Capítulo Ocho
Los ojos son el espejo del alma, cada emoción se reflejará en ellos sin dificultad.
Nunca lo olvides.
San Valentín estaba a tan solo horas de comenzar. Mis padres iban de un lado a otro preparando el jardín con las mesas, sillas, decoración y comida para el gran día de Tyler, mi hermano era un manojo de nervios, tanto que temia que llegase a perder el anillo antes de ponerlo en el dedo de su novia y el instituto era un caos.
El lunes los estudiantes encargados de la decoración iban de un lado al otro a tempranas horas de la mañana para recibir a los demás con ese ambiente romántico que promete el jueves. Blue estuvo ocupada comprando la rosas con otros chicos, buscando en todas las floristerias de Londres y mi día para ayudar había llegado.
No fue sencillo el transcurso de los primeros días de la semana, Mateo extrañamente estaba comenzando a aparecer con mayor regularidad en mi camino y daba la impresión de querer hablar conmigo, pero siempre lograba escabullirme antes de que algo sucediera.
Blue golpea mi brazo sacandome de mis pensamientos y se inclina a rodearme con sus brazos.
—Nos vemos mañana. —murmura en medio de nuestro abrazo.
—Cuídate camino a casa. —le digo al deshacer el abrazo.
—Claro, tú también. —asiento observando como se aleja hacia la puerta principal.
Una vez su cuerpo desaparece de mi campo de visión me encamino al salón donde se crearán algunos de los regalos para facilitar el trabajo mañana. Ingreso al salón encontrando solo tres chicas, rodeadas de papeles, tijeras, bolígrafos, pegamento y otros utensilios.
—¡Oh Dios! Que bueno que llegaste, estamos por empezar. —la rubia se acerca y tira de mí para meterme en el salón.
—¿En qué puedo ayudar? —dejo mi mochila sobre un escritorio vacío y miro el trabajo de las otras dos chicas.
—Ella es Belinda —señala a una chica de cabello negro con un tierno lazo rojo en él, su piel blanca, ojos oscuros y un vestido de flores azules—, Angélica —señala a una castaña con mechones rubios, piel bronceada, ojos verdes que me recuerdan a la mirada astuta que poseen los gatos, una blusa simple de color blanca, holgada y un pantalón holgado de mezclilla. Ambas parecen trabajar en la creación de pequeños lazos— y mi nombre es Rosa. Ellas harán los lazos para decorar los globos y rosas, nosotras nos encagaremos de escribir los nombres de todas las personas que han encargado y algún mensaje que deseen enviar los estudiantes.
Asiento de acuerdo, siguiendo a Rosa a unas mesas en el fondo que tienen todos los materiales que necesitamos para comenzar. Rosa tiene un lindo tono de rubio, sus ojos verdes parecían brillar a cada instante, su piel un poco morena, una hermosa falda de cuadros pequeños de tonos blancos con rojo y una blusa blanca ajustada con sus bordes dentro de la falda.
—Puedes comenzar con la lista de los chocolates y yo me encargaré de las rosas.
—Perfecto. —asiento tomando las tres hojas, el bolígrafo y las tarjetas decoradas.
—Mira el lado bueno de este trabajo, chisme gratis. —me guiña su ojo color verde y se deja caer al frente mío.
—Me gusta tu modo de pensar. —bromeo al observar que varios pedidos traían mensaje para algunas personas.
Las chicas logran hacer que la tarde transcurra con velocidad, entre sus bromas, risas, comentarios divertidos de los estudiantes de primer ingreso enviando regalos a los chicos de último año y detalles sobre a cuál especialidad van. Belinda esta estudiando piano y Angélica la acompaña tocando violín, luego Rosa se unió a la especialidad de diseño. Las tres prometen ser verdaderas profesionales en el futuro cuando me muestran sus fotos y vídeos. Entre historias, logro conocer como fue que se conocieron de casualidad en sus primeras horas de detención cuando estaban en segundo año, desde ese día comenzaron a salir y su amistad se volvió fuerte.
Finalizo rápidamente con la larga lista de los chocolates con Rosa finalizando la lista de rosas, ambas tomamos las hojas de los globos. La gran parte de los globos eran enviados por las chicas de primer ingreso a su crush de último año.
—No puedo creerlo, hay un chico que es popular entre los pedidos. —comenta divertida Rosa, sus dos amigas se inclinan a mirar.
—Bueno, tampoco tienen mal gusto, él fue mi crush durante mucho tiempo. —expone Angélica regresando a su trabajo.
