Capítulo Quince
Disfruta de los pequeños detalles de la vida.
El gran día de la primera etapa de eliminación había llegado, el viaje seria de unas 2 o 3 horas porque no sabríamos que tan concurrido podria estar el camino y el autobús iría repleto de estudiantes —en total irían dos autobuses ya que los intrumentos ocupaban gran parte del espacio en la zona trasera de uno de ellos—. Mi padre asoma su cabeza desde la puerta observando el desorden que se encuentra sobre mi cama.
—¿Lista? —indaga solo por hacerlo, él sabia cual respuesta obtendría.
—No, pero solo debo acomodar la ropa dentro del closet y lista. —él asiente y se va a sala de estar.
Puedo escucharlo charlar con mamá, pero sus voces mueren cuando la puerta principal es golpeada. Me concentro en volver a repasar que todo se encuentre dentro de la mochila para cerrarla y comenzar a ordenar. Llegaríamos un día antes a Lewes para adelantar papeleo y al día siguiente iríamos al instituto del lugar para dar iniciada la actividad. Los estudiantes de todas las especialidades que se inscribieron irían, además de los otros institutos.
—¿Por qué tardas tanto? —la ropa que trato de guardar en la zona alta del closet cae de golpe contra mi cara al escuchar su voz.
—Me desvíe un poco. —respondo recordando mi debate en si debia de sacrificar alguna prenda para llevar la almohada que mi abuela me hizo de Rj.
—Apresurete, ya casi son las tres. —sus manos apartan la ropa de mi rostro.
—Sí, desaparece y lograré terminar con mi trabajo mucho mas rápido. —él eleva su ceja y yo le quito la ropa de sus manos.
Con Mateo rondando dentro de mi habitación no lograría finalizar pronto para llegar a tiempo al instituto. Mi corazón se dispara cuando su oscura mirada todavía permanece sobre mí, poniéndome muy nerviosa, aumentando mi ritmo cardíaco cuando nuestras miradas se conectan. Su mirada oscura, los lunares decorando su rostro, el cabello acomodado evitando que interrumpa en su visión, una camisa blanca, jeans y tennis cómodos para el viaje.
¿Por qué cuando miraba a Mateo simplemente no podía apartar mi mirada de él?
—¿Ves? Me distraes. —musito por lo bajo, negando rápidamente con mi cabeza.
—¿Te distraigo? —pregunta un poco sorprendido.
Afirmo con un sonido llendo a la cama para doblar la ropa que cayo sobre mi rostro para guardar el resto, Mateo se sienta justo a mi lado volviendo torpes mis movimientos. Sus ojos no pierden de vista los movimientos en mis manos y que he tenido que doblar unas tres veces una blusa porque no queda bien.
—¿Estás nerviosa por el concurso o mi presencia?
Mis manos se detienen de golpe junta a mi respiración. ¿Había escuchado bien? Trato de mantener mi rostro neutro y giro para mirarlo, pacífico, relajado, sin inmutarse al lanzar esa pregunta que tiene mi corazón latiendo velozmente, todo lo contrario al manojo de nervios que soy.
—¿Tú que crees? —pregunto en respuesta tomando la ropa faltando para caminar al closet, dándole la espalda todavía sintiendo su mirada sobre mi cuerpo.
—Una combinación de ambas. —suelto una risilla tratando de disminuir de ese modo las fuertes emociones.
—¿Qué te hace creer que me pongo nerviosa con tu presencia? —me giro para enfrentarlo con las manos sobre mi cintura.
Nuestras miradas conectan de nuevo. Me muestro seria para darle a entender que se "equivoca" al sacar esa extraña deducción, mientras él se acomoda mucho mejor sobre mi cama, demostrando que se encuentra sereno, sus oscuros ojos me miran divertidos.
—¿Quieres que te demuestre que estoy en lo cierto? —indaga levantándose de la cama.
Ambos mis acercamos hasta quedar frente a frente, tengo que elevar un poco mi cabeza para lograr mirarlo directamente a sus oscuros ojos, con mis brazos cruzados demostrando que no esta en lo cierto —cuando dentro de mi cuerpo hay una gran fiesta de nervios—.
—¡Chicos! Debemos de irnos... —ambos giramos para ver a mi padre.
