Capitulo 3

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.


—Estoy en casa—anunció Hinata, cuando regresó del centro comunitario, como lo venía haciendo desde que empezó a trabajar con Taro. Llevaba un mes ofreciendo sus servicios y el niño había mejorado mucho, no solo en el ámbito académico, sino en la conducta con las personas, ahora se veía más alegre y compartía mas sus vivencias e inquietudes con sus abuelos y otros parientes.

—Hina, que bueno que llegas para que pruebes unos dangos que prepare—anunció Yume, entusiasmada, por la opinión de la chica, la cual era experta en prepararlos y con el tiempo, la enfermera comenzó a querer imitarla.

—Ya le dije, que deben tener muy buen sabor, considerando el aroma que despiden—afirmó Hiashi, quien se encontraba sintiéndose ligeramente bien, como le ocurría en algunos días.

—Padre tiene razón... huele delicioso—la ojiperla se acercó al castaño y le dio un beso, luego se dispuso a probar los dangos que le ofreció Yume—Están deliciosos—no mentía, incluso comió varios de ellos, pues con lo mucho que se desplazaba de un lugar a otro, apenas tenía tiempo de comer.

Debido al buen semblante de Hiashi, los tres conversaron por un rato, hasta que Yume se despidió asegurando que regresaría al día siguiente.

La ojiperla guardó los dangos sobrantes y pasó a la habitación de su padre para garantizar, que estuviera cómodo, antes de irse a la suya. Las dos habitaciones estaban juntas, una al lado de la otra y la chica dejaba las puertas abiertas, para estar siempre al pendiente de lo que necesitara su padre. Así era, desde que se enfermó y ya no salió de ese lugar.

[...]

—Mi nieto se ve más platicador que antes—declaró Fugaku, durante una cena familiar, para celebrar el cumpleaños de Madara, en un prestigioso restaurante del centro de la ciudad. Madara Uchiha, era hermano mayor de Mikoto y padre de Obito, el primo de Itachi y Sasuke. A los hermanos le seguía Izuna, el padre de Shisui y ninguno de los dos continuaban casados. Madara por enviudar años atrás y su hermano por los malos hábitos de ser un mujeriego, le había costado el matrimonió con la madre de Shisui, la cual se había vuelto a casar y vivía en Londres desde que se divorciaron.

—Desde que Sasuke contrato a la tutora, su comportamiento, como también sus grados en la escuela han cambiado para bien—declaró Itachi, satisfecho por ver a su sobrino más alegre y más conversador con toda la familia.

—Debe tratarse de alguien con mucha paciencia y dedicación—añadió Madara, dirigiéndose a Sasuke. Para los hermanos de Mikoto, los hijos de Sasuke, eran muy queridos, dado que eran los únicos niños dentro de la familia, por lo tanto, se preocupaban por ellos, como si fueran nietos propios. Obito, tenía poco tiempo de haberse casado con Rin, una agradable joven, que conocía desde pequeña, pero aun no tenían pensado tener niños. Pero Madara estaba seguro, que cuando ese día llegara, sería todo lo contrario a lo sucedido con Sasuke, ya que, aunque él y su hija mayor, se dedicaban a glorificar a Sakura, todos en la familia sabían que carecía de ser una buena esposa y ni hablar de ser buena madre. La pelirosa, pronto se vio ahogada con las responsabilidades de ser ambas cosas y optó por desatender por completo al marido y a los niños, lo que ocasionaba discrepancias con Fugaku y con Mikoto, sin embargo, con su fatídica muerte, ellos parecieron olvidarlo y se dedicaron a solo recordar lo que querían.

—Es la mejor amiga de Ino y tiene paciencia de santa—declaró Shisui, mirando a su novia, que cenaba con ellos. También la rubia contaba con el cariño de los Uchihas, pues al parecer, fue la única que logró hacer que el joven sentara cabeza, a pesar de ser varios años menor que él.

