Capitulo 4

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Taro se dirigió hacia la puerta, apenas escuchó que tocaban. Llevaba con él, los resultados del examen y no dejaba de sonreír.

—¡Hina!—la llamó feliz,  y la estiró del brazo,para que entrará—Fui uno de los dos, con mejor promedio—alegre, se abrazó a la joven tutora, quien no tardó en corresponder el significativo acto de cariño.

—Lo sabía, sabía que podrías con todo, porque tu eres muy inteligente—la ojiperla, no mentía, ya que en el tiempo que llevaba instruyendo al pequeño, pudo ver cuán listo era. Lo único que le afectaba, era su propia personalidad. El niño, se mostraba reprimido y con gran necesidad de poder expresarse.

—Ya se los conte a todos y mis abuelos, están felices Hina—los dos se dirigieron hasta la habitación del niño. La morena estuvo feliz, realmente feliz, de saber que pudo ayudar a ese niño. Eso era lo que más satisfacción le causaba, de prestar su ayuda en el centro comunitario, ver los rostros felices de los estudiantes a quienes ayudaba, para sus futuros exámenes y trabajos en clase—¿Me preguntaba si tu...?—el pequeño Uchiha tenía vergüenza, pero en verdad quería sentirse apreciado—¿Prepararías una cena especial para mí?—la ojiperla quería atacar a besos esas lindas mejillas sonrojadas y por supuesto, que no se negaría a la petición de Taro.

—La prepararé con mucho gusto, tú solo debes decirme que se te antoja... incluyendo los tomates—le dijo sonriendo. Los dos se dirigieron hacia la cocina, donde Taro, continuaría con sus tareas, mientras Hinata, le cocinaba.

Mas tarde, la cena estaba casi terminada. Taro había pedido dangos, lo cual sorprendió a la ojiperla, dado que no lo había visto comerlos, pero de todos modos, los preparó. El chico le pidió arroz frío con pescado y ensalada de tomate.

—Ya terminé con los ejercicios—le anunció  y ella apagó la estufa para ir a revisarlos. De inmediato le sonrió, comprobando lo que ya suponía. El chico había hecho todo correctamente.

—No te equivocaste en ninguno, de continuar así, creo que en poco tiempo, ya no será necesario que te ayude, tu eres muy listo—la alegría que mostró Taro, se esfumó como por arte de magia. Lo último que deseaba, era dejar de ver a su única amiga, a la única persona que lo entendía y con quien podía hablar sin sentirse reprimido.

—¿Ya no quieres venir a estar conmigo?—Hinata dejo de mirar los papeles y dirigió sus orbes hacia él, cuando percibió el tono de tristeza en su voz.

—No digas eso... claro que quiero seguir estando contigo—se apresuró aclararlo—Lo que dije fue solo para animarte y no porque ya no quiera venir.

—¿Me estás diciendo la verdad?—pregunto con cautela.

—¡Escucha! Para que veas que digo la verdad, hagamos un trato—Taro se quedó pensando pero asintió—Cuando ya no sea necesario que te ayude, le pediremos a Shisui, que te llevé a mi casa, las veces que tu quieras...¿que te parece?—le propuso sonriendo y el pequeño respondió dándole un abrazo y entrelazando su meñique, con el de la ojiperla, simbolizando una promesa.

Todavía estaban con los meñiques entrelazados, cuando la puerta se escuchó abrirse, seguido de diferentes voces. La Hyuga pensó que se trataba de Sarada y sus amigos, ya que, no la habían visto durante el tiempo que llevaba cocinando, sin embargo, no se escuchaban como los amigos de la chica.

—Aquí huele delicioso—las miradas de Hinata y del chico, se dirigieron hacia la persona que entró en la cocina.

—¡Tío Itachi!—Taro corrió hacia el apuesto azabache que entró en la cocina—Sabía que vendrían a verme y le pedí a Hina, que preparara dangos—el joven encaró a la ojiperla, haciendo que se sonrojara por la encantadora sonrisa que le dedicó.

—Itachi Uchiha, para servirle—el muchacho extendió la mano y la morena la estrechó—Y supongo, que usted debe ser Hinata Hyuga—ella asintió—Taro, nos hablado mucho de usted—mientras se saludaban, también entraron Mikoto, Sasuke y Fugaku.

