Capítulo Treinta
Los suspiros son por alguien que no me falta.
-Entonces... conocías a Kate desde hace tiempo atrás. -aseguro llevando una papita a mi boca.
-Algo así, mi madre me llevo a la editorial que ella a creado con el fin de que lea alguna de mis historias, pero terminamos charlando de otros temas y olvidé dejarle la historia. -responde tomando una papita de las pocas que me quedan.
Lo miro indignada cuando está por llevarla a su boca así que tomo su mano y con algo de dificultad logro llevar la comida a mi boca. Sonrio victoriosa cuando mira la mitad que ha quedado en su mano, pero se limita a alzar sus hombros y terminar de comerla.
-Y en la actualidad, ¿ha leído alguno de tus libros? -pregunto y él asiente bebiendo de su coca cola.
-Quiere darle una oportunidad a la obra publicandola, pero todavía no es el momento.
-¿Por qué?
-Simplemente no me parece una gran idea en este momento. -se limita a responder dándole una gran mordida a su hamburguesa.
Sus labios se extienden de una forma tan tierna que no puedo quitar mis ojos de él mientras come animado mirando la gran zona repleta de mesas y personas comiendo todo tipo de comidas a nuestro alrededor. Suspiro sin dejar de mirarlo.
-Te gusta.
Niego rápidamente apartando mis ojos de Mateo que continúa devorando su hamburguesa y me concentro en la última papita que queda en mi plato de comida. ¿Me gusta Mateo? Sin duda alguna la explosión de emociones que vivo junto a él es algo único entre ambos porque mi corazón no se emociona con algún otro chico como lo hace con Mateo, mi cuerpo no se estremece con el roce de otras manos que no sean las de Mateo y mi respiración no se entrecorta con otro más que no sea Mateo Jefferson. ¿Eso es que me gusta? ¿Esas reacciones de mi cuerpo significan que me gusta?
-¿Quieres? -parpadeo saliendo de mis pensamientos para observar la hamburguesa que Mateo me tiende-. Sabe muy bien. -asegura masticando entusiasmado.
Luce como un niño chiquito, ¿cómo lo hace? Es capaz de verse como el ser mas indefenso y puro que ha pisado este mundo, pero cuando menos te lo esperas te topas con ese rostro neutro, intimidante y oscuros ojos.
Asiento aceptando su hamburguesa cuando la acerca a mis labios y le doy un pequeño mordisco bajo su atenta mirada. Saboreo la comida asintiendo repetidas veces, tiene la razón al decir que sabe bien.
-Esta genial. -le digo al terminar de comer y el deja su hamburguesa de lado.
-¿Quieres una?
-¿Qué? No, no, yo estoy bien así. -él entrecierra sus ojos en mi dirección poco convencido de mis palabras. Puede que sí tenga hambre, pero yo puedo ir por algo de comer después.
-Eres una pésima mentirosa. -me acusa levantándose de su sitio-. Iré por una hamburguesa para ti y no nos iremos de este lugar hasta que te alimentes.
-Bien, te espero aquí. -suspiro rendida cuando lo veo alejarse en busca de una hamburguesa para mí.
Mis ojos lo siguen de cerca. Entonces... ¿me gusta Mateo? ¿Es la clase de persona con la que me gustaría tener una relación? Inclino mi cabeza a la derecha confundida por esos pensamientos y él alza su brazo con una amplia sonrisa cuando recibe el tiquete que asegura una hamburguesa para mí. Tan solo se ha levantado de aquí, dejado de comer para ir a buscar una para que yo pueda comer junto a él.
Respondo con una gran sonrisa y otro suspiro se escapa de mis labios. Un suspiro puede significar que es aire por alguien que te falta, pero si mi corazón está en lo correcto es aire por alguien que no me falta.
Entonces... sí me gusta Mateo Jefferson.
Y ahora, ¿qué procede de este descubrimiento?
(...)
-Gracias por acompañarme y traerme. -le digo a Mateo cuando salimos del mall al estacionamiento.
