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No puedo ser tu omega" es una obra original de Gii79-- cualquier reproducción total o parcial de la obra sin el permiso explícito de la autora incurre en un delito.
Esta es una adaptación de dicha obra para el fandom de BNHA 100% autorizada por la autora.
El viaje a Gwangju era la excusa perfecta para escapar de la horrible realidad que los atormentaba en Seúl. Al salir de la ciudad hasta los niños habían recuperado la sonrisa en sus rostros, el ambiente en el auto del mayor era armonioso y el aire fresco del campo les devolvía la alegria y la calma que hace días no sentían.
–¿Estas seguro de que no seremos una molestia para tus padres?– preguntó el omega pecoso totalmente nervioso por la situación que se aproximaba ¿podrian sus nuevos suegros aceptarlo con sus hijos a pesar de ser de otro alfa?
–Les he hablado de ustedes y están emocionados de conocerlos.
–De... ¿Les hablaste de nosotros?
–Por supuesto que si mi nerd cocinero, eres mi pareja ¿no crees que ellos querrían saber cuándo formara una familia? Aunque no esperaba su consentimiento para hacerlo, lo haría de la misma manera si ellos no lo aprobaran.
Las mejillas moteadas de Izuku se sonrojaron, jamás después de salir de la manada llegó a pensar que tendría otra oportunidad para el amor, nunca imaginó que esto podría suceder de nuevo para él y sobretodo que esa persona amara tanto a sus hijos. Sonrió al saber que Dabi solo había sido un camino que debía tomar para conocer a Katsuki, que si las cosas no hubieran pasado de esa manera ellos no se hubieran conocido o tal vez no de esta forma, pero tenía a sus hijos, y un camino que no los incluyera a ellos no valía la pena de ser recorrido. De todas las cosas que pasó en su vida de lo único que no se arrepentía era de ser padre.
Tamaki miraba la carretera pasar y tanta naturaleza le recordaba los días junto a su padre en su antiguo hogar, todo era tan sencillo allí, cuando jugaban sobre la alfombra o las caminatas por el bosque y junto al río.
¿Qué había cambiado? ¿Por qué Izuku ya no quería a Touya?
No podía entender eso, sabía que su alfa tenia mal humor a veces pero podría solucionarse si su papi se ponía cariñoso, lo sabía, lo había visto cuando vivian en la manada ¿Era acaso porque estaba con el Sr. Bakugo ahora? Quizás era culpa de ese alfa que no podían volver a ser la familia que eran antes. Era tan feliz junto a su padre que se lamentaba por ese largo tiempo sin verlo, pero había escuchado hablar a Izuku con su tío Kiri y sabía que pronto pasaría las tardes junto a su papá, eso lo ponía contento aunque significara que Denki no hablara con él, eso lo entristecía ¡pero era su papá! No podía hacerlo a un lado, ni siquiera Izuku tenía derecho a alejarlo de él.
Denki por su parte seguía sin hablar con su mellizo el siempre había protegido a Tamaki de todo, incluso cuando su padre le gritaba a Izuku era Denki quien los cuidaba para que no lo viera hacerlo. Había una situación muy clara en su memoria, con solo cuatro años vio a Izuku llorando sobre un cojín en el sillón de su antigua casa, nunca había visto llorar a su papi y eso hacía que su pequeño lobo aullara con dolor dentro de él, de pronto supo por qué lloraba. Papá no había vuelto a casa aún y ya era muy tarde, hacía varios días pasaba lo mismo. Esa tarde iban a darle una sorpresa en su trabajo con las galletas recién horneadas, pero ¿Por qué su papá besaba a esa mujer en el ascensor? Izuku cubrió sus ojos, pero ya lo había visto. Esa mujer era fea, no se parecía a Izuku y su olor era espantoso, no dulce como el de su papi, sin embargo su alfa la abrazaba y besaba. Denki conoció por primera vez lo que era el dolor, lo sentía en el aura de Izuku, era azul y le daban ganas de llorar, pero no un llanto como cuando se raspaba las rodillas por trepar árboles con Tamaki, esas ganas de llorar eran como si hubiera comido una galleta sin masticar y se le hubiera atorado en la garganta y como si unas garras lo rasgaran por dentro del pecho.