—Ha pasado un mes y yo aún no la he conocido—declaró Mikoto, desanimada—Aunque por todo lo que me cuenta Taro, casi siento que la conozco—Sarada permaneció en silencio, pues estando Ino presente, nadie podía hablar mal de Hinata, o la rubia se transformaba, en la versión femenina de Hulk. Sin embargo, la molestia que le causaba esa tipa, iba en aumento, sobre todo por las constantes visitas de Naruto, intentando hablar con ella—Cuando llegó a casa de Sasuke, ella ya no esta, Taro, me cuenta que se va casi corriendo a otro lugar—la dama Uchiha, lo dijo mirando a Ino.

—La vida de Hina es algo complicada—repuso la Yamanaka, sin querer entrar en detalles sobre la vida personal de Hinata, pues sólo a ella, le correspondía contar a las personas, lo que creía pertinente.

Sasuke se mantuvo en silencio, escuchando lo que contaban sobre la Hyuga. Tenían razón, en lo mucho que su carácter y forma de ser, habían ayudada su hijo, incluso, en algunas ocasiones, los encontró en la cocina, donde ella le preparaba sopa de tomate, mientras Taro, terminaba los deberes y todo era por petición de su hijo. Lo había escuchado diciendo que le gustaba mucho la sopa de tomate y que la cocinera no sabía prepararla bien. Por alguna razón, la chica, no podía resistirse a los pedidos de Taro y terminaba cediendo a lo que pedía.

Era muy gratificante, llegar a su casa  y ser recibido por el agradable aroma de esa deliciosa sopa, como del calor  hogareño que se sentía cuando ellos dos charlaban en la cocina, creyendo que nadie los escuchaba.

Todo hubiera sido perfecto, de no ser por los constantes reproches de Sarada, acerca de los privilegios que la tutora se estaba tomando, incluso llegó al grado, de insinuar que le faltaban algunas de sus joyas y que la única persona ajena a la familia era la Hyuga.

Realmente no creía que la chica fuera capaz de tomar algo que no le perteneciera, pero nunca dudaba de los relatos de Sarada, hasta que comenzó a querer desprestigiar a la tutora. Por primera vez, Sasuke Uchiha, no prestó atención a los berrinches de su hija mayor. Por otro lado, ella no desistió en su empeño, por conseguir sacar a la chica de sus vidas. Quizás se debía a su corta edad, o quizás, a lo consentida que la había tenido durante los últimos años, pero su hija, no pensaba en Taro, solo pensaba en ella y en obtener lo que deseaba sin importar a quien se llevara de por medio.

Y para completar con la cereza del pastel, estaba el dobe, quien pasó de invadir su hogar los Viernes, a aparecer en cualquier día de la semana, obviamente, cuando la Hyuga estaba allí. No obstante, la chica ya no se veía tan incomoda, con la presencia de Naruto y en repetidas ocasiones, lo encontró comiendo lo que Hinata preparaba para Taro, mientras la adulaba, diciendo lo buena cocinera que era y que seguramente, el ramen le quedaría excelente. Hinata por su parte, le respondió que lo traería ya preparado de su hogar, para no abusar de la familia Uchiha, ya que no sabía como tomaría el dueño de la casa, que ella usara su cocina sin autorización.

No podía describir el porqué, le molestaba verlos tan unidos, en un principio le reprochó a Naruto, que era muy mayor para ella, pero de inmediato, Shisui salió a la defensa del rubio, diciendo que él, era mayor que Naruto y que Ino, tenía la edad de Hinata, dejándole en claro, que la edad, no era algo relevante.

Su primo, que los primeros días se empeñó en saber su opinión acerca de la tutora, ahora parecía conforme con el acercamiento entre Naruto y ella. Durante las primeras dos semanas, invadía su oficina en busca de información, sobre la convivencia con la tutora, de pronto dejó de insistir, incluso dejó de mencionarla, si el dobe, no estaba presente.