—Yo no tengo idea de quién es... —musita pensativa Rosa y Belinda asiente a su lado sin dejar de mirar las hojas.
—¿Quién? —indago deteniendo mi trabajo para mirarlas divertida.
—Mateo Jefferson, debes de conocerlo, él cursa tu misma especialidad. —responde Angélica sin siquiera mirarnos.
—¿Cuántos globos va a recibir? —vuelvo a preguntar imaginando a las chicas de primer ingreso fantaseando con Mateo.
—Bastantes, su nombre abarca casi las tres hojas. —responde Belinda soltando una risilla.
Puedo imaginar a las chicas de primer año cautivadas por el aire misterioso que envuelve a Mateo, su caminar superior, su mirada misteriosa, su cabello negro desordenado y su genial estilo para vestir. Su aspecto debía de cumplir con sus requisitos para ser su chico ideal. Ese tipo de chico peligroso que siempre muestran en las películas o libros juveniles.
Mi teléfono enciende su pantalla revelando la foto de Mateo mirando por la ventana del comedor. Lo tomo rápidamente, pero no tanto como para que las tres chicas me miren divertidas.
—¡Ese es Mateo! —chilla Angélica rápidamente.
—¿En serio? ¿puedo verlo? —Rosa se inclina curiosa sobre la mesa para tratar de ver la pantalla.
—¿Mateo? No, no, es... es otro chico. Sí, es otro chico. —guardo torpemente el móvil en el bolsillo de mi pantalón.
Ellas se intercambian una mirada poco convencidas y yo trato de relajar mi corazón acelerado para convencerlas de que en mi fondo de pantalla Mateo no se encuentra. Me disculpo cuando recibo otro mensaje y salgo apresurada del salón. Recargo mi espalda contra la pared frente a la puerta del salón, con el teléfono contra mi pecho puedo sentir los fuertes latidos de mi corazón golpear y me permito cerrar mis ojos tratando de normalizar mis sentidos.
Nada malo puede suceder. Ellas no conocen físicamente a Mateo, bueno Angélica sí... pero puede "confundirlo".
—Puedo cambiar el fondo de pantalla y problema resulto. —hablo en voz alta, en el solitario pasillo.
—No creí que saldrías tan rápido del salón.
Vuelvo a cerrar los ojos. Reconocería esa grave voz en cualquier lugar, pero ¿de qué hablaba?
—¿Por qué estás evitandome? —indaga lentamente, puedo escuchar sus pasos acercándose.
Reacciona niña, ¡habla! ¡enfrenta el problema! ¡lucha!
—¿De qué hablas? —pregunto de regreso, abriendo mis ojos.
Mateo se encuentra justo al frente mío, con sus brazos dentro de los bolsillos de su pantalón con su aire despreocupado, mochila de cuero colgando en su brazo derecho y cabello negro ruloso.
—Te envié un mensaje. —responde señalando con su barbilla el móvil contra mi pecho.
¿Lo había hecho?
Desconfiada de sus palabras y con mucho cuidado de que él tampoco se entere que su rostro estaba en mi fondo de pantalla, ingreso a WhastApp con una velocidad increíble, encontrandome con un mensaje de un número desconocido.
Número desconocido
¿Puedes salir?
17:00 p.m.
Guardo su número y lo miro sin entender aún mas la extraña situación.
—¿Por qué me estás evitando? He tratado de hablar contigo desde el lunes sobre el proyecto del concurso, pero simplemente escapas. —en esta ocasión si cruza sus brazos y me hace sentir chiquita frente a él.
—No sé de que hablas. —musito ignorando el hecho de que realmente se percató que lo evitaba.
Era una pésima escapista, Blue me lo advirtió.
—Tampoco espero que lo aceptes. —resopla y su mano acomoda un poco su largo cabello. Mis ojos no se pierden ni uno de los detalles—. Ofelia espera que participes, como tu tutor debo de encargarme de guiarte en el proceso.
Recuerdo mi charla con la señora Ofelia. Debía de advertirle sobre mi decisión para quitar el peso de sus hombros con esta responsabilidad.
—Respecto a eso, no participaré.
Él asiente, gira sobre sus talones para comenzar a alejarse, ¿se iba a ir así? ¿sin más?
—¿No dirá nada más? —musito para mí misma confundida.
—No lo haré, ya no es mi problema.
(...)
Desperte con una gran sonrisa, este jueves sería un día importante para la familia y el instituto prometía ser divertido con todas las actividades programadas hasta el medio día. Mis padres apenas lograron darme una rápida sonrisa al estar ocupados decorando el jardín trasero para la gran cena.