—Mi cielo, ya nos dijo tu padre, que aprobaste el examen—Mikoto y Fugaku felicitaron al niño. Esa tarde Sasuke les llamo feliz, debido a la llamada que recibió de la maestra de Taro, para informarte, que el chico, aprobó el examen, con muy buen grado. Sabiendo lo felices que se pondrían los abuelos, quiso compartir la noticia con ellos, sin embargo, todos decidieron ir a felicitar al niño en persona.

Hinata se sentía sumamente incómoda, en un lugar que no le correspondía. Lo único que deseaba, era poder escabullirse, antes que alguien mas se uniera a las visitas.

—Ella es Hina, mi tutora—el chico estiró la mano de la ojiperla cegando su plan de escapar, sin que nadie la notara.

—Mikoto Uchiha y este es mi esposo Fugaku—la ojiperla saludo a ambos—No sabes las ganas que tenia de conocerte, mi nieto, habla mucho de ti y de como lo has ayudado.

—Taro, es muy listo y aprende rápido... ayudarlo ha sido muy gratificante—respondió sonriendo.

—Taro dijo que los dangos eran para mí, así que no le importará si los tomó ¿verdad?—cuestionó Itachi ya comiendolos, sin haber esperado respuesta.

Sasuke se colocó junto a Hinata. Estaba tan agradecido con ella, por lo mucho que había mejorado su hijo, ademas, no había dejado de pensarla desde la noche anterior.

—Se supone que vinimos para llevar a mi nieto a cenar y tu ya estás comiendo—reprochó Fugaku a su hijo mayor.

—Tu padre tiene razón Itachi, mejor preguntémoos a Taro ¿a donde quieres ir?—el chico miró hacia Hinata, luego a sus abuelos. Le pidió a asu tutora cocinar para él, y le pareció mal, dejar todo.

—¿Podríamos ir otro día?—todos lo miraron sin entender—Le pedi a Hina, que me hiciera una cena especial y ella lo hizo—Mikoto se dirigió hacia la estufa y miró las diferentes ollas con la cena caliente. Sonrió sintiéndose tonta por no darse cuenta antes, ya que el aroma era muy bueno.

—Todo se puede guardar para que lo comas mañana, no hay porque no puedas ir a cenar con ellos—le dijo la Hyuga con una sonrisa.

—De ninguna manera—soltó Sasuke—si la cena está lista, cenaremos todos aquí—el niño sonrió complacido.

—Claro que si, después de todo, podemos salir a cenar en otra ocasión—añadió Mikoto y todos se dispusieron a ir hacia el comedor, menos Hinata, la cual comenzó alzando sus pertenencias, para poder marcharse de una vez.

—¿Pero que haces cariño?—cuestionó Mikoto, quien se dispuso a servir los platos.

—Ya debo irme... me dio mucho gusto conocerla—la morena le sonrió y se colocó el bolso en el hombro. Sasuke alcanzó a escuchar y de inmediato se regresó. Los otros varones, no pensaron que ella se marcharía, pues la idea original, era que también la chica fuera a cenar con ellos, debido a eso, llegaron temprano. La única que iba a estar ausente era Sarada, porque había salido con Chocho y sus padres.

—Quédate a cenar con nosotros—Sasuke se lo pidió parándose frente a ella, para que no pudiera encontrar una ruta de escape—Mi familia esta aquí para agradecerte por todo lo que ha mejorado mi hijo.

Mikoto, no pudo evitar, presenciar la interacción de su hijo, con la joven. Sonrió abiertamente y una idea se instaló en su cabeza.

—Si te quedarás ¿verdad?—la dama Uchiha, no iba dejarla ir, no después de lo que pensó. Su Sasuke, llevaba años solo y la chica le causó una muy agradable impresión, sin olvidar, lo mucho que Taro, ya la apreciaba. El único problema, era Sarada, no obstante, no se rendiría.

—Es una cena familiar, no creo que yo...—Sasuke la silencio.

—Taro se pondrá triste si te vas—sin esperar respuesta, el azabache la tomó del brazo con suavidad, para guiarla a la mesa.

...

—¿Como la trata mi hermano?—le pregunto Itachi, cuando se sentaron a cenar. La joven se sentó justo al lado derecho de Sasuke, dónde él mismo la colocó.

—Bien...—no sabía que mas decir, ya que, no había mantenido mucho trato con el azabache, a excepción de la noche anterior.