-No hay problema. -responde buscando con su mirada su auto entre el montón-. El único problema, ¿cómo me pagarás por traerte? -su rostro deja de buscar el auto por unos segundos para mirarme divertido.
-Cuando lo desees. -me alzo de hombros sintiendo su mano tomar la mía.
Supongo que ya encontró el auto.
-¿Alguna condición?
-Ninguna, puede ser lo que desees. -vuelvo a responder tranquila.
Diviso el auto frente a ambos y Mateo me acompaña hasta la puerta del copiloto, toma la manija para abrirla, pero la mano de él se posa sobre ella evitando que pueda abrirla. Giro a mirarlo extrañada y cuando menos lo espero estoy acorralada entre su cuerpo y el auto. Mi corazón corre desenfrenado cuando su rostro se acerca peligroso al mío, relamo mis labios tratando de tranquilizar mis sentidos, pero la poca estabilidad mental que poseo desaparece cuando sus ojos oscuros se posan sobre mis labios. Mi garganta se seca, vuelvo a humedecer mis labios bajo su atenta mirada y él imita mi acción provocando que mis ojos se posen sobre los suyos.
-¿Estás segura de que puede ser lo que desee? -su grave voz provoca que un escalofrío recorra mi pobre cuerpo y mis piernas tiemblen en respuesta.
-Ya te lo dije. -trato de sonar fuerte, pero mi voz es un suave hilo que es capaz de romperse en cualquier momento.
-Tomaré tus palabras. -responde.
Mis ojos realizan un temeroso recorrido desde sus labios, su nariz hasta su mirada oscura. Vuelvo a humedecer mis labios nerviosa.
Espero que me libere, pero vuelve a hacerlo deteniendo mi corazón por segundos, mis ojos se cierran disfrutando del delicado momento y mis manos sujetan su abrigo negro en busca de la estabilidad que mis pies comienzan a perder. Su nariz roza la mía, sus delicadas caricias generan un cosquilleo en mi estómago y que mi respiración se agite un poco. Se detiene y está vez soy yo quién roza su nariz con la suya. Un toque tímido, poco valiente y temeroso. Abro mis ojos de golpe y me alejo cuando su móvil resuena entre el silencioso estacionamiento subterráneo del mall. Mateo se aleja abriendo la puerta para que suba y responde el móvil deteniéndose al frente del auto, me coloco el cinturón de seguridad esperando que termine de hablar y suba al auto.
-¿No te importa que me desvíe del camino? -aparece abriendo la puerta con su móvil contra su oreja. Niego-. Espérame ahí, si llego y no te encuentro, te quedas por tu cuenta... sí, sí, ten cuidado... también te amo. -suspira cansado colgando la llamada y enciende el auto-. Bueno, tal parece que el día ha llegado.
-¿Día? ¿De qué hablas? -giro a mirarlo, su semblante neutro mira detenidamente la carretera.
-Conocerás a la persona que se hace llamar el amor de mi vida. -suelta sin más y mi corazón se detiene.
Conoceré a esa persona tan especial en la vida de Mateo, la única persona que es capaz de nombrarse a sí misma amor de su vida. Me remuevo incómoda en el asiento mirando como el camino a casa se aleja conforme el auto se dirige a un destino desconocido. Después de todo, algún día debía de conocerla, ¿cómo es? ¿muy linda? ¿Demasiado linda? Giro mi rostro a la ventana tratando de mantener en calma y que mi humor no baje considerablemente, no como para que Mateo se percate de él.
¿En qué momento acepte que no tengo problema con desviarme del camino a casa? ¡Porque si tengo un problema! Uno grande, uno en el corazón, esa cosa ha comenzado a sentirse mal desde que Mateo se mantuvo en silencio conduciendo y yo no intente iniciar la conversación. El silencio entre ambos no es el mismo de siempre, uno tranquilo, ahora puedo describirlo como lleno de tensión, incomodidad.
