capitulo 19

De nuevo estoy aquí enfrete de la casa donde he vivido la mayor parte de mi juventud, donde fui la persona más feliz de mundo como la persona más despechada.

Klaus observa con nostalgia su ex nidito de amor, ahora no puede sentir felicidad de estar en este lugar, solo se siente asfixiado.

Entre a la habitación fui a sacar toda mi ropa, zapatos, del armario. Los empaque en las tres maletas, no me voy a quedar con nada de esto. No quiero nada que me recuerde a este lugar ni a Yael, regalaré todo esto a las personas que lo necesitan.

Renovaré mi guardarropas, no es necesario que compre ropa cara, estoy bien con la sencillez.

Klaus comenzó a bajar todas las fotos dónde sale con Yael, todo eso lo metió en una caja, no dejo ni una sola foto en la pared de la habitación.

Bajo a la sala para seguir con los pequeños marcos que están colgados por todo el lugar.

El beta encontró la caja donde Tamara había guardado anteriormente el gran póster de recién casados, con cuidado llevó ambas cajas a la parte de atrás de la casa, no pasaban por lo qué no hizo mucha fuerza, no lastimaría a su granito de arroz.

Fui a la cocina por fósforos, luego me senté en el sofá individual que le sugerí a Yael, poner en este lugar para disfrutar de la brisa mientras escribía.

Klaus sacó foto por foto de los marcos, su mirada es triste, muerde su labio para no llorar, no iba a titubear por lo que hará acontinuación.

Esta bien ¿verdad? ¿Esta bien que queme todo esto? ¿Pero entonces por qué estoy llorando? ¿Por qué duele? Algo está incrustado en mi corazón, es sofocante.

¿Qué me falto para ser el hombre de tu vida? ¿Mi amor por ti no significó nada? Debí decir qué no aquel día cuando juraste amarme para siempre.

Con lágrimas en los ojos, klaus lanzó el ardiente fósforo a esas fotografías.

El vio arder esos recuerdos que estaban plasmados en papel, el fuego arrasó con todo a su paso, se quemaron tan rápido así como se esfumaron esos diez años donde se juraban amor eterno.

La llamas ardiente del fuego se reflejan en esos bello zafiros verdes que se desbordan con lágrimas, en ese fuego vio pasar su juventud entera, su pecho ardía con dolor.

La cálida brisa otoñal que para mí es fría se llevó las cenizas, de esas fotografías solo quedaron los cuadros que constan que una vez existieron.

Klaus puso todo los cuatros en las cajas, volvió a cargarlas pero está vez irá a tirarlas al bote de basura, rodeó toda la casa para llegar al patio de enfrente.

Al estar ahí tiro las cajas y los vidrios en el lugar correspondiente para no hacer trabajar doblemente a los que la recogen.

Volví a entrar a la casa esta vez fuí por las demás cosas. No falta mucho para que llegue el auto por ellas, solo le escribes a las personas que se ocupan de las obras de caridad y vienen rápido.

Una por una sacó las maletas y las dejo en la acera de la casa, justo a tiempo ya que el auto había llegado.

—Buenas tardes, ¿El señor Fletcher?—Preguntó la señora de unos sesenta años.

—Si, me disculpo por hacerlos venir hasta aquí.

—No se preocupé.

—Estas son las cosas—Señalo las maletas.

—Muchas gracias, que dios lo llene de muchas bendiciones—Ella lo abrazo.

Ella y otra persona más subieron todo al auto, así de rápido vinieron así de rápido se marcharon.

¿Debería de vender esta casa? Jamás volveré a venir, esta es la última vez.

Klaus se quedó de pie ahí un buen rato, estaba despidiéndose a su manera. El cerro sus ojos, suspiro profundamente.

Adiós para siempre dulce y doloso hogar, aquí no queda nada para mi.

Klaus cerró todo con llave, le dirá a Tamara que la ponga en venta, el ya no quiere tratar con estos asuntos. Antes de salir de la propiedad se puso una mascarilla.

Tamara lo dejo salir con esa condición, para que así no se le hiciera tan fácil oler feromonas de otras personas.

Caminé por solitaria acera de la calle, para estar en otoño el cielo esta un poco nublado, ¿lloverá? Lloverá como esta lloviendo en mi corazón.

Vi arder todos esos recuerdos pero no me hizo sentir bien, en mi pecho todavía hay un gran vacío que no se puede llenar tan fácilmente.

Klaus le hizo parada a un taxi, era momento de volver a casa de su hermana.

Con esto me despido de todo mi pasado, apartir de este momento toda mi energía estará en proteger a mi granito de arroz, ya no puedo seguir lamentandome por lo perdido, miraré hacia delante, esperemos que mi futuro no sea doloroso.

—¿Resfriado?—Preguntó la señora de unos 58 años.

—Algo así.

—El clima estos días ha estado muy frío, hizo qué estamos en otoño.

Para mi todos los días son invierno, estoy sumergido en un lago de dónde no puedo salir, por más que intente salir a la fuerza me arrastra más al fondo.

—Si.

—Debe de cuidarse bien, por el bien de usted y ese bebé en su vientre.

—¡Eh!—Klaus se sorprendió.

¿Como es qué se dio cuenta? Si ella se dio cuenta entonces tarde o temprano Yael también lo hará. No quiero.

Klaus se asustó, lo menos que quieres es que Yael se enteré o su ex suegros. Esos señores se lo querrá quitar, ahora que tienen un respaldo como la familia North, se lo arrebataran muy rápido.