Él nos mira confundido, pero no añade nada mas para desaparecer rápidamente de la escena soltando palabras como ya nos vamos, vamos, es hora. Mateo sale de la habitación siguiendo a mi padre, tomo mi mochila, móvil y almohada de Rj, sin ella no era capaz de conciliar el sueño. Solo esperaba no perderla, ya que debía de cargarla porque en la mochila no entraba.
Con todas mis pertenencias en mano, me despido de mamá y subo al auto de papá con Mateo en los asientos traseros, en esta ocasión yo iba de copiloto. Enciendo la radio conectando mi USB con cada una de las canciones que amo escuchar para los viajes largos. Fire de BTS inicia, miro a mi papá cuando Suga dice su famosa palabra y salto de contagiada por el ritmo de la canción. Ignorando la presencia de Mateo y solo viviendo el momento.
Al llegar mi padre me da una miradilla que no entiendo en absoluto antes de inclinarme a besar su mejilla y Mateo baja despidiéndose rápidamente de mi padre.
—Cuidense, nos vemos el miércoles al medio día. —se despide con su movimiento de mano y acelera el auto.
Mateo a mi lado comienza a caminar rumbo al grupo de estudiantes que se agrupan según sus especialidades, todos en parejas y con una tarjeta de identificación. Ofelia nos mira con una radiante sonrisa entregandonos la tarjeta que viene con nuestros nombres y el nombre del instituto, tomo la pequeña pinza metálica mirando el objeto divertida.
—Agradezco la puntualidad de todos. —comienza a hablar deslizando su mirada en todo el grupo—. No sabremos quién ganará mañana, pero es importante que reconozcan su esfuerzo y sobre todo que confíen en su talento. Muchos no estarán de su lado, pero eso no quiere decir que sus obras son malas.
Me remuevo incómoda en mi lugar al percibir la mirada de Simon sobre mi cuerpo, me escondo detrás del cuerpo de Mateo tratando de ese modo evitar que sus ojos me miren directamente y abrazo con fuerza la almohada de Rj. Mateo gira su rostro sorprendido cuando lo tomo de sus hombros y me asomo desde el otro costado de su cuerpo.
—Repasemos las reglas para evitar inconvenientes dentro de este maravilloso viaje. Llegaremos a los departamentos, todos recibiran sus habitaciones, tendrán veinte minutos para ducharse o cambiarse de ropa para bajar a cenar y subirán. Deben de recordar que los profesores inspeccionaran las habitaciones durante las noches, no queremos encontrar sorpresas. —puedo escuchar los quejidos de algunos.
Una chica eleva su mano y la profesora le cede la palabra.
—¿Podemos visitarnos por un tiempo? —indaga elevando su ceja.
—Sí, tendrán unas horas antes de que inicien los profesores con las inspecciones. —saca una hoja de su bolsillo y lo lee—. Deben de desayunar, a las ocho en punto deben de bajar para irnos al instituto, la actividad durará todo el día hasta las cuatro y media, al finalizar de regreso a los departamentos y al otro día salimos a las ocho rumbo al instituto.
Ofelia entrega las hojas con el horario para que no olvidemos nada. Ella se acerca y le entrega dos a Mateo, él me entrega la mía, le doy un rápido vistazo para después guardala dentro de mi mochila.
—Dos parejas deberán de ir en el autobús de los profesores, ya que en el de estudiantes no hay espacio. —anuncia Ofelia dejándonos el camino libre para guardar las mochilas dentro del maletero del autobús.
Mateo toma mi brazo que continua abrazando la almohada para tirar de mí hacia el autobús de los profesores, junto a la otra chica que va acompañada de su amiga. Ambas nos miran con una sonrisa antes de subir al dichoso transporte. Subo seguida de Mateo, tomo asiento dejando la mochila en el maletero que se encuentra dentro del autobús, miro por la ventana con los audífonos en mano y la almohada sobre mi regazo. Mateo se deja caer a mi lado conectando los audífonos a su móvil.
(...)
Un bache en el camino me despierta de mi profundo sueño, trato de deslizar mi mano sobre la almohada, pero mi mano se topa con una cantidad abundante de cabello. Separo mi cabeza de la ventana tratando de identificar donde me encuentro, bajando la mirada para ver a Mateo descansar sobre mi regazo, durmiendo plácidamente en mi almohada.