El viaje al instituto fue normal, autobús, caminar e ingresar al salón de la primera clase. Blue me entregó un chocolate como regalo y yo le regale una foto de ambas juntas con su respectivo marco. La clase inició con normalidad, pero minutos antes de salir al primer receso, mi móvil vibro con fuerza dentro de mi mochila.
—¿Serán tus padres? —indaga Blue, observando confundida mi mochila.
—No creo, ellos están ocupados con los preparativos para la actividad de Tyler. —respondo con la mirada fija en el pizarrón.
El sonido es insistente y no parece tener fin, tanto que el profesor se percata del molesto ruido y detiene su explicación.
—¿A quién pertenece ese móvil? —pregunta cruzando sus brazos, inspeccionando con cuidado a cada uno de los presentes.
—Mío. —respondo un poco apenada.
—Apaguelo señorita Adams. —asiento inclinandome para tomar mi mochila.
Mis ojos repentinamente se tocan con otros pares, al inicio se trata de la típica mirada de Simón, pero mi atención es captada por los ojos de Mateo. Expresan algo en específico, pero el molesto ruido de mi móvil me obliga a evitar descifrar esa repentina mirada, para sacar el aparato de mi mochila.
Observo la gran cantidad de mensajes en WhastApp, les doy un rápido vistazo y mi respiración se acelera. Ingreso a la app sin entender a que se refieren con los mensajes, mis ojos se nublan por las lágrimas, mi garganta se seca y evito mirar a alguien en específico del salón. Recogo apresurada mis cosas y salgo del salón escuchando los llamados del profesor, al salir me topo con la razón de mis mensajes.
Hay múltiples carteles pegados en todas partes del pasillo y probablemente del instituto con mi número de teléfono y un claro mensaje que ningún pervertido desaprovecharía.
Mis manos tiemblan con fuerza al tomar uno de esos carteles y el móvil en mi mochila me lo confirma con fuerza. ¿Cómo? ¿quién? ¿por qué yo?
Corro hasta los baños mas cercanos, encerrandome en un cubículo, tomando con dificultad el móvil para leer con mayor cuidado los mensajes.
Número desconocido
Te daré más dinero si envías un vídeo.
8:10 a.m.
Número desconocido
Envia la fotos, no te hagas la tonta.
8:35 a.m.
Número desconocido
Gran regalo para San Valentín.
¿Pasas las fotos?
8:35 a.m.
Número desconocido
Te doy más dinero si te acuestas conmigo.
8:47 a.m.
Número desconocido
¿Fotos y vídeo?
Tan solo di el precio.
8:48 a.m.
Número desconocido
Envia las fotos, no ovides pasar un audio.
9:00 a.m.
Lanzo el móvil a mis pies cubrieron mi boca de los fuertes sollozos que amenazan por salir, las lágrimas caen con fuerza de mis ojos y se me dificulta respirar. ¿Por qué yo? ¿cómo se atreven? Escucho la campana anunciando el receso y mi móvil se enciende con una llamada de Blue.
Necesitaba estar sola. No podía siquiera salir del baño sin sentirme observada, juzgada y probablemente deseaba por los hombres que han enviado sus asquerosos mensajes.
Mi cuerpo se deja caer en el sucio suelo del baño, con las piernas recogidas encongiendo mi cuerpo y el fuerte llanto se escucha con claridad en el solitario baño. Trato de encogerme todo lo que me es posible, tratando de un modo inconsciente, desaparecer del lugar.
Me siento utilizada, dañada y humillada. Este no era un sentimiento de tristeza absoluta, no cuando sabía que no era mi culpa, pero no podía evitar sentirme como una basura, el saber que tantos hombres han acudido a mi número para enviarme sus pensamientos pervertidos y malas intenciones, era algo nuevo. Una nueva sensación que combinaba molestia por la persona causante de todo esto, impotente por no saber como resolverlo y triste porque no lo merecía, ninguna mujer debe de merecer este tipo de trato.
Cuando vivías con tu propia carne el momento comprendes que tan mal se encontraba la sociedad como para acudir al "servicio", en lugar de hacer justicia, ayudar o apoyar a la chica. Con esta clase de situaciones comprendes que estas personas no tenían un rumbo fijo en su vida, simplemente se dejaban llevar por sus instintos sin ponerles un alto.
Puedo escuchar los murmullos al otro lado de la puerta sobre toda la situación y como las chicas de último año se han encargado de quitar los carteles, pero era tarde. Tenía mensajes de la gran parte de último año y pronto de los años inferiores, esos hombres se encargarían de esparcir mi número sin ningún problema.
