CAPITULO 04: AMENAZAS
«¡¿Acaso piensa hacer la misma locura con cualquiera que se le cruce enfrente?!» , reflexioné y me quedé en el silencio de mi habitación. Todavía faltaban algunas horas para que llegara la noche, y por ello me ponía aun más nerviosa, puesto que no sabía bien cómo sacar a ese invasor del patio trasero. «Dicen que la solución a los problemas es revertirlos tal cual y como se dieron. Podría tratar de distraerlo y hacer que mi padre abriera la puerta que da a la calle para que finalmente subiera la escalera, y se quedara quieto en el techo. Pero si las cosas salieran mal... no me lo perdonaría en absoluto. Necesito un mejor plan.» , pensé mientras caminaba desesperada por todos los rincones de mi habitación. Keyla notaba mi desesperación, pero lo único que hacía era mover la cola pensando que jugaría un poco con ella. Sin embargo, al ver que no sería así, asomó la cabeza a la ventana, y enseguida llamó la atención del demente. Cuando vi que le estaba llamando para que fuera con él, cerré la ventana y volví a tomar a Keyla en mis brazos, aun así pude notar que el tipo continuaba comiéndose los restos de Thassel. En ese momento, quise contener mis lágrimas todavía, pues sabía que la cortina de mi ventana no protegerían en nada ante los daños que aquél tipo podría hacerle a Keyla y a mí. Por ello, salí corriendo hacia el frontis de la casa y encontré a mi padre, quien continuaba sembrando sus flores.
"Aluvi, ¿ya viste lo nerviosa que está tu cachorra?" , interrogó mi padre en cuanto vio a Keyla correteando y arrancando gran parte de las flores plantadas.
Traté de alcanzarla y calmarla, aunque me tomó unos cuantos minutos y caricias, pero cuando lo logré, le dije a mi padre: "Perdónala, se puso así por que... hay unos bichos en mi cuarto. Ya sabes, el atardecer y el fuerte sol trajeron muchos insectos cerca al jardín y la mayoría intenté matarlos, pero otros ingresaron a mi habitación y seguramente le picaron a Keyla."
"Ay, no es posible" , dijo mi padre al levantarse del suelo, y añadió con convicción: "Iré inmediatamente a rosear algún veneno para esos bichos."
Me dio un profundo miedo el recordar las palabras del tipo que amenazaba con comerse a cualquiera que se le apareciera, entonces dominada por ese temor, le grité a mi padre: "¡Tengo una mejor idea!" , y así pude evitar que mi padre diera un paso más al continuar: "¿No sería mejor cuidar de la naturaleza?, digo, quizás el veneno maltrate mucho a las flores y al resto de plantas. Creo que lo más conveniente sería ponerle rejas a mi ventana."
"¿Rejas a tu ventana, Aluvi?, ¿acaso no te gusta tu cortina?"
"No es eso, papá. El problema son los bichos y con la cortina no podré detenerlos, en cambio si pongo rejas gruesas a la ventana, podré evitar que se amontonen en mi habitación y de paso Keyla ya no podrá saltar por ahí para corretearlos, y yo me sentiré más segura."
Mi padre no se veía convencido ante mi mentira, en lugar de eso, se detuvo unos segundos mientras se tornaba pensativo y dudoso, me pareció como si sospechara que le ocultaba algo, y por eso preferí finalizar diciendo: "Si me ayudas con eso, yo podré ayudarte a cuidar mucho más del jardín, y además volveré a plantar las flores que Keyla arrancó mordisqueando, ¿te parece?, así no hay pierde para nadie."
"Hija, podría hacerlo, pero sabes que mis manos ya no pueden hacer mucho esfuerzo."
"Está bien, en todo caso lo haré más sencillo, ¿puedes darme dinero?, yo iré a comprar las rejas y me pondré a investigar en internet sobre cómo instalarlas."
"¿Estás segura de que sean rejas?, ¿no podríamos sólo reforzarlo con algunas tablas de madera?"
"Quisiera sentirme más segura, papá. La madera no siempre resiste y se apolilla con facilidad."
"De acuerdo, de acuerdo, pero quiero ese jardín bien cuidado, Aluvi. Nada puede cambiar lo hermoso que se ve."
"Entendido, no dejaré que pase."
Así lo planeé y así lo hice. Me tomó más trabajo del que pensaba, pero al menos en cuanto instalé las rejas, me pude sentir completamente a salvo. Cuando me di cuenta de la luz del alba, bostecé llena de cansancio por el esfuerzo y decidí abrazar a Keyla para que pudiésemos dormir juntas y acurrucadas en mi cama.