Una tierna sonrisa se forma en mis labios al imaginar su rostro relajado. Mis dedos pican por acariciar su cabeza, deseosa de conocer que tan suaves son sus rulos negros, pero me abstengo de hacerlo regresando la mirada a la ventana observando el camino repleto de árboles y algunas casas. Lewes era un sitio repleto de naturaleza, tan distinto a la gran cuidad de Londres.
Mateo se remueve sobre la almohada y se sienta de nuevo, con sus ojos todavía cerrados y una expresión tierna. Desliza una mano sobre sus rulos alborotandolos aún más y posa su codo sobre el reposa brazos, descansando su barbilla sobre su palma girando a mirar la ventana.
-¿No hemos llegado? -gruñe por lo bajo.
Su voz como de costumbre era grave, pero su voz de recién despierto era aún mas grave. Niego observando que aunque sus ojos esten abiertos él todavía tiene bastante sueño y su bostezo me lo confirma aún más.
—Realizaremos una parada en un café para ir al baño y comer algo. —anuncia la profesora de español.
—¿Cuánto falta para llegar? —indaga una de las chicas, ella es de cabello pelirrojo.
—Unos cuarenta y cuatro minutos. El tráfico ha estado horrible. —responde regresando a su asiento sin dejar de lado su mueca de disgusto.
Estiro los brazos observando al autobús ingresar al estacionamiento del local, observando la larga cola de automóviles sobre la carretera. Guardo los audífonos dentro de su cajita, tomo el móvil y la almohada antes de levantarme para dejarlos sobre mi asiento. Mateo es el primero en salir con sus lentes puestos y su expresión soñolienta, lo sigo bajando del transporte.
El aroma a café provoca que mi estómago gruña recordandome que debo de comer algo si no quiero morir de hambre hasta llegar a los departamentos. Miro unas mesas fuera del local corriendo hacia ellas, la vista de las montañas es hermosa, pacífica y libre, el cielo se ha comenzado a tornar de tonos violetas robandome una sonrisa al recordar al maravilloso grupo que siempre logran levantar mi ánimo. Me siento sin dejar de observar el cielo y me lamento por no cargar con el móvil para sacar una fotografía del hermoso arte que estoy presenciando.
—¿Quieres algo de comer?
—Un chocolate caliente y brownie. -respondo a la pregunta de Mateo.
Escucho sus pasos alejarse dentro del local, que desde afuera se escucha el bullicio de los estudiantes charlando entre ellos o solicitando sus pedidos. El tiempo pasa y me giro para darle un rápido vistazo al interior del local que sus paredes son de vidrio dejándome ver la expresión molesta de Mateo, suelto una suave risilla cuando nuestros ojos conectan y él gira los ojos algo molesto.
Regreso a mirar el suelo, observando al sol ocultarse dando una bienvenida al cielo estrellado que desde este lugar es mucho mas visible sin tener tantos edificios a su alrededor. Suspiro maravillada con el espectáculo, Mateo me entrega el chocolate brindandome el calor que comenzaba a perder ante a la helada brisa que se extiende en los terrenos de Lewes.
—No habían brownies, así que opte por galletas con chipas de chocolate. —dice tendiendome el pequeño paquete de galletas.
—No importa, son deliciosas. —respondo con una amplia sonrisa abriendo el paquete y comiendo de golpe una de ellas.
Mateo se acomoda mejor a mi lado bebiendo de su café, mirando el cielo estrellado y la luna sobre nuestras cabezas. Ambos sentados uno junto al otro en completo silencio disfrutando de la compañía de ambos sin necesidad de hablar, solo mirar el cielo nocturno que se extiende sobre nuestras cabezas. Una memoria que recordaría por siempre.
¡Feliz viernes con V de V! (Me entenderán si han visto algún tik tok de Tae).
Espero se encuentren bien y disfrutarán del nuevo capítulo.♡
¿Qué creen que sucederá en ese instituto? ¿o los mismos departamentos?
7u7 *no quiero pensar mal pero ya lo hice*
MATEO DURMIENDO ES VIDAAAAAAAAA
Pd: Por acá les dejo la preciada almohada de Rj creada por la abuelita de Vero. ♡-♡
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