El mayor de los cachorros supo que, como Izuku lo había hecho con ellos, él debía cuidar de sus hermanos, tal vez no podría taparle los ojos pero si los llevó a su cuarto y jugó con ellos mientras Touya le gritaba cosas feas a su papi. No podía perdonarle que hiciera eso, Izuku era el mejor papi del mundo. Con cuatro años ya había descubierto que la gente hacia cosas feas para dañar a otros que no se lo merecían, él no sería como Touya, él amaría y cuidaría de Izuku por siempre. Quizás si hubiera dejado que Maki viera el aura oscura de su padre cuando le gritaba al omega, el menor entendería algunas cosas, pero sufriría y por mucho tiempo él deseo ser lo suficientemente fuerte para no ver nunca más ese halo azul alrededor de Izuku. Por eso estaba muy feliz con Katsuki en su familia, la luz amarilla y rosa que desprendía Izuku cada vez que estaban juntos lo hacía feliz, le daba paz, era como cuando su pancita estaba llena por tomar leche tibia con muffins del tío Neito y ahora tomara una linda siesta, lo dejaba tranquilo, sabía que con su maestro al lado, no le hacía falta cuidar solo de toda su familia. Su lobito podía descansar un poco más.
Pronto la vegetación fue desapareciendo y en su lugar empezaron a vislumbrar algunas casas, pero aún así había mucho verde para jugar. Los niños empezaron a anticipar todas las travesuras que podían hacer ¿hace cuánto no corrían libres en sus formas animales? Ciertamente su cambio había sido un poco precoz pero igual no tenían mucho contacto con su naturaleza animal. El auto se detuvo en una casa amarilla con vivos rojos en las orillas de las ventanas, con un gran jardín, allí había un árbol enorme digno de ser trepado– pensó Tamaki– y unos grandes ventanales que la hacían ver muy iluminada. Izuku respiró profundo, era hora de conocer a sus suegros. Antes de bajar del auto con Katsuki, dió instrucciones a sus pequeños y revoltosos hijos.
–No griten, no corran por la casa, sean amables, no peleen... ¿Cuáles son las palabras mágicas?
–Por favor, permiso, provecho y gracias–respondieron al unísono como si se trataran de mini soldados.
–Bien, no rompan nada, no interrumpan mientras los mayores hablan, no....
–Deku, amor... tranquilo- sonrió Katsuki de lado ante la actitud maníaca de su pareja– solo sean ustedes mismos y diviértanse mocosos– les ordenó el alfa y les abrió la puerta del auto para que bajaran.
A penas pusieron un pie en el verde pasto recortado del jardín comenzaron a correr por los al rededores gritando "Libertad" como si acabaran de ser liberados de una prisión, el omega negó con la cabeza mientras Katsuki envolvía su cintura con sus brazos.
–¿No te parecen jodidamente hermosos?– le susurró al oído.
Izuku rió con ternura– Lo son– asintió y le dio un corto beso en los labios.
Sus manos de trenzaron firmemente. mientras caminaban por el sendero que conducía a la entrada. Katsuki cargaba a la niña en sus brazos, pero antes de llegar la puerta fue abierta por un hombre, bastante joven a su parecer y con las facciones endurecidas, el cuerpo del omega se puso rígido.
–¡¿Debería llamar a la policía por esta intromisión a mi propiedad?!– su voz era tan grave que hasta los niños quedaron quietos en sus lugares mirando al rudo hombre de pie frente a Izuku y Katsuki– porque la policía está aquí, ansiosa de llevarse a un par de cachorros para alimentar a los osos– dicho esto se colocó una gorra de policía y empezó a corretear a los cachorros mientras reía a todo pulmón, Denki y Tamaki se sorprendieron tanto que empezaron a correr de las manos del hombre que pronto los alcanzó y empezó a hacerles cosquillas mientras los menores se revolcaban de risa en la hierba fresca.