Lastimosamente, el tipo empezó a hacer todo tipo de sonidos desagradables como golpear toscamente la puerta de mi habitación o rasgarla como si de un gato se tratase. Aquellos golpes eran cada vez más y más fuertes, tanto que hasta me daba la sensación de que no le costaría nada ingresar. Pero eso no era todo, también golpeaba las rejas con tanta fuerza que el sonido retumbaba en toda la habitación, y yo tenía miedo de que mis padres lo escucharan. Incluso se oían sus alaridos, que me provocaban tanto temor, pues se escuchaban casi como si fuesen susurrados en mi oreja.
Para colmo, pude sentir perfectamente cómo algo me tocaba la espalda, y no de manera suave, al contrario, me tocaba de manera tan brusca y hasta sentía que era con mucho filo. Abrí los ojos de golpe y me di la vuelta, y fue así como noté que aquello era solamente la pata de Keyla, quien me estaba empujando con sus cuatro patas para que me levantara de una vez.
En ese momento, reconocí la hora en mi celular y noté que eran las 05:48 AM, la hora perfecta para alistarme para otro día de clases. Pero antes de todo, le musité con fuerza al tipo en el jardín: "¡Deja de hacer ruido amenos que quiera una reverenda paliza!"
"¡Tengo hambre, dame ese otro perro que tienes!"
Keyla no dejó de gruñir en cuanto escuchó las palabras del tipo, quien prosiguió: "¡Gruñe tan precioso como tu otro perro, seguramente debe estar igual de sabroso!"
"¡Una maldita palabra más y te haré puré a ti, maldito enfermo!"
"Si sabes que soy un enfermo, también debes saber que ese tipo de cosas me incentivan a hacer más daño antes que a calmarme, muchachita."
"¡Me importa un rábano, esta no es tu casa y nunca la será, asi que o te atienes a las reglas o te quedas fuera!"
"¿Crees que será así de sencillo?, tienes muy a tu lado a un demente sin corazón, ¿crees que voy a hacerle caso a una niñita como tú?"
"¡¿No que querías comida?!"
"No me digas, ¿acaso te ofrecerás tú?"
"¡No seas imbécil!, ¡veré cómo consigo comida para ti, pero si me entero que le hiciste algo a Keyla o a mis padres, te haré pagar con todo el peso de la ley!"
El tipo volvió a golpear fuertemente mi ventana en cuanto se acercó a ella de golpe, y me hizo dar un pequeño saltito del susto mientras me decía: "A ver, muchachita. Creo que no has entendido la parte de que soy un demente. Si hace falta, yo mismo derrumbaré estas rejas y te haré mi mejor bocadillo junto con tu familia y tu perro, ¿quedó claro?"
"Si haces eso no tendrás más comida y tendrás que buscar en otro lado, y una corazonada me grita que no tienes muchos lugares a donde ir si es que las autoridades ya te están persiguiendo."
"Ay, niña, si supieras que soy el más famoso, hasta salgo en tele y todo." , dijo el tipo en tono de presumido y altivo.
"Ni siquiera te creí real en cuanto mi padre me habló de ti."
"Oh, ¿ya me conoces?"
"De eso me encargaré cuando regrese con tu comida, porque ni creas que será gratis. Aquí lo que tenemos nos lo ganamos, asi que más te vale darme buenas respuestas amenos que quieras morirte de hambre encerrado en el maldito jardín; que nada costaría retirar un cadáver cualquiera."
"¿Es lo mejor que tienes que decirle a un demente?"
"¡¿Quieres más amenazas?!, ¡de acuerdo!, ¡te quemaré junto con la maldita casa!, a fin de cuentas que mis padres y yo tenemos suficiente dinero para una mudanza."
"Si eso fuera cierto no reforzarían todo con madera, chiquilla, además si me quemaras me harías un favor y me quitarías el hambre que traigo."
«¡Por Dios que me estoy cansando de él con solo hablarle» , pensé antes de responder enojada: "¡Ya te advertí!, ¡un maldito ruido y todo tu maldito juego se acaba!"
"Un maldito ruido y hago que toda tu familia venga a por mí."
"Si toda mi familia te descubre te mandarán a prisión, porque ya no podrás atravesar la ventana con tanta facilidad."
"Touché... no eres lista, pero sí precavida."