Tomo fuertes respiraciones tratando de normalizar mi respiración y calmar mi llanto, la impotencia desaparece cuando mis manos toman el maldito letrero y lo agurro con fuerza, sientiendo la ira apoderarse de mi cuerpo. No me quería aquí llorando como una niña asustada, este nunca fue mi estilo, debía de ir a buscar al culpable para discutir una serie de cosas.
Limpio las lágrimas y me levanto dispuesta a salir y enfrentar al culpable de todo esto. Abro la puerta con la frente en alto, ignorando la mirada de lástima que me envían, arreglo un poco mi aspecto con lavar mi rostro y acomodar el cabello, me miro convencida de hacer justicia y salgo del baño. Mi cuerpo choca contra otro mucho más alto, trato de esquivarlo con rapidez, pero unas manos grandes se posan sobre mis hombros.
—Veronica.
Los grandes muros que había construido dentro del baño desaparecieron tan pronto escuche la voz de Mateo, las lágrimas volvieron a picar en mis ojos y lo mire. Sus oscuros ojos me miraban con preocupación, una mirada que me recordaba a cuando me lastimaba de niña al jugar con él. Era la misma mirada. Auténtica y genuina.
Estuve por rodear su cuerpo con mis brazos, en este momento me importaba una gran mierda lo que pensará, tan solo necesitaba un abrazo, pero mis oídos escucharon la irritante voz de Simon. Y lo encontré riendo fuerte al ver a Blue quitando los últimos carteles con Angélica, Rosa y Belinda acompañandola.
Me aleje de Mateo sin importarme las consecuencias, la ira era palpable en mi cuerpo y al estar frente a él, mi puño se estampó sin piedad en su mandíbula, girando su rostro.
No necesitaba pruebas para saber que él era el responsable de todo esto.
—Eres una maldita escoria Simon. —gruño entre dientes.
Mis manos picaban por golpearlo, una y otra vez hasta verlo suplicar por piedad.
Los estudiantes comenzaron a formar el típico círculo a nuestro alrededor. Simon no respondió, todo lo contrario su brazo se elevo amenazante en mi dirección.
—Tocame un solo mechón del cabello y te juro que tu vida si sera un auténtico infierno. —lo amenazo con la frente en alto, no mostraría miedo.
—No fui yo. No perdería mi tiempo poniendo esos tontos letreros.
Sus palabras negaban la realidad, pero sus ojos burlones eran una historia distinta.
—Tan poco hombre para aceptar la verdad.
—Cree que lo quieras Veronica, no fui yo. —repite fuerte y alto para que todos a nuestro alrededor lo escuchen.
La palma de mi mano se estampa con mayor fuerza en su mejilla. La ira en mi cuerpo todavía me permitía pensar con claridad para no lanzarme sobre su cuerpo o golpear sus zonas bajas. De pronto sus manos me agarran con fuerza y me estampan contra los casilleros, mis ojos se cierran al sentir el fuerte impacto, pero Simon es apartado con fuerza de mi cuerpo y el cuerpo de Mateo se interpone entre ambos, refugiandome.
—Recordaba que eras un cobarde, pero no tanto como para tratar de golpear a una chica. —comenta Mateo con su semblante neutro.
—No te entrometas Jefferson. —advierte Simon con sus manos en puños.
—Cowell, deberías de relajarte, ¿no decías que esos carteles no fueron obra tuya? —responde Mateo despreocupado, pero una ligera sonrisa de suficiencia se aparece, enfureciendo al chico.
Simon esta por lanzarse sobre Mateo cuando el director Bryan aparece deteniendo la escena. Simon es retenido con fuerza por sus amigos, mientras Mateo le dedida una mirada divertida, formando una pequeña sonrisa ladeada.
Se estaba burlando de Simon sin necesidad de palabras.
¿Dónde estaba el Mateo callado? ¿y quién era este Mateo nuevo? ¡Necesitaba un reembolso! Si Mateo llegaba a dedicarme esa mirada o sonrisa, no viviría para contarlo.
—Ustedes tres, ¡a mi oficina! —grita callando los murmullos de todos en el pasillo. Mira a todos con su semblante molesto— y los demás ¡a clases! —brama con fuerza.
SORPRESAAAAAAAA
No he podido esperarme, esta capítulo es mi favorito por el drama del momento =)
¿Creen que fue Simon?
¿Mateo es un crack? Obvio.
¿Veronica actuó bien en golpear a Simon?
¡Nos vemos pronto!
Feliz sábado.♡♡
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