|❥| Capítulo 6
“All I Ask - Adele”
—¿Entonces? —preguntó Clara mirando especialmente a Mía.
—Definitivamente no. —sentenció ella negando con la cabeza mientras miraba con cara de horror la atracción, para nada favorita, que tenía delante.
—¿Tienes miedo? —susurró detrás de ella Noah. Pudo sentir cómo se erizó cuándo el chico de ojos negros clavó la mirada en ella.
—Si ella no quiere entrar, no lo haremos. —habló Mike agarrándola del brazo y pegándola a él.
Mía se sentía cómo una muñeca a la que le faltaba el aire. Desde que se encontraron con Clara y Noah ha habido un aura incómoda alrededor de ellos.
Mike y la pelirroja iban detrás mientras el castaño se quejaba de la presencia de la parejita, cómo los llamaba él. Han estados en cinco atracciones del parque y todas las ha eligido Clara, éso molestó mucho a Mía porque su novio no decía ninguna palabra.
Lo que sería un día feliz para Mía se convirtió en su mayor pesadilla cuándo la chica propuso entrar a la casa del terror. La pelirroja odiaba con toda su alma aquel lugar, después de pasar lo que juró que fue su mayor vergüenza, prometió nunca volver a pisar una casa del terror.
Ella se vió acorralada bajo la mirada de todos, Clara la miraba con burla escondida, Noah con curiosidad y su amigo con pena. No quería la pena de nadie y tampoco quería que pensaran que era una miedosa.
—Está bien, entremos. —dijo decidida la pelirroja pero por dentro se sentía cómo una gelatina.
—¿Estás segura? No tenemos que entrar si no quieres. Podemos ir a otro lugar. —le dijo el castaño. Sólo le bastó mirar sus ojos para saber que detrás de esas palabras comprensivas se escondían súplicas para continuar caminando, y continuar cerca de la chica de ojos pardos.
—Tranquilo, estoy segura. —Era tan buena mintiendo que incluso ella misma casi se lo cree.
Compraron el ticket correspondiente y Mía a cada segundo que pasaba sentía que su corazón dejaba de latir para después golpear fuertemente su caja torácica.
Cuándo entraron sólo había oscuridad y ella se aferró al brazo del que creía que era su amigo.
A medidas que avanzaban se escuchaba una melodía tétrica y oscura, Mía escuchó un grito proveniente de Clara y ella también gritó pensando que había ocurrido algo, pero sólo era la pelinegra jugándole una broma.
Ella seguía aferrada a aquel brazo aún sin estar completamente segura de que fuera el moreno, pero estaba tan asustada que no le tomó importancia.
Seguían caminando y los minutos parecían horas para la pelirroja, ella aún recordaba aquella vez en la que pasó la mayor vergüenza de su vida, nadie pretendía que el susto fuera tan grande que ocasionó que se orinara en sus pantalones.
Está casi segura que tenía un trauma con éso, todos se rían y la señalaban con el dedo.
—¿Estás bien Mía? —escuchó la voz de su amigo provenir de algún lugar que definitivamente no era a su lado.
Éso la asustó mucho y se soltó de aquella persona soltando un grito. Chocó con alguien y cuándo se dió la vuelta vió que se iluminó un esqueleto, empezó a golpearlo mientras sentía los gritos de sus acompañantes.
De repente vió una luz a los lejos y corrió rápido hacia ella. Cuándo salió se dobló en sus rodillas y apoyó sus brazos sobre ellas, tomando aire.
Cuándo levantó la cabeza vió a los chicos mirarla fijamente hasta que Clara rompió en una carcajada y se encorvaba sobre sí.
—¡No lo puedo creer! —rió más fuerte—. ¡Tuviste una pelea con un esqueleto! —gritó de manera que llamaba la atención de los visitantes.
Su rostro se tornó rojo en cuestión de segundos y se enojó mucho más cuándo escuchó también la risa del castaño y el pelinegro.
—¿En serio tuviste una pelea con un esqueleto? —interrogó riendo Noah.
—Dime, ¿te orinaste en los pantalones ésta vez? —volvió a reír y en ése momento Noah y Mike cesaron sus carcajadas mientras la pelirroja regalaba una mirada triste y decepcionada hacia su amigo.
—¿Le dijiste? —susurró sintiendo sus ojos empezar a arder.
—Mía... —quiso acercarse a ella pero lo apartó y se alejó corriendo.
Sentía que su pecho se estrujaba por el dolor, saber que le había confiado ése momento tan vergonzoso a Mike y que éste la había expuesto con su ex, le dolía mucho.
Después de correr por unos minutos encontró un asiento y vió que no había nadie a su alrededor así que se sentó y subió sus pies escondiendo su cara entro ellos.
Podía parecer muy exagerado, pero para Mía la lealtad era lo más importante en una persona y su amigo demostró que ella no podía confiar en él. Realmente lo que le molestaba no es que lo hubiera contado, sino que se lo hubiera dicho a ella.