Izuku estaba mudo.
–Oh vaya, tan temprano y tan lleno de energías– la voz femenina sacó del trance a Izuku que observaba atónito la escena dirigiendose al rostro de la mujer que se encontraba de pie en la entrada, Katsuki reía, sabía desde el principio que su padre solo estaba jugando–¡Buen día querido! la mujer dió una palmada en la espalda con tanta fuerza que hizo toser al alfa seguido de esto le dió un besó con cariño, luego se dirigió a Izuku para apretar sus mejillas– ¡No me digas que esté es el lindo Izuku! Es demasiado tierno, definitivamente tienes mucha suerte alfa testarudo– chilló.
–Hola vieja, sí, él es Izuku... mi omega–le dijo mientras besaba su mano unida a la suya y henchía sus pecho lleno de orgullo.
–Buen día señora Bakugo, es un gusto conocerla– Izuku hizo una venia para después sonreírle por su ternura- Soy Midoriya Izuku, ella es Tsuyu y los mellizos son Tamaki y Denki.
–¡Por todos los dioses! Eres tan lindo– volvió a tomar de su mejilla apretándola con suavidad–soy Mitsuki, Bakugo Mitsuki, tu suegra y madre de este alfa guapo y mal encarado, pero no se queden allí, pasen– les dio lugar para que se adentrarán– les preparé algo especial para darles la bienvenida.
La mujer era tan linda y vivaz, Izuku dió una última mirada a sus hijos antes de entrar, reían como nunca antes mientras fingian golpear al padre de Katsuki como policías, algunos gruñidos salían de sus bocas, solo esperaba que no causaran problemas.
Las casa de los padres de Katsuki era una maravilla a los ojos de cualquiera, le recordaba mucho a su antigua casa, llena de pequeños objetos de decoración vintage todo en tonos pasteles y con miles de memorias en ella. La calidez a hogar se respiraba en cada espacio. Katsuki abrazó a Izuku con su mano libre y lo acercó a su cuerpo para susurrarle al oído cuanto lo amaba y lo feliz que estaba de que estuviera conociendo a sus padres.
–¡Ta-da!- Su suegra apareció de algún lugar cargando una tarta de limón perfectamente decorada– les preparé esto y algunas donas para los niños pero a esas aún no las terminé se acercó a la mesa y todos se sentaron en un juego de sillones tapizado con pequeñas flores rosas– Katsuki me dijo que tu esencia omega tenía algo de tarta de limón así que se me hizo buena idea hacer una.
–¡¿Que mierda?! ¡Vieja! No seas tan lengua suelta.
–Katsuki le dijo que mi esencia era...–Izuku se sonrojó por no poder terminar la frase.
–¡Oh, si! no te preocupes lindura hablamos de ti todo el tiempo por teléfono– la mujer era tan risueña– y ahora puedo comprobarlo, hueles muy bien... ahora entiendo porque mi hijo idiota se enamoró perdidamente de ti– dijo sirviendo té en unas tazas de porcelana.
–¿U- usted puede...?
–¿Qué si puedo olerte? Claro, soy una alfa lindura.
Izuku estuvo tan nervioso que no habia notado su esencia de alfa, pero era verdad, la mujer olía a nueces y frambuesas, tan dulce como su hijo.
–Pero no te enamores de mi ¿eh? Soy una alfa felizmente emparejada hace 29 años.
Todos rieron por esa actitud, poco a poco el omega empezaba a relajarse, Tsuyu tenía la cara embarrada con crema de limón y Mitsuki sonreía al verla.