—No molestes Itachi—advirtió Sasuke, mirando la incomodidad de la linda joven.

—Ahora entiendo porque le pediste a Hinata que te preparara la cena... Todo está delicioso—repuso Mikoto dirigiéndose a su nieto y a la chica.

—Y ni hablar de los dangos—esta vez fue Itachi, quien habló, ya que comió varios de ellos y pensaba llevarse los sobrantes.

La cena continuó entre pláticas, e interrogatorios, cortesía de Mikoto hacia la ojiperla. Sasuke, no había dejado de verla por el rabillo del ojo. Captó todos sus movimientos corporales. Ella se movía con gracia, agilidad y también, elegancia. La cena había sido deliciosa, tal y como lo señalaron sus padres. Le pareció algo tan significativo, que accediera a los deseos de su hijo. No era casualidad, el marcado cambio que dio Taro, en sus grados, como también en su forma de ser.

Itachi y Fugaku, no dejaron escapar, el escrutinio de Sasuke hacia la chica. Era claro que esos dos, tenían una gran química, solo que aún, no lo descubrían. Sin embargo, lo mejor de todo, sin duda, era el cambio en la personalidad de Taro. Simplemente, la llegada de esa chica, fue lo mejor que le pudo pasar a esos dos solitarios Uchihas.

Itachi, sonrió mentalmente, recordando a Shisui. Él, fue el primero en sugerir que la tutora y Sasuke, eran tal para cual, mientras que su hermano, se negaba admitirlo, no obstante, su postura corporal y la forma en que la veía, echaba por tierra toda su negación.

Hinata por su parte, se fue relajando, a medida que avanzó la cena y cuando recordó mirar su reloj, por poco grita, pues ya habían pasado mas de diez minutos, de la partida del metro y no sabía, si volvería haber otro recorrido. Sin mas remedio, se tenía que retirar en busca de otra manera de acceder a su hogar.

—Me dio mucho gusto conocerlos, pero debo marcharme ahora—anuncio la ojiperla, cuando ya habían terminado con la cena. Sasuke miró su reloj de muñeca y comprobó el porqué, la chica se había puesto nerviosa. Era mas tarde de lo que se permitía quedarse todos los días.

—Es algo tarde... Sasuke, acompáñala a su hogar—Mikoto ya sabía que la joven no tenía auto y que viajaba por medio del metro, así que era muy buena idea que su hijo, la fuera a dejar.

—No-no, quiero molestar—la ojiperla negó moviendo las manos y la cabeza.

—No es ninguna molestia...¡Vamos!—Sasuke de nuevo la tomó del brazo para conducirla hacia su auto.

—Señor, en verdad no es necesario—trató de convencerlo ya frente al auto del azabache.

—Sabes que el metro ya se marchó ¿cómo pensabas regresar a tu hogar?—sonrió con suficiencia, al verla quedarse sin palabras—¿Lo vez? Ahora no discutas y sube al auto—le abrió la puerta y mientras ella pasaba a su lado, apreció su aroma, como lo estuvo haciendo durante toda la cena. Sin poder evitarlo la hizo detenerse, quedando frente a frente.

—Debido a la llegada de mi familia, no pude agradecer, lo mucho que has ayudado a Taro... Mi hijo es otro, desde que esta contigo—su corazón se calentó al verla sonreír para él.

—Ese es el motivo, por el cual me dedico a enseñar... ademas, ayudar a Taro, me hace pensar, que ni siquiera estoy trabajando... Ese niño es un amor—lo dijo con los ojos soñadores, los cuales no fueron consientes, de como su jefe la veía.

Los dos subieron en el auto y algo en el ambiente, se había vuelto mas liviano. Era como si la pared, que los separaba, como a jefe y empleado, hubiera sido derrumbada. El azabache se sentía muy cómodo con ella.

El largo trayecto les dio la oportunidad de hablar, especialmente a Sasuke, quien sentía mucha curiosidad por la vida de la chica.

—Les caíste muy bien a mis padres y a mi hermano—la morena sonrió.

—Son encantadores, Taro, ya me lo había dicho—añadió encogiéndose de hombros.

—¿Tu tienes familia?—aunque ya lo sabía, quería que ella le contara.

—Mi madre y hermana menor murieron y ahora solo me queda mi padre... solo somos él y yo—respondió con melancolía.