"¡No comerás nada que yo no te dé!, ¡¿entendido?!"
"¿Y si me das una porción que no me llene?, ¿y si me da hambre cuando menos lo esperes?. ¿y si quito las rejas y te atrapo mientras duermes?"
"¡Dije que no comerás nada que yo no te dé!, ¿o quieres acabar en prisión?"
"¡Ya bájale con el temita de la prisión!, ¡¿quieres?!, ni siquiera me dejas buscar algo qué hacer para evitar el hambre hasta que tengas mi comida. Ni se te ocurra la tonta idea de hacerme comer madera, soy un demente, no un insecto."
"Pues si te has podido comer un animal, podrás comerte muchísimos más. Busca hormigas, moscas, y si tienes suerte encontrarás cucarachas o ratas. Es todo lo que tendrás hasta que regrese de mis clases."
"¿Eres estudiante?, te escuchas pequeña, pero no tanto."
"¡Ya hablaremos de eso cuando regrese!, ¡ya lo sabes, ni un maldito ruido!"
"De acuerdo, de acuerdo, pero una última cosa, ¿tendré permitido comerlos a todos si me delatas con las autoridades?"
"¡Tendrás permitido acabar encerrado hasta el fin de tus días, maldito enfermo" , grité en cuando acabé de ponerme el uniforme, y me dirigí hacia el baño para lavarme la cara; no sabía qué más hacer para disimular mis ojeras. Estaba segura de que toda la escuela reconocería al instante que no había podido dormir en absoluto por estarme cuidando de un enfermo. Sin embargo, tomé un poco del maquillaje de mi madre, el cual estaba en su cuarto, y me puse sólo unas cuantas gotas de corrector líquido en cada ojera. Al salir del baño, no crucé miradas con ninguno de mis padres, pues para mi suerte, mi madre estaba terminando de preparar el desayuno en la cocina, y mi padre se había levantado temprano para regresar a su trabajo.
"¿A dónde sales tan temprano, Aluvi?, todavía son las 06:30 de la mañana. Ni siquiera he acabado de servirte el desayuno."
"Lo siento, mamá. Tengo unos cuantos proyectos en la escuela, y debo hacerlos cuanto antes; valen casi el 50% de mi calificación de este semestre, no puedo atrasarme con algo así. Desayunaré en la escuela, no te preocupes."
"Bueno, al menos déjame darte alguna propina para que compres algo bueno de comer."
"Mamá, ya te dije que debo irme. Te prometo que regreso a tiempo para el almuerzo o quizás antes, ¿de acuerdo?" , dije sin esperar ninguna respuesta de mi madre, pues ya había cerrado la puerta del frontis de mi casa.
Me sentí nerviosa, pero no sólo por las miradas de los vecinos, quienes me vieron salir a prisa hacia la escuela, sino también por lo difícil que me sería el disimular tantas cosas como la presencia del tipo en mi patio trasero, la comida que fuese que le trajera en mi mochila...
«¡Santo Dios!, ¡pero qué astuta!» , pensé al darme cuenta que del miedo que sentía hasta se me había olvidado alistar mis útiles. Regresé desesperada a la casa a por esa maleta, y entonces escuché a mi madre, quien me preguntó: "¿Keyla está en tu habitación?, he escuchado algunos gruñidos y rasguños que salen de allí y me preocupé. Quise entrar, pero noté que la puerta estaba con seguro. ¿Encerraste a esa pobre cachorrita?"
Tuve más miedo de mentirle a mi madre, pero confiaba en que era por su bien, aunque eso no evitó que titubeara al decir: "Sí, mamá. Anoche ella hizo muy mal en arrancar las flores que papá había plantado, y por eso decidí encerrarla en mi habitación; espero que al menos así aprenda a no volver a hacerlo."
"Pueden darle nervios y quizás termine destruyendo tus muebles, ¿lo sabías?"
"No me importaría que lo haga, yo sabré reprenderla si lo hace. En fin, ya se me hace tarde, nos vemos en el almuerzo." , contesté al tomar mi mochila, la cual había alistado mientras tenía aquella conversación con mi madre.
Finalmente logré salir de mi casa, aunque con mucho sudor en la frente. Era la primera vez que me sentía tan angustiada y no por las miradas que se enfocaban en mí; que para ser sincera, siempre me han parecido todo un espanto, pues esas eran mis pesadillas desde muy, muy, muy, muy pequeña, y por ello me era imposible tolerarlas sin sentir que temblaba como si estuviese hecha de gelatina.
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