—¿Cómo se dió cuenta?—Apreta sus puños.

—Por su olor, aunque es leve puedo olerla bien, es un olor a ciruelas recién maduras.

¿Olor? Yo no huelo nada, ¿Tal vez confundió mi loción por el de la ciruela?

—No huelo nada.

—Es beta por lo que no podrá oler la fragancia que desprende por eso debe de tener cuidado, para los alfas esa fragancia será dulce.

Viviré con uno pero al parecer el no a asentido nada, por lo que tal vez está señora está equivocada.

—Lo tendré en cuenta.

Sigo creyendo que se equivocó, no había escuchado que los betas desprendan olor cuando están embarazo.

La señora se estacionó enfrente de la casa de Tamara, klaus pago la cuota, salió del taxi.

Me daré una ducha para luego dormir un buen rato, tengo que empacar todo, mañana conoceré mi nuevo hogar.

—Estoy de vuelta—Cerro la puerta.

¿No hay nadie? No me dijeron que saldrían, bueno, ellos se merecen estar a solas. ¿Eh..una nota?

"Salimos por unas cosas, volveremos pronto. Deje un rico helado de chocolate en el refrigerador, si te sientes triste comer un poco.

Siempre pensado en mi, pero primero subiré a bañarme después bajarte por el.

Klaus entrado a su habitación, estaba por desvestir cuando su mirada se fue al libro que prometió firmar.

Firmaré esto antes de ir a bañarme, lo dejaré aquí para que Tamara se lo entregué, le enviaré un mensaje para que lo venga a recoger un día después de que me vaya de aquí.

No quiero que Izan, se entere de mi embarazo tampoco quiero que se enteré a dónde iré. Estoy seguro que no le dirá nada a Yael pero no puedo confiar en mí juicio.

Klaus escribió un corto mensaje, lo envío. Dejo su celular en el escritorio, se fue directo al baño.

                                                       {****}

—¿Por qué no me hablaste de que vendrías?

—Ya no soy un niño, nuestros padres sabían que vendría a la ciudad—Juega con la pajilla de su bebida.

—¡Ellos no comentaron nada!

—Porque yo se los sugerí.

—¡¿Por qué?!

—Queria sorpréndete a ti y mi cuñado...quiero decir mi ex cuñado—Miro a Jobim—Solo no esperaba esta noticia.

¿Por qué siento que este tal Jobim no es buena persona? En la manera que me mira es dulce pero puedo ver que esconde desagrado en eso ojos.

—Sobre eso te lo explicaré—Yael está nervioso, su hermanito es su adoración, no quiere que el también lo vea con odió.

—No es necesario—Sonrio—En verdad ambos son unos desgraciados...Más tu Yael, no te bastó engañarlo si no qué le siguientes mintiendo, ¿Dónde demonios quedó el hermano que conocía?

¿Sigo sin entender el como fue que estos dos tuvieron relaciones sexuales? Mi padres dijo que fue en el despacho de abogados donde trabaja Yael, ¿No había nadie que le dirá un supresor a Yael para que despejará su menté un poco?

Jobim está conteniendo su enojo, quiere jalar del cabello a su cuñado.

—Eso es muy duró de su parte, cuñado—Puso su cara más lamentable—No queríamos nada de esto, solos destinados...

—Dejen de poner al destino como una maldita excusa para evadir su responsabilidad, culpabilidad, pudieron ponerse un supresor y hablar cuando ya estuvieran en sus cinco sentidos. ¡Pero no, siguieron revolcándose después de eso!

—No es ninguna excusa—Mordió su labio para verse más lamentable.

—Izan, deja de ser tan duro con nosotros—Entrelazo su mano con la de Jobim.

—¿Esos diez años solo fueron insípidos para ti? ¿Jugaste a la casita? ¿Eran mentiras aquellos votos que recitaste mientras veías a los ojos a mi cuñado? ¡¿Eran mentiras?!—Izan explotó.

—¡Nada de eso era mentira! Todo era cierto, yo lo am...Ya deja de hablar sobre el pasado—No termino de decir lo que quería decir porque tenía miedo de lastimar más a su prometido.

—Lo lamentó si—Sollozo—Si pudiera regresar el tiempo atrás no hubiese visitado a mi padre en el bufete de abogados.

—Jobim amor, no digas eso—Lo consoló—Sin importa donde estuvieras estoy seguro que nos volveríamos a reunir.

Maldito imbécil no vez que te está engañado, esas solo son lágrimas de cocodrilos, desde aquí puedo ver su falsedad.

—Izan...

—Espera.

Mi celular vibró en mi bolsillo, deseguro es Lar. Le dije que solo estaría aquí unos minutos y ya pasó casi una medía hora.

Hola, puedes venir por el libro pasado mañana, en la mañana.

¡Es klaus! Después de este momento desagradable con mi hermano y este tipo hipócrita, está es una excelente noticia.

Izan, sonría muy alegremente. Esta a un dia de tener el autógrafo de su escritor favorito.

—Hablamos después, tengo que irme.

—Izan, ¿No te quedarás con nuestros padres?—Yael apretó sus dientes.

—No, ahora mismo tengo en mucho que pensar, todo lo que conocía se esfumó, sabes bien cuánto cariño le tengo a klaus, no puedo ponerme de tu parte cuando tú fuistes el que destrozó todo.

Izan salió del restaurante sin mirar atrás, no podía seguir hablando con dos personas que no comprenden que sin importar qué el destino jugo una parte, ellos también se dejaron llevar por esa carnada que el destino les lanzó.

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