sin llanto

Salió de esa casa con la frente en alto, pues sabía que no hizo nada malo.

Él no pertenecía a esa familia, nunca se sintió parte, siempre estubo ese lado de él, gritando que su vida no podía ser solo eso, vivir entre lujos sin esforzarse, no, esa no podía ser su vida.

Regresó a esa parte de la ciudad donde solía vivir, entre la basura.

Era eso o quedarse a dormir bajo algún puente.

Al menos tendía un techo, nada sólido sobre su cabeza, para pasar las noche y aunque el frío fuese casi tan malo como estar en plena calle, era soportable.

Saco de su mochila lo único que tomó de esa familia, sus documentos y papeles de estudio, era lo único que necesitaba, por el dinero él ya podía arreglárselas.

Pensaba salir muy temprano a buscar un trabajo.

Se había debatido entre si llamar a Victor o no, pero la traición seguía tan presente que simplemente, borro todo lo que su celular tenía, tampoco es que lo usará mucho, era demaciado ostentoso para él, que nunca tuvo uno, por eso mismo no era nesesario y lo dejo sobre la que una vez fue su cama, ya no tenía manera de contactar a nadie y eso le gustaba, se sentía libre.

Puso su mente en orden, no tenía tiempo de deprimirse y llorar a mares, tenía que que encontrar un trabajo ganar dinero y por su puesto que tenía que ver la manera de estudiar, eso era algo que definitivamente tenía que hacer, estudiar en una universidad.

No importaba que, tenía la sólida intención de estudiar en una universidad.

Se despertó muy temprano se arregló lo mejor que pudo, se cambió con las pocas prendas que llevaba en su mochila, tomó sus documentos, iría a la ciudad y buscaría informes sobre las universidades fechas de inscripciones incluso posibles becas, luego buscaría trabajo.

Aún faltaban un par de meses para las inscripciones al nuevo semestre y tenía tiempo para buscar dos trabajos y reunir el dinero suficiente para la inscripción y los libros, sin mencionar que nesecitara más ropa y algunos útiles escolares.

Encontró trabajo en una cafetería, mucho más decente que en la que trabajo de niño, en este tenía un salario y además las propinas eran suyas, no tenía tanta carga de trabajo, pues tenía más compañeros, le dieron su uniforme y comenzó inmediatamente ya que tenían poco personal.

Pero no era suficiente, buscar un trabajo de noche era más difícil, el único lugar que lo acepto era un bar, no era donde había bailarinas y desnudistas, pero si había clientes que tocaban sin descaro su tracero.

Ya se había molestado incluso gritado, pero eso solo se reducía a no tener ninguna propina, en cambio si sonreía o guiñaba coqueto tenía exelentes propinas y desagradables propuestas las cuales siempre rechazaba.

Ni si quiera Victor le tocó su tracero, en cambio ahora tenía que aguantar todo eso, sonreír aunque quisiera moler los a golpes, ser cortez al rechazar las invitaciones a un hotel, él nesecitaba dinero pero no por eso se vendería.

Solo debía aguantar un poco, lo suficiente para pagar la inscripción y comprar algunos libros, por ahora podía seguir en esa casa, si es que se podía llamar casa a un par de láminas y maderas que conformaban su hogar, pero incluso eso era mejor que seguir viviendo en el encierro.

Aún pensaba en Victor, no era fácil olvidar esos años que pasaron juntos, esas sonrisas y cada momento bello que pasaban, esas anécdotas o los abrazos repentinos del mayor.

Pensaba en lo que sería su vida de seguir juntos y si alguna vez podría perdonarlo.

Quizás pensaba tanto en él que un día vio en el periódico una noticia sobre él, una noticia sobre su boda, con Hanae Katsuki, eso terminó por destrozarle el corazón.

A penas había pasado un mes desde que dejó a esa familia, nadie lo busco ni su prometido y ahora ya tenía incluso la fecha de su boda con Hanae.

Quizo llorar, gritar, romper todo a su paso, pero ya estaba cansado de desepcionarse de las personas, ellos no merecían su llanto, no iba a llorar ni una lágrima más por esas personas.

Solo una cosa podía agradecerles y era el darle el estudio suficiente para que pudiera ser alguien en su vida.

Eso sí se los agradecía mucho pues ahora ya tenía la suficiente consciencia para entender que su antiguo trabajo era denigrante.

Ahora podía aspirar a un futuro, antes pensó que toda su vida sería igual siendo desidia por los Katsuki pero ya no, ahora tenía metas y sueños por cumplir.

Aprendió muchas cosas pero sobre todo entendió que no podía dejar que nadie lo pisoteara de nuevo, iba a ser alguien importante, por sus propios medios.

No necesitaba el dinero de esa familia, él solo iba demostrase a sí mismo de lo que era capaz, no tenía que dar pruebas de ser bueno y honesto a nadie que no fuera él mismo.

Ante su aspecto decaído un compañero de trabajo estubo con él, era alocado y algo entusiasta, tenía veinte años y estudiaba derecho, Minami a la fuerza lo convirtió en su mejor amigo.

Solo trabajaba medio tiempo y solo eso bastaba para intentar arrebatarle alguna sonrisa con algunas de sus más locas historias.

Minami lo cuidaba mucho, le demostró un cariño que le daba miedo, miedo a que se alejara y lo dejara solo.

Adquirió miedo a la soledad.

Y prefería estar solo a ser lastimado de nuevo.

En cambio ese chico sonriente lograba alejar sus miedo y sus inquietudes para darle su amistad, no lo dejo aislarse.

Minami se comportaba como un hermano mayo y aunque al principio se negaba, al final comenzó a confiar en él, no como para contarle su vida, pero lo suficiente para pedir su ayuda.

Comenzó por investigar el accidente de tránsito en el que fue encontrado y rescatado.

Pero descubrió que los policías lo dieron por muerto junto a los otros dos a bordo del automóvil.

No eran rusos.

Pero tampoco japoneses.

Estubo durante horas buscando cada pista o detalle que le dijera algo de su familia, Minami gustoso le prestó su computador portátil para que investigará buenas lo que quisiera, después de días logro encontrar los nombres de esas personas.

Lo que encontró fue algo increíble, asombroso, impensable...

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Se viene un conflicto...

Invertí las edades de muchos personajes ya verán...

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