Después del té Izuku se ofreció a lavar lo que habían utilizado en agradecimiento, aunque la mujer se opuso él lo haría de todas formas.
–Mocoso, ve a ayudar a tu padre a armar una hamaca en el árbol para que jueguen los niños– le ordenó con el único propósito de quedar a solas con Izuku. Katsuki obedeció a regañadientes después de un par de maldiciones y advertirle a su mamá no coquetear con su omega tomo a la niña con él, de paso saludaría a su padre Masaru que aún no entraba desde que llegaron, a veces ese hombre podía convertirse en un niño más.
–Siempre quise nietos– confesó mientras se acercaba a Izuku– y ahora estoy feliz de saber que tengo tres ¿habrán mas? A esta casa le falta vida– el omega casi se ahoga con su propia saliva.
–Yo... bueno... nosotros no...– tartamudeó
–¿Qué? ¡Pero eres un omega marcado! Y por lo visto muy fértil, debes apresurar los tramites, dulzura... ven conmigo– antes de que Izuku pudiera decir algo, la mujer lo estaba guiando escaleras arriba, a una habitación.
–¿A dónde vamos?
–Cállate, ya lo veras– susurró ¿Por qué susurraba?
–Wow– soltó Izuku, se pusieron de pie frente a una puerta blanca. Al abrirla se llevó la sorpresa de su vida, era un cuarto de niños, más precisamente de bebé. Todo decorado en un tono rojo claro con pequeños vivos en negro con delicadas guardas de ositos y algunas pequeñas granadas dibujadas aquí y allá. Había juguetes por todos los rincones, una cuna de madera en blanco y un mueble en combinación con todo.– pero, no entiendo ¿Qué es esto?– le preguntó directamente a la mujer que soltó un suspiro triste.
–Esperábamos a un bebé hace tiempo, pero nunca llegó y todo esto quedó intacto para algún futuro miembro de la familia.
¿Un bebé? ¿Katsuki iba a ser padre?
–Kyoka... mi niña, era su bebé.
¿Kyoka? Su amiga... jamás había imaginado que hubiera estado esperando un niño, bueno no era como si hablara mucho de su vida privada, es más, ahora que lo pensaba no conocía nada de su vida fuera de la cafetería.
–¿Puedo preguntar que paso?
–Sí, los muchachos tardaran un poco– entró a la pequeña habitación y cerró la puerta tras ella, miraba con nostalgia todas las cosas mientras acariciaba la cuna– hace años nuestra linda Kyoka estaba emparejada con un beta, el chico era muy lindo y respetuoso, poco tiempo después ella quedó embarazada, pero nadie se percató de ello hasta que cumplió cinco meses de gestación, no había tenido síntomas de embarazo. La noticia nos alegró a todos por igual, más a Katsuki que por esa época ya había empezado sus estudios para la docencia, él se encargó de preparar todo lo que ves aquí.
Izuku no salía de su sorpresa, sentía que la
historia no terminaba allí, pues Kyoka no tenia hijos, no que el supiera.
–Bien, hasta allí todos eramos felices con el pequeño que llegaría.
–¿Pero...?
–Pero no llegó, una tarde Katsuki llegó a casa y encontró a su hermana desmayada en la cocina, habia resbalado y perdía sangre. Se apresuró a tomarla para ir al hospital, pero antes de llegar un idiota los chocó por detrás.
–¡Oh dios!– Izuku cubrió su boca con dolor, se imagino a su compañera sufriendo su perdida y a su alfa culpándose.
–Katsuki se culpó a si mismo por la pérdida del bebé, pero luego supimos que antes del accidente ella ya lo había perdido, producto del fuerte golpe que se dio durante la caída pero el choque nos dejó otro daño más grave, ella no puede concebir, su utero sufrió una profunda herida y para poder embarazarse debe hacer un tratamiento muy costoso que no esta dispuesta a realizar, no después de que su pareja la abandonara.
