Capítulo 3: La propuesta de trabajo

En cuanto Justin dejo mi habitación me quite mis botas, mi uniforme y me puse el pijama. Al terminar me tiré en la cama mientras que buscaba el contacto de Zendaya. Segundos después apareció la cara de cansada de Zendaya en mi pantalla.

— Hola, Kat —dijo Daya con alegría.

— Hola, Daya.

— ¿Qué tal? ¿Qué te cuentas hoy?

Daya y yo teníamos la buena costumbre de hacer videollamadas para no perder el contacto, casi todas eran diarias. Estuvimos hablando sobre cómo nos había ido el día. Me salté toda la escena de Claudio ya que si le contaba lo que había sucedido enloquecería y no pararía de preocuparse.

— Por cierto, ¿Has visto que este viernes se estrena ya Civil War? Just y tú debéis de estar súper emocionados.

— ¡Sí! De hecho, te íbamos a proponer acompañarnos este viernes.

— De acuerdo, la verdad es que me encantaría. Además tengo que darte una noticia bastante importante...

— ¿Q-qué te vas a casar o algo? —dije en tono de burla para molestarla.

— ¿Q-qué? No, Kat, por favor —dijo Z sonrojada.

— Vale. ¿Estás embarazada? —dije continuado con la broma.

— Madre mía. Katherine Black eres la persona más teatrera que conozco —dijo rodando los ojos.

— Gracias. Eso es un halago, teniendo en cuenta que trabajas con grandes actores —dije con un tono de voz totalmente agradecido. Ella rió.

— También eres la más idiota.

— Mmmm. Creo que no. Teniendo en cuenta que conoces a mi hermano.

— "¡Te he oído!" —gritó J desde el salón en español.

— "Te quierooooo."

— ¿Justin estaba escuchando? —oí decir a Z desde mi móvil. Como hablábamos en español, Z no se estaba enterando de nada.

— N-no. Solo me estaba diciendo que me diera prisa quiere ver una película conmigo.

— A-aam. Bueno antes de cortar tengo que hacerte una pregunta —se notaba que estaba nerviosa. — ¿Has pensado en mi oferta de "trabajo"? —esa pregunta me pilló desprevenida.

— Mmm... La verdad es que sí.

— ¡¿Sí?! B-bueno, entonces...

— Daya. Sé qué haces esto solo para que pasemos más tiempo juntas y lo aprecio. Pero no me veo capaz de ser tu asistente, no creo estar a la altura.

— Kat lo único que tendrías que hacer es estar a mi lado y apoyarme cuando peor lo esté pasando en el trabajo.

— ¿Y qué hago con mi actual trabajo?

— ¿Tu horrible trabajo? Pues dejarlo, obvio.

— ¿Y cómo conseguiré dinero para pagar un alquiler en Los Ángeles?

— Kat. Al ser mi asistente te pago. Lo sabes, ¿No?

— ¡¿Qué?! Daya. Es demasiado. En serio.

— Mira, hacemos un trato. Te busco un piso para tu hermano y para ti aquí, en LA. Y mientras que buscas trabajo aquí pago todo lo que necesitéis.

— Mmm —lo que me proponía Z era muy tentador.

— Venga, ¿Qué dices?

— Sabes que tengo que hablarlo con Just, ¿Verdad?

— Sí, sí, sí, sí.

— Y que si se niega, voy a declinar tu oferta.

— Sí, está bien. El viernes cuando llegue ya me cuentas, ¿Ok?

— Vale.

— Adiós, me tengo que ir. Te quiero, te quiero, te quiero...

— Adiós. Y yo a ti.

En cuanto colgué cerré los ojos y me puse a pensar.

¿Estoy segura que quiero ir a LA?

*****

Cuando le comente a Just el plan de Z se emocionó muchísimo. 

Él siempre había querido salir de California para cambiar de aires. Llegó a pensar en irse a España a vivir. Pero pensó que era un cambio demasiado drástico ya que aunque solíamos ir en vacaciones las costumbres, horarios y lugares son muy diferentes. Además de que él no se siento en casa tanto como yo.

Justin ha llamado a sus superiores del trabajo esta mañana y, al parecer, hay una vacante en LA en la empresa en la que trabaja. 

Hoy voy a ir a dar mi carta de dimisión al café, aprovechando que voy a quedar con el chico misterioso de ojos verdiazules.

Cuando me levante a desayunar le comente a Justin mis planes de hoy por la mañana. Él me empezó a acribillar a preguntas sobre Harrison y yo le dije que era un chico que conocí ayer en el café. En verdad no le estaba mintiendo, solo omitía algunas partes de la historia.

Al terminar el desayuno fui a darme una ducha. Tras la ducha deje que se me secara el pelo al aire. Mientras busqué en mi armario algo que ponerme para la cafetería. Elegí el conjunto y me lo puse con unas botas del mismo color que mi falda.

Después empecé a preparar mi bolsa de baile ya que los jueves por la tarde tenía clases. El baile era otra de mis grandes aficiones junto con el teatro y el cine. Asistía a clases los martes y jueves por la tarde y los lunes por la mañana. Pero debido a mi próxima mudanza ya solo me quedaría esa clase por la tarde.

Cuando tuve el pelo más seco me lo cepille mientras me pasaba el secador para intentar colocar un poco mi melena. Por último, me dirigí a la puerta de mi apartamento.

Cuando llegue al café aún quedaban diez minutos para las 12. Por lo que aún me daba tiempo para dar mi carta de dimisión a Stuart. Justo acababa de caer en que iba a dimitir en mi trabajo y acto seguido iba a sentarme a tomar un café en él. Pues sí que soy imbécil.

Al contarle a Stuart sobre mi dimisión no se enfadó. De hecho, me dijo que fui una buena empleada y que siempre tendría un hueco para mí por si cambiaba de opinión. Realmente nunca había sido tan agradable conmigo. Pero para no tentar a la suerte decidí salir a la puerta para esperar a Harrison y poder pedirle ir a otro lugar a tomar algo.

*****

Narra Harrison

Me encontraba bastante nervioso. Había quedado con una chica a la que "salvé" ayer de un chico que la estaba acosando. En verdad nunca me había imaginado haciendo un acto heroico de ese estilo pero me sentí bastante bien con mi buena acción de la semana. 

Me intrigaba mucho esa chica y esos ojos verdes tan agradecidos no paraban de pasar por mi mente. 

Yo me encontraba de "vacaciones" en casa de un amigo de aquí de California y dentro de unas semanas volvería a LA a ayudar a Tom con las grabaciones de su nueva película. ¿Quién diría que mi mejor amigo acabaría siendo El Asombroso Hombre Araña? Jajaja, realmente estaba muy orgulloso de lo lejos que había llegado Tom.

Me encontraba caminando en dirección a la cafetería cuando levante la vista y vi a Katherine a unos cinco metros de mí. Era una chica guapa de mediana estatura, con pelo castaño hasta la mitad de su espalda y aunque no podía verlos recordé sus hermosos ojos verdes. 

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