El auto aparca y Mateo mira en todas las direcciones de las aceras en busca del amor de su vida. Ignoro la tentación de persuadirlo para hacer que nos vayamos, pero mantengo la mirada en la ventana conectando con unos ojos oscuros.
-Tu debes de ser Veronica, la chica que Mateo mencionó.
Entonces esta persona fue quién cuidó de Mateo ebrio. Tomo su mano sintiéndome incómoda.
-Es una amistad. -se apresura a decir Mateo desde el volante.
-¿Amistad? Presentame bien.
(...)
-¿Tanto se te dificultaba decirme que es un chico? -gruño al lado de Mateo.
-No lo vi como un dato importante por añadir. -responde de regreso, su mirada esta fija en el chico que se moviliza en la cocina con agilidad.
-¿No? ¿acaso tienes una idea de cuántas veces pensé que era una chica? -gruño cruzando mis brazos.
-¿Y qué tiene de malo que sea una chica?
-Nada.
Por fuera inquebrantable frente a un posible escenario ocupado por una chica, por dentro una lucha interna de emociones extrañas apoderándose de mi cuerpo. Era una mezcla de disguto con algo más, pero no tienen sentido, digo ¿por qué sentirlas?
Logan McCartney también conocido en el inicio como el amor de la vida de Mateo Jefferson. Un chico alto, por unos cuantos centímetros mas que Mateo, hombros anchos, cabello prolijamente cepillado y a juzgar por mi poco conocimiento en el área de cortes de cabello, su corte es muy similar al mullet, cabello negro, lleva una camisa negra ancha, chándal del mismo color, ojos oscuros y va descalzo. Tete no esta cerca de su amo, actualmente sigue de cerca a Logan.
He de admitir que es un chico muy atractivo, por donde lo veas es guapo. Demasiado guapo.
No tanto como Mateo.
Ambos tienen su belleza personal.
Sigo prefiriendo a Mateo.
Eso es verdad.
-¿Alguna razón en especial para que no despegues tus ojos de su espalda? -cuestiona Mateo a mi lado.
-No lo veo como un dato importante por añadir. -respondo provocando que ambos a pesar de estar sentados uno al lado del otro nos miremos.
La distancia entre ambos es mínima, su respiración roza suavemente mi rostro mientra me mira con su rostro levantado, dándole un aspecto altanero.
-Secretos de dos no son de Dios. -habla fuerte y claro Logan desde la cocina, abre una olla y el delicioso aroma de la comida me obliga a ponerme en pie-. La cena esta casi listo, ¿me ayudas Tete? -Mateo se levanta de su lugar rumbo a la cocina.
-¿Tete? -indago curiosa.
¿Ese no es el nombre de la mascota de Mateo?
-Cuando era un niño no amargado, lo molestaba con ese apodo, siempre me decía que no le agradaba hasta que Tete llego a su vida y curiosamente le puso ese nombre. -explica Logan tomando unos cuantos platos.
-Muchas gracias por cocinar la cena hoy Logan. -tomo asiento al frente de la madre de Mateo.
Los padres de Moni llevaban tiempo charlando juntos en la cocina, mirando a Logan cocinar y preguntándole sobre su familia, mientras que Mateo y yo permanecimos en la sala de estar juntos.
Evito contacto visual con el señor Jefferson, ¿razón? Fue parte de este malévolo plan para hacerme creer que Logan era una chica, sigo sin conocer sus razones, pero al llegar a su casa lo primero que hizo al verme fue estallar en fuertes carcajadas y su esposa no se quedó atrás riendo un poco. Mateo por su parte no comprendía que sucedía y Logan camino directo a la cocina ignorando la situación, pero a juzgar por la mirada que compartió con los padres de Mateo puede estar al tanto de todo.
¡Feliz viernes!
Re potente, primero Winter siendo alguien completamente desconocido y ahora el amor de la vida de Mateo es ¡un chico! Ta juerte.
El reparto fue actualizado donde agregué las fotitas de Jinnie.♡
Muchas gracias por leer y darle una oportunidad a mi historia. Te lo agradezco demasiado♡
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