Al parecer Dabi no era el único idiota. Izuku empatizó con la situación y se imaginó cómo sería perder a un hijo y el solo pensarlo le di una punzada en el pecho.
–Lo siento mucho, yo no conocía la historia.
–No te preocupes–sonrió volviendo a tener la
calidez de siempre– nuestra familia superó eso porque siempre estuvimos unidos. Kyoka nunca culpó a su hermano porque realmente no la tenía, ambos fueron víctimas de un maldito imprudente. Pero te cuento esto porque sé que conoces a mi hija.
–Lo hago, ella es una mujer fuerte– rió al recordar a la beta y su actitud de "mandaré al carajo al que se me cruce".
–Sí, muy irónicamente yo ya te conocía mucho antes de que conocieras a Katsuki, Kyoka siempre me contaba de ti y de tus hijos en la cafetería, cuando hablábamos por teléfono. Ella realmente los adora y la sorpresa fue que resultaste ser la pareja predestinada de mi hijo– rió con fuerza– el destino es sabio.
Izuku se sorprendió por la reciente confesión.
–Con todo esto, Izuku, quiero decir que esta familia necesitaba niños... y vamos a adorar a estos tres cachorros con todo el corazón y si por casualidad algún día decides que no es suficiente con tres, sabes que aquí tienes todo listo para los demás– una carcajada salió de su boca.
Izuku quiso llorar, pero contuvo y solo asintió con la cabeza. Estaba en casa.
De repente una serie de aullidos se escucharon afuera y los dos se asomaron a ver por la ventana. Tres pequeños lobos correteaban por el patio trasero que era igual o más verde que el jardín. ¡Eran sus hijos!
La mujer rió mientras el omega se disculpaba una y otra vez. Bajó corriendo las escaleras y salió hacia donde sus traviesos lobos correteaban.
–¿Qué sucedió?– le preguntó a Katsuki que reía con los brazos cruzados sobre su pecho contemplando la escena.
–El viejo los desafió– respondió sin poder contener la risa.
Su, ahora, suegro los alentaba gritando cosas como "¡¿A eso le llaman lobos?! Parecen una jauría de perros!" y soltaba carcajadas graves. Incluso Izuku rió por ello. Todo era tan cálido.
Pronto los niños estuvieron tan sucios y cansados que sólo bastó un baño y un pequeño almuerzo para que durmieran una larga siesta de tres horas. Incluso su tranquila Tsuyu había hecho de las suyas escarbando pozos por todo el terreno que Mitsuki dijo que usarían para plantar algunos árboles.
Los adultos ahora conversaban sobre la situación de Izuku y Touya, el omega se sentía algo vulnerable al tener que contar su historia pero sentir la mano de Katsuki darle fuerzas era todo lo que necesitaba.
El padre de Katsuki, Masaru Bakugo, tenía debilidad por los niños y estaba encantado con la pareja de su hijo y sus nuevos nietos. Deseó con todas sus fuerzas poder ayudarlos a realizarse completamente y sacarse el problema de Touya de encima. Por ello, luego de algunas llamadas les recomendó un abogado, era hijo de su amigo, actualmente se encontraba trabajando en Seúl en casos similares a ese. No tenía mucho tiempo de haberse recibido pero era tan inteligente que hasta ahora no había caso que no hubiese ganado. Katsuki tomó la tarjeta y después de leerla se la extendio a su compañero, ya le habían comentado la situación de Izuku y estaba muy interesado en ella y prácticamente se ofreció a llevarlo de manera gratuita.
Izuku leyó la tarjeta dorada y un brillo de esperanza surgió en sus ojos nuevamente.
Shinso Hitoshi
-Abogado-
Juicios Civiles y familiares
Despacho jurídico "AU"
Esto se pone bueno cachorritos, no saben. Shinso tendrá una personalidad un poco más suelta y menos uraña, les va a gustar yo lo sé.
Voten y comenten cachorros, los leo. 😘😘😘
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