Especial 10k!!
Queridos lectores de NQV,
Sé que puedo resultar muy pesada con esto, pero es mi forma de daros las gracias por el apoyo que recibo cada día de vosotros. Si no fuera por esas personitas que leen, comentan o votan esta historia no sé si hubiera llegado hasta este punto en la historia. Tengo demasiadas obligaciones que cumplir en mi vida fuera de Wattpad y quizás si no supiera que hay gente ahí fuera a la que le importa esta novela seguramente buscaría cualquier excusa para dejar de escribirla y dejarla en stand-by.
Puede que por esta misma razón lo que os vaya a decir ahora os resulte incongruente, pero os aseguro que me veo entre la espada y la pared y que necesito solucionar ciertas cosas en mi vida estudiantil antes de poder publicar el próximo capi. Aprovecho ahora a los que vayáis a leer este especial que probablemente hasta mediados de Abril o así no habrá nuevo capítulo. No por falta de inspiración ni de ganas, solo por un acúmulo de tareas pendientes que pueden acabar con mi salud tanto corporal como psíquica.
De todas formas, os dejo aquí este especial con la esperanza de que os guste. Me ha salido muy extenso pero espero que lo disfrutéis igualmente.
Gracias mil por seguir ahí, por vuestra dedicación y comprensión. ^^
Un abrazo.
ESPECIAL 10K...CON LÁZARO. (¡¡AVISO IMPORTANTE!!: PUEDE CONTENER SPOILERS DE LOS CAPÍTULOS ANTERIORES. Para una mayor comprensión de las respuestas y preguntas se recomienda haber leído hasta el capítulo 24).
El cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros.
Henri-Frédéric Amiel
El cielo nocturno de la capital se encontraba totalmente despejado, con una enorme luna de color anaranjado presidiendo la noche. Las luces de la metrópolis quedaban perdidas en la lejanía del paisaje y su bullicio había sido totalmente relegado al leve ruido del quehacer de unos pocos camareros de apariencia impoluta, casi robótica. Lázaro miraba relajado a través de uno de los ventanales con los que contaba el amplio salón. Todo estaba listo y ya solo faltaba lo más importante: sus invitados. Había contratado un servicio de catering para poder ejercer de anfitrión como era debido y no había tenido ningún tipo de problema con los camareros que le habían mandado. En apenas unas pocas horas habían dejado toda la planta baja de su casa perfectamente organizada en varios ambientes. El recibidor de la vivienda había sido completamente acondicionado para acoger con comodidad al número esperado de asistentes sin hacerle perder en ningún momento aquel aire modernista y sofisticado que lo caracterizaba. Sin duda, los visitantes quedarían sobrecogidos desde el primer instante en el que pusieran un pie en su casa.
A continuación, habían dispuesto varias mesitas en la zona de transición entre la entrada y el salón para que cuando llegaran sus invitados pudieran escoger bebida e incluso algún que otro aperitivo de unas suculentas bandejas que podían comerse solo con la mirada. Pero lo importante se lo había reservado para más adelante. Habían despejado gran parte del salón y allí habían acomodado varias hileras de asientos. En la primera de ellas habían colocado varios carteles de reservado para sus invitados con pase especial, esos que al principio de la velada tendrían la oportunidad de entrevistarle.
Lázaro se metió las manos en los bolsillos de su pantalón y fingió andar despreocupado por el salón hacia el sillón que se encontraba enfrente de una audiencia ficticia en aquel momento. Detrás de su asiento se distinguían las siluetas de unas potentes llamaradas azuladas que llegaban a alcanzar más de la mitad de la altura de la pared. No era una chimenea al uso pero tampoco se trataba solo de un efecto visual sino que también proporcionaba algo de calor a la amplia sala.
El joven se sentó en el asiento y perdió la vista en esas sillas acolchadas que habían invadido gran parte de su salón.
Se olvidó durante unos instantes de la noción del tiempo y fue uno de los camareros el que le avisó de que empezaban a llegar sus invitados. Él solo se limitó a asentir con una leve sonrisa. Al poco tiempo se levantó de su sitio y se dirigió hacia la entrada para recibirles. Al fin y al cabo allí se encontraban más de uno con los que se sentía tremendamente agradecido. Lo menos que podía hacer era saludarles e invitarles a entrar personalmente a su casa.