—¿Y la enfermera de ayer? ¿Ella no es de tu familia?—la curiosidad nunca fue algo que le afectara, pero quería saberlo todo, ahora que finalmente, estaban hablando.

—Yume, ella es la enfermera de mi padre, él no tiene buena salud y Yume, esta con él, todo el día para suministrar los medicamentos. Gracias a ella, él puede permanecer en casa y no en una solitaria habitación de hospital—el Uchiha se sintió aprensivo por lo confesado. Ella se veía triste cuando lo contó.

—Tranquila, seguramente, pronto se mejorará—se aventuró a decir.

—No, no lo hará...—la chica ya no pudo hablar y optó a mirar la calle, por la ventana del auto, para que su jefe no viera las lágrimas derramadas de sus orbes, sin embargo, Sasuke fue consiente.

—Lo siento... no debi preguntar—la ojiperla se limpió las lágrimas con las mangas de la blusa y le dio una sonrisa triste.

—No se preocupe, es algo que no se puede cambiar, es sólo que... aún me resisto a perder lo único que me queda en este mundo.

El trayecto continuó en silencio, sin embargo no fue incómodo. Eso había sido el principio de un inevitable acercamiento entre dos almas solitarias y necesitadas de afecto.

[...]

Ino masajeaba, el cuero cabelludo de su novio, en el lugar de lavado, dentro del salón donde laboraba. Las miradas de las féminas hacia el azabache eran de admiración, debido a lo apuesto que era. Lo malo para todas, era que desde que el muchacho conoció a Ino, sus ojos no miraron con interés a ninguna otra chica.

—¿Lo dices en serio?—Shisui, no daba crédito a lo que su novia le contaba, sobre su primo.

—Claro que lo digo en serio... Tu primo tiene dos semanas, de estar trayendo a Hinata hasta el centro comunitario, incluso le abre la puerta del coche, como todo un caballero—la rubia, no mentía, pues desde la noche en la que la ojiperla y el azabache hablaron, Sasuke aseguró que él, sería el encargado de llevarla de regreso. Hinata trató de negarse por todos los medios, pero ya iba conociendo el carácter de su jefe. Cuando el hombre se disponía hacer algo, nadie lo persuadía para cambiar de opinión.

—¡Lo sabía!—salto emocionado, levantando la cabeza y derramando agua en el piso.

—Quédate quieto—le ordenó la chica.

—Lo siento, pero estoy muy contento—expresó con su encantadora sonrisa, la cual tenía el poder, de derretir el corazón de la Yamanaka.

—Estoy igual—confesó Ino. Ella se emocionó la primera vez que los miró, no obstante, su amiga se mostró indiferente al tremendo avance que estaban teniendo ambos. Con los días, el primo de su novio continuó llevándola, sin importarle, el largo trayecto que debía transitar.

—Mis tíos quedaron encantados con ella, también Itachi... la única que no muestra buena actitud es Sarada, la hija mayor de Sasuke—aseguró Shisui, con cansancio, pues no era de extrañarse, que la chiquilla, echara por tierra el avance que la pareja estaba teniendo.

—Es una pena, porque si ella se diera la oportunidad de conocer mejor a Hina, estoy segura que la apreciaría, como nos pasa a todos quienes la queremos—añadió la rubia. Según ella, con Hinata sólo tenías dos opciones, o te encariñabas con ella por su suave personalidad, o te negabas a conocerla y la juzgaban mal, por atraer las buenas intenciones de quienes la rodean, argumentando que se trataba de una mustia manipuladora.

—Esperemos que eso pase, quizás si de verdad se enamoran, ella termine aceptándolo—concluyó el azabache, una vez que su novia le secaba el cabello para realizar el corte.

[...]

Mientras las llamadas de la escuela de Taro, eran para felicitarlo por el avance del niño, las provenientes de los maestros de Sarada, cada vez eran más. La chica no dejaba de romper las reglas en el salón de clases y en todo el plantel y cuando Sasuke la enfrentaba, la chica se molestaba y le reprochaba la cercanía con la tutora. Lo acusó a él y también a Taro, de estar deslumbrados por esa mujer.

Amaba mucho a su hija y quizás, ese fue el mayor problema a la hora de disciplinarla, pero no le gustaba que tratara de interferir entre Taro y la ojiperla. Su hijo se veía feliz y no era justo que solo poe sus caprichos, se distanciarán de Hinata.