La verdad era, que no se equivocaba, ya que Shisui, al ver su falta de interés hacia la ojiperla, comenzó a pensar que en verdad, no hubo química entre ambos, fue entonces que apareció Naruto, totalmente interesado en todo lo referente a la chica.

Naruto era un excelente partido para Hinata, el era trabajador, tenía buenos sentimientos, no tenía compromisos, ni hijos y lo mejor de todo él, si estaba interesado en ella. Lo que lo convertía, en la mejor opción para la Hyuga, incluso Ino, se sentía tranquila con el acercamiento del rubio a su mejor amiga.



[...]

El Lunes por la tardé, el cielo se veía oscurecido, por la presencia de las nubes, las cuales anunciaban las inminentes tormentas que llegarían en cuestión de minutos. Hinata corrió lo mas rápido que pudo para llegar a casa de los Uchiha, antes de terminar empapada. Para su suerte, lo logró, en parte gracias a su paraguas y también a la carrera que dio.

—Mañana tendremos un examen—le informo Taro, colocando la guía de estudios que le entregó la maestra de su clase.

—Lo se, también mis alumnos lo tendrán y es por eso, que nos dedicaremos a ese examen durante nuestra clase—afirmó sonriendo, dándole al chico, toda la confianza que necesitaba.

Todo parecía ir en orden, Taro estaba dominando todo lo que debía hacer al día siguiente, pero la música alta en la habitación de su hermana, les complicaba la concentración, principalmente al niño. Hinata, no dijo nada, dado que no pretendía ocasionar más conflictos, pero el chico pronto perdió la paciencia.

—Ahora regresó—anunció poniéndose de pie, con el rostro molesto. A la Hyuga le causó tanta ternura, verlo así y de inmediato reconoció el gran parecido con el padre, pues se veían muy similares entre sí—mi hermana y Chocho, parecen hacerlo a propósito, para molestarnos—estaba por salir de la habitación cuando Hinata lo retuvo.

—Es normal que escuchen la música alta, no te enfades ¿Que te parece si continuamos en la mesa de la cocina? Puedo prepararte algo de comer, mientras tú terminas—el niño suspiro y no se pudo negar al pedido de la maestra. Se dirigieron a la cocina y pronto continuaron con la clase. La música de las chicas, no era tan audible, lo que les permitió continuar sin problemas.

Con los días de asistir a la mansión Uchiha, Hinata conoció a las amigas de Sarada y una de ellas, la que mejor imprecisión le causó, era la chica llamada Chocho y la que mas tiempo pasaba con los Uchihas. La chica incluso había conversado con ella y al igual que Naruto, también degustaba la comida que preparaba para Taro, adulando y confesando que su padre, también era un excelente cocinero. Obviamente, las conversaciones, no eran del agrado de Sarada y apenas las veía juntas, interfería llevándose a Chocho, con ella.

—Creo que estoy listo—confesó el jovencito—¿Me puedes hacer las preguntas?—pregunto seguro de sí mismo.

—Muy bien... entonces empecemos—la Hyuga comenzó con las preguntas que posiblemente aparecerían en el examen. El chico respondió todo, con seguridad. Parados uno frente al otro, los dos saltaron alegres por el resultado. Taro se lanzó abrazando a la ojiperla, siendo correspondido por ella—Sabía que podías con todo—le aseguro entre risas, mientras saltaban dando vueltas como si, también la ojiperla, fuera una niña.

—¿Porque tan contentos?—pregunto Sasuke recargado en el marco de la puerta. Los había estado observando, mientras practicaban y cuando miró a su hijo abrazar a la joven de esa forma, se conmovió por completo.

—¡Papá!—lo llamó Taro, soltando a la ojiperla, quien de inmediato se recompuso, intimidada con la presencia del Uchiha mayor—Ya pude, ya estoy listo para el examen—se acercó a su padre y le dio un pequeño pero significativo abrazo.

—Sabía que lo lograrías—el padre también lo animó y fijó sus oscuras orbes en la ojiperla—¿Y porque no están en tu habitación? ¿No es mas cómodo estando allí?—la chica bajo el rostro sintiéndose apenada por sugerir, continuar en otro lugar, que no fuera el designado para su trabajo con Taro.

—Deberías preguntarle a Sarada—soltó el niño, cruzándose de brazos—De no ser por Hina, le hubiera reprendido por tener la música tan fuerte, aun sabiendo que estamos en mis prácticas—el Uchiha suspiró llevándose los dedos al puente de la nariz. Debía haberlo imaginado y lo peor de todo, fue que la Hyuga pensó que estaba molesto con ella, por ocupar la mesa de la cocina.

—Disculpe mi atrevimiento señor Uchiha, fui yo quien lo sugirió para que Taro, pudiera tener mejor concentración—se disculpo la ojiperla en busca de que no hubiera problemas.

—No es necesario que te disculpes, ustedes pueden hacer el trabajo en donde mejor les parezca, mi hija, es quien debe entender, que no debe interrumpir—se apresuró aclarar las cosas, antes que la chica se hiciera la idea de lo que no era—Hablare con ella, para que no suceda otra vez—Sasuke se disponía a ir en busca de su hija, pero la Hyuga lo llamó.

—No creo que lo haga con mala intención, a mi parecer, ella esta en la edad de tener ese comportamiento, la música alta, es lo que la mayoría de los jóvenes como ella hacen—recordó lo mucho que Ino disfrutaba subir el volumen de la radio, sobre todo cuando sonaban sus canciones favoritas.

—Además esta con Chocho, ella es igual de ruidosa que Sarada—añadió Taro, con el rostro arrugado por el desagrado.

—¡Bien! Por hoy, lo dejaré pasar, pero si esto pasa de nuevo, les agradecería que me lo hicieran saber—le despeino el cabello a su hijo y le dio una pequeña sonrisa a la ojiperla. Ella también le sonrió logrando descolocar al azabache. Desde que llegó a trabajar con el niño, solo la veía sonreírle a su hijo y en ocasiones a Naruto, pero nunca lo había hecho para él.

—De acuerdo señor—la ojiperla miró su reloj y se dio cuenta que ya debía irse—Ahora debo irme... te veré mañana y me contarás como te fue en tu examen—el chico asintió—Hasta luego, señor Uchiha—paso a un lado del azabache y se dirigió a la entrada principal.

Suspiro desanimada, cuando miró la torrencial lluvia, tomo el paraguas, pero aunque usara tres iguales al que llevaba en la mano, terminaría totalmente mojada. Sin otra alternativa, se aventuró a caminar hacia la salida, con rumbo al portón. Apenas llegó, y ya se había mojado y todavía debía correr para tomar el metro. Estaba por correr, cuando el auto negro de Sasuke se paró a su lado.

—Sube yo te llevaré a tu hogar—le dijo cuando bajo, la ventanilla. La morena lo pensó por unos segundos y subió, antes de mojarse aún más—¿Que tratabas de hacer? ¿Quieres enfermar?—cuestiono en forma de reproche a la fémina y en cierta forma un tanto molesto, por no pedirle su ayuda.

—Después de años haciendo lo mismo... créame, no será ni la primera, ni la última vez que me enferme—le respondió secándose el rostro con una toalla que el mismo Sasuke le entregó.

—Debiste pedirme ayuda—repuso en un tono autoritario y serio. La joven pensaba argumentar, pero la verdad, era que toda la seriedad y la falta de emociones en el azabache la llevaron a suponer que no sentía simpatía por ella. Lo que la llevó, a guardar las distancias entre ambos.

El Uchiha la miró por el rabillo del ojo y sin querer, su atención se dirigió a la blusa de vestir que portaba la joven y que al haberse mojado, dejaba que la ropa interior se hiciera visible. La boca del varón se secó, al apreciar la imagen tan bella, de la anatomía femenina. El rostro de la tutora era angelical, pero ahora que se percataba de lo que escondía bajo la ropa, no pudo evitar seguir escudriñandola. No es que no se hubiera dado cuenta, de la estilizada figura que poseía, pero la ropa que ella usaba, consistía en pantalones de vestir y blusas de manga larga, abotonadas hasta el último botón, ocultando la llamativa piel que ahora se dejaba ver, al desabotonar la blusa unos dos botones para poder secarse mejor.

—Dame tu dirección—prefirió hablar para recuperar la cordura y dejar de pensar, en ser él, quien la secara.

—No es necesario que me lleve a casa, sólo puede dejarme en la parada del metro—trató de persuadirlo, para que no tuviera que realizar el trayecto hasta su casa. Le daba mucha pena estar causando molestias.

—De ninguna manera te dejaré en ese lugar con esta clase de clima... anda, dame tu dirección para ponerla en el GPS—la forma en que lo dijo, le dejo claro a Hinata, que no admitiría una negación de su parte y se apresuró a darle la información. Sasuke había estacionado para anotar la dirección en el navegador del auto y se dio cuenta, que ella temblaba debido al frío—Toma, ponte esto, debes estar con frío—se quitó el saco para colocárselo a Hinata sobre los hombros. Ni siquiera él mismo, supo que fue lo que lo impulsó a realizar ese acto, pero al hacerlo, se acercó tanto, que no pudo evitar sentir su agradable aroma.

—G-gracias—el frío comenzó a disiparse en segundos, pues se sonrojó tanto por las acciones del azabache. Él, no había interactuando con ella, a excepción del día en que la entrevistó y ahora, de buenas a primeras, estaban en el mismo lugar muy cerca, incluso usando su saco de vestir, el cuál no le importó que ella pudiera mojar con el cabello o con su ropa húmeda.

—Hmph—fue lo único que salió, ante el agradecimiento de la Hyuga. Puso en marcha el auto, dejándose guiar por el navegador. Condujo por mas de veinte minutos, hasta que llegó al hogar de la ojiperla, sin embargo, la lluvia todavía no cesaba del todo y ella debía ir al centro comunitario—¿Es tu casa?—cuestiono sorprendido, del gran trayecto que ella debía atravesar, para ir a dar las clases de Taro.

—Si—respondió, preparando el paraguas para correr el trayecto faltante al centro—gracias por traerme—se quitó el saco y se lo regresó. Estaba por bajar, cuando el Uchiha la retuvo sosteniéndola del brazo.

—Espera... dijiste que también das clases en otro sitio ¿también irás hoy?

—Si, está cerca de aquí—le respondió sintiendo el calor en su brazo por la gran manó del azabache, que permaneció sosteniéndola.

—Cámbiate de ropa, te llevaré.

—No se molesté, usted ya hizo suficiente con traerme, no quiero quitarle mas tiempo—casi entraba en pánico por el ofrecimiento.

—Si caminas unos cuantos pasos, terminarás de mojarte la ropa, ya te dije que yo te llevaré, así que date prisa—el bochorno se intensificó en la morena. Si bien, ya no llovía tanto, durante el trayecto, se mojaría, pero que su jefe esperara por ella, era algo que le incomodaba, sin contar con el hecho, de que se tardaría un poco, por avisarle a su padre y a Yume.

—Demoraré unos minutos y me da mucha pena, que usted espere aquí—el varón la veía fijamente, mientras ella juntaba los dos dedos indice, en movimientos de nerviosismo—Preferiría que pasará y me espere adentro—sin decir nada, el azabache bajo del auto y se dirigió hasta el lado del pasajero, para abrirle la puerta. Hinata bajo con torpeza y abrió la puerta de metal frente a la calle, para avanzar por el corredor de concretó, que llegaba la puerta de su casa. Con avidez quitó la llave y abrió para pasar con el Uchiha siguiéndole de cerca.

—¿Eres tu Hina?—la voz de Yume se escuchó desde el pasillo que conducía a las habitaciones

—Estoy en casa Yume, vine a cambiarme de ropa—Sasuke miró a una mujer vestida de enfermera, que se acercó a ellos. No sabía prácticamente nada de la tutora y no pudo saber quien era la fémina, ya que la ojiperla, la nombró por su nombre, lo cual indicaba, que no se trataba de un familiar.

—¡Niña! Mira nada mas como vienes... anda cámbiate rápido, o pescarás un resfriado—Yume de pronto se percató de la presencia del moreno—¿Y el quien es?—pregunto mirando hacia el Uchiha con desconfianza.

—Es mi jefe, Sasuke Uchiha...el señor me hizo el favor de traerme y también me llevará al centro para las últimas clases—Sasuke y Yume se saludaron entre sí y la ojiperla lo llevo a la sala—En seguida regreso ¿desea algo de beber?—Sasuke negó y ella se fue con Yume hacia las habitaciones.

El Uchiha se sentó en uno de los sofás y observó todo el entorno. La casa era pequeña, en comparación con la suya, sin embargo, se sentía un ambiente agradable, todo estaba en perfecto orden y muy limpio. Su mirada se dirigió hacia la pared, donde había algunas fotografías. En ellas se veían cuatro personas, con los mismos ojos que la maestra, pronto dedujo que se trataba de Hinata y su familia.

En el centro de la sala estaba una chimenea, donde también había fotografías y movido por la curiosidad, se puso de pie, para observar mejor. En una de las fotografías, estaba la maestra con el diploma en las manos, vistiendo el traje de graduación, en otra estaba con dos chicas, una de ellas, era la novia de Shisui y la otra, era una castaña con el cabello sostenido con dos coletas, pero la que capturó su atención por completo, era la que permanecía hasta atrás. En ella, aparecía la maestra sosteniendo el mismo diploma, con un brazo levantado, mientras con el otro brazo, se aferraba a un hombre, en camilla de hospital. Por los rasgos, supuso que era el mismo de la foto familiar, aunque se veía muy desmejorado, comparándolo con el porte que mostraba en la fotografía familiar. ¿Que le habría sucedido para desmejorar así? Se preguntó mentalmente.

—Cualquier cosa, me llama y en cuanto despierte, dígale que no se preocupe, que estoy bien. Apenas termine con los niños y estaré de regreso—Sasuke se apresuró a sentarse, cuando escuchó las indicaciones de la maestra, a la otra fémina.

—No te preocupes y ve con cuidado—la Hyuga se despidió de la enfermera y se acercó al Uchiha, quien ya estaba esperando, junto a la puerta.

La lluvia ya había cesado y en menos de cinco minutos llegaron al centro.

—Muchas gracias por todo y disculpe las molestias que le ocasione—Sasuke quien ya había bajado para abrir la puerta, clavó sus oscuras orbes en las perlas. Había tanto de Hinata, que le resultaba inquietante. Quería saber más sobre ella y estaba dispuesto averiguarlo. Sin pensarlo, extendió su mano, hacia un mechón del sedoso cabello y se lo colocó tras el oído, aprovechando de rosarle el sonrojado rostro.

—Ten cuidado cuando regreses—le dijo y regresó a su auto frotándose los dedos, con los que logró tocarla. Era tan suave, que se quedó con ganas de sentir mas. La observó corriendo hacia la entrada y sonrió. Con la ropa casual y el cabello recogido en una coleta alta, se veía jodidamete tentadora. Naruto tenía razón, la Hyuga era una belleza, imposible de ignorar, antes lo supo, pero ahora, estaba completamente seguro de eso.

Continuara.

Me disculpo por la demora y los errores de ortografía, cuando lea el capítulo y los miré, los corregiré 😊💕

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