Sus reacciones al verle fueron de lo más variadas: unos se atrevieron a dirigirse a él de la forma más natural posible, otros, en cambio, no pudieron evitar dirigirle algunas miradas con recelo.
Lo que sí fue común en cada uno de ellos fue su reacción ante el recibimiento tan cuidado que les había preparado. Los camareros se iban moviendo entre los asistentes con las bandejas de bebidas que no tardaron en desaparecer así como los canapés y demás entrantes de las mesas.
-Oye, ¿esto no estará envenenado o algo así, verdad? -se preguntó en voz alta Daphne tras haberle pegado un mordisco a uno de los aperitivos-. Mira que si lo que en realidad quiere es conseguir más cuerpos para añadirle nuevas almas...
-¿Pero cómo puedes dudar de él? -se le encaró Isa, que había escuchado su comentario.
-¿Perdona? ¿Me puedes decir qué motivos tenemos a fecha de hoy para fiarnos de él? -le recordó Salem con ironía mientras miraba de reojo uno de los apetitosos canapés.
-Porque se nota a legua que de verdad tiene un corazoncito ahí escondido. Solo basta con mirar cómo ama a Vera -le defendió Mara tomando un trago de una de las copas de cristal que circulaban ya por la sala.
-Ja, como si eso no fuera más que otra de sus mentiras. Seguro que va a hacer sufrir a nuestra querida Vera -se enfureció Diana, olvidando que ella también había comido de los entrantes sin el menor reparo antes de oír las palabras de su compañera.
-Venga, chicas, no os peleéis -les interrumpió Jameson resoplando con resignación-. Si estamos hoy precisamente aquí es para aclarar ciertas cosas así que no perdamos el tiempo en más especulaciones.
Lázaro era completamente ajeno a aquella conversación pero sí que había notado desconfianza en algunos de los presentes. Sin embargo eso no le afectó lo más mínimo. Actuó de la forma más cercana y natural posible sabiendo que al final de la velada podría haber cambiado la percepción que tenían de él.
Poco a poco los asistentes comenzaron a dirigirse hacia el salón y fueron sentándose en sus respectivos asientos.
El joven aprovechó que pasaba uno de los camareros a su lado para cogerle una copa de vino de la bandeja. Con tranquilidad se acercó a su posición y solo tuvo que esperar unos pocos segundos hasta que se formara un completo y expectante silencio:
-Bueno, bienvenidos todos a este mi recién adquirido hogar -comenzó diciendo con una amplia sonrisa-. Espero que disfrutéis de esta velada y que todo sea de vuestro agrado. Estoy encantado de teneros hoy aquí y es un auténtico placer poder compartir esta noche tan especial con vosotros.
Parecía que poco a poco sus invitados iban cayendo poco a poco bajo el encantamiento de su voz suave y melosa. Algunos incluso habían instintivamente dibujado una sonrisa en sus rostros. Sin duda a aquel joven se le daba de perlas tratar con la gente.
-Según me ha comentado Pau, no tengo que dar ningún discurso ni nada por el estilo. Solo responder a las preguntas que algunos de vosotros ya habéis preparado. ¿No es así?
La mayoría de los que se sentaban en la primera fila asintieron con emoción deseando ya que les llegara el turno.
-Pues no se hable más, ¿quién quiere comenzar?
Varias manos se levantaron ansiosas.
-Me dais mucho miedo -bromeó el muchacho tomando un pequeño sorbo de la copa que tenía entre manos-. Ahora es cuando uno desearía no haber accedido a la petición de Pau. Pero bueno, ya es tarde para lamentarse. Vayamos por orden de asientos ¿os parece? Creo que dos preguntas por persona estará bien. Aunque si solo tenéis una mucho mejor.
Mara se pegó un pequeño sobresalto al ver que los ojos de Lázaro estaban puestos en su persona.
-Eres Mara, ¿no? -se quiso asegurar el joven después de sacar de un bolsillo el pequeño papelito en el que Pau le había pasado el nombre de los participantes.