Esa noche, el azabache llevaba a la Hyuga, como lo venía haciendo los últimos días, pero ella lo notó más callado que de costumbre. No quiso inmiscuirse, preguntado si se encontraba bien, ya que no eran tan cércanos.

Llegaron a su destino y el azabache se bajó con avidez para abrir la puerta de la joven. La correa del bolso de Hinata, se quedó enredada bajo el asiento y cuando lo tomó, perdió el paso. Se preparó para el golpe y este no llegó. Sasuke fue mas rápido y la sostuvo evitando que cayera. Aun con el brazo alrededor de la cintura femenina, se agachó y desenredó la correa, quedando su rostro a centímetros del rostro femenino.

Sin querer retirarse, se permitió admirar la perfección de esa mujer. Desde los hermosos e hipnóticos ojos, hasta las sonrojadas mejillas y terminando en los carnosos labios rosados. Sasuke, ya no se pudo contener y acortó la escasa distancia. Tenía que probar esos tentadores labios, se encargaría de saborearlos, para comprobar si eran tan dulces como parecían.

Hinata abrió mucho los ojos, cuando su jefe, comenzó a besarla. Su boca también se abrió de la impresión y el Uchiha aprovechó, para intensificar el beso. Lentamente, la ojiperla comenzó a responder, tratando de seguir el ritmo de la experta boca masculina. Colocó las pequeñas manos en el pecho de Sasuke, al mismo tiempo que él, continuaba sosteniéndola de la cintura, sin importarle su peso, la otra mano del azabache todavía tenía el bolso y ni siquiera eso, logró separarlo de ella. No fue hasta que se quedaron sin aire, que se separaron dejando las frentes unidas.

La ojiperla parecía un tomate de lo roja que se había puesto. Ese fue su primer beso y no sabía que decir.

Sasuke se aventuró a besarla de nuevo, pero esta vez, ya sin sostenerla. Fue evidente, la poca experiencia que mostraba la Hyuga y ese detalle, le gustó mas de lo que se hubiera imaginado. Continuó saboreando y por momentos mordiendo los tentadores labios.

El azabache se pregunto ¿Cuanto tiempo había pasado desde la última vez que se sintió como se estaba sintiendo en ese momento? Ya ni siquiera podía recordarlo, pues aunque tratará de disfrazarlo, los últimos meses con su esposa, no fueron los mejores.

El claxon de algún coche los hizo salir del exquisito trance en el que ambos se habían sumergido.

—Lo siento...yo...—la ojiperla estaba muy apenada con su empleador ¿Ahora que iba a pensar de ella? Esa era su actual preocupación, unida a la increíblemente sensación de haber recibido su primer beso y de alguien, que nunca hubiera imaginado.

—No te disculpes, después de todo, fui yo quien lo inició y no pienso disculparme—declaró con su típica arrogancia.

—D-debo irme, o l-llegare tarde—la ojiluna, tomo su bolso de la mano del Uchiha y se fue casi corriendo, mientras Sasuke se recargó sobre el auto para verla. Sonrió cuando se tocó los labios. Este es solo el primero de muchos besos que pienso robarte Hyuga. Se dijo a si mismo, cuando finalmente la perdió de vista.

[...]

—Lo que no entiendo es porque no te gusta Hinata... ella es muy linda—señalo Chocho, cuando las dos se reunieron en el conservatorio donde iniciarían con las clases de violín por parte de Sarada y guitarra por Chocho.

—Lo vez, ese es el problema, todos los que la conocen caen ante su estupida personalidad, incluyendo a Naruto, él esta muy interesado en ella y últimamente papá ya no me cree, cuando le digo que mis joyas desaparecen... La única persona extraña que entra en mi casa es ella—soltó molesta.

—Debi suponerlo—repuso Chocho—sigues con el enamoramiento hacia el mejor amigo de tus padres—la Uchiha se cruzó de brazos, molesta con su amiga por conocerla tan bien.

—Chocho Akimichi—llamó un varón vestido con ropa casual y una chaqueta de cuero negra, donde se hallaba el gáfete con el nombre Suigetsu.

—Esa soy yo—la chica se despidió de su amiga y tomo la funda donde llevaba su guitarra. Se fue con otro grupo de chicos, hacia uno de los salones, siguiendo al profesor.

