por la información.
—Puede ser, pero luego de verlo, nunca volví a apreciar ese color de ojos hasta ahora y no solo es eso, sino el mismo apellido y algunos rasgos, aunque el cabello del médico, era castaño y largo... a pesar de su juventud, se apreciaba como un hombre extremadamente serio y dedicado a su trabajo, ademas de ser increíblemente apuesto—reiteró lo ultimo, con los ojos llenos de anhelo.
Karin terminó acompañado a la ojiperla hasta la puerta, luego de no poderla convencer, para que se quedara. La morena se despidió y por mas que hubiera querido tener molestia o celos con esa mujer, le fue imposible. La pelirroja, le causó muy buena impresión y la información que le dio, la dejó consternada. Ni siquiera, la grosería de Sarada hacía ella, logró hacerla pensar en algo que no fuera, la persona que mencionó Karin... Neji Hyuga, un Hyuga, en Estados Unidos, uno, con los rasgos de su padre ¿Que significaba eso? ¿Quien era realmente esa persona?
Continuara.
Aquí está otro capítulo y de antemano, me disculpo por los errores ortográficos, como por la demora.
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