La chica no se esperaba aquello y solo atinó a asentir con la cabeza.
-¿Quieres hacer los honores de empezar? Al fin y al cabo fuiste la primera que le comunicaste a Pau tus preguntas -le explicó él.
-Vale -consiguió responder ella tratando salir de aquel imprevisto con la mayor naturalidad posible-. Es todo un honor dar comienzo a esta entrevista. Mi primera pregunta es: ¿por qué no te da reparo alguno dejar tu huella en forma de inicial en las tumbas? ¿Es que quieres dejar claro que es obra tuya?
Lázaro bajo la vista al suelo soltando una pequeña risita.
-Vaya...Empezamos con fuerza. Sin rodeos y directos al grano. Esto va a ser más complicado de lo que pensaba -se sorprendió el muchacho-. Está bien...No voy a ser yo el que ahora se vaya por las ramas. Lo cierto es que sí, es mi sello de identidad, nunca mejor dicho. ¿Por qué me tendría que dar reparo? Solamente hago mi trabajo y dejo una prueba de ello.
-¿Tienes malas intenciones con las almas? -le preguntó Mara sin opinar sobre su anterior respuesta.
-No te equivoques, Mara. Yo solo me limito a ofrecerles la oportunidad de disfrutar de una nueva vida. ¿Qué hay de malo en eso? Mírame a mí, hace dos años estaba empotrado en una cama sin poder comunicarme con nadie y ahora se me ha abierto la posibilidad de empezar de nuevo. A día de hoy no me arrepiento de haber tomado esa decisión.
Se creó un incómodo silencio entre los asistentes que rápidamente trató de solucionar Lázaro como buen anfitrión:
-Todo es cuestión de perspectiva -bromeó intentando suavizar el ambiente-. ¿Siguiente?-preguntó mirando de nuevo el papel-. Musa, tu turno.
-Yo solo tengo una pregunta y tiene que ver con tu relación con Vera -nada más mencionar su nombre Lázaro le dirigió una mirada divertida. Ya había intuido que muchos de los presentes sacarían aquel tema y simplemente por ese motivo le resultó gracioso-. ¿Qué pensaste la primera vez que la viste? Y no me refiero exactamente a su físico sino a la impresión que te causó.
-Bueno parecerá una pregunta fácil de responder pero no lo es absoluto. Más partiendo del hecho de que la primera vez que la vi me debatía entre la vida y la muerte en un cuerpo que no era el mío. Fue extraño, la verdad. Aunque mis momentos de inconsciencia fueron mayores que los de lucidez, recuerdo que cuando conseguía abrir los ojos la veía a mi lado, seria y concentrada, aunque también algo nerviosa por tratarse de su primera misión dentro de una Unidad de Emergencias. No recuerdo lo que pensé en ese momento, sinceramente. Más que un pensamiento, su presencia junto a mí fue capaz de hacerme revivir de nuevo.
Cuando acabó de pronunciar aquellas palabras y dirigió la vista de nuevo hacia sus invitados, Lázaro descubrió que habían comenzado a mirarle ya con otros ojos.
-Espero haberte respondido a tu pregunta -le dijo a Musa, la cual solo fue capaz de afirmar con la cabeza-. Veamos...Ahora le toca a Lirela según lo que pone aquí.
Lázaro levantó la vista del papel y vio que la chica ya estaba preparada para disparar sus preguntas:
-¿Has pensado alguna vez en las consecuencias que podrían tener tus mentiras en tu relación con Vera?
-Cómo os gusta tocar la fibra sensible -se quejó Lázaro pretendiendo sonar relajado aunque aquella indirecta no le gustaba lo más mínimo-. Claro que he pensado en las consecuencias y supongo que no me quedará otra que aceptar la decisión que ella tome si algún día llega a enterarse. Soy consciente de que las mentiras no llevan a nada bueno, pero permíteme que te diga que tampoco tengo la opción de contárselo. No es muy normal andar diciendo: "Oye, amor, resulta que en realidad soy un recluta de almas que les abre el camino de vuelta a la vida. Pero no te preocupes, que es un trabajo como cualquier otro". Seguro que me ponía bajo tratamiento psiquiátrico. Así que tampoco está en mis planes confesarle la verdad.