—Sarada Uchiha—la morena enfocó a una bella mujer vestida con atuendo formal. La dama se veía amable y en el gáfete pudo leer el nombre de Karin.

—Soy yo—la mujer llamada Karin sonrió hacia ella.

—Entonces ven conmigo, yo seré la profesora de tu clase y espero que no llevemos muy bien—la chica Uchiha quedó complacida con la primera impresión sobre su nueva maestra. Ella era muy guapa con ese deslumbrante cabello rojo y se veía de la edad de su padre.

[...]

—Me contó Yume, que tu jefe te trae todos los días—mencionó Hiashi, cuando miró a su hija distraída mirando hacia la nada.

La morena no pudo evitar recordar el beso que se habían dado y se sonrojó—Él es muy amable y se ofreció, como agradecimiento por lo mucho que Taro está avanzando en sus clases—respondiendo, sin dejar de pensar en lo que haría cuando se mirarán esa tarde.

—Me alegro que lo haga, así no te expones a viajar en el metro en rutas, con las que no te sientes familiarizada—saber a su hija teniendo que movilizarse por el transporte público, lo llenaba de culpa. Si él, no estuviera, su hija podía tener acceso a un auto y así, no tendría que depender de un horario apretado, dado que la mayor parte del tiempo, se la pasaba corriendo para no perder su ruta.

—No debe preocuparse, nunca me ha molestado viajar en metro—sabiendo lo que pensaba el patriarca prefirió calmarlo.

—Estoy aquí—anunció Yume, cuando llegó. Hinata les dio un beso a los dos mayores y se despidió para ir a la escuela a impartir su clase.

...

Más tarde, luego de terminar su día laboral, ya se hallaba en la mansión Uchiha. Taro ya había realizado la mayoría de sus ejercicios y ahora se dedicaba a dibujar en escala, tal como le explicó Hinata. Ambos se encontraban, en la mesa del porche, frente a la alberca por petición del niño. El lugar estaba equipado con gabinetes refrigeradores estufa de gas y también de leña. Hinata solo podía admirar la gran cantidad de puertas hechas en madera oscura, como también las encimeras en solido y costoso mármol. Posiblemente, toda esa cocina costaba mas, que su sueldo de todo un año.

—¿Como van con el dibujo?—la ojiperla se sonrojó, cuando escuchó la masculina voz de su jefe. El Uchiha se colocó a su derecha sin dejar de verla.

—Solo me faltan algunos colores, para terminarlo, pero creo que será mejor si lo hago en mi habitación—sugirió el chico—¿Me puedes esperar aquí Hina?—ella asintió—Papá, no la dejes sola, en cuanto termine regreso—sin esperar respuesta, Taro se fue a su habitación, dejándolos a solas.

Sasuke se dirigió a los gabinetes y sirvió dos vasos, uno con whiskey para él y el otro con refresco, para la ojiperla, pues con lo correcta que era, no le hubiera aceptado alcohol en horario de trabajo.

—Gracias—murmuró, sin querer levantar el rostro por la vergüenza. Sasuke sonrió y como un depredador, se acercó hasta donde ella se había sentado, quedando en el mismo sofá.

—¿Pasa algo?—ella negó con la cabeza aun sin encararlo—¿Entonces porque no me miras?—lentamente le levantó la barbilla obligándola a verlo. El Uchiha de nuevo quedó preso de los encantos de la Hyuga y sin pensarlo dos veces, la beso, apoderándose de esos tentadores labios rosados. La ojiperla, se dejó llevar, hasta que el acalorado  momento, fue interrumpido abruptamente.

—¡PAPÁ...!—ambos miraron hacia la puerta, que daba a la entrada de la mansión—¿Como puedes estarte besando con ella, en el lugar que perteneció a mi madre?—Sarada se fue corriendo a su habitación.

—Sígala—sugirió Hinata avergonzada. Solo eso le faltaba, que la chica la hubiera visto besándose con su jefe. Sasuke la miró y sin decir nada, se apresuró para ir en busca de su hija. Debía calmarla, pero Sarada debía de entender, que no estaría solo y que quizás ya había encontrado con quien pasar el resto de su vida.

Continuara.

Me disculpo por la demora y por los errores de ortografía, que seguramente, se me van a ir, sin verlos. Luego los corregiré 😊💕

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