CAPITULO 10: RAREZAS
Cuando mi madre ya se encontraba fuera de la habitación, lo percibí perfectamente gracias al estruendo que hizo al cerrar la puerta de golpe. Aquello me sorprendió, pues no sabía si lo había hecho por enojo o por... sorpresa. Quien sabe por qué razón: un presentimiento había nacido en mí; como si ya estuviese metida en muy serios problemas.
Una gota de sudor pasó de mi frente a mi pómulo derecho; se sentía frío, al igual que mis manos, que no respondían a pesar de intentar moverlas. Sentí algo en la nuca: algo levemente pesado y que me raspaba. No tenía claro qué era, pero hasta miedo me dio comprobarlo. Me quedé inmóvil como si de un fantasma se tratara. Pero entonces pensé: «No, los fantasmas no existen», pero yo seguía temblando como si en verdad me costara creerlo.
Tomé algo de valentía al creer: «¿Y si me alejo y me quedo cerca a la puerta?»
Lo hice. Seguí mi instinto de supervivencia como si una masacre fuese a darse. Me incorporé en la cama e instantáneamente me di la vuelta mientras retrocedía a gran velocidad hasta topar con esa puerta de vidrio; muy transparente y con ciertos toques negros en algunas partes. Pegué mi espalda lo más que pude mientras contenía la respiración.
En verdad quería dejar de sentir esa molestia en la nuca. Me estaba preocupando, y justo entonces, esa incomodidad se esfumó.
«¿Qué ha sido eso?», cavilé al no encontrar ninguna explicación para lo sucedido. «¿Habrá sido algo en la cama?»
Revisé únicamente en la distancia, pues mi temor todavía no se iba. A penas me acerqué siquiera un poco; casi nada. Impulsé mis talones para cerciorarme de estar viendo todo y no pasar nada por alto. Entonces supe que estaba enloqueciendo: no había nada que pudiese hacerme sentir tal molestia. Sólo estaba mi almohada y mis sábanas.
«Oh, vamos, debe haber una buena explicación para esto; yo no soy la loca aquí».
Mi atención se desvió en cuanto, a través de la puerta, escuché el sonido de unas hojas pasando una tras otra; entonces entendí que era mi madre leyendo el diario. Sentí un intenso frío en la espalda; ojalá hubiese sido el frío del vidrio en mi puerta, pero no. Era yo completamente sin poder controlar mis nervios.
Una voz ronca, grave y casi como de un monstruo en mi conciencia empezaba a gritarme: «¡Ten cuidado, estás en peligro!»
No sé cómo pasó, pero para cuando caí en cuenta de mis acciones, ya me encontraba pegada completamente al suelo: igual de frío que mis manos; sólo que más empolvado, aunque esa sensación no me molestaba, a diferencia de lo incómodo que era tratar de ver el exterior sólo por esa delgadísima línea que quedaba entre la parte inferior de la puerta y el suelo.
Trataba de entrecerrar los ojos, pero eso no me servía. No obstante, me mantuve muy apegada a ese pequeño hueco que me permitiría ser testigo de todo lo que pasara allí fuera: con mi madre.
Así la vi. Ella ya tenía abierto el diario y estaba ojeándolo de pié. Sin embargo, unos minutos después, tomó asiento en una esquina. «¿Por qué no lo lee en la sala?» , dudé, pero la voz ronca regresó: «¡Es más riesgo del que podrías soportar!»
-¿Actúa como una niña sentándose en una esquina? -musité mientras buscaba ignorar aquella voz ronca-, ¿por qué pone esa cara?, ¿qué le sorprende?
«¡Cuidado, Aluvi!, ¡no puedes perder más tiempo!, ¡que sea la última vez!»
-¿Por qué se detuvo en esa página?
«¡Sal ya mismo, Aluvi!, ¡ataca!, ¡deja que la sangre corra por los pasillos!»
No supe qué sentir, no supe qué pensar, no supe qué hacer. No comprendía esa mezcla de emociones que se había desatado en mi interior.
Mi madre proseguía pasando página tras página. «Dios, lo que daría por estar en esa cabeza»
Entonces, me percaté de que esa voz ronca se había marchado. Mis ojos se abrieron de más, al igual que mis manos. Una sospecha me aprisionó: «¡¿Fue el demente del jardín?!, ¡¿se atrevió a hablar incluso sabiendo que mi madre también vive aquí?!»
Para incrementar mi sorpresa, mis labios se separaron y dieron forma a un círculo que procuré ocultar con ambas manos: «¡¿El demente sabe algo de ese diario?!»
NOTA DE LA AUTORA:
Lo siento si los dejé sin banner. Pero como algunos ya sabrán: perdí acceso total a la laptop en la cual trabajaba dichos aspectos. He perdido éste y más tipo de documentos por ello, asi que espero me comprendan... y si entre ustedes queda un alma caritativa que pueda ayudarme con estos detalles, lo agradecería infinitamente; incluso si me recomiendan a alguien más que pueda hacerlo.
Es muy poco probable que pueda tratar de hacerlos yo misma en el celular; ya veremos.
Corrección: Sí pude, pero no fue fácil. Creo que por ésta razón me tardaré un poquitito más de tiempo en actualizar :'( ugh, hasta yo detesto decirlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top