-Mi segunda pregunta era si te sentías culpable por la muerte de Óscar -continuó Lirela sin perder un segundo antes de que alguien pudiera quitarle el turno.
-No tengo nada de lo que arrepentirme -le confesó Lázaro dándole un pequeño trago a su copa-. En primer lugar yo no lo maté y segundo, yo tampoco lo conduje hasta allí. Fue el destino el que le acabó poniendo en mi camino. Solo me afectó que fuera precisamente él el que tuviera que estar en ese lugar y a esa hora, en aquel preciso día. No se merecía haber acabado así.
-Pero... ¿y si...? -empezó a preguntarle de nuevo Lirela.
-Dos preguntas, no más, Lirela -le interrumpió él con una sonrisa-. Aún faltan más de la mitad por intervenir. El siguiente es Riccardi.
-Yo quisiera saber cómo te describirías a ti mismo -le contestó el muchacho.
-Uff...pues nunca me lo he llegado a plantear...Digamos que soy extremadamente perseverante, no me rindo con facilidad. Me considero una persona bastante segura y perfeccionista. También por norma general me gusta socializar con la gente aunque también soy amante de mi privacidad, eso sí que es algo sagrado para mí.
-Y por otro lado me gustaría que dijeras qué opinas sobre Gabriel.
-No sé por qué, pero también esperaba esta pregunta -rió Lázaro-. No tengo nada en contra de Gabriel. De hecho me parece un tipo con el que tengo muchas cosas en común, aunque él se esfuerce por negarlo. Creo que ambos haríamos un buen equipo. Su sentido del deber es realmente considerable. Pero, ¿quién sabe? Quizás se de cuenta de que su bando lleva todas las de perder y decida anteponer su propia vida a la misión que le fue otorgada.
Se formó un pequeño revuelo ante aquellas palabras que el joven ignoró por completo:
-Veamos...Ahora...
-Me toca a mí ahora. Soy Diana -le interrumpió una muchacha que transmitía emoción por los cuatros costados.
-¿Diana dices? -repitió Lázaro mirando la lista-. Humm...Aquí no aparece ninguna Diana.
-¡¿Quéééé?! -se sobresaltó ella-. No puede ser...Si yo se lo dije a...
-Que sí, que sí, que solo era una broma -la tranquilizó él entre risas-. Era para relajar un poco el ambiente.
-Madre mía, qué susto...-respiró aliviada Diana-. En fin...yo tengo la hipótesis de que eres un ángel pero no nos lo vas a desvelar hasta el final. ¿Estoy en lo cierto?
Lázaro emitió una carcajada:
-Y si dices que no lo voy a desvelar hasta el final, ¿por qué debería responderte a eso entonces? -la retó.
-Pues por confirmármelo, ¿por qué va a ser?
-Entonces dejaría de ser una hipótesis -le recordó él con una sonrisa divertida.
Diana bufó enfadada. Sacó una pequeña notita y buscó otra pregunta que hacerle:
-Bueno, a ver si a esta me respondes mejor... ¿Antes eras diferente a como eres ahora?
-Es que me lo pones muy fácil, Diana. Por supuesto que antes era diferente. Tú también hace una semana eras diferente a tu "yo" actual. Se han creado nuevas conexiones neuronales, tus células han cambiado, se han formado unas y han muerto otras. Han aparecido mutaciones en tus genes y eso ya te ha modificado -le explicó con falsa seriedad-. Así que sí. Soy diferente a como era anteriormente.
-No me refería a eso y lo sabes -se quejó la chica arrastrando sus palabras con disgusto.
-Técnicamente esa es la mejor respuesta que te podía dar, si no pregúntaselo a Vera que ella del cuerpo humano entiende más que yo. Pero bueno, desde el punto de vista psicológico creo que me he mantenido un poco igual. De pequeño siempre fui bastante extrovertido y era algo que siempre quise recuperar cuando me encontrara en un nuevo cuerpo. Aunque sí es cierto que soy más precavido que antes. Las circunstancias me han obligado a pensar mejor las cosas antes de lanzarme a hacerlas. ¿Te sientes ahora respondida?
-Sí, pero... -Diana se resistía a ceder su turno.
-Lo siento, pero tu tiempo ya pasó-la cortó el joven-. Si no me equivoco, ahora le toca a Salem.
-Sí -respondió la afectada con ímpetu-. Yo querría saber cuál es la cualidad que más valoras de Vera.
-Espero que no sea para tirarme los tejos -bromeó Lázaro guiñándole un ojo.
La chica sacudió la cabeza rápidamente para que no hubiera malentendidos aunque le fue imposible controlar su sonrojo.
-Creo que esto sonará a algo típico, pero no podría quedarme con una sola cualidad de ella. Me gusta su transparencia, su capacidad para empatizar con la gente, su terquedad y su fortaleza que le impide desistir al menor contratiempo. Por mencionar solo algunas de ellas y no resultar demasiado empalagoso.
-Y también me gustaría que me dijeras con qué dos identidades te sientes más a gusto: con la de Lázaro o la de Leo -habló de nuevo Salem sosteniendo su mirada con el mayor aplomo posible.
-Es difícil. De verdad que me ponéis en unos aprietos... -se quejó el muchacho-. Sin la identidad de Lázaro no podía haber creado mi "yo" como Leo por lo que tampoco puedo rechazar rotundamente la primera. Pero está claro que nada me gustaría más que llevar una vida lo más normal posible, como la de Leo.
Lázaro volvió a beber antes de mirar de nuevo la lista:
-Vale, turno ahora para Dylan.
-¿Te gusta lo que haces? -la chica fue directa a lo importante.
-A ver...no es el empleo de mis sueños, la verdad, pero en cierta forma me alegra saber que la gente puede volver a retomar el mundo de los vivos gracias a mi trabajo.
-¿A qué te dedicas exactamente?
-Pues tampoco tiene nada del otro mundo...voy recorriendo cementerios presentando a las almas mi propuesta y guío a las que aceptan hacia sus nuevos cuerpos. Más o menos se puede resumir todo a eso -le respondió el joven con la mayor naturalidad-. Bien chicos, ya solo nos quedan nuestras últimas cuatro invitadas. Te toca, Alice.
-¿Por qué aceptaste ese trabajo? -le interrogó la muchacha siguiendo con el mismo tema de conversación.
-Por fin una pregunta fácil. Gracias, Alice -resopló aliviado-. Porque sencillamente me permitía tener acceso a una vida que, por cuestiones del destino, se me había negado. Y fin. ¿No es ese un motivo de suficiente peso?
-Y en tu nueva vida, ¿qué es lo que temes? -continuó preguntándole Alice.
-A despertar algún día y descubrir que todo esto solo ha sido un sueño y que sigo en el mismo lugar donde pasé más de quince años -la voz de Lázaro perdió durante unos instantes su vitalidad y se volvió más sombría.
De nuevo se creó un incómodo silencio en el que nadie supo muy bien qué decir. Lázaro volvió a sonreír, aunque esta vez se le notaba más forzado:
-A ver...turno de Charlie ahora -anunció cambiando de tema.
-¿Si tuvieras la oportunidad de cambiar de bando y dejar a tu superior lo harías? -le propuso Charlie nada más ver que contaba con su atención.
-Si tuviera la oportunidad de abandonar el planeta e irme a otro para poder empezar una vida con Vera, ajena a cualquier relación con almas, jefes y trabajitos oscuros diría que sí de inmediato. El problema es que el otro bando que me presentas como opción tiene los mismos problemas que este: almas, jefes y trabajitos oscuros -se sinceró recuperando su ironía de nuevo.
-Has mencionado a Vera como si se diera por sentado que ella siempre estará a tu lado. ¿No te preocupas por lo cómoda que se siente en compañía de Gabriel? -le dejó caer con sutileza.
-Definitivamente esta Vera parece que tiene un imán por los tipos con identidades ocultas, eso es cierto -dijo él entre risas-. Pero no me preocupo por Gabriel, la verdad. Creo que cualquier persona que le suponga una distracción para realizar su trabajo, él procurará apartarla. Ahora solo utiliza a Vera para acercarse más a mí pero en cuanto tenga otras vías para seguirme la dejará al margen. Además, teniendo en cuenta que ya me encuentro en Madrid, podré retomar mi relación normal con Vera. Sin distancias de por medio.
Tomó de nuevo otro trago antes de proseguir con las dos últimas entrevistadoras:
-Daphne, te toca.
Isa se quedó de piedra al ver que había saltado su turno. Estuvo a punto de levantarse para hacerse notar pero Lázaro le dirigió una mirada de complicidad que le dio a entender que lo había hecho a propósito.
-Bueno, Lázaro querido, yo me preguntaba sobre la reacción que tendría Vera cuando se enterase de tu verdadera identidad. ¿Se enfadaría, te comprendería, te apoyaría o te dejaría? -le preguntó sin reparos Daphne, dando por sentado que aquello sucedería tarde o temprano.
-Mira que os empeñáis en que ella sepa mi secreto...Pero bueno, en el hipotético caso de que eso ocurriera, creo sinceramente que se enfadaría. Algo comprensible por otra parte, a nadie nos gusta que la gente a la que queremos nos mienta y sobre todo teniendo en cuenta el tipo de mentira de la que estamos hablando. Así que seguro que la cosa no acabaría demasiado bien.
-¿Puedo hablar yo ya? -quiso saber Isa al ver que Daphne ya había concluido su turno de preguntas.
-¿Sabes que te he dejado para la última a caso hecho? -su voz sonaba divertida.
-¿Y eso por qué? -se interesó la chica sin comprender.
-Porque me ha dicho un pajarito que eres la fundadora del Team L. Así que decidí dejarte como broche final de las entrevistas, ¿qué te parece? -le dijo guiñándole un ojo con complicidad.
Isa notó cómo las mejillas le empezaron a arder sin reparo alguno hacia su dignidad y las palabras que tenía preparadas huyeron de su boca de imprevisto.
-Pues...¿Qué voy a decir? -atino a pronunciar al fin-. Que todo lo que haces me parece estupendo. Que te apoyo y que es todo un gusto poder tenerte tan cerquita. Si tienes algún problema con los del Team G no dudes en escribirme para que me encargue yo de ellos personalmente. Toma esta es mi tarjeta.
Isa no dudó en acercarse a él sacando una improvisada tarjeta de visita del bolso, ante las miradas incrédulas del resto de asistentes e incluso del propio Lázaro.
-Y ahora, en cuanto a las preguntas, me gustaría saber por qué le pusiste tanto interés a querer acercarte a Vera. ¿Existe algún tipo de interés escondido en vuestra relación ya sea por tu parte o por tu jefe?
-Que yo sepa aquí solo hay intereses personales metidos, nada que ver con el trabajo. Con nuestro primer contacto sentí que quería saber más sobre la chica que me había salvado la vida que recién había adquirido y no cesé hasta conocerla un poco más. Fue entonces cuando comencé a enamorarme de ella como nunca antes lo había hecho. ¿Contenta ahora?
-Vale, vale, te creeré -le contestó Isa-. Y ya lo último, ¿le tienes lealtad a tu jefe o le obedeces solo por conveniencia?
-Ambas respuestas -dijo Lázaro sin más-. No quiero resultar repetitivo, pero gracias a mi jefe puedo estar ahora con vosotros. Supongo que es condición del ser humano el no saber valorar lo que se tiene hasta que se pierde. Yo ya tuve que aprender esa difícil elección a muy temprana edad y no quiero cometer el mismo error.
El joven miró a su audiencia y tras emitir un breve suspiro dio por concluida la sesión de preguntas.
-Bueno, pues eso ha sido todo. Espero no haberos aburrido demasiado, si ha sido así, solo echarle la culpa a vuestros compañeros que han sido los que han hecho las preguntas -bromeó-. Pues lo dicho, muchas gracias por haber venido. Ojalá hayáis pasado una velada agradable.
A continuación se fue acercando a los entrevistadores y al resto de invitados para despedirse personalmente de cada uno de ellos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top