—¿Estás bien niña? —preguntó una señora de mediana edad tomando asiento a su lado. Ella se secó las lágrimas y sonrió.
—Sí claro, todo está bien. —respondió intentando que no se notaran los temblores de sus manos.
—Llora, está bien hacerlo, éso ayuda a expresar lo que no podemos decir en palabras. —le dijo la señora comprensiva y ella se desmoronó.
Nunca en su vida le ha gustado expresar sus emociones con los demás, creía que en una sociedad cómo aquella si demostrabas que eras débil te tachaban cómo tal. Pero la realidad es que siempre necesitó un hombro dónde llorar, y por primera vez en su vida se permitió recibir uno.
La señora, que había dicho que se llamaba Loisa, había estado acariciando su cabello por minutos mientras Mía lloraba en su hombro y se aferraba a ella, a pesar de sentir la incomodidad de la anciana.
—¿Ya estás mejor? —le preguntó con voz calmada mientras le pasaba un pañuelo para que se limpiara.
—Creo que sí, gracias señora Loisa. —le agradeció devolviendo su pañuelo pero lo rechazó al ver anteriormente el uso que le había dado la pelirroja.
—No me agradezcas, no es nada. ¿Me puedes contar que fue lo que sucedió? —preguntó lentamente con miedo de decir algo mal.
—¿Alguna vez ha sentido que daba todo sin recibir nada a cambio? —dijo Mía mirando perdida en sus pensamientos mientras veía a los niños pequeños jugar con la tierra.
En ése momento algo hizo click en su cabeza.
—Lo sé papá, pero ella debe entender que no puede estar en un lugar en el cuál no gana nada. —le dijo enojada Mía mirando a su padre y éste sonrió confundiendola .
—Tal vez deberías aplicarlo para tí también. —acto seguido salió de la cocina dejando a su hija sola con sus pensamientos.
Recordó las palabras de su padre y entendió a qué se refería. A veces le costaba prestar atención a las señales de su alrededor.
—¡Ah, todo el tiempo! —soltó una carcajada Loisa mientras se limpiaba una lágrima de tanto reír. En sus ojos se divisaba un brillo de añoranza y paz al mismo tiempo mientras veía a una pareja de jóvenes reír juntos a lo lejos—. Si te contara cómo fue mi juventud. Pero pasar por estás cosas es necesario para entender la vida. —explicó agarrando las manos de Mía y acaricíandolas con las suyas arrugadas y ásperas.
—¿Necesario? ¿Es necesario sufrir para entender la vida? Tonterías. —dijo con insolencia logrando cómo consecuente que la señora Loisa le diera un manotazo en la frente—. ¡Hey! ¿Por qué hizo éso? —preguntó confundida Mía.
—Éstos jóvenes de hoy en día. —murmuró en voz baja—. ¿Cómo esperas aprender de tus errores si no los cometes? Escucha, no todo en la vida será alegría y risas. Debes estar preparada para cuándo llegue el momento de crecer y darte cuenta de que ya no eres una niña. Debes entender que cuándo llores no siempre alguien estará ahí para tí, cuándo te caigas debes levantarte tú sola y que aunque sangres debes secarte las lágrimas y curarte con tus propias manos. —terminó de decir Loisa.
Mía repitió sus palabras en su cabeza y le pareció muy cruel lo que había dicho, pero en el fondo sabía que era verdad, no siempre podía esperar sentada que alguien fuera a rescatarla, debía levantarse y buscar la salida ella sola.
—No estoy segura de haber entendido la mitad de lo que dijo pero, muchas gracias señora Loisa. —agradeció la pelirroja mientras abrazaba a la anciana, ésta al no estar acostumbrada a muestras de cariño no supo que hacer pero se dejó llevar y le devolvió el abrazo.
—Ya lo entenderás, de éso se trata, entender. —Para Mía todos a su alrededor eran muy sabios, pero por algún motivo le parecía que Loisa hablaba por experiencia.
—Debería irme, ya es tarde. —se sorprendió a sí misma cuándo dijo aquellas palabras, y es que no se fijó en que el día había pasado demasiado rápido, pero al menos se olvidó de lo ocurrido unas horas antes.
—Ay. —suspiró la anciana levantándose del asiento mientras agarraba su espalda—. Si si, yo también, me olvidé completamente de mi marido y nieta. De seguro debe estar con la boca llena de helado, le dije a Heraldo que no le dejara comer helado. —regañó mirando a la nada ocasionando una sonora carcajada de parte de la pelirroja.
Ella ayudó a Loisa pararse y cuándo se despidió para ir a su casa su móvil comenzó a sonar, pensó en no responder por si era Mike pero vió que era un número desconocido.
—¿Hola? ¿Hablo con Mía? —preguntó la voz de una chica al otro lado de la línea.
—Sí, ¿quién es? —preguntó mirando a su alrededor y viendo el sol esconderse a los lejos. Pronto iba a oscurecer y el camino del parque hasta su casa era un poco extenso.
—¡Soy yo! —escuchó que dijo una voz ofendida y ella la reconoció al instante.
—¿DJ? ¿En serio eres tú? —preguntó en un susurro sorprendido.
—Quién más iba a ser. —Mía se la imaginó rodando los ojos, típico de ella.
—Estoy sorprendida, ¿pasa algo? —le preguntó confundida porque la chica la llamara.
—Hey, no tiene que pasar algo para llamarte. Pero sí. —soltó una risa caminado hacia la salida del parque.
—¿Que sucede?
—Yo... —escuchó un suspiro al otro lado—. Quería saber si estabas libre mañana y talvez, no lo sé, tomar un café y conversar un rato. Hace mucho que no nos vemos ratona. —Ella se emocionó al escuchar el tonto apodo que le había puesto.
DJ era una gran amiga de la pelirroja, estuvo en una parte importante de su vida y sabía que ella tampoco se podría haber olvidado del significado de ése día. Sólo que pensó que ya no volverían a verse porque ellas sólo se relacionaban cuándo aún estaba él.
—¡Por supuesto! Me encantaría DJ. —suspiró emocionada mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su suéter, siempre por las noches la temperatura bajaba a tal grado que era imposible salir de tu casa.
—Perfecto, entonces nos veremos dónde siempre. Me alegra mucho escuchar tu voz de nuevo ratona. —dijo la chica y antes de que ella pudiera responder escuchó que la línea se cortó.
Sabía que había colgado, era tan al estilo DJ.
En el camino a su casa se la pasó pensando en las palabras de Loisa y en el hecho de que volvería a ver a DJ.
Pero también recordó todo lo sucedido en el día, las acciones de su amigo, las cuáles no le han gustado nada.
Últimamente el moreno actuaba de una forma diferente a la normal, su carácter era más fuerte y a veces cuándo lo notaba veía algo en su mirada que nunca había visto en todos los años de amistad entre ellos.
Ella nunca había visto a Mike cómo alguien malo, o capaz de dañar a alguien, pero últimamente dudaba de sus propios pensamientos.
Al doblar por una calle, la cuál quedaba en la esquina de su casa, notó que habían varios hombres sentados en la calle. La mirada de ellos era lujuriosa, Mía aceleró el paso sintiendo el temblor apoderarse de sus manos.
Los hombres se levantaron y empezaron a caminar hacia la pelirroja, ella acomodó su ropa sintiéndose desnuda bajo la mirada de ellos. Quería llorar, pero se lo prohibió, lo único que hizo fue correr, corrió tan rápido que al segundo ya estaba en la puerta de su casa.
—¿Mía? —preguntó su madre pero ella pasó de largo subiendo las escaleras y entrando al baño para encerrarse dentro.
Apoyó la frente en la puerta y se preguntó que cuánto tiempo había estado aguantando la respiración. Sus lágrimas bajaron por todo su rostro hasta perderse en la loma de sus labios carnosos y saborear el sabor salado.
Se miró en silencio frente al espejo, vestía un jean y una blusa azul que se ocultaba bajo un suéter del mismo color. Ella no pensaba que su ropa fuera llamativa cómo para llamar la atención de aquellos hombres, no sabía que hacer, no sabía que es lo que debía sentir.
Era la primera vez que le pasaba algo así, pero ver suficientes documentales de adolescentes asesinadas y violadas en la calle, le dieron muchos motivos de lo que tener miedo.
Se dió un baño caliente intentando despejar su cabeza, cuándo su madre le preguntó si le había sucedido algo ella negó, por algún motivo le avergonzaba que alguien supiera, y tampoco quería preocupar a nadie con sus tonterías.
Por fin se permitió descansar de todo, descansar de sus pesadillas, descansar de Mike, descansar del mundo en general. Pero la pantalla recién iluminada de su celular llamó su atención.
Era un mensaje.
Lamento lo que sucedió hoy. Espero que estés bien. —Ella no conocía el número, y sabía que no era DJ porque la había agendado en la salida del parque.
¿Quién eres? —le preguntó sintiéndose insegura después de lo que ocurrió.
La persona no respondió, ella tampoco insistió.
Pero definitivamente ella odiaba el catorce de febrero.
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¡Hola! 🤍
Volvimos con un capítulo extenso, opiniones ☕
¿Qué creen de todo lo ocurrido?
¿Alguna vez han pasado una vergüenza en frente de muchas personas? 🙈
¿A qué se refería Mía con que Mike estaba diferente últimamente? 😼
¿Y quién será ésa DJ? ¿Será importante para la trama o sólo un personaje sin importancia? 🧐
¿Quién habrá sido la persona que le envío un mensaje? ☕🍪
¿Teorías?
¿Alguien más amó a la señora Loisa? ¡Es un amor! 😍
¿Y qué fue éso que le sucedió a Mía? 🥺 Lamentablemente ésa es la realidad de muchas mujeres hoy en día, pero no deben quedarse calladas nunca🧏🏼♀️
Pobre nuestra niña, parece que ya está aprendiendo lo que es ser adolescente 🤧
Nos vemos en el próximo